Tímpano del Juicio Final. Iglesia abacial de santa Fe. Conques (Francia).
- Guadalupe Ferrández Sancho
- 31 mar
- 18 Min. de lectura

Valle del Dourdou. Conques.
La villa de Conques se ubica en el valle del río Dourdou de Conques, en el departamento de Aveyron, en la región de Occitania, sur de Francia. La villa está enclavada en un lugar precioso, rodeada de bosques frondosos, en un entorno natural fantástico. Es un pequeño pueblecito en el que residen pocos habitantes, pero que al estar situado en pleno Camino de Santiago Francés, por él pasan numerosos visitantes y peregrinos, convirtiéndose actualmente en un importante punto turístico, que cada año atrae más de medio millón de visitantes.

Sus orígenes se remontan a época romana, y aunque hoy es un pueblecito, en la Alta Edad Media fue considerado ciudad. Se conoce que el lugar fue habitado en época merovingia, pero documentalmente la primera noticia sobre él nos habla de un eremita llamado Dadon que habitaba esta zona a finales del siglo VIII, a quien siguió Medraldus, siendo este último el que, adoptando la regla benedictina, fundó un pequeño centro religioso (parece que dedicado a San Salvador). Este primer cenobio tuvo el favor de Luis el Piadoso, Carlomagno y Pipino II de Aquitania, quienes lo visitaron en numerosas ocasiones, dándole su protección.

Pero la verdadera importancia que alcanzó este lugar en la Edad Media, fue debido a la llegada a la localidad de las reliquias de la joven mártir Santa Fe (Sainte Foy), nacida hacia el año 290 en Agen, a quien por defender sus creencias cristianas la quemaron en una parrilla (como a san Lorenzo) y finalmente la decapitaron, a la edad de trece años, en el año 303 d. C., por orden del procónsul romano Daciano, en tiempos del emperador Diocleciano. Sus reliquias fueron recogidas en su localidad natal, donde eran veneradas por numerosos peregrinos.

Ya es conocida la importancia que se le daba en la Edad Media al culto a las reliquias, un lugar que no tuviera reliquias a las que adorar, no era importante. Los monjes de Conques no tenían esa suerte y quisieron que su pueblo tuviera la relevancia que otras localidades tenían debido a ese culto tan enraizado en el sentir del pueblo. Fue en el año 866 cuando, según cuenta la tradición, un monje del cenobio conquense llamado Ariviscus robó los restos de santa Fe, que se guardaban en el monasterio de Agen, y los depositó en Conques. Este hecho supuso un antes y un después para el lugar, ya que la afluencia de peregrinos que venían de toda Francia para rendirle honores a la santa mártir, fue grande, e hizo de Conques un hito de la cristiandad, tal y como podemos leer en el "Libro de los Milagros de Santa Fe".

Desde ese momento el lugar se convirtió en uno de los centros de peregrinaje al que se acercaban gentes que, tras el descubrimiento en el año 819 de la tumba del apóstol Santiago, iban por la Vía Podensis, uno de los cuatro grandes caminos franceses de la ruta jacobea (Paris-Tours; Vézelay-Limoges; Le Puy-Conques que entraban a España por Roncesvalles; y Arles-Toulouse, que entraban por Somport, continuando hasta Jaca).
El Camino de Le Puy-Conques o Vía Podensis era el tercer Camino Francés. Comienza en Puy-en-Velay (en Nuestra Señora de Le Puy), pasando por santa Fe de Conques (donde se acercaban a la abadía de santa Fe), seguía por la abadía de san Pedro de Moissac, entrando por Roncesvalles a España, para llegar a Santiago de Compostela.

Ante la gran cantidad de peregrinos, el originario centro religioso conquense se quedó pequeño, construyéndose posteriormente (hacia 1050) la impresionante abadía que hoy podemos contemplar; paralelamente, el lugar se fue poblando de comerciantes, artesanos, hasta tal punto que en año mil, documentalmente se habla de "una ciudad importante enclavada en la colina, por encima del monasterio", manteniendo la relevancia durante mucho tiempo.

