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El carro de la compra. Microrrelato.


-¡Mañana tengo qué ir a comprar!


-¿Pero otra vez tienes qué ir a comprar? Si fuimos hace unos días. ¡Qué barbaridad!, menos mal que solo somos dos; porque vamos, no dejamos de gastar y gastar, luego que no ahorramos y no podemos ir de vacaciones.


-¿Qué quieres que haga? Todos los días hay que comer, hay que cenar, hay que desayunar. ¡Qué las cosas no vienen volando del cielo! Luego te quejas de que solo comes sopa y pechugas de pollo. Que si me comería un chuletón, que si unas cocochitas al pil pil ¿Te crees qué lo regalan? Yo hago lo que puedo con lo que me das para los gastos de la casa y pasar todo el mes. Vamos que hago milagros, pero milagros más grandes que los de Lourdes.


-Pues hazte una lista de la compra. Te lo llevo diciendo desde hace siglos, y tú erre que erre, ni lista de la compra, ni carro de la compra, ni na de na. Luego que te da el lumbago, que si las bolsas, que si ven a buscarme con el coche ¡Qué no tienes 20 años!, que para algo te regalé el carro de la compra, que me costó un potosí; un carro casi con tracción a las cuatro ruedas, y en rojo como te gusta; me recorrí todo Zaragoza, y ya ves el aprecio que le haces.


-Bueno, vale, tienes razón, cuando tienes razón te la doy. Mañana haré la lista de la compra y me cogeré el carro que me regalaste, cariño.


-Así me gusta, que te des cuenta de que siempre tengo razón, Manolo.

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