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La Jota. Francisco Marín Bagüés.


Estamos nuevamente en el Museo Provincial de Zaragoza para conocer otra obra del pintor Francisco Marín Bagüés, el mejor representante aragonés del cuadro de género. Un hombre discreto, cuyos problemas de salud le cambiaron su perspectiva de ver y representar el arte. Sobre su biografía no ahondaré, ya que en su obra “Los Placeres del Ebro” vimos su trayectoria artística y personal (https://www.elviajedelalibelula.com/single-post/2017/06/23/Los-placeres-del-Ebro-Obra-de-Francisco-Mar%C3%ADn-Bag%C3%BC%C3%A9s-Museo-Provincial-de-Zaragoza).


Hoy partiremos desde su marcha en 1909 a Italia, pensionado durante cuatro años por la Diputación de Zaragoza. Este período fue crucial en su vida, visitando Roma, donde conoció el simbolismo y el modernismo; Florencia, donde estudió la pintura florentina del XV y la veneciana. También en esta época algo bohemia visitó Paris y los Países Bajos, donde descubrió el arte de vanguardia que se estaba realizando en Europa. En Paris acababan de exponer, en el XXVII Salón de los Independientes, los cubistas Leger, Duchamp y Delaunay, entre otros; y un año más tarde los futuristas italianos presentaron sus obras en la “ciudad de la luz”. Todo ello dejó en él una profunda huella.


En el año 1912 volvió a Zaragoza, siendo nombrado un año más tarde conservador de Pintura del recién inaugurado Museo Provincial, en donde estableció su taller. Pero tras la Exposición Nacional de 1915, en la que solo ganó la segunda medalla, Marín Bagüés entró en una crisis personal y artística, dejando a un lado la pintura y dedicándose sobre todo al dibujo, al grabado y a otras técnicas artísticas, encerrándose en un mundo interior.


A partir de los años 20-30 del siglo XX comenzará a sentirse capaz de volver a la pintura, pero con una nueva técnica y visión estética. La preocupación que en un primer momento sentía por la luz, dio paso a una obsesión por plasmar el movimiento y el dinamismo de lo representado. Su recuerdo vuelve al futurismo italiano y al cubismo de Robert Delaunay.


La obra que contemplamos formaba parte del lote que el ayuntamiento de Zaragoza adquirió el 1 de abril de 1962 a Ignacio Marín Marín, heredero del pintor, por un importe total de 400.000 pts. Se trata de un gran óleo sobre lienzo realizado en 1932, siendo expuesto por vez primera en la Exposición que se celebró en Madrid en 1934 sobre trajes regionales. En ella podemos ver, teniendo como telón de fondo una vista de Zaragoza, dos parejas de baturros bailando la jota acompañados por otros cuatro personajes que contemplan la escena. Ya anteriormente, en 1920, el pintor había realizado varios dibujos sobre temas costumbristas inspirados en gente conocida de Castelserás, pueblo de Teruel donde residía su hermana Juana con su marido Erundino Anglés. En el pueblo, Marín Bagüés, pasó largas temporadas (durante años pasaba en él los meses de junio a octubre). Allí realizó entre otros el dibujo de “La Jota”, origen del óleo que posteriormente pintará. Los dibujos de Castelserás fueron realizados a partir de postales que el fotógrafo Lucas Escolá publicó en Alcañiz hacia 1902.


El marco del cuadro fue, asimismo, decorado por el propio pintor en un estilo Art Decó, a base de líneas diagonales en plata y azul.


En la obra el pintor experimenta, arrancando del neocubismo y de las tendencias futuristas. En el centro de la composición pinta dos parejas de baturros que bailan la jota, baile popular, en este caso aragonés, declarado en 2013 Bien de Interés Cultural. Las mujeres visten alpargatas, camisas blancas sobre las que llevan jubones, y amplias sayas sobre las que lucen delantales, cubriendo sus hombros con sencillos mantoncillos. Sus cabellos están recogidos en la nuca con un moño. Los hombres visten calzones y camisas blancas, uno de ellos porta chaleco del mismo color que el calzón; y ciñen ambos la faja típica del traje regional aragonés, así como el pañuelo a la cabeza (hay que recordar que la palabra “cachirulo” la utilizó por primera vez don Demetrio Galán Bergua hacia 1953), y las alpargatas de suela de esparto.


Detalle del baturro de la izquierda. En la obra conjuga el estilo costumbrista con elementos cubistas y futuristas.


Detalle del tratamiento del rostro del bailador.