El profundo declive de Conques comenzó sobre todo en el siglo XVI, con el incendio provocado por los protestantes. Posteriormente, a consecuencia de las epidemias y la hambruna se fue despoblando una ciudad que había alcanzado gran importancia, agravándose la situación con la Revolución y la supresión de las órdenes religiosas, lo que motivó que la abadía y la localidad llegaran a una delicada situación. Un hecho salvó a Conques de la ruina, la llegada en 1837 del inspector de Monumentos Históricos don Prosper Mérimée, quien informó de la penosa situación en la que se encontraba el monasterio, comenzándose su rehabilitación, que se vio favorecida con la llegada a la localidad en 1873 de una nueva comunidad religiosa: la Orden Premonstratense, volviendo poco a poco los peregrinos a Conques.

Al final de la avenida Gozague-Florens, hacia la derecha, llegamos a la preciosa plaza de la Abadía, en la que nos espera la majestuosa portada de la iglesia abacial de Santa Fe.
Es el principal monumento de Conques, considerada la obra maestra del románico del sur de Francia. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998, formando parte del conjunto del Camino de Santiago en Francia.
Tras la Revolución Francesa quedó muy dañada y abandonada, resurgiendo gracias a la restauración llevada a cabo por el inspector general de monumentos históricos franceses Prósper de Mérimée, entre 1834-1860.

Pero volvamos al principio de la historia de este monasterio. Al traer las reliquias de Santa Fe, el primitivo monasterio se quedó pequeño, motivo por lo que tuvieron que construir un conjunto monástico mucho mayor.
La actual iglesia se comenzó en tiempos del abad Odolric (1031-1065) en el siglo XI, siendo terminada por el abad Bonifacio (1107-1125). Una de las joyas de este templo es el tímpano de su fachada occidental, una de las obras maestras de la escultura románica del primer cuarto del siglo XII.

Su portada principal con el tímpano del Juicio Final, joya del románico del siglo XII, está flanqueada por dos esbeltas torres gemelas realizadas en el siglo XIX. En el portón se abre un arco de medio punto con gablete que protege el tímpano del Juicio Final.
El autor de esta portada es anónimo, artista de gran calidad que trabajó bajo el abaciado de Bonifacio (1107-1125, aunque hay autores que defienden una fecha más tardía (hacia 1120 y 1135). Incluso algunos opinan que fue realizado para dar acceso a la nave principal desde el nártex (como ocurre en Santiago de Compostela), pero que a finales del siglo XIV ya habría sido trasladado a su actual emplazamiento, siendo protegido por un atrio con gablete.

Estamos ante un tímpano completamente policromado, con un maravilloso cromatismo (rojo para el infierno y azul para el cielo), en el que destacan personajes y representaciones diversas, todo organizado alrededor de la figura central de Cristo.
Las escenas que se representan están basadas en el Juicio Final según san Mateo (Mt, 25, 31-46). El artista quiso plasmar el momento en el que Cristo pronunció las palabras grabadas en las banderolas que portan los dos ángeles situados flanqueando la cabeza de Jesús: "

El portón occidental se abre con una profunda arquivolta de medio punto que acoge el tímpano del Juicio Final. En la parte superior podemos ver a los conocidos como les curieux "los curiosos", catorce personajes que se asoman a través de la piedra, contemplando al espectador (os he puesto una flecha roja en el curioso central).
Estos ángeles no son intrusos, se están preparando para enrollar el firmamento, que "desaparece como se enrolla un pergamino." (Apocalipsis, 6, 14).

