Relieves de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Félix Burriel. 1942.
La Sede de la Confederación Hidrográfica del Ebro (constituida el 5 de marzo de 1926), es el organismo de gestión, regulador y mantenedor de las aguas y riegos de la cuenca hidrográfica del Ebro (nordeste de España). Fue la primera institución creada en el mundo con el objetivo de gestionar toda una cuenca fluvial de manera unitaria.
La sede de este organismo se encuentra en Zaragoza y se construyó en una de las vías principales del ensanche de la ciudad de Zaragoza: el Paseo de Sagasta nº 24-26. Este Paseo (antiguamente llamado de la República), fue en su origen el Camino a Torrero que iba desde la Puerta de Santa Engracia (hoy Plaza de Paraíso), hasta el barrio de Torrero (barrio nacido en torno al Canal Imperial de Aragón). En este camino se ubicaban fincas de recreo e industrias familiares que, cuando fue urbanizada la zona en 1900, fueron derribadas, dando lugar a una serie de edificios dentro de un estilo modernista y ecléctico, muchos de ellos hoy en día desaparecidos, que hicieron de esta zona un lugar ideal para vivir para la creciente burguesía zaragozana.
El edificio de la Confederación se realizó durante la Guerra Civil española y la primera posguerra y puede considerarse uno de los edificios más importantes de la arquitectura zaragozana del siglo XX.
Fotografía: Archivo Histórico Provincial de Zaragoza.
El edificio es considerado como la obra cumbre del racionalismo aragonés, por su sencillez y funcionalismo. Realizado a ladrillo cara vista, excepto el zócalo y el pórtico, todo de piedra de Calatorao. El precio de la obra fue estimado en 22.500 pesetas.
Fue en el año 1933 cuando el Ministerio de Obras Públicas organizó un concurso de anteproyectos para construir un edificio para instalar los servicios de la Mancomunidad del Ebro, ya que en el edificio que tenían hasta ese momento en el mismo Paseo de Sagasta, muy cerca del solar en el que se iba a edificar la nueva sede. Se optó por el realizado por los arquitectos zaragozanos Regino y José Borobio. Pero la obra se dilató en el tiempo, tardándose diez años en terminarse, en 1944.
El acceso se realiza a través de un porche de ingreso en piedra con los vanos flanqueados por relieves alegóricos a la Industria, Agricultura, Ganadería, Obras Públicas y Construcción. Relieves que fueron encargados el 20 de junio de 1942 al escultor Félix Burriel, según diseño del propio arquitecto José Borobio. El encargo al escultor no es de extrañar, ya que tanto Borobio como Burriel solían colaborar en las obras que realizaban.
Los relieves fueron patinados por la empresa marmolera de Tomas Altuna, siendo supervisado el trabajo por el mismo Burriel. La empresa de Altuna tenía la casa central en San Sebastián. Tomás Altuna fue un marmolista y escultor guipuzcoano que trabajó mucho por Navarra, País Vasco y otros lugares del entorno, en el primer tercio del siglo XX.
Estos bajorrelieves fueron una de las pocas concesiones que los arquitectos realizaron como ornamentación de este edificio “funcional y plenamente inmerso en los principios racionalistas”.
Félix Burriel Marín nació en Zaragoza el 2 de mayo de 1888 , en el barrio de san Pablo, y murió en la misma ciudad el 10 septiembre de 1976. Fue alumno de la Escuela de Artes Industriales y del escultor Francisco de Borja. En 1912 marchó a Madrid donde estudió con el escultor Mateo Inurria. En 1915 vuelve a Zaragoza, y tras unos años trabajando en diversos proyectos, algunos junto al arquitecto Regino Borobio, la Diputación Provincial de la ciudad le concedió en 1926 una beca, gracias a la cual completó su formación por Europa (Roma, Paris, Venecia, Mirlán, Florencia…). Cuando volvió a Zaragoza en 1929 trabajó como profesor auxiliar numerario de Dibujo Artístico, y fue nombrado académico de número de la de Bellas Artes de San Luis desde 1935.
Burriel tuvo una importante actividad en la ciudad. Fue profesor de modelado y dibujo en la Escuela de Artes entre 1922 y 1958. Tenía un taller de escultura (que anteriormente había pertenecido a Honorio García Condoy), en el paseo de Pamplona, cerca del Café de Levante. Alumnos suyos fueron Francisco Rallo y Antonio Bueno. Como nota curiosa el primero intervino en el modelado de las máquinas que se representan en estos relieves y también posó para esta misma obra, como luego veremos.
