El baptisterio de san Juan de Poitiers (Francia). Uno de los pocos ejemplos de arte merovingio.
En los primeros siglos del cristianismo se practicaba la inmersión total en cualquier lugar donde hubiera suficiente agua: en los ríos, en el mar o en baños privados. No obstante, a medida que aumentaba el número de conversos y sobre todo cuando la fe “cristiana” se convirtió en religión oficial del Imperio romano en el siglo IV, millones de personas se hicieron “cristianas” y hubo que bautizarlas, por ello se construyeron baptisterios en muchos puntos del Imperio romano.
Baptisterio de san Juan.
La ciudad medieval de Poitiers es una villa francesa, perteneciente al departamento de Vienne, en la región Nueva Aquitania. La localidad se sitúa en un promontorio entre los valles de Boivre y el río Clain. En el pasado fue un punto estratégico por su situación privilegiada. Es una ciudad con mucha historia y un patrimonio artístico magnífico, destacando Notre-Dame-la-Grande, el palacio de Justicia, la basílica-catedral de san Pedro, y el edificio que hoy vamos a visitar, el baptisterio de san Juan.
Cerca de la catedral de saint-Pierre, al oeste de Poitiers, nos encontramos este interesante edificio de gran importancia, pese a que exteriormente da la sensación de ser un pequeño templo sin más.
Estamos frente a la portada de entrada del Baptisterio, considerado el edificio cristiano más antiguo de Occidente, uno de los escasos ejemplos que se conservan de época merovingia. Se designa arte merovingio al de los francos anterior al año 800 (año que coronaron a Carlomagno). Los Francos pertenecían al grupo de los pueblos germanos que se asentaron en el Imperio Romano de Occidente. Su arte es una fusión de lo bárbaro y lo romano. Los materiales utilizados eran pobres y reaprovechados de edificios romanos, sobresaliendo la construcción de criptas y baptisterios.
Según las últimas investigaciones el edificio que hoy se conserva se remonta al siglo VII (630-700 d.C.), en lo que respecta a su estructura y decoración, ya que el primitivo edificio parece que no resultó lo demasiado suntuoso y se amplió en el siglo VII, como ya hemos comentado.
A la derecha de la fotografía, podemos ver el museo sainte-Croix, el más grande de la ciudad, y a la izquierda el espacio Mendes France que alberga el centro de cultura científica, técnica e industrial.
Lado noroeste del baptisterio.
Durante la cristianización de las ciudades del Imperio Romano, dos edificios eran indispensables, la catedral y el edículo dedicado al bautismo, ambos formaban el conjunto episcopal. En esa época el bautismo se realizaba por inmersión solo a los adultos; es decir, el que iba a ser bautizado (catecúmeno), se introducía completamente en una poza excavada en el suelo del baptisterio.
Hacia el año 350 fue elegido obispo de Poitiers, san Hilario, doctor de la Iglesia, nacido en la misma ciudad en el seno de una familia patricia; parece que fue él, durante su mandato, el que ordenó construir un complejo episcopal que incluía la catedral (la primitiva), la residencia del obispo, así como un baptisterio.
El solar elegido para erigir el baptisterio fue una domus romana, al este de la primitiva catedral, vivienda que poseía instalaciones balnearias y que fue acondicionada para servir de piscina bautismal.
Tenemos que tener en cuenta que en el periodo romano, la villa (Poitiers), llamada Lemonum, tenía gran importancia, ya que está comprobada la existencia de un gran anfiteatro y numerosas termas. El nombre de Poitiers aparece en el siglo III, y, como ya hemos dicho, en la segunda mitad del siglo IV, en esta zona se construyó el primer conjunto episcopal, compuesto por un baptisterio, y, al oeste, una catedral, hoy desaparecida.
Transepto lado norte.
En el siglo V a consecuencia de la invasión visigoda, el edificio sufrió gran deterioro. Tras la victoria de Clovis I sobre Alarico II en 507, en la batalla de Vouillé, se comenzó su restauración dilatándose en el tiempo. Desde el siglo VII este baptisterio sufrió diversas remodelaciones, incluso se cambió de advocación, se abandonó y se volvió a utilizar. En 1028 un incendio arrasó parte de la ciudad, el baptisterio resultó poco afectado, pero la catedral sí, por lo que se decidió construir una nueva catedral y ampliar y embellecer el baptisterio.