El tímpano de la iglesia abacial de Conques muestra con todo detalle las escenas de la Parusia o Segunda Venida de Cristo al mundo el día del Juicio Final. Es una de las representaciones más completas del infierno cristiano desde el punto de vista iconográfico.
El tímpano de 6,70 m de ancho y 3,60 m de altura, se divide en tres niveles superpuestos y separados por bandas reservadas a inscripciones grabadas, y en los que se reparten ciento veinticuatro personajes (entre los que podemos ver a santa Fe, al abad Begon, al emperador Carlomagno, etc.), representando el cielo y el infierno, presidido todo por Cristo Juez, y la siguiente inscripción: "Pecadores, si no cambiáis vuestras costumbres, sufriréis un juicio terrible".
Para realizar esta obra el maestro escultor, dividió el tímpano en una serie de compartimientos de piedra calcárea amarilla, y fue colocando las escenas como si se tratara de un rompecabezas gigante, sin espacios entre las representaciones o personajes, predominando el llamado "horror vacui".
Los justos, a la derecha de Jesús, presididos por María, van serenos, bajo arquitecturas clásicas hacia Cristo; en cambio los condenados, a la izquierda, se desenvuelven en composiciones caóticas, retorcidas, símbolo de los tormentos que padecerán en el Tártaro o infierno.
La lectura del tímpano la realizaré siempre desde el punto de vista del espectador, teniendo en cuenta que los justos están a la derecha de Cristo, y los pecadores, a la izquierda.

El Juicio comienza en el nivel superior, en el que aparecen dos ángeles tocando cuernos o trompetas para avisar del comienzo del Juicio Final. En el centro otros ángeles sostienen la cruz entre el sol y la luna, mostrando los instrumentos de la Pasión (clavos, lanza, inscritos en la cruz).

A la izquierda de la fotografía, la representación del sol, con su inscripción; a la derecha, la luna; mientras en el centro y sosteniendo la cruz, dos ángeles portan el clavo y la punta de la lanza que hirió a Cristo en su crucifixión, evocando su Pasión.
En la parte superior de la cruz se puede leer la leyenda incompleta: "Jesús Nazareno rey de los judíos". En el madero transversal se lee "SOL - LANCEA - CLAVI - LUNA", en la primera línea; y en la segunda: "OC SIGNUM CRUCIS ERIT IN CELO CUM" (esta señal de la cruz estará en el cielo).
Todo hace referencia al texto del evangelio de san Mateo (24, 29-31): "Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo y las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre..., y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Él enviará a sus ángeles con sonora trompeta y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo del cielo hasta el otro".

Los ángeles tocan trompas para anunciar el comienzo de la resurrección de los muertos con la segunda venida de Cristo y el Juicio Final. Son figuras bellas que rellenan los dos espacios de la parte superior.
Son representados tal y como expresa san Mateo en su Evangelio (Mt 24.31): "Y él enviará a sus ángeles para que, al sonido de la trompeta, congreguen a los elegidos".

En este segundo nivel, presidido en el centro por Cristo Juez, se desarrolla, a la izquierda de la fotografía, la procesión de los Justos; y a la derecha, ángeles y las penas que conllevan los pecados de los hombres.

De tamaño superior al resto de las figuras, aparece Cristo Juez sobre fondo azul, sentado en un trono, rodeado por la mandorla de forma almendrada y cubierta de estrellas y nubes, representadas en cinco capas de pequeños festones. Cristo, con nimbo crucífero, se presenta de forma frontal, hierática, como Cristo barbado siríaco, viste túnica y manto azulado, descubriendo su hombro derecho para dejar ver la herida del costado.
Eleva hacia lo alto su mano derecha, como acogiendo a los elegidos que van a ir al cielo; y baja su mano izquierda indicando a a los condenados que deben bajar hacia abajo, donde se encuentra el infierno. Dos inscripciones se observan en filacterias: "Venid benditos de mi Padre..." (los elegidos), Mt 25, 34-37; y "Alejaos de mí, malditos, al fuego eterno..." (a los condenados), Mt 25, 41.