Fotografía: Tomo IV. Enciclopedia Aragonesa.
Se realizaron cuatro relieves, dos situados en el frente del pórtico de entrada, cada uno de ellos mide aprox. 2,75 x 1,5 m. Y otros dos en los laterales interiores, que miden aprox. 2,75 x 2 m. Todos tienen un marcado realismo, representando a los personajes en diversas actividades profesionales. Una de las obras más originales de su carrera, elaborada “según los conceptos del relieve simplificado de moda en Europa y en España”.
Bocetos de estos relieves se conservan en el Colegio de Arquitectos de Zaragoza.
En el centro de la fachada podemos ver la escultura realizada por Ángel Orensanz en 1984. Es un pilar vertical de hormigón de 6 metros que remata con un surtidor por el que cae agua, homenaje al río Ebro. El pilar hoy está totalmente cubierto de musgo.
En el bajorrelieve del lado izquierdo del frente del porche se representa la construcción, por medio de dos operarios que están trabajando con una hormigonera. En estos relieves vemos la predilección por las estructuras sobrias, formas simples y líneas puras, dentro de un estilo racionalista, muy lejano del modernismo, estilo en boga también en esa época en la ciudad.
Detalle de la figura de la izquierda. Estos relieves están en consonancia con otros trabajos que el escultor realizó en ese mismo período, como el relieve de la Alegoría del paso por la Vida, realizado para la antigua Caja de Previsión Social en la calle Costa nº1.
Figura de la derecha.
Son figuras de tamaño natural, y, como ya hemos comentado, con un tratamiento realista en el tratamiento de la anatomía de los cuerpos y el uso geométrico en el trabajo de los paños, con formas rectas, en zig-zag, curvas, alternando los huecos y los planos para plasmar el claroscuro de las composiciones.
Bajorrelieve del lado derecho. Todas las figuras son representadas de perfil, con volúmenes rotundos y un gran realismo. En este relieve se representan operarios de Obras Públicas.
Otro detalle de este relieve de la derecha. Las figuras presentan una “anatomía musculosa y proporcionada”.
Según comentaba el escultor Francisco Rallo, discípulo y ayudante de Burriel en esta obra: “el que está de pie en la hormigonera, soy yo, pues le posé de modelo a Burriel”, debía de tener dieciséis o diecisiete años.
En la parte interior izquierda vemos el relieve en donde se representa, a la izquierda, a dos obreros que están trabajando; y a la derecha, tres personajes, que más bien parecen ingenieros o encargados de la obra, ya que están estudiando planos sobre un gran pilar de piedra.
Detalle del extremo izquierdo del relieve anterior. En todos los relieves, como ya hemos comentado, vemos un acusado realismo. Estamos ante una de las mejores obras de Burriel. Destaca por su originalidad y, como dice José Morón Bueno: “con un indudable paralelismo con el realismo soviético de la época”, con objeto de representar a los trabajadores, dedicados a la industria, a la construcción, a la agricultura o a la ganadería, portando sus herramientas de trabajo y presentarnos su forma de vida y sus oficios. Pero en este caso bajo un prisma diferente, no promueve el resaltar a la clase trabajadora, sino que solo plasma los diversos oficios en relación con la Confederación Hidrográfica del Ebro.
En el extremo derecho podemos ver varias figuras mirando planos y vestidos de diferente manera que los trabajadores, da la impresión que se ha representado a los ingenieros u oficiales que están ocupados en revisar alguna obra que están realizando.
En el relieve interior de la derecha vemos la alegoría de la agricultura y la ganadería.
Una pareja de labriegos vuelven del campo portando en cestos de mimbre los frutos que han recogido en la jornada de trabajo. Como en el resto de los relieves se ha representado a las figuras de perfil.
En la parte derecha del relieve se representa a una familia que vuelve del campo, con sus animales y el fruto recogido durante el día.
Hasta aquí esta pequeña reseña sobre uno de las obras más desconocidas del escultor zaragozano Félix Burriel, gran profesional, que puede ser considerado uno de los escultores más importantes que ha tenido Zaragoza en el siglo XX.
Espero que os haya gustado. Hasta el próximo vuelo.
BIBLIOGRAFÍA:
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