El monasterio de san Juan de Duero. Soria, uno de los monumentos más originales del románico español.
- Guadalupe Ferrández Sancho
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También conocido como Arcos de san Juan de Duero, está situado a las afueras de la preciosa Soria, en la margen izquierda del río Duero, junto al "Puente Pedrina", y protegido por el Cerro de El Mirón y el Monte de las Ánimas (lugar en el que discurre la leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer). Estamos ante uno de los monasterios más singulares del románico en España.
Un documento dado a conocer por el historiador Carlos Barquero Goñi, fechado en 1152 (la fecha también dicen que pudiera ser la de 1126), prueba que ya en esa época los hospitalarios eran propietarios (quizás desde época del rey Alfonso I) de una iglesia bajo la advocación del Santo Sepulcro, situada a extramuros de la ciudad de Soria, cerca del "Puente Pedrina": "Ea propter ego Adefonsus, Hispa/nie imperator, una cum uxore mea Enrrica imperatrice et cum filio meo rege Sancio pro amore Dei et pro animabus parentum meorum et peccatorum meorum remissione facio cartam donationis et textum firmitatis Deo et Sancto Hospitali Iherusalem et ecclesie Sancti Sepulcri que in Sauria habet de illa plaza que est ultra civitatem Saurie in ripa fluvii de illa ponte Pedrina ad ipsam ecclesiam supra nominatam…": "Por esta causa yo, Adefonso, Emperador de España, con mi mujer la Emperatriz Enriqueta y con mi hijo el Rey Sancho, por amor de Dios y por las almas de mis padres y remisión de mis pecados, hago carta de donación y letra de firmeza a Dios y al Santo Hospital de Jerusalén y a la iglesia del Santo Sepulcro que tiene en Sauria, desde aquella plaza que está más allá de la ciudad de Sauria a la orilla del río desde aquel puente Pedrina hasta la misma iglesia sobrenominada…"
Ya hemos visto que los terrenos en los que se asienta el monasterio y que estaban cerca de la iglesia, ya propiedad de la Orden, fueron donados por el rey Alfonso VII, "eximiendo a los futuros pobladores de toda contribución a excepción de la correspondiente al señor del templo"; siendo confirmada la donación por Alfonso VIII, el 6 de junio de 1190.

Vista meridional del monasterio
Aunque la fecha fundacional del monasterio no se ha podido constatar ni documentalmente ni arqueológicamente, se considera que pudo acaecer en la primera mitad del siglo XII, cuando el territorio estaba bajo la Corona de Aragón. Hay que recordar que el rey Alfonso I el Batallador, casado con doña Urraca I de Castilla y León, a su muerte, en 1134, dejó en herencia de todos sus bienes a las Órdenes Militares (Santo Sepulcro, Hospitalarios y del Temple), las cuales percibieron, al renunciar a la herencia real, numerosas propiedades y prebendas, para repoblar las zonas conquistadas a los musulmanes. La Orden Hospitalaria se estableció, entre otras zonas, en Soria, Ágreda y Almazán.
El monasterio, una vez fundado, se puso bajo la advocación de san Juan Bautista (momento en el que la iglesia cambiaría de advocación, de llamarse del Santo Sepulcro a hacerlo, como iglesia de san Juan de Duero). Era un lugar idóneo para ejercer la función de ayudar a los peregrinos, caminantes y desvalidos. En un primer momento ocuparon la iglesia existente, ampliándose posteriormente el templo, y levantando en ese mismo lugar un monasterio y un hospital. Construyéndose el claustro en el primer tercio del siglo XIII.
El monasterio siguió ocupado hasta el siglo XVIII, momento en que fue abandonado, desconociéndose la causa, pero bien pudiera ser por el gran deterioro que sufría el edificio, llegando a ser usada la iglesia como establo y el claustro como huerto. En 1882 se declaró Monumento Nacional, aprobándose un proyecto de restauración, que no se llevó a cabo realmente hasta 1902, anexionándose años más tarde (1992) al departamento medieval del Museo Numantino.

Entrada al complejo
Del conjunto monástico original solo se conservan la iglesia y el claustro, ambos magníficos ejemplares de arquitectura medieval, siendo considerado una de las maravillas del románico español. De las demás dependencias que lo formaban, hospital, sala capitular, refectorio, cocina, etc., no se conserva nada. En la campaña arqueológica llevada a cabo entre 1989 y 1990, junto al muro sur del claustro, se localizaron restos que pueden fechar la construcción entre los siglos XIII y XIV; y entre los siglos XV y XVII.
Probablemente la vida monástica se inició cuando se construyó el claustro, entre la segunda mitad del siglo XII y la primera del XIII.

