San Juan de los Panetes. Zaragoza.
Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum ('Guarda de la Fe y regalo de los pobres').
(Lema de la Orden de Malta).
La Orden de San Juan de Jerusalén o de los Hospitalarios fue creada en la “Ciudad Santa” en el año 1084, la cual atendía a los peregrinos en un hospital adjunto a la iglesia de San Juan Bautista. Posteriormente su objetivo también fue ayudar en la defensa de los Santos Lugares y a los cristianos que allí se encontraban. Con el tiempo cambiaron de nombre y de ubicación. En el año 1522 fueron expulsados por Suleimán el Magnífico de la isla de Rodas donde estaban establecidos. No tuvieron una sede estable hasta el año 1530, fecha en la que el Emperador Carlos V les concedió la isla de Malta, llamándose desde entonces los Caballeros de la Orden de Malta; a cambio, la Hermandad se comprometía a tributar anualmente al Emperador un halcón (el famoso Halcón Maltés). Allí permanecieron hasta el año 1802, que con el Tratado de Amiens, la isla dejó de ser la sede de la Orden.
En el testero de la iglesia de San Juan de los Panetes vemos los escudos de los castellanes de Amposta y de la Orden de Malta, en estuco policromado.
En lo que respecta a España, los Hospitalarios llegaron a la Península Ibérica a comienzos del siglo XII. En un primer momento dependían del gran priorato de Saint Gilles (en la Provenza, sur de Francia). Muy pronto empezaron a acumular bienes y poder; por ese motivo tuvieron que empezar a administrar sus posesiones por sí mismos. Se formaron circunscripciones administrativas.
En el año 1148 la Orden ayudó a Ramón Berenguer IV, esposo de nuestra querida reina Petronila de Aragón, en la reconquista de Tortosa. En agradecimiento les fue concedido al año siguiente el castillo de Amposta y su territorio. En el lugar estableció la Orden una de sus sedes más importantes, y su "preceptor" tomó el título de "Castellán de Amposta", el cual ocuparía un lugar importantísimo dentro de la Orden General.
En un primer momento el Castellán de Amposta tenía jurisdicción solamente en Cataluña; siendo Navarra y Aragón prioratos independientes de Cataluña, pero regidos por un único prior. En el año 1177 el aragonés Pedro López de Luna fue nombrado Castellán de Amposta, el cual unió los prioratos de Aragón y Cataluña, quedando Navarra independiente. Otros prioratos eran el de Castilla y el de Portugal.
En la fotografía vemos la actual iglesia de San Juan de los Panetes con su torre inclinada; a la izquierda los restos de las murallas romanas; y tras el templo, la Torre del antiguo palacio de La Zuda (donde se estableció la Orden de los Hospitalarios o de Malta en Zaragoza).
En Aragón, antes de la muerte del rey Alfonso I el Batallador, la orden de San Juan de Jerusalén o del Hospital recibía ya numerosas donaciones a su favor. En el año 1118 Alfonso I el Batallador reconquistó la ciudad de Zaragoza, el palacio de La Zuda pasó a ser la residencia de los reyes aragoneses. A partir del año 1134, el rey, en su testamento, dejó herederas de su reino a las Órdenes militares, pero ellas renunciaron a la magna herencia. En compensación, éstas, comenzaron a recibir retribuciones territoriales por todo el Reino.
En la imagen la iglesia de San Juan de los Panetes, que hoy ocupa el lugar en el que se asentó la Orden de los Hospitalarios (en un anterior edificio).
Años más tarde, en 1180, el rey Alfonso II de Aragón, aconsejado por su esposa Doña Sancha de Castilla, muy amante de la Orden Hospitalaria (no olvidemos que ella fue la fundadora de la Orden de monjas Hospitalarias en Sijéna) les concedió el solar donde estaba situado el antiguo palacio de los reyes Taifas, llamado de La Zuda, al lado de la muralla romana. La Orden se estableció allí, convirtiendo al mencionado palacio en la residencia del Castellán de Amposta.
Una vez asentados, construyeron una iglesia románica, qué según parece ser, fue la primera iglesia cristiana consagrada en Zaragoza. Se sabe que los reyes se reservaron algunas dependencias en el conjunto de la Orden para alojarse en sus visitas a la ciudad de Zaragoza.
En la fotografía de José Galiay (A.H.P.Z.), vemos las murallas romanas, el Torreón de La Zuda, y la iglesia de San Juan de los Panetes, durante la reforma de que se llevó a cabo en los años .
Tras años de gran auge y poder, en 1802 los bienes de la Orden fueron incorporados a la corona, y el rey Carlos IV se proclamó Gran Maestre, asignando la Gran Castellanía de Amposta a uno de sus hijos (Francisco de Paula). En el año 1837 con la Desamortización, los bienes que aún se conservaban fueron vendidos a particulares. Años más tarde, en 1885 fue reconocida nuevamente por el rey Alfonso XII, constituyéndose desde entonces como una Hermandad benéfica y asistencial.