Baturro de la derecha, el cual se ciñe la faja por encima del chaleco, a la antigua usanza. Actualmente el chaleco se suele llevar suelto.


Saya de la jotera que junto al movimiento de los pies de los bailadores da gran dinamismo a la escena. El movimiento lo representa repitiendo planos simultáneos de color, líneas en las piernas y pliegues en la saya de la jotera que se encuentra de espaldas al espectador, siguiendo el neocubismo de Robert Delaunay.


Como comenta García Guatas hablando de esta obra: Marín Bagüés utiliza el “recurso futurista de la fragmentación dinámica en planos de las extremidades de las dos parejas de joteros, para expresar la vivacidad del movimiento de este baile aragonés”. En la fotografía podemos ver la multitud de planos que representan las piernas del bailador mientras se mueve al compás de la música.


Las figuras del lado izquierdo parecen recortadas. En la parte inferior vemos a una anciana sentada contemplando como bailan la jota. Esta figura la encontramos también en dos dibujos realizados hacia 1920 en Castelserás, en el también llamado “La Jota”, y en el conocido como “Aguaitando”. A su lado, el guitarrista acompaña al grupo de bailadores. De pie dos figuras femeninas conversan con rostro serio.


Detalle de los rostros de las dos mujeres situadas en el lateral izquierdo. Son dos jóvenes que conversan y no parecen estar muy pendientes de la escena que se está desarrollando cerca de ellas, no participan en la fiesta. Llevan ambas el peinado a la antigua, con el pelo muy tirante y hacia atrás, con un moño en la nuca.


En el fondo se representa una vista de Zaragoza desde el Cabezo Buenavista, en un estilo claramente neocubista. En ella vemos la basílica de Nuestra Señora del Pilar, solamente con dos torres: la torre oeste de la fachada principal, la de Santiago (1715); y la torre del lado oriental, llamada Nuestra Señora del Pilar (1903-1907). Las dos de la fachada del río se realizaron entre 1949-1961 (San Francisco de Borja y Santa Leonor), por ese motivo no aparecen en el paisaje.


Este paisaje al igual que el cuerpo en movimiento de los joteros fueron las partes más elaboradas del cuadro por parte del pintor.


En la parte inferior del cuadro, debajo de su firma (FRANco.MARIN Y/BAGÜÉS./Zaragoza.Agosto, 24/1932), aparece dibujada una antigua moneda ibérica, de Segisa (Zaragoza). Si nos fijamos bien en las patas del caballo observamos el mismo estudio del movimiento que hemos visto en las piernas de los joteros. Para Bagüés los íberos fueron los primeros en plasmar la figuración del movimiento en las patas de los caballos.



Como colofón una curiosidad sobre nuestro artista: En el año 1976 el pintor Fermín Aguayo en una entrevista en el periódico El País, comentaba lo siguiente sobre Marín Bagüés y el Grupo Pórtico: "Le caí bien a Marín Bagues, que había pintado una jota futurista, bastante buen pintor; el único que nos defendió de su generación".


Francisco Marín Bagüés, un pintor que dedicó casi toda su obra a Zaragoza y a Aragón.


Hasta el próximo vuelo.




BIBLIOGRAFÍA:


-GARCÍA GUATAS, Manuel: Cuestiones etnológicas en la obra del pintor Marín Bagüés.


-AZPEITIA, Ángel. 90 años de arte en Aragón: pintura y escultura, 1905-1995 [Catálogo de Exposición] Sala Luzán. Zaragoza (m): Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1995. p. 27.


-GARCÍA GUATAS, M. Una aportación a la pintura aragonesa: Francisco Marín Bagüés (19879-1961), [tesis doctoral]. 1976. -GARCÍA GUATAS, MANUEL. Francisco Marín Bagüés (1879-1961): exposición conmemorativa del centenario de su nacimiento: Palacio de la Lonja, 23 de octubre-25 de noviembre, Zaragoza, 1979. Zaragoza (m): Ayuntamiento de Zaragoza, 1979. pp. 64-65 (nº 117 e ilustración).


-GARCÍA GUATAS, Manuel: Francisco Marín Bagüés, su tiempo y su ciudad (1879-1961), Zaragoza, CAI, 2004.


- GARCÍA GUATAS, Manuel: La imagen costumbrista de Aragón, pág. 149.


-VV.AA.: Zaragoza a principios del siglo XX. El Modernismo, Zaragoza, Librería General, 1977.


-Guía del Museo de Zaragoza, Zaragoza, Departamento de Cultura y Turismo, 2003.


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