El monasterio está precedido por una arboleda y zona ajardinada. La puerta principal que da acceso al conjunto que se conserva, está emplazada en el muro meridional. Formada por tres arquivoltas de medio punto sin ninguna decoración.
A la izquierda, y a los pies de la iglesia, se levanta una espadaña de perfil escalonado y forma triangular truncada, de sillería, en la que se abren dos vanos de medio punto para alojar a las campanas.

El templo está orientado canónicamente, este-oeste con cierta desviación hacia el nordeste. Mide unos 35 metros de largo por unos 12 metros de ancho y 30 metros de altura. Tiene una sola nave, con planta irregular, más ancha hacia lo pies que hacia la cabecera, presbiterio recto y ábside semicircular, acusado en el exterior, siendo los muros de mampostería y sillería en las esquinas. Los vanos son aspilleras abocinadas, sin decoración alguna, ni capiteles. Tiene dos accesos, la portada sur, y la norte (cegada), con arquivoltas lisas.

La portada principal del templo se abre en el lado sur de la iglesia, en el centro del muro de la Epístola, en arco de medio punto dovelado, con escasa decoración. En el mismo muro, más hacia la derecha, encontramos un segundo vano apuntado y cegado.

En el interior, la nave se cubre con armadura de madera a dos aguas (hoy moderna); el ábside se cubre con bóveda de horno de sillarejo; el presbiterio con bóveda de medio cañón apuntado, que comienza desde la nave con un arco de triunfo sobre medias columnas con dos magníficos capiteles de acantos, palmetas y piñas, única decoración que existía en la iglesia, en la primera mitad del siglo XII.
Es posible que los muros interiores de la iglesia estuvieran revestidos de pinturas, como en otros templos de la misma época, pero no se ha conservado ningún resto.
Se ilumina a través de los vanos abiertos en el eje del ábside, en el muro sur del presbiterio y por la puerta de entrada principal.

Entre la nave y el presbiterio se alza un arco triunfal apuntado, compuesto por un arco fajón doble sustentado por dos semicolumnas con capiteles tallados, la única decoración de la primitiva iglesia. La cabecera semicircular, data del siglo XII, se cubre con bóveda de horno, precedida por un presbiterio con bóveda de cañón apuntada.

Los capiteles de esta zona de la iglesia están decorados con motivos vegetales (hojas de acanto, palmetas y piñas). Los cimacios son lisos y ambos capiteles (el del lado del Evangelio y el de la Epístola), son casi idénticos.

Lo más original de la iglesia son los templetes o ciborios que los sanjuanistas construyeron cuando se hicieron cargo del edificio, a ambos lados del presbiterio, cuya obra fue posterior a la de la iglesia. El del norte o lado de la Epístola estaba dedicado a la Virgen; y el del sur, lado del Evangelio, a san Juan Bautista. Están colocados a modo de iconostasio, de forma que podía cerrarse el espacio que queda entre ambos con una tela y ocultar al sacerdote en el momento de la consagración, siguiendo el rito primitivo cristiano con influencias griegas. Es curioso, que baldaquinos en una iglesia de una sola nave, como la de san Juan de Duero, solo lo encontramos en la iglesia de la Magdalena de Zamora (siglos XII y XIII), y en la iglesia san Juan de Portomarín (Lugo. Siglos XII y XIII).

Tienen planta cuadrada y cada uno de ellos alberga un altar y se cubre, uno con cúpula semi-esférica, el del lado del Evangelio; y el otro, con cúpula cónica, el del lado de la Epístola, pero en ambos casos esquifadas y montadas sobre columnas de fuste cuádruple, y capitel y basa únicos. Se accede a ellos a través de dos escalones.
En lo que respecta a los capiteles, los autores no se ponen de acuerdo, para algunos los del lado de la Epístola son debidos a un maestro mucho más técnico y cuidado en la talla, al que hay que añadir el capitel del Bautista (Gaya Nuño); para Blas Taracena y José Tudela, los capiteles del lado de la Epístola fueron realizados por los mismos maestros que tallaron los capiteles y arquivolta de Santo Domingo de Soria; Fernando Marías Franco y Consuelo Luca de Tena ven tres manos diferentes en estos capiteles, una en los del ciclo de la vida de la Virgen; otra en la que se representa a soldados luchando contra dragones; y la tercera los que representan animales fantásticos. Para Jaime Nuño González, los capiteles del lado del Evangelio fueron realizados por un escultor más tosco, de escasos recursos técnicos; y los de la Epístola, por otro de mayor calidad. Y por último, para Antonio Pérez Rioja, son todos del mismo autor, con técnica tosca en los temas animalísticos, y algo más cuidada en la figuración humana.