A la izquierda de Cristo, derecha del espectador, un ángel porta un incensario, y otro, por encima, sostiene el Libro de la Vida, en el que se lee: "SIGNATVR LIBER VITE": el libro de la vida está sellado. O como se dice en el Apocalipsis (20, 12-15): "Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono; fueron abiertos unos libros y luego se abrió otro libro, que es el de la Vida; y los muertos fueron juzgados según lo escrito en los libros, conforme a sus obras". Hay que aclarar que en los primeros libros abiertos están escritas las acciones buenas o malas de los hombres, y en el libro de la Vida están escritos los nombres de los predestinados.
Dos ángeles, armados con espada y lanza, contienen a la multitud de condenados, a la izquierda de Cristo. Uno de los ángeles lleva un escudo en el que pone: "los ángeles saldrán para separar a los impíos de los justos" (para echarlos en el horno del fuego y allí será el llanto y el crujir de dientes (Mt. 13, 49-50).
A la derecha de Cristo, la procesión de los justos, presidida por María, como intercesora ante su hijo.
A los pies de Jesús, dos ángeles llevan dos cirios para iluminar la escena, ya que como consta en el texto evangélico: "la luna se oscurecerá, el cielo no brillará más".

En el mismo nivel y situado a la derecha de Cristo, una inscripción separa el primer registro del segundo, indicando lo que acontece: "SANCTORVM CETVS STAT XPISTO IVDICE LETVS": la asamblea de los santos se encuentra ante Cristo Juez. En la parte inferior: "SIC DATVR ELECTIS AD CELI GAVDIA VECTIS GLORIA PAX REQVIES PERTVVSQUE DIES PENIS INIVSTI CRVCIATVR IN IGNIBVS VSTI IN IGNIBVS VSTI DEMONAS ATQVE TREMVNT PERPETVOQVE GEMVUNT": Así como los elegidos serán conducidos hacia las alegrías del cielo y se les dará la gloria, la paz, el descanso y el día sin fin, los injustos serán atormentados con suplicios, quemados en las llamas y temblarán ante los demonios y gemirán perpetuamente.
El grupo de los elegidos está presidido por la Virgen, seguida por san Pedro, quien lleva la llave del Paraíso en su mano izquierda, a los que siguen un grupo de elegidos, desprovistos de nimbo.
Sobre este grupo, una serie de ángeles portan filacterias con letreros de la virtudes: "Fe, Caridad, Templanza y Humildad".
En la esquina izquierda vemos cuatro figuras de menor tamaño, que son santos vinculados al mismo cenobio.

María, vestida con un precioso manto azul bordado, aparece como intercesora de la Humanidad ante su Hijo, junta sus manos en señal de oración y respeto, luce nimbo o halo de santidad. San Pedro viste de pontifical, nimbado y con báculo, llevando en su mano izquierda la llave del cielo.
En esta escena, no solo se puede ver a santos, sino que también, el artista anónimo que labró este tímpano, representó a figuras destacadas en la historia del monasterio, como al eremita Dadon, con su bastón en forma de T (tau griega), atributo de los maestros espirituales, símbolo de sabiduría; a un abad (Begon u Odolrico) con báculo en su mano derecha, mientras con la izquierda coge la mano del emperador Carlomagno, benefactor legendario del monasterio; y a su lado, su hijo y sucesor Ludovico Pío. Al emperador le siguen dos monjes, uno con un díptico; y otro con un relicario colocado sobre una tela (símbolo de las donaciones imperiales al monasterio).

Las cuatro figuras de menor tamaño situadas a la izquierda de los elegidos, se han identificado como personajes relacionados con el monasterio, como santa Fe, el monje Aronisde o Ariviscus, quien robó las reliquias de la santa... Para otros autores, son los pilares de la iglesia cristiana primitiva: los discípulos (María Magdalena); los mártires (santa Fe); los anacoretas (san Antonio); y los padres de la iglesia (san Jerónimo).

