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Epifanía del antiguo monasterio de Santa Engracia. Damián Forment. Museo de Zaragoza.

Epifanía proviene del griego y significa "manifestación", Jesús se da a conocer. La iglesia celebra tres eventos como epifanías: la manifestación ante los Reyes Magos (Mateo 2:1-12); la epifanía en el Río Jordán cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista (Mateo 3:13-17); y la epifanía al comienzo de su vida pública en las Bodas de Caná, donde Jesús convirtió el agua en vino (Juan 2:1-12). Pero realmente la que más se celebra popularmente es la primera, y tiene su conmemoración el 6 de enero.


Exterior del monasterio de Santa Engracia. Zaragoza.


El origen de la actual basílica de Santa Engracia fue una capilla cristiana del siglo III-IV, en donde estaban depositados los restos de Santa Engracia y los mártires zaragozanos que murieron en época de Daciano. En 1450 se terminó un nuevo templo durante el arzobispado de Dalmau de Mur, pero un hecho va a cambiar la historia del templo. En 1468 el rey Juan II de Aragón, muy devoto de Santa Engracia, enfermó de cataratas, poniéndose en manos del médico judío Cresxcas Abiabar, prometiendo que si salía bien la intervención, fundaría un monasterio jerónimo en donde estaba enterrada la santa. Al curarse de la mencionada dolencia, el rey puso en marcha la construcción del cenobio, pero al morir en 1479, no pudo ver terminada su obra. Su hijo, Fernando II, retomó el deseo de su padre. En 1493 tomó posesión del conjunto la comunidad jerónima, aún sin estar terminado el edificio; y se emprendieron las obras de la iglesia, la portada, así como la realización de dos nuevos claustros con dependencias para acoger a la comunidad de monjes. Mientras avanzaban los trabajos de la iglesia, se decoraban las capillas, tomando parte, los artistas más importantes de la época.


Al morir en 1516 el rey Católico, continuó la obra su hijo, el emperador Carlos V, deseoso de cumplir el testamento de su abuelo Juan II, respaldando la fundación del monasterio y su ocupación por la Orden Jerónima. El monasterio era una verdadera maravilla, en él se depositaron numerosas obras de arte.


Fotografía. Alexandre de Laborde (1806) Voyage pittoresque et historique de l'Espagne, II (segunda Parte). Paris. Imprimerie de Pierre Didot l'ainé.


Ruinas del patio y de la iglesia del Monasterio de santa Engracia.


Un hecho sacudió la ciudad en 1808, la entrada del ejército francés y el primer Sitio de Zaragoza. En la noche del 13 al 14 de agosto de ese año, el monasterio fue casi totalmente destruido. Los Sitios de Zaragoza (1808 y 1809) provocaron miles de muertos, además de importantes pérdidas materiales y arquitectónicas, como este monasterio que fue uno de los edificios más impresionantes de la Zaragoza de la época. Se perdió parte del claustro gótico-mudéjar (derribado totalmente entre 1836-1843 con permiso de las autoridades locales); obras de Berruguete; los sepulcros de Jerónimo Zurita o Jerónimo Blancas; pinturas de Bayeu; y una magnífica colección de cuadros y esculturas, además de una biblioteca con más de 2.000 volúmenes.


Del monasterio Jerónimo solo quedó: la portada (en gran parte remodelada posteriormente); un fragmento con decoración mudéjar que aún se puede ver en el lateral de la calle Hernando de Aragón; los sarcófagos paleocristianos; el retablo escultórico que hoy se conserva en la cripta; y algunos restos escultóricos que pasaron entre 1863 y 1867, al Museo de Zaragoza, aunque la mayor parte de ellos muy deteriorados.


Fotografía: Dibujo de Fernando Bambrila (1763-1832); grabado: Juan Gálvez (1774-1846). Wikipedia.


Epifanía. Altorrelieve. Museo Zaragoza.


Según la profesora Carmen Morte, una de las obras que se recuperaron de la destrucción del monasterio se conserva actualmente en el Museo de Zaragoza, en una de las dos salas dedicadas al Renacimiento que el Museo abrió en el año 2019.


Formaba parte del retablo que el maestro impresor alemán, arraigado en Zaragoza, Jorge Coci, encargó en 1517 a su buen amigo, el escultor Damián Forment, para adornar la capilla de la Visitación y Nacimiento de san Juan Bautista de la iglesia del monasterio jerónimo de Santa Engracia, que le había sido otorgada como panteón familiar. No olvidemos el alto nivel social que el impresor había alcanzado en Zaragoza, y su estrecha relación profesional con el monasterio jerónimo. En la mencionada capilla fue enterrada primero su esposa, Isabel Rodríguez; y años más tarde, en 1548, lo fue él.