Este templete se cubre con una cúpula semiesférica, bajo la cual encontramos una bóveda esquifada, como ya hemos comentado. Los capiteles son historiados, con pasajes evangélicos y alegóricos. Este ciborio estuvo dedicado a san Juan Bautista, y en sus capiteles se representa la historia de san Juan, patrón de la Orden, los pecados y la lucha contra las tentaciones, representados por una serie de monstruos y animales fantásticos.
Los vanos de medio punto descansan sobre cimacio de nacela con listel decorado a base de motivos geométricos de entrelazo y ábaco de tacos, que conforman los remates superiores de los capiteles.

Las bóvedas de estos templetes están formadas por hileras de aproximación y en su interior están reforzadas con cuatro nervios cilíndricos que convergen en el centro apoyándose directamente unos en los otros, sin clave alguna. Los nervios montan sobre cuatro ménsulas labradas que apoyan en cuatro columnas de fuste cuádruple.
En las ménsulas talladas se representan: dos monstruos que abren sus fauces de manera amenazadora; una cabeza femenina que grita de terror, llevándose las manos al rostro; y otra con decoración vegetal de hojas de ocho lóbulos rematadas en frutos, distribuidas en dos niveles.

Nos presenta el banquete de Herodes y Herodías, siguiendo el Evangelio de san Mateo. Se observa una mesa con manjares presidida por Herodes Antipas, barbado y coronado, que sostiene un cuchillo; a su lado Herodías, esposa de Filipo Antipas, hermano del rey; y a Salomé (hija de Herodías), agachada junto a la mesa. A la derecha, un soldado, con cota de malla, esgrime una espada cogiéndole del cabello a san Juan Bautista para cortarle la cabeza, detrás un edificio almenado (la fortaleza de Maqueronte, donde estaba preso el santo). En la otra cara, un ave fantástica con el pico abierto, del que sale una mano.

Aparecen parejas de arpías o sirenas de ambos sexos y largas colas entrelazadas, con parejas de dragoncillos que enseñan sus dientes. Son símbolo de la tentación y el pecado, encarnando el mal.
Es una temática figurativa en la que se unen la representación humana y animalística, está última, influencia islámica y oriental.

Vemos a un caballero con cota de malla levantando su espada para luchar contra un dragón. Al lado otro dragón, bajo el que asoma una figurilla antropomorfa con cabeza de animal, que lleva un escudo. En la otra cara del capitel, dos dragones entrelazan sus colas. El dragón es símbolo del pecado, el caballero representa el bien, que lucha contra el mal, que es el dragón. Para Gaya Nuño pudiera representar a san Jorge y el dragón, tema que ya aparece en el claustro de san Pedro el Viejo de Huesca.

En un lado vemos un centauro sagitario que levanta su arco para matar a un dragón de siete cabezas, que lo monta un soldado que parece agarrar por el cuello a otro dragón, mientras otro soldado intenta sujetar las alas de otro dragón. Simbolizan los pecados capitales, contra los que hay que luchar. Las hidras, serpientes, etc., de siete cabezas se relacionan con bestias apocalípticas.

En el lado de la Epístola los capiteles rematan con decoración perlada con perfil troncopiramidal invertido. Las basas son lisas, excepto en las que se encuentran en la parte más interna del lado de la Epístola, que se decoran con un denticulado de hojas dispuestas radialmente. La unión de las basas con sus respectivos plintos se efectúa con grupos de bolas.
En este ciborio son muy diferentes las historias que se representan, ya que son fácilmente legibles, referentes a episodios de la vida de la Virgen, todos ellos mostrando pasajes bíblicos.
Los capiteles de este lado son mucho más cuidados, son del mismo autor que la historia de san Juan Bautista del lado del Evangelio.

La bóveda cónica exterior cobija al interior una bóveda esquifada, desarrollada concéntricamente, con paños planos, reforzadas sus aristas por nervios gruesos, que descansan en cuatro ménsulas decoradas por cabezas de dragón, otra de un anciano barbado, otra de una mujer, y otra de un vegetal de hojas organizadas en dos niveles.
Los vanos de arco de medio punto sobre haces de columnas tienen elementos parecidos a los del lado del Evangelio, aunque los cimacios se muestran más perfilados y tienen decoración perlada, y las basas se decoran con bolas, en vez de lengüetas.