A la izquierda de Cristo Juez el artista talló los castigos que sufrirán los pecadores. Ya hemos comentado que estas escenas se separan de Cristo Juez, por medio de dos ángeles armados que impiden a los condenados escapar del infierno; uno lleva un escudo y espada; y otro una lanza estandarte ("Los ángeles separarán a los pecadores de los justos". Mt 13, 49).
Por encima, en el filete triangular, hay una inscripción que aclara las escenas de esta parte: "los ladrones, los mentirosos, los falsos, los avaros y los codiciosos, así están todos condenados junto con los criminales".
En esta parte nos muestra el artista los tormentos infernales por los que pasarán los pecadores. Es un espacio retorcido, caótico, confuso, al revés que en el lado de los justos. Una inscripción nos avisa del lugar en el que se desarrolla la acción: "(H)OMNES PERVERSI SIC SVNT IN TARTARA MERSI": los hombres perversos son sumergidos en los Tártaros. Otra inscripción, ya comentada, en la parte inferior dice: "PENIS INIVSTI CRVCIANTVR IN IGNIBVS VSTI DEMONAS ATQVE TREMVNT PERPETVOQUE GEMVNT": los injustos sufren tormento quemados por el fuego rodeados de demonios y gimen y tiemblan para siempre.
Hay que tener en cuenta que estas representaciones eran realizadas para ser contempladas por personas que no sabían leer ni escribir, que era la mayoría de la población, y fueron talladas para inspirar el miedo.
En este registro se representan pecados capitales que se condenan: la vanidad, el orgullo, la mentira, la herejía... En los triángulos inferiores se representan, a la izquierda, el castigo a un músico por su vanidad; y a la derecha el castigo a un cazador furtivo.

Dos monjes están atrapados en una red por el demonio; en la parte inferior, un obispo es arrojado al suelo con su báculo episcopal roto, siendo agarrado por un ser monstruoso; a su derecha es pisoteado un hereje que porta un libro; junto a él un falsificador de moneda es tirado de la barba y el demonio se dispone a verter sobre su boca el mismo metal fundido que el falsario se disponía a utilizar.

En la parte inferior de este registro de derecha a izquierda se representan dos emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, que fueron excomulgados: Enrique IV, desnudo bajo su manto rojizo, es agarrado por un demonio que hace una genuflexión inversa burlándose de él. En la otra esquina, su hijo, Enrique V, desnudo, al que un diablo le muerde la corona. En el centro el antipapa Gregorio VIII, elegido por Enrique V, a quien un demonio arranca la tiara y le clava una lanza.
En la parte superior izquierda, aparecen soldados pertrechados con armas.

Se representa a un comerciante pañero desnudo y sentado en el suelo, que se cubre con una tela que sostiene un demonio con sus dientes, mientras el pañero es cogido por una diablesa (quizás Lilith), vestida con una falda corta con flecos, con trenzas, pero sin senos (referencia a los pechos vacíos de Lilith). A la derecha, un prestamista, colgado por los pies, codicia una bolsa de dinero puesta ante sus ojos.

En la parte central y bajo la figura de Dios Juez, en un estrecho listel, se desarrolla el pesaje de las almas, flanqueado con escenas de la resurrección de los difuntos (a la izquierda del espectador); y castigos a pecadores (a la derecha del espectador).
En escenas más grandes, a la izquierda, la Jerusalén celeste; en el centro las Puertas del Cielo y el Infierno; y a la derecha, el infierno, presidido por Satán.
Sobre este tercer nivel se encuentra la siguiente descripción: "FVRES MENDACES FALSI CVPIDIQVE RAPACES SIC SVNT DAMPNATI CVNCTI SIMVL ET SCELERATI": los ladrones, los mentirosos, los falsos, los codiciosos, son condenados así al mismo tiempo y sin demora.

En el centro de este registro, debajo de Cristo Juez, se sitúan el arcángel san Miguel y el diablo, en su labor de pesar las almas.
A la derecha del espectador, los condenados, rodeados de monstruos (castigo a músicos arrancándole la lengua, al cazador furtivo, asándolo como si fuera un animal); mientras a la izquierda, los ángeles sacan a los difuntos de sus tumbas, para conducirlos al Juicio Final, y la escena de santa Fe intercediendo por la humanidad a la mano de Dios.
En la parte inferior, en el tercer nivel, a la izquierda del espectador, la puerta del cielo, con el arcángel san Miguel; a la derecha, la puerta del infierno.