En la imagen vemos el entorno del templo tras la restauración llevada a cabo en el año 2013. No hay que olvidar que hasta 1939, la iglesia de San Juan de los Panetes, el torreón de La Zuda y las murallas romanas formaban parte del convento fundado por la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en el siglo XII. Hoy en día vemos todos los monumentos exentos e independientes.
A la izquierda el torreón de La Zuda y parte de las murallas romanas. Adosada a la fachada de la derecha se encuentra la Comunidad de las Hermanas Nazarenas, ocultando por completo el muro de la iglesia.
Fotografía antigua de José Galiay (A.H.P.Z.) en la que vemos la construcción del Convento de las Hermanas Nazarenas, adosado a la fachada derecha del templo. Realizado hacia el año 1937.
El edificio permaneció inalterable hasta el siglo XVI en el que la iglesia sufrió un incendio que destruyó parte de su tesoro artístico. Posteriormente se derribó el edificio primitivo y se comenzó una nueva iglesia por orden del Gran Castellán Vicente de Oña. La obra se terminó en 1725, en vida del Castellán Francisco Gaspar La Figuera.
En la imagen actual vemos la Fuente de la Hispanidad, a la izquierda la fachada lateral del convento de las Hijas de la Caridad de Santa Ana, y los antiguos juzgados; a la derecha, la Hospedería del Pilar.
Hemos visto en las fotografías anteriores la iglesia y su entorno tal y como hoy en día podemos contemplarla. Si nos fijamos en fotografías antiguas, anteriores a la reforma del año 1939, como ésta de Marín Chivite (A.H.P.Z.), podemos observar el cambio que supuso la remodelación de todo el barrio, se derribaron palacios, se destruyeron calles, plazas, etc., para construir el denominado “Salón de la Ciudad” o Plaza del Pilar. La iglesia se situaba en la entonces llamada plaza de San Antón, dentro de lo que habían sido patios del antiguo palacio de La Zuda. En el año 1845 Pascual Madoz comentaba en su obra que era propiedad del infante Don Francisco de Paula (ya hemos visto que en el año 1802 todo lo perteneciente a la Orden pasó a la Corona y que el rey donó a su hijo todo el conjunto).
Posteriormente en el año 2013 el entorno de la iglesia de San Juan sufrió una profunda reforma quedando el aspecto que hoy en día podemos ver. La gran escalinata que conduce al templo fue realizada con piedra de La Puebla de Alfindén.
El nombre de San Juan, ya hemos comentado que le viene dado por la orden del de San Juan de Jerusalén; pero el de los Panetes ¿A qué es debido? Se cree que por la labor asistencial de la Orden, en la Comunidad existía horno de pan, para propio abastecimiento y para auxiliar a todo aquél que lo necesitase. Los pobres acudían al lugar a recoger los panes que la Hermandad repartía al que llamaba a su puerta.
En la fotografía vemos la fachada de ladrillo cara vista, con una sencilla portada barroca. Al reformar la plaza del Pilar y de La Seo, el entorno de la iglesia de los Panetes, sufrió a su vez, un gran cambio como ya hemos visto en la fotografía de Marín Chivite. En las sucesivas reformas la iglesia quedó casi exenta (si exceptuamos el convento de las Nazarenas), con lo cual su visión es mucho más amplia.
Lateral izquierdo y parte posterior de la iglesia, donde vemos el cuerpo octogonal que envuelve la cúpula y la linterna, y el remate con un chapitel muy parecido al de la torre. A la izquierda vemos adosado al ábside la parte posterior del convento de las Nazarenas.
En la fachada del lado izquierdo vemos un alto basamento de piedra, sobre el que descansa el muro de ladrillo, sobre el que descansan pequeños contrafuertes. En este tramo quedan restos de la muralla romana.
La torre se sitúa a la derecha de la fachada. Tiene planta octogonal, y consta de cuatro pisos. Lo curioso de esta torre es su inclinación, es nuestra Torre de Pisa particular. En el año 1931 el arquitecto Teodoro Ríos, y posteriormente el arquitecto Iñíguez Almech, entre otros, lucharon para que no derribaran la torre e incluso todo el edificio como quería el ayuntamiento. En el año 1933 se declaró el templo monumento Nacional. Pero un episodio vino a empeorar la situación, un incendio sucedido en el año 1935 deterioró más el edificio, todos los retablos (obras de Joaquín de Aralí) se perdieron, sólo se salvó el Calvario del XVI que hoy vemos en el testero. Tras la Guerra Civil, el concejo zaragozano, seguía queriendo demoler el monumento; el alcalde en ese momento, Miguel López de Gera, comentó el 12 de septiembre de 1935 que la iglesia " no debió ser nunca declarado monumento histórico ni artístico, como oportunamente se demostrará, debe ser derribado, no sólo por estar cerrado al culto católico desde hace mucho tiempo sino por tratarse de un edificio que amenaza ruina inminente”. Gracias a la defensa de los partidarios de conservar el edificio, entre ellos la Academia de Bellas Artes, éste pudo salvarse de la picota. El encargado de su restauración fue el arquitecto Manuel Lorente Junquera (entre 1941-69).