A partir de la época carolingia el bautismo por inmersión se dejó de utilizar, ya que se bautizaba en las iglesias parroquiales; por ese motivo en el siglo X, este edificio se convirtió en la iglesia de san Juan Bautista, como lo prueba la espadaña situada en el lado occidental, sobre la que se alza la cruz. En las sucesivas remodelaciones se demolieron dos pequeñas sacristías, se rehabilitaron las paredes de la cella, añadiendo tres absidiolos que formaron un transepto y un ábside, quizás para adaptar el edificio a la evolución litúrgica y eclesiástica de la época; y finalmente, en el siglo XI, se decoraron los exteriores e interiores del monumento, y se reedificó la sala occidental, que es aproximadamente la estructura actual del edificio.
Después de la Revolución, el edificio se salvó de su derribo gracias a la acción de los estudiosos Frederic Lenoir o Prosper Mérimée. Comprado por el Estado, cuando se creó la calle Jean-Jaurès, el estado lo entregó en 1836 a los intelectuales que habían defendido su permanencia, convirtiéndose en un objeto científico, un bien patrimonial y una estructura museística. En 1840 se inscribió en el primer listado de monumentos históricos. Actualmente lo gestiona la Sociedad de Anticuarios del Oeste.
A finales del siglo XIX se llevaron a cabo excavaciones en el edificio, así como entre 1958 y 1961 por François Eygun, incluyendo el suelo del edificio, retomando el estudio completo entre 1995 y 2005, bajo la dirección de Brigitte Boissavit-Camus, llegando a la conclusión de la relación del baptisterio con una catedral anterior a la que podemos ver actualmente.
Fachada norte, parte superior
En la fachada norte y sur, se combina la piedra caliza con el ladrillo; las masas dominan sobre los vanos, recibiendo la luz en el interior a través de dos óculos situados en la parte superior, flanqueados por pilastras de escaso relieve, y sobre éstas dos frontones triangulares, en los laterales, y en el centro uno de medio punto, todos ellos de claro sabor clasicista. Sobre ellos un gran frontón triangular, decorado con triángulos y motivos de carácter merovingio, como son las margaritas en terracota, rosetones y cruces. Culmina todo el conjunto un tejado a dos aguas.
Esta decoración que alterna la piedra con el ladrillo es un buen ejemplo de la ornamentación mural de la época merovingia.
Para algunos autores este baptisterio sigue el modelo del mausoleo cruciforme de Gala Placidia en Ravena o, el modelo más anterior de la basílica del Salvador en Spoletto, por el motivo clásico de los frontones de la fachada con pilastras. Habría pues imitación de formas tardorromanas o bizantinas.
Hastial este.
Es donde se sitúa el ábside, en cuya parte central se abre un vano en arco de medio punto, rematado por un gran frontón triangular, la parte inferior flanqueada por gruesos contrafuertes realizados en la restauración de 1855.
En el centro del frontón se encuentra incrustado un relieve rectangular rodeado de perlas, sobre él otro relieve triangular, con una estrella de seis puntas.
Transepto lado sur.
Sigue la pauta ya comentada en el transepto del lado norte.
Por encima de los óculos y de una franja apoyada en cuatro pilastras aparecen tres pequeños nichos, el central de medio punto, y los laterales mitrados, adornados con motivos de rosetas en terracota, al igual que ocurre con los nichos triangulares que se ubican en el frontón. Esta decoración alternando la piedra con el ladrillo es un buen ejemplo de la ornamentación mural de la época merovingia.
Fachada principal.
En el muro se abren tres vanos que parecen cegados, pero están cubiertos por alabastro, por lo que se ilumina el interior del edificio. En el centro se abre la sencilla portada y en la parte superior se alza la espadaña de dos vanos.
Puerta de entrada al baptisterio.
Es una sencilla portada en arco de medio punto dovelado que apoya en sendas columnas con capiteles decorados con motivos vegetales.
Planos con la evolución de la planta del edificio a lo largo de los siglos.
Muchas transformaciones arquitectónicas se llevaron a cabo a lo largo de los siglos VI, VII, IX y XI, cambiando en cierta forma el aspecto original del monumento.
Interior del edificio.
Se accede al edificio a través de un nártex de cinco paños, que comunica con la sala bautismal, de planta rectangular con dos absidiolos semicirculares a ambos lados, abriéndose en el lado este un ábside poligonal (al fondo de la fotografía). En el centro de la sala bautismal encontramos la pila bautismal.
Sala bautismal.
