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"Un mundo". Ángeles Santos.

El fin de semana del 21 al 22 de febrero estuve en Madrid, y sopesando las alternativas que tenía para pasar una mañana de domingo decidí acercarme al Museo de Arte Reina Sofía, al cual hacía mucho tiempo que no visitaba.


Estuve recorriendo sus amplias salas y al entrar en la nº 207 me quedé impresionada por esta pintura que os presento. Es una obra que verdaderamente llama la atención; con curiosidad me acerqué al cartel informativo y leí: obra de Ángeles Santos. Portbou, 1911-Madrid, 2013. “Un Mundo”. 1929. Óleo sobre lienzo.


No salía de mi asombro, una obra del año 1929 realizada por una mujer y dentro de lo que podríamos denominar surrealismo; aún me interesó más el tema. De regreso a Zaragoza me puse a investigar sobre la autora y su obra; y este es el resultado, espero que os guste o por lo menos os sorprenda e interese.



Ángeles Santos nació en 1912 en Port Bou (Gerona). Al ser su padre un alto funcionario de aduanas la familia vagó por media España trasladándose en 1928 a Valladolid, cuna, en esos momentos, de la vanguardia literaria y artística; sería allí en donde realmente su vena artística despertó. El escritor Francisco de Cossio, en aquella época director del museo de Escultura, le comentó al padre de Ángeles que ésta debía de dedicarse a la pintura pues las obras que había visto de ella le habían sorprendido muy favorablemente; por ese motivo el padre le apuntó a clase de pintura con el italiano Cellino Perroti.


Ángeles era una adolescente de 17 años, con una gran inquietud artística, que en 1928 se puso en contacto con los círculos vallisoletanos de vanguardia, relacionándose con el realismo mágico descrito en la obra de Franz Roth, la cual ella conocía, y con el surrealismo; aunque ella en una entrevista que le concedió en el periódico El País a Fietta Jarque en 2003 decía: "Yo no me considero surrealista, sino una pintora de la imaginación". No hay que olvidar que nunca perteneció a ningún grupo ni movimiento artístico, que era apenas una niña, y que teniendo como única referencia los libros y revistas de vanguardia que iban cayendo en sus manos, realizó unas obras muy personales llenas de una gran madurez para una joven de aquella época.


Durante el año 1928 participó en varias exposiciones y tertulias, causando un gran impacto en el mundo artístico de su entorno, entablando a partir de entonces relación con Ramón Gómez de La Serna, Federico García Lorca, Jorge Guillén, e incluso con Juan Ramón Jiménez.


Como ella misma afirmaba en una entrevista: “A mi casa de Valladolid vinieron poetas, escritores,… En la ciudad había un grupo de intelectuales que, después de conocer la obra, pasaban por la casa a ver mis otros cuadros. Una vez les acompañó Federico García Lorca. ‘Parecen Picassos’, dijo al ver algunas de mis composiciones. Le encantaron”…


Con sólo 17 años le dijo a su padre: “Quiero pintar el mundo, todo lo que yo he visto”. Su padre apoyando su idea compró un lienzo de más de tres metros para que pintara ese mundo que tenía en su mente adolescente; y eso fue lo que hizo, pintó un mundo imaginado por ella, en el cual aparecen sus vivencias y sus sueños. Con esta obra participó en el IX Salón de Otoño.

Obsesionada por la pintura (período entre 1928 y 1930), pintaba día y noche; pero ella ya no era la misma, disconforme con la vida que llevaba en Valladolid y por las continuas discusiones familiares por los cambios que había experimentado, un día se fugó de casa. Al volver, su padre la recluyó en una residencia psiquiátrica. Gómez de La Serna indignado por ese hecho, escribió en La Gaceta Literaria un artículo protestando por el encierro de su amiga, con lo que consiguió sacarla del psiquiátrico. Una vez fuera, ya nunca fue la misma, su rebeldía vital y su pintura tan personal habían desaparecido, obligada por el entorno cuadriculado que le rodeaba.


Ella hablaba así de aquella época: “Mi vocación fue siempre la pintura. Siempre. Yo no sabía hacer otra cosa más que pintar y pintar, sin darme cuenta de que había vida a mí alrededor. Me aislé de todo y de todos. No vivía para mí. Pensé que se podía vivir sin nadie y me sentía como si fuese un espíritu. Fueron tiempos difíciles”.


En 1933 se trasladó a Barcelona, en donde conocería al pintor Emilio Grau Sala, casándose con él en 1936. De este matrimonio nacería en 1937 Julián Grau Santos, que también se dedicó a la pintura. Durante un tiempo Ángeles dejó de pintar.


Años más tarde, cuando volvió a coger los pinceles, su estilo no tenía nada que ver con el que la llevó a ser una de las más prestigiosas pintoras de la época. Su pintura se dulcificó hacia un postimpresionismo de vistosos colores, en el que no se encuentra rastro alguno de aquella personalidad arrebatadora manifestada en la obra de su primera juventud.


Esta es su opinión sobre el cambio que tuvo, según manifestó en una entrevista realizada por Gema Pajares el 31 de enero de 1999, en la Revista El Cultural: “Grau Sala pintaba unos cuadros muy alegres que no se parecían en nada a los míos. Entonces empecé a odiar a mis cuadros. Me di cuenta de que eran tan tristes. Ya no quise saber nada de ellos. Cambié completamente de manera de pintar. Grau Sala me cambió. Cambió mi vida en todo”.


Murió el 3 de octubre de 2013, a la edad de 101 años.


Esta es la historia de Ángeles Santos, considerada por la crítica actual como una de las primeras representantes del surrealismo en España.


Fotografía: Autorretrato de Ángeles Santos de 1928. Museo Reina Sofía (Madrid). Depósito temporal Colección Ángeles Santos Torroella y Julián Grau Santos, 2013.