Años más tarde, en el año 1984, la iglesia fue rehabilitada ; y posteriormente se volvería a reparar entre 1987-1988 para subsanar los daños causados por el atentado terrorista acaecido el 30 de enero de 1987 en la Plaza de César Augusto (más conocida como San Juan de los Panetes).
En cada uno de los pisos de la torre se abren arcos de medio punto, separados por óculos. Remata con un chapitel bulboso. La torre se puede fechar en el siglo XVI en estilo mudéjar. En el año 1670 Jaime de Ayet reformó el chapitel de la torre.
La fachada principal realizada, como ya hemos comentado, en ladrillo cara vista sobre un basamento de piedra, está cortada verticalmente por cuatro columnas de orden gigante. En los laterales se abren en el muro dos ventanas adinteladas superpuestas. En el centro, enmarcado por dos de pilastras poligonales de piedra se abre la portada.
La actual panorámica de la iglesia de San Juan de los Panetes, el torreón de la Zuda y las murallas romanas no permite imaginar que, hasta la década de 1930, todas estas estructuras estuvieron integradas en el convento fundado por la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en el siglo XII.
La portada meridional del templo es de piedra, consta de dos cuerpos, el inferior se abre en arco de medio punto moldurado, enmarcado por dos pilastras; por encima un amplio entablamento en cuyo centro se puede ver un pequeño crismón. La parte superior remata con una hornacina que alberga la imagen de San Juan Bautista, sobre ella se abre una ventana adintelada. Remata todo el conjunto un frontón triangular con un óculo central.
En el centro del entablamento que se sitúa en la parte superior del arco de entrada encontramos el antiguo crismón románico, resto de la antigua iglesia de la Orden militar del Hospital de San Juan de Jerusalén. Este crismón, junto con el que podemos encontrar en la fachada principal de la basílica de Nuestra Señora del Pilar, son los dos únicos crismones románicos que se conservan en la ciudad de Zaragoza.
El que nos ocupa hoy, se trata de un delicado crismón trinitario circular, de seis brazos con roseta central y letras decoradas con perlas. En la parte superior a derecha e izquierda se representa la luna y el sol; y en la parte inferior estrellas de seis puntas.
Detalle de la escultura de San Juan Bautista. En el remate de la hornacina vemos el escudo de la Orden de Malta.
Interiormente es un templo con planta de cruz latina con tres naves de igual altura, con crucero y cabecera recta. En el suelo grandes cruces de la orden de Malta. La iglesia está totalmente remozada, las paredes pintadas en blanco con adornos en estuco en pilastras, nervios de la cúpula y del cascarón del testero, al estilo que se decoraba en el siglo XVIII.
En la cabecera vemos los escudos de los castellanes de Amposta y de la Orden de Malta, en estuco policromado. En su parte central vemos el Calvario del siglo XVI que formaba parte de uno de los retablos que había en la iglesia y es lo único que se salvó tras el incendio de 1935.
Nave central hacia los pies, Al fondo el atrio, cubierto con bóveda rebajada de lunetos. En donde vemos una tribuna que se abre con vanos adintelados con celosías.
Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista, la central y los brazos del crucero lo hacen con bóvedas de cañón con lunetos.
El crucero se cubre con cúpula de lunetos con linterna.
Toda la iglesia presenta una decoración a base de estucos con motivos vegetales y algunas figuras también en estuco.
Hasta aquí la historia de esta iglesia que a punto estuvo de aumentar la lista de los “desastres patrimoniales cometidos en nuestra ciudad”. Desgraciadamente no conservamos el conjunto completo, pero tenemos la suerte de poder disfrutar de “nuestra Torre de Pisa aragonesa”, que bien pudo correr la suerte de la llorada Torre Nueva.
BIBLIOGRAFÍA:
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-MARÍA LUISA LEDESMA RUBIO: “La Zuda de Zaragoza y la Orden de San Juan de Jerusalen”, Zaragoza, Cuadernos Jerónimo Zurita nº 16-18: http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/04/38/9ledesma.pdf
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-ASCENSIÓN HERNÁNDEZ MARTÍNEZ: “De restauraciones, demoliciones y otros debates sobre el patrimonio monumental zaragozano del siglo XX”: http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/29/58/10hernandezmartinez.pdf
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