En esta sala de planta rectangular encontramos una serie de columnas de mármol pirenaico de Saint-Béat, que sustentan dieciocho capiteles corintios, reaprovechados de edificios más antiguos, magníficamente esculpidos. En el centro se abre la pila bautismal y la piscina octogonal, que en su origen era menos profunda, pero posteriormente fue excavada para ser utilizada para fundir campanas. En origen estaba coronada con un baldaquino sobre columnas.
Al fondo de la fotografía el ábside poligonal.
Pila bautismal.
Esta fuente bautismal, es un buen ejemplo de cómo era un baptisterio “cristiano” del siglo IV. En el interior de una habitación rectangular, rodeada de varios anexos, había una gran pila octogonal con tres escalones, de 1,41 metros de profundidad y una anchura máxima de 2,15 metros. Estaba conectada a un acueducto que llevaba agua a la ciudad desde un manantial cercano.
La piscina fue añadida en el siglo VI, tiene planta octogonal y fue la única pila bautismal de la localidad hasta el siglo XVII.
El rito se realizaba en la noche de Pascua, noche en la que se reunían y los catecúmenos se introducían en la piscina, llegándoles el agua hasta la cintura. El obispo, único que podía bautizar, les ponía una mano en la cabeza y les hacía agacharse en el agua hasta quedar totalmente sumergidos. Tras ser bautizados, los nuevos cristianos podían asistir a su primera misa de Pascua, donde recibían la comunión y la confirmación, ya que en aquella época los tres sacramentos se recibían a la vez.
En el siglo VII, tras el Concilio de Trento, se prohibió el bautismo por inmersión, ya que los seguidores de Arrio, también se bautizaban de esa manera y la iglesia no quería realizar ritos de igual manera que ellos, a los que rechazaban por herejes, y se comenzó a realizar el bautismo por infusión, aspersión o ablución, es decir, derramando agua por la cabeza del neófito.
Excavaciones en la zona de la piscina central.
Muro de entrada al ábside.
Un muro con pinturas, que luego comentaremos, separa la sala del bautismo con el ábside del edículo. Se abre en arco de medio punto sobre columnas monolíticas con capiteles decorados con motivos vegetales. Esta entrada está flanqueada por otros dos arcos de medio punto cegados, más pequeños, asimismo apoyados en columnas y capiteles. Las columnas son de mármol pirenaico de Saint-Béat, y son del edificio más antiguo o de otros monumentos anteriores, los capiteles son considerados verdaderas joyas de la "Antigüedad tardía".
Brazo derecho de la sala bautismal.
En la parte superior de los dos brazos de la sala de bautismo, vemos seis columnitas con sus correspondientes capiteles de piedra caliza, de gran calidad. En la parte superior se abren dos óculos que permiten la entrada de luz natural.
Brazo izquierdo de la sala bautismal.
Sigue la misma estructura que el del brazo derecho, con las columnas y capiteles, y los óculos.
Ábside del baptisterio.
Es una estancia poligonal, en la que se abren una serie de hornacinas en sus muros, con columnillas con capiteles con decoración vegetal, sustentando arcos de medio punto. En dichos huecos se han colocado restos de escultura merovingia, y en alguno de sus muros vemos representaciones figuradas.
Ventana del ábside.
Los vanos están cubiertos con alabastro, no están cegados como pudiera parecer por el exterior, dando una luminosidad muy bonita en su interior.
Parte posterior del muro de la sala de bautismo que separa la sala del nártex de entrada, en donde podemos ver parte del pequeño museo con piezas merovingias.
Pinturas murales.
Ya hemos comentado que en el siglo XI el interior se decoró con magníficas pinturas murales, inscritas dentro del rico patrimonio pictórico de la zona. Son pinturas atribuidas a los talleres de Poitiers y comparables a los que encontramos en la abadía de Saint-Savin.
Se incluyen representaciones de la Ascensión, apóstoles, santos, pavos reales simbólicos, jinetes con capas ondulantes, uno de los cuales representa el emperador Constantino.
Ascensión de Cristo.
En la parte superior del muro que comunica la sala bautismal con el ábside encontramos, flanqueado por dos óculos de iluminación y dos ángeles, la figura de Cristo en la Gloria. A ambos lados del muro se distribuyen una serie de personajes, seis a cada lado, que representan a los apóstoles, sostenidos por nubes. Estamos ante la escena de la Ascensión.