"El término psicostasis proviene del griego y significa el peso del espíritu o la lucha del alma, esto es, el procedimiento por el cual se determina la condenación o salvación eterna. En el cristianismo sucederá al final de los tiempos, cuando se produzca el Juicio Final y San Miguel pese en una balanza las buenas y malas acciones. En este proceso también interviene el diablo, quien utiliza artimañas para inclinar la balanza a su favor y llevarse el alma al infierno".
El arcángel san Miguel y el diablo son representados en el momento de pesar las buenas y malas acciones. El diablo, con una sonrisa irónica, intenta hacer trampa en el pesaje, colocando su dedo en la balanza para que pesen más, las malas acciones.

En este mismo registro, en el triángulo simétrico a la izquierda del espectador, aparece la figura postrada de santa Fe, patrona de la iglesia, que es acogida por la mano de Dios. A la izquierda la representación de la iglesia de Conques: un altar, una silla, un cáliz y unas cadenas (símbolo de la liberación de prisioneros que, según la tradición, realizó la santa).

En el tercer nivel y debajo del pesaje de las almas, encontramos las puertas que conducen al cielo y al infierno.
A la izquierda del espectador, un ángel se sitúa en las puertas del Paraíso, de la Jerusalén Celeste, y tiende su mano a los justos para que entren en la ciudad celestial.

En la parte derecha del espectador, un demonio (Caronte) armado con un garrote, recibe en el Tártaro a los condenados y los dirige hacia las fauces de un monstruo (Leviatán) que los devora, mientras vuelve su monstruoso rostro hacia los justos que están entrando al cielo.

A la izquierda del tercer nivel se representa la Nueva Jerusalén. La morada de los justos se representa bajo una arquitectura clásica, como un edificio con seis arquerías y lámparas colgantes, bajo las que se colocan los personajes, que forman parejas debajo de cada arcada.
Los personajes no son claramente identificados, pueden tratarse de las Vírgenes prudentes con sus lámparas, mártires con palmas de martirio; profetas con el rollo del pergamino; y apóstoles, con el libro. Los personajes se representan serenos, frontalmente, para indicar la paz que reina en el mundo de los Bienaventurados, frente al caos del Infierno.
En el filete triangular sobre los arcos se lee: "CASTI PACIFICI MITES PIETATIS AMICI SIC STANT GAVDENTES SECVRU NIL METVENTES": Los castos, los pacíficos, los mansos, los amigos de la piedad se encuentran así alegres, seguros, sin temor.

En el centro de la Nueva Jerusalén se representa a Abraham acogiendo a dos jóvenes (quizás Isaac y Jacob). Padre de los creyentes está sentado bajo el arco central coronado por dos torres almenadas de la Nueva Jerusalén.

Flanqueando, a la derecha de la fotografía, al grupo de Abraham se disponen por cuatro personajes, portando nimbos. Para algunos autores se representan a sacerdotes del Antiguo Testamento: Moisés, Aaron, Jeremías y Ezequiel (que descubre su rodilla), son prefiguraciones anunciadoras de Cristo y de los apóstoles.

A la izquierda, entre Abraham y las mujeres, se identifican a estos personajes con Melquisedec y Zacarías. Portan la corona y sostienen un cáliz, que prefigura la sangre de Cristo; Zacarías también sostiene la palma del mártir, mientras que la mano faltante de Melquisedec quizás sostenía el pan.

Se representan cuatro figuras femeninas, que pueden ser reinas del Antiguo Testamento, o incluso prefiguraciones de María, o las mujeres que acudieron a la tumba de Cristo el día de su Resurrección. Portan recipientes, y dos de ellas sostienen un libro abierto.