"Un mundo", 1929.


Ángeles Santos le confesaba al periodista de La Vanguardia Josep Massot, el 12 de julio de 2009: "Quería contarle a los habitantes de Marte cómo era mi mundo, todo lo que había visto. Mi padre encargó en Madrid dos lienzos enteros, que una vez cosidos ocupaban toda la pared de mi cuarto; yo dormía frente a él, pusimos un somier para que cada vez que soñaba con el mundo pudiera pintar. Pinté los lugares que veía desde la ventanilla del tren, pinté Valladolid y Portbou, la escalerita por la que bajaban los ángeles y después se iban al cielo. Me acordaba de aquel poema de Juan Ramón (poema el Alba de Juan Ramón Jiménez): “vagos ángeles malvas / apagan las verdes estrellas / Una cinta tranquila / de suaves violetas / abrazaba amorosa / a la pálida Tierra; lo único que en mi cuadro no las apagaban, las encendían".


En la obra se ven influencias de Franz Roh: “Realismo Mágico. Post Expresionismo. Problemas de la Pintura Europea más reciente”; así como de la pintura “la masía” de Miró (incluido en el libro de Roh), dibujos de Salvador Dalí; y personajes de la obra de Walter Spies (también incluidos en el libro de Roh).


La pintora en una entrevista dada a Nuria Rius Vernet en 1999, comentaba: “Así hice 'El mundo'; pero sin mirar nada, sin ningún modelo, porque todo lo tenía en la cabeza. Solo me serví de alguna idea de la poesía y de las noticias del planeta Marte. Me inventé unos seres allí, quizás existan algunos parecidos, nunca se sabe -bromea sonriendo-. Ángeles tiene razón, todo surgía de sí misma, de su mundo interior, de su desasosiego todavía adolescente”.


En el centro de la composición se representa un planeta geométrico, como ella misma afirma: “En lugar de representar la tierra redonda la hice cuadrada, en planos, porque yo había leído sobre el cubismo y así me resultaría más fácil ir colocando las cosas”.


El mundo de Ángeles está formado por tres caras, suspendido en un cielo con nubes, estrellas y seres fantasmagóricos.

Detalle. En la parte superior, se representa la ciudad de Valladolid, recorrida de izquierda a derecha por un río donde navega un velero, y hay gente pescando, paseando o trabajando en los huertos. La ciudad vive su cotidianeidad. Es curioso ver como representa los edificios que forman la ciudad; algunos están seccionados por la mitad para mostrarnos lo que está ocurriendo en su interior, en uno vemos un cine o un teatro, una exposición, en otro una reunión familiar, etc.


A la izquierda, un cortejo fúnebre se dirige a un cementerio, en el que se está enterrando a una persona. Su alma se eleva hacia un ángel de grandes alas blancas y largas coletas que le espera para conducirle hacia lo alto, acompañados de otros ángeles y ánimas.

Otro detalle. La parte inferior izquierda muestra a una ciudad desconocida, siniestra, desde la que un tren inicia un recorrido que conduce al pueblo representado en la parte inferior derecha: Portbou, donde ella pasó su infancia y al que tenía gran cariño. Las vías del tren ingresan en este nuevo mundo por un pequeño hueco, desplegando su recorrido hacia unos edificios en los que se intuye una estación. Continúan luego hacia arriba y se pierden en el infinito. A los lados la playa, el mar, un areopuerto y un campo de fútbol donde se ven figuras practicando este deporte.


Detalle zona derecha de la obra. Una serie de figuras fantasmagóricas (me traen a la memoria personajes animados de Tim Burton) con teas en las manos se acercan a un sol fulgurante situado en lo alto de una escalera; una vez allí encienden sus teas y bajan por la escalera transformándose en seres etéreos que tienen como misión encender las estrellas que se encuentran en el lado opuesto, y que a su vez iluminan al planeta central.

Detalle de la parte inferior izquierda los espíritus encienden con sus teas las estrellas que dan luz al planeta. En la parte central la luna.

Detalle de la parte inferior derecha. Al pie de la escalera hay extrañas figuras tañendo instrumentos musicales. La autora las denomina madres que habitan otro planeta: Marte.


Así explicaba la autora esta escena: “Entonces se hablaba de ir al planeta Marte. Yo imaginaba que allí existirían unos seres extraños y así me inventé los que hay en la parte inferior del cuadro: las madres de los espíritus que realizan el milagro del sol. Ellas no tienen oídos, están con los ojos cerrados y en lugar de esqueleto tienen un armazón de alambre, ya se ve… como una especie de hierro oscuro, y unas manos puntiagudas. Me lo inventé así, sin pensar”.



Os pongo un vídeo de marisayutub, con obra de esta gran pintora, en el que veréis el gran cambio que se produjo en su pintura; a pesar de ello es un referente para la historia del arte de España.

Declaraciones de la pintora extraídas de:

-Entrevista realizada a la autora por Núria Rius Vernet, en la Revista d’Estudis Feministes, nº 16, 1999: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/62214-90941-1-PB.pdf.


-Entrevista hecha por Gema Pajares, el 31 de enero de 1999, en la Revista de arte el cultural: http://www.elcultural.es/revista/arte/Angeles-Santos/13121.


-Entrevista realizada por Fietta Jarque el 20 de septiembre de 2003 en el País: "Ángeles Santos, una pionera de las vanguardias. "Pinté 'un mundo' para que lo enviaran a Marte":http://elpais.com/diario/2003/09/20/babelia/1064014750_850215.html.


-Entrevista de Josep Massop el 12 de julio de 2009 a Ángeles Santos: http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/2009/07/12/pagina-46/78489926/pdf.html


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