Damián Forment, del que ya hemos comentado alguna obra en anteriores artículos (podéis ver los enlaces en la bibliografía), fue uno de los mejores escultores del siglo XVI en España. Aunque su nacimiento se sitúa en Valencia y su muerte, en 1540 en Santo Domingo de la Calzada, donde estaba realizando el retablo mayor de la Catedral; su vida personal y profesional se desarrolló en tierras aragonesas; siendo considerado el mejor escultor renacentista aragonés.


En 1509 llega a Zaragoza y ya le encargaron el impresionante retablo en alabastro de la antigua iglesia de Santa María del Pilar, con el que introduce en Aragón nuevos estilemas tomados del renacimiento italiano. La realización del retablo mayor del Pilar le abrió las puertas de su reconocimiento profesional en Aragón, consiguiendo otros encargos importantes en Zaragoza. En 1511 contrató el retablo mayor de San Pablo; en 1516 el retablo realizado en madera y alabastro para la capilla del secretario real Miguel Pérez de Almazán en el claustro de la iglesia del Pilar, desaparecido tras la remodelación del templo; o en 1517, el retablo para la capilla del impresor alemán Jorge Coci, en la iglesia del monasterio de Santa Engracia, del que parece, este pequeño altorrelieve formaba parte; en 1518 el retablo que realizó junto a Gabriel Joly en san Miguel de los Navarros; y en 1520 el también desaparecido retablo de la iglesia del convento del Carmen.


El escultor tuvo tanto éxito que llegó a tener hasta tres talleres, rodeado siempre de magníficos ayudantes, y reflejando, con sus obras, las últimas tendencias que aprendió en Italia.


Altorrelieve de la Epifanía.


La obra fue realizada, hacia 1517-19, con alabastro de las canteras del Valle Medio del Ebro, material muy valorado por su textura. Y, como ya hemos comentado, en ella se esculpió la Adoración de los Magos, tema que el escultor representó en diversas ocasiones. En el relieve que conserva el Museo de Zaragoza Forment siguió el relato del Evangelio de San Mateo: “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”. Evangelio de Mateo (2, 11), versión Reina-Valera, 1960.


Desgraciadamente la pieza está incompleta, mostrando en primer término a la Virgen con el Niño en su regazo y la figura de un rey arrodillado ante ellos. En un segundo plano, destaca la figura de otro rey que luce turbante, y detrás de la Virgen, de pie, San José. En bajorrelieve y como fondo de la escena vemos al buey comiendo hierba tras una "empalizada trenzada" y un jinete al galope, en la parte superior central.


La obra se estructura en dos grupos diferenciados que se relacionan a través de gestos. Una diagonal enlaza la cabeza de san José, María y el rey Melchor, mientras que otra diagonal enlaza la cabeza del rey Gaspar y de María.


En la obra se hace patente un claro naturalismo, recordando en su composición otros modelos que ya había realizado anteriormente, como en el retablo de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza; y en la Epifanía del canónigo Jorge Semper para la capilla del Sacramento de la catedral de Huesca (hoy en el museo diocesano).


Detalle parte inferior izquierda.


Como podemos ver, la obra está muy deteriorada, los rostros de María y del Niño casi han desaparecido. María está representada sentada con el Niño sobre sus rodillas, quien adopta un contrapposto en diagonal, volviendo su cabeza para mirar al rey Melchor que se encuentra arrodillado en la parte derecha, ofreciéndole su regalo, que ha desaparecido junto con la mano izquierda de la figura.


La Virgen y el Niño.


María, es una joven vestida con una túnica y un amplio manto. Cubre su cabeza con un velo que deja entrever su ondulado cabello. Su figura recuerda a las matronas romanas del arte clásico.


El Niño.


Jesús, presentado como un pequeño gracioso, articula la composición, incorporando a la escena gran espontaneidad al girarse hacia su madre. El Niño está desnudo, presentando su cuerpo rollizo que gira en un movimiento que contrasta con la serenidad de las figuras de María y el rey Melchor.


En la actitud del Niño parece que el escultor se inspiró en la obra del pintor Fernando de Llanos: el Nacimiento de la Virgen, de las puertas del retablo de la catedral de Valencia (restos de la influencia de su primera etapa de formación como dibujante en Valencia).


Detalle de la parte inferior de la obra.