En la parte inferior de Cristo se representa la Mano de Dios, por encima del arco de entrada al ábside; y debajo de éste, el Cordero de Dios. La Mano de Dios es la representación de la intervención divina en el hecho que se está representando.
En la parte inferior de los muros de la sala de bautismo vemos las figuras de cuatro jinetes, su identificación es muy discutida; para algunos, sin duda, es la representación de los cuatro reinos terrestres rindiendo homenaje a Cristo; para otros son los cuatro Imperios que simbolizan a los cuatro puntos cardinales del mundo; o cuatro emperadores, entre ellos Constantino.
Muro noreste de la sala bautismal.
En la parte superior vemos a seis personajes, que representan a seis apóstoles que están contemplando la Ascensión de Cristo. Aparecen de pie, nimbados y vestidos con túnicas y mantos, algunos de ellos son portadores de filacterias.
Muro noreste de la sala bautismal.
Detalle del grupo de los apóstoles de la parte izquierda del muro este de la sala del bautismo, por sus actitudes están conversando entre ellos, quizás comentando el hecho que están contemplando: la Ascensión de Cristo.
El último a la derecha es san Pedro, portador de las llaves del cielo.
Parte izquierda del muro este de la sala bautismal.
Restos del caballo de uno de los jinetes, situado en la parte inferior del muro este, que comunica con el ábside.
Solo se conserva la cabeza del caballo, el jinete ha desaparecido, pero por lógica se trataría de un gran personaje, como los que aún se conservan, portaría corona, manto, cetro y con la bola del mundo en la mano.
Lado derecho del muro este de la sala bautismal.
En la parte superior vemos a seis apóstoles, como en el lado izquierdo; en la parte inferior se representa a un caballero, identificado por la inscripción que podemos leer: "Constantino", primer emperador cristiano, vencedor del paganismo.
A la izquierda, y cubiertos por la figura de Constantino, se vislumbran los restos de las pinturas góticas, realizadas en el siglo XIII, con escenas de la vida de san Juan, ciclo que comienza en el interior del ábside.
Lado derecho del muro este de la sala bautismal.
Se representan otros seis apóstoles conversando entre ellos, también cubiertos con túnicas y mantos, nimbados y algunos portando filacterias.
Parte inferior lado derecho del muro este de la sala bautismal.
Como hemos comentado anteriormente vemos en primer lugar la figura de Constantino a caballo, majestuoso, con el manto de color ocre al viento, portando corona, llevando en su mano izquierda el cetro y en su derecha el globo del mundo. El caballo ha desaparecido cubierto por las pinturas góticas que se realizaron en el siglo XIII. Sabemos que se trata de Constantino por la inscripción horizontal: "CONSTANTINV". la figura de Constantino gozaba de gran prestigio en los primeros siglos de la Edad Media, pues era visto como el primer emperador cristiano.
Las pinturas del siglo XIII representan parte de la vida pública de san Juan Bautista, ciclo que comienza en el ábside, y del que hablaremos posteriormente. En este muro se representan escenas de la última etapa del ciclo de san Juan Bautista, su muerte. En la primera escena se narra el episodio en el que Salomé, hija de Herodes Antipas y de Herodías, como premio a su bella danza le pide a su padre la cabeza de san Juan Bautista, que yacía preso en la cárcel de Herodes. Vemos a Salomé portando la cabeza cortada de san Juan en una bandeja. En la escena vemos dos inscripciones: "PUELLA" (refiriéndose a Salomé), y "CAPVD" (refiriéndose a la cabeza del santo), en sentido vertical. En la siguiente escena Salomé presenta a su madre, Herodías, la bandeja con la cabeza cortada de san Juan Bautista; y dos inscripciones, en sentido vertical: "S. IOANNES", y en sentido horizontal: "ET PVERI".
Muro norte de la sala bautismal.
Los muros sur y norte de la sala del bautismo son más estrechos y ofrecen una misma disposición decorativa arquitectónica.
En el muro norte de la sala del bautismo vemos en la parte superior, bajo un arco en mitra la representación de un santo no identificado, lleva en su mano una corona y está flanqueado por dos columnas con capiteles, que sostienen el arco que le cubre, mientras a izquierda y derecha se abren dos óculos bajo arcos de medio punto, también sustentados por columnas con capiteles. Acompañando al santo dos pavos reales, que vuelven sus cabezas para contemplar al santo, pueden significar la inmortalidad que ha alcanzado el personaje.
