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EL CICLO DE LA VIDA. HISTORIAS DE MI JARDÍN ENCANTADO.



Hacía varios días que notaba un nudo en el estómago, no lo podía evitar, sus ojos tristes observaban a través de la ventana las gotas de lluvia caer sobre el jardín, su jardín encantado, al que la magia había abandonado; las hojas muertas empezaban a cubrirlo todo, llenaban la superficie que días antes había estado tapizada por una esponjosa y alegre sábana verde. Poco a poco el invierno iba extendiendo sus frías manos sobre el pueblo. Sus amigos, habían tomado el camino de las flores, y su ausencia se hacía sentir, echaba de menos las charlas con el bueno de Glok, al igual que las risas y aleteos de hadas y geniecillos, pero tendría que esperar unos meses, unos largos meses, para que su jardín recuperara la magia y la alegría. Absorta en sus pensamientos salió fuera, había dejado de llover, y un tímido sol asomaba entre las negras nubes, Chusco siempre detrás con su alegre caminar, era un amigo fiel que llenaba los vacíos que sus estrellas le dejaban. Levantó la vista hacia la torre de la iglesia, y vislumbró a la cigüeña Patas Largas, acurrucada en su nido, ya no se posaba en la casa de La Luna, sólo salía por las mañanas a reunirse con sus amigos en la ribera del Ebro, allá, bajo el Puente, para conseguir la comida necesaria para subsistir estos fríos meses. Todos iniciaban el ciclo, pensó, y ella lo empezaba con la esperanza de que todo mejoraría, y que el nudo que sentía en el estómago se desharía y en su lugar trenzaría un feliz mañana.

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