Podemos contemplar un magnífico trabajo en el modelado del alabastro. serenidad clásica en la talla, elegancia en la disposición de las figuras y un perfecto estudio anatómico de las esculturas, que se vislumbra a través de las vestiduras que se adaptan perfectamente a los cuerpos.


En las fisonomías de los personajes, en el tratamiento de los paños, de los pliegues, el sentido naturalista y los detalles podemos identificar las características de este insigne escultor.


El Rey Melchor.


Esta figura es muy común en las epifanías de Forment, tanto en su fisonomía, como en su actitud, como podemos observar en el retablo del monasterio de Montearagón y en el retablo mayor de la basílica de Nuestra señora del Pilar de Zaragoza.


San José.


En un segundo plano a la izquierda, san José, representado como un noble anciano con barba blanca, tiene una actitud ausente, mirando distraído hacia otro lado, ajeno completamente a una escena que se supone importante.


La figura de San José ha tenido gran importancia dentro del culto cristiano (a pesar de que en los Evangelios Canónicos no se menciona su presencia en este episodio), aunque en las obras de arte no siempre le dieron el lugar que le correspondía. En la Edad Media se le relegó a un segundo plano, representándolo como un anciano y casi oculto en las escenas en las que aparecía, pero nunca como protagonista de su propia historia, sino en relación con la vida de la Virgen o la infancia de Jesús, pero que tras la Presentación de Jesús en el Templo no vuelve a ser nombrado.


El rey Gaspar.


Situado a la derecha de san José, dirige su mirada hacia el Niño. La figura ha perdido su mano derecha, en la que con seguridad portaría el presente que va a regalar al Niño. Va ataviado con ricas vestiduras y un vistoso turbante. Este personaje fue utilizado en otras obras del escultor de diferente temática.


Parte superior del altorrelieve.


En la parte superior derecha vemos una figura que representa a un jinete, al que le falta la cabeza. Durán Gudiol opinaba que este jinete podía ser una alusión a san Jorge. lo vemos también en la Epifanía de Forment del museo diocesano de Huesca.


En la parte central se ha esculpido el establo, en donde tras una empalizada trenzada vemos surgir la cabeza del buey.


Detalle de la parte superior.



Hasta aquí esta deliciosa y bella obra de Damián Forment; uno de los artistas más importantes de la Corona de Aragón y uno de los introductores del estilo renacentista en la Península. Sus grandes obras, como los retablos del Pilar, de las iglesias de san Pablo, de la Magdalena, de san Miguel, de Zaragoza; de la catedral de Huesca, por hablar de Aragón, son representativas de su buen hacer.


Espero que os haya gustado. Hasta el próximo vuelo.




BIBLIOGRAFÍA:


-MORTE GARCIA, M.C: "Damián Forment y el Renacimiento en Aragón", en Cuadernos de Arte Español, 28. Madrid, 1992.


-MORTE GARCÍA, M.C.: La desamortización en los conventos de la ciudad de Zaragoza: destrucción y dispersión de un patrimonio en alabastro (1835-1856): http://artedelrenacimiento.com/images/ARSRENOVATIO2019/2-Morte-desamortizacion.pdf


-MORTE GARCÍA, Carmen: “Damián Forment, escultor del Renacimiento”, col. "Monografías del Arte CAI", vol II, Zaragoza, CAI, 2010.


-MORTE GARCÍA, Carmen: «El monasterio jerónimo de Santa Engracia de Zaragoza en el mecenazgo real». En: Santa Engracia. Nuevas aportaciones para la historia del monasterio y basílica. Zaragoza: Diputación General de Aragón, Ayuntamiento de Zaragoza, Parroquia de Santa Engracia, 2002, pp. 102-178.


-CARDESA, M.T: “La Escultura del siglo XVI en Huesca”. Instituto de Estudios Altoaragoneses, Diputación Provincial de Huesca. Huesca. 1993.


-VV.AA.: “Escultura del Renacimiento en Aragón”, Zaragoza, Ibercaja, 1993.


-VV. AA.: “Damián Forment escultor renacentista”: Zaragoza, Diputación de Zaragoza, 1996, p. 165-166.

-Catálogo de la Exposición "Damián Forment, escultor renacentista. Retablo Mayor de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada. Gobierno de la Rioja, Fundación Bancaixa, Diputación Provincial de Zaragoza, Fundación El Monte. San Sebastián, 1995.


- SERRANO GRACIA, R. y otros, "Nuevas aportaciones documentales sobre la obra del retablo mayor del Pilar de Zaragoza y el taller de Damián Forment, 1509-1518". V Coloquio de Arte Aragonés. Zaragoza, 1989.







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