Muro sur de la sala bautismal.
En el centro del muro sur encontramos a un personaje nimbado con una lanza y un escudo. También podemos ver una inscripción vertical que nos comunica el nombre del mismo: "MAVRICIVS", santo del que se conservaban reliquias desde el siglo VI en la antigua catedral. A la derecha un personaje empuña su espada atacando al dragón que se encuentra a la izquierda, y podemos leer en una inscripción vertical: "ILL CRIA MARCI E TURNA" (clamó misericordia y huyó). Este combate entre el soldado y el dragón, simboliza la lucha entre el bien y el mal.
San Mauricio aparece bajo un arco mitra, y, como en el muro norte, flanqueado por dos óculos bajo arcos de medio punto, sostenidos por columnas con capiteles. Acompañan al santo un pavo real, a la izquierda; y el mencionado dragón, a la derecha.
San Mauricio, según la tradición, era un oficial romano, comandante de la Legión 22, llamada también "Legión Tebana", que fue obligada por el emperador Maximiano a perseguir y matar a los cristianos, al negarse, todos ellos fueron martirizados.
Muro oeste de la sala bautismal.
En este muro en el que se abren tres arcos de medio punto, el central más alto y estrecho que los laterales, no se abren ventanas y está muy deteriorado. Casi todas las pinturas han desaparecido, y las que restan, a excepción del caballero, se suponen. En la parte superior se vislumbran dos pavos contemplando un recipiente que parece ser un cáliz. En la parte inferior izquierda un caballero montado en su caballo, es uno de los mejores caballeros conservados. Está en movimiento hacia el centro del muro, su manto se eleva como impulsado por el viento, porta corona, y en su mano izquierda levantada lleva la bola del mundo, todo en él indica que es un personaje importante.
Entrada desde la sala bautismal al ábside.
En la parte superior derecha vemos los episodios que hemos comentado de Salomé y la cabeza del Bautista, a su derecha el emperador Constantino. Al fondo, en el interior del ábside, el resto de las escenas de la vida de san Juan Bautista.
Pinturas del ábside.
En el ángulo noroeste del ábside, como hemos comentado, se relata la historia de san Juan Bautista. En lo alto de la bóveda, Cristo en Majestad.
En primer plano un curioso altar de mármol blanco, en los que los diversos grafiti que lo adornan pudieran ser un listado para recordar a los difuntos a los que iban dirigidas las oraciones.
Pinturas del ábside. Historia de san Juan Bautista.
La lectura es de izquierda a derecha. Actualmente en el interior del ábside solo se conservan seis escenas, ya que las pinturas del lado sur del ábside han desaparecido.
Pinturas del ábside. Historia de san Juan Bautista.
En la parte norte comienza con el ángel anunciando a Zacarías (sacerdote del templo casado con Isabel, con la que no podía tener hijos), que Dios había escuchado sus plegarias y tendrían un hijo al que le llamaría Juan (Luc II, 1-22), en ese mismo momento Zacarías perdió el habla.
La siguiente escena, que presenta el nacimiento del Bautista, está separada por una columna de la anterior escena (como todas que podemos ver). El nacimiento del Precursor está recogido en san Lucas capítulo 1, versículos 57 al 60. Estamos en el interior de una estancia, santa Isabel está acostada en una cama, apoyando su cabeza en un cojín, eleva su mano izquierda hacia tres personajes situados a la derecha que la contemplan; en la parte inferior vemos a una mujer cuidando al recién nacido.
Pinturas del ábside. Historia de san Juan Bautista.
En la siguiente escena Zacarias, ante la pregunta de sus vecinos de qué nombre iba a ponerle, el, al estar aún mudo, escribió el nombre de su hijo: Juan, y recuperó el habla, gracias al Espíritu Santo (lo vemos por encima de su cabeza), y comenzó a bendecir a Dios. En la parte superior, en horizontal, vemos la inscripción: "ZACHARIAS".
En la escena siguiente san Juan en el desierto, donde vivía, aparece arrodillado con las manos juntas, vestido con la piel de camello, con barba y largos cabellos, mirando hacia el cielo en donde aparece la Mano de Dios, indicándole su misión.
Pinturas de la bóveda del ábside.
La bóveda del ábside es un cuadrilátero irregular, en donde se representa a Cristo en Majestad, portando en su mano izquierda la bola del mundo, y rodeado por los Tetramorfos; a la izquierda, san Pedro con las llaves del cielo; y a la derecha, san Pablo, pintura casi desaparecida. Sobre la mandorla de Cristo, dos figuras de santos.