Es en esta parte donde el artista nos ha dejado escenas realmente originales. El infierno está realizado, como ya hemos comentado, para inspirar miedo a los que no sabían leer, que era la mayoría de la población en aquella época. En la base del dintel se lee: ""O PECCATORES TRASNMVTETIS NISI MORES JVDICIVM DVRVM VOBIS SCITOTE FVTVRVM": ¡Oh pecadores! Si no cambiáis vuestras costumbres, sabed que habrá un temible juicio futuro para vosotros.

El diablo, de mayor tamaño, preside la escena de los pecados individuales. Está sentado mirando de frente al espectador, con grandes ojos saltones y boca entreabierta, grandes orejas y sobre su cabeza una corona de pinchos. De sus genitales surgen serpientes que se van enroscando en los personajes que lo flanquean. Sus pies están aplastando a un hombre barbado, que puede simbolizar la pereza.
A la derecha se representan el castigo de los siete pecados capitales.

A la izquierda (según lo mira el espectador), se representa a un caballero con armadura, al que uno de los diablos ha tirado del caballo y le está clavando una lanza, y otro le agarra del brazo derecho. Para algunos se trata del caballero Rainor, señor del castillo de Aubier, perteneciente a la Abadía de Conques, que fue excomulgado por burlarse y maltratar a los monjes. Su final, fue tal y como se describe, cayó del caballo y se rompió el cuello, muriendo y entregando su alma al diablo.

La siguiente escena presenta a una mujer y a su amante, ambos desnudos, están atados esperando su tortura, a la derecha el demonio que los ha capturado le informa al oído a Satán, que sujeta una serpiente entre sus genitales, mientras pisotea a un hombre barbado, símbolo de la pereza, como ya hemos comentado.

Un hombre aparece ahorcado con su propia bolsa de dinero, mientras un diablo tensa la cuerda, y la serpiente que surge de Satán le agarra de las piernas.
En la escena siguiente, el diablo arranca la lengua a un calumniador envidioso, mientras se quema en las llamas del infierno.

En esta escena vemos una pareja compuesta por un clérigo, sobre el que se sienta su amante, a la que un demonio empuja desde arriba para introducirlos en el fuego. En el siguiente cuadro un hombre con una enorme barriga es empujado por un demonio dentro de una olla.
En la parte superior encontramos a un cazador furtivo, atado a una pértiga llevada por dos demonios y que es conducido a una hoguera para ser asado.
En definitiva la intención del artista que labró el tímpano de Conques fue el impactar a los que acuden al templo y aleccionarlos sobre el destino que les aguarda si se apartan de los mandamientos, pero también ofrecer la esperanza del cielo a los fieles que siguen las enseñanzas de la iglesia, pues solo dentro de ella se puede alcanzar la salvación eterna.

Nos alejamos de la plaza de la iglesia y nos adentramos en el corazón de este bonito lugar, que os recomiendo visitar (ver bibliografía, el trabajo que realicé sobre la villa).Hasta aquí nuestro vuelo por este magnífico tímpano de la iglesia abacial de santa Fe de Conques, una encantadora villa, parada obligatoria en el camino de Santiago Francés, villa que te transporta a la época de los grandes constructores y artistas de la Edad Media.
Espero que os haya gustado. Hasta el próximo vuelo.
BIBLIOGRAFÍA:
Tímpano de santa Fe de Conques: https://es.slideshare.net/slideshow/tmpano-de-santa-fe-de-conques/69297355
-Turismo Conques: https://www.tourisme-conques.fr/es/conques/sitio-e-historia
-Descripción del tímpano de Conques: https://www.art-roman-conques.fr/espanol/capitulo1.html
-Un paseo por Conques. El pueblo más bonito de Francia: https://www.elviajedelalibelula.com/single-post/un-paseo-por-conques-el-pueblo-m%C3%A1s-bonito-de-francia
-Portada de santa Fe de Conques: https://algargosarte.blogspot.com/2014/09/la-portada-de-sainte-foy-de-conques.html