Pinturas de la bóveda del ábside. Cristo en Majestad.
Se muestra a Cristo triunfante, barbado con largos cabellos y con nimbo crucífero. Está sentado y rodeado por una mandorla cuadrifolia. En cada una de las esquinas de la mandorla los cuatro evangelistas representados por sus símbolos, todos portando nimbos de santidad y filacterias con sus nombres: el hombre alado es san Mateo; el águila, san Juan; el león, san Marcos; y el buey, san Lucas. El Cristo entronizado y rodeado por el tetramorfos es la plasmación plástica de un pasaje del Apocalipsis de san Juan, que viene a significar la Parusía o segunda venida de Cristo.
Santo de la bóveda.
A la derecha de la parte superior de la bóveda, vemos a un santo que porta un libro en su mano derecha, mientras recoge su manto de color ocre con su mano izquierda. Va nimbado y viste túnica marrón rojiza.
Santo de la bóveda.
A la izquierda otro personaje nimbado, eleva su mano derecha, mientras dirige su mirada hacia Cristo en Majestad.
Museo del baptisterio.
Muchos años más tarde de la donación del baptisterio a la Sociedad de Anticuarios del Oeste, se abrió este pequeño, pero gran museo. Sobre todo cuando se encontraron numerosos sarcófagos en las excavaciones llevadas a cabo por la zona.
En él, encontramos unas cuarenta tapas de sarcófagos de procedencia local, constituyendo un conjunto muy representativo de la zona. Son tumbas descubiertas en Poitiers o en localidades vecinas como Antigny, Béruges, Saint-Pierre-les-Eglises, Savigne, Saint-Pierre-de-Maille, etc.
La mayoría presentan una decoración simple de la región, una banda longitudinal con tres franjas transversales e inscritas en el trapecio formado por la cubierta del sarcófago.
Pueden estar decorados con rosetones, estrellas inscritas, sogueado, etc. En el centro podemos ver un sarcófago doble, proveniente de Saint-Pierre-les-Églises.
Museo del baptisterio.
La persona que dio forma a este museo fue el jesuita Camille de la Croix, quien se encargó de llevarlos de su lugar de origen al museo recién creado, así como de su museografía en 1885. En él, encontramos un museo de arquitectura merovingia y numerosos sarcófagos de piedra que datan de los siglos V y VI, cuando reinaban los merovingios; también encontramos restos de columnas romanas, pilas bautismales, etc.
La ornamentación del arte merovingio es vegetal, con roleos, espirales, círculos, rosetas y animalística, sobre todo la escultura se utilizó para el adorno de sarcófagos, altares y mobiliario eclesiástico.
Placas ornamentales.
Estas placas se encuentran en el ábside, están decoradas a base de rosetas. Procedentes de la iglesia de Nuestra Señora la Vieja de Poitiers. Del siglo VI-VII.
Cubierta de sarcófago.
Decorada con una rueda de ocho brazos, con pájaros y flores. Proviene del cementerio merovingio de Antigny. Siglo VII.
Museo del baptisterio.
También al padre Camille de la Croix se deben las reproducciones en yeso de los elementos principales de la decoración del baptisterio. Estas piezas las realizaron para el museo de los Monumentos Franceses de Paris, pero finalmente se quedaron en este museo.
En la parte inferior podemos ver restos de sarcófagos, entre ellos alguno infantil.
Museo del baptisterio.
Al lado del museo se abre una pequeña tienda.
Detalle pinturas decorativas del baptisterio. Animales fantásticos.
Hasta aquí este vuelo por Poitiers, y por uno de los edificios más importantes dentro del arte merovingio. Espero que os haya gustado.
Hasta el próximo vuelo.
BIBLIOGRAFÍA:
- BOISSAVIT-CAMUS, Brigitte.: Le baptistère Saint-Jean de Poitiers. de l'édifice á l'histoire urbaine. Brepols. 2014.
-Poitiers, el baptisterio de san Juan. Societé des antiquaires de l' Ouest, 2016.
-BARRAL I ALTET, Xavier: La alta Edad Media. De la antigüedad tardía al año mil. Colonia, Taschen GmbH, 2005.
-EYGUN, François: Le baptistère Saint-Jean de Poitiers: https://www.persee.fr/doc/galia_0016-4119_1964_num_22_1_2192
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