Leyendo el capitel de izquierda a derecha, alrededor del mismo podemos ver el ciclo de la Natividad: Anunciación, Visitación, Nacimiento, Anuncio a los pastores, y Epifanía.
En él se representan las escenas de la Anunciación, tomado del Evangelio de san Lucas, con el arcángel portando una cruz y arrodillado, mientras María permanece de pie, a la manera siriaca.
La Visitación, siguiendo también el Evangelio de san Lucas, con la Virgen abrazando a su prima, ambas tocadas con un paño en la cabeza.
El anuncio a los pastores, se muestra en una de las caras, con un ángel y tres pastores que cuidan al rebaño de ovejas, mientras un perro intenta coger el fruto de un árbol. Los pastores vestidos a la usanza medieval.
La Epifanía, escena en la que aparecen los Reyes Magos, dos barbados y uno imberbe, con copas en las manos. En el ángulo aparece la Virgen entronizada con el Niño en su regazo, a la manera de Theotocos bizantina, recibiendo los presentes que le ofrecen los reyes. El tema de la Epifanía solo lo trata el Evangelio de san Marcos y los apócrifos. A los reyes, desde el siglo XII en vez de representarlos con el gorro frigio, aparecen vestidos ricamente y coronados.


Nos muestra a la Virgen tumbada en el lecho, sosteniendo la cuna donde reposa el Niño; san José a la izquierda, muy deteriorado; y un ángel que sobrevuela la escena, bajo él, una mujer atiende a la Virgen. En la parte superior, y bajo la estrella de Oriente, la mula y el buey, completando la escena dos lamparitas colgadas del techo.

José guía la mula que lleva a María con Jesús en su regazo, escoltados por un ángel, que parece protegerles de una arpía que aparece en la cara lateral. Se dirigen hacia una doble puerta almenada con una figurita asomada.

Un demonio con cuernos de cabra, alas y patas de ave, aconseja a Herodes, que porta una espada en su mano, que ordene matar a los Inocentes. Al lado aparecen dos soldados, uno de los cuales mata a un niño delante de su madre, que se rasga las mejillas en señal de dolor. Arrodillada a los pies del rey, una madre implora por la vida de su hijo, besándole la mano. Es la representación de la lucha del bien y del mal.

En este capitel se cambia el ciclo, ya que nos muestra los últimos días terrenales de la Virgen María. Aparece la figura de María (descabezada), acompañada por dos ángeles que llevan en sus manos un vestido (representando el anuncio de la muerte de María según los Evangelios Apócrifos); otro ángel lleva una banda o cinturón (el entregado a santo Tomás en prueba de la Asunción, la segunda duda del santo). A la izquierda un sepulcro, del que salen dos cabecitas y pies desnudos.

San Juan de Duero fue lugar donde no solo se enterraron a los miembros del monasterio, sino también a personalidades destacadas vinculadas a él.
En el muro septentrional se abre un nicho en arco escarzano que cobija la lápida en la que está tallada en medio bulto la figura yacente de un abad, con cáliz y cruz sobre el pecho. Obra del siglo XV-XVI.

Al fondo de la nave, en el lugar teórico que se ubica el coro, se ha montado la taquilla para atender a los visitantes, y una pequeña exposición.

Lo que realmente le ha dado fama mundial a este monumento, ha sido, sin duda, la variedad de arquerías que forman su claustro, hoy en día desnudas, sin techumbre.

Se desconoce si todo el claustro estuvo cubierto, ya que solo en el muro de la iglesia se conservan agujeros cuadrados en los que se sustentaban las cabezas de las vigas de madera que sostenían la cubierta de madera; en el resto de las pandas no se conserva ningún resto que haga pensar que estaba todo el perímetro cubierto.

El claustro es lo primero que nos encontramos tras acceder al conjunto monástico. Erigido en el siglo XIII, tiene unas dimensiones de veintisiete metros en su eje norte-sur por unos treinta en su eje este-oeste, aproximadamente, con 44 arcos.
Situado al sur de la iglesia, tiene planta de cuadrilátero irregular con las esquinas achaflanadas, excepto la noroeste formada "por los dos tramos de arquillos románicos al uso". En él hubo enterramientos entre los siglos XIII y XV. Su arquería es una verdadera sinfonía de arquitectura y estilos, compuesta por sillares de piedra arenisca procedente de Valonsadero (cerca de Soria capital).
Tiene cuatro tramos bien diferenciados, que van desde el románico puro, con dobles columnas; a los arcos de herradura ligeramente apuntados, almorávides y nazaritas; y otros que se entrelazan. Arcos califales, con clara influencia árabe, rematan los chaflanes, excepto en la zona noroccidental que es esquinado.
Desgraciadamente ha perdido la techumbre, lo más probable es que se cubriera con techo de madera de una sola vertiente.

En él se distinguen al menos dos fases constructivas. El tramo más cercano a la esquina noroccidental (donde se ubica la iglesia) es de estilo románico; posteriormente, quizás a inicios del siglo XIII se cambió el diseño del proyecto, realizando en cada tramo dos tipos diferentes de arquerías separadas en el centro por un machón frontero, disponiéndose en cada una de las esquinas puertas achaflanadas en lugar de los habituales machones. El conjunto lo forman cuatro tipos de arcos, distribuidos en forma de L. Unos entrecruzados de influencia islámica: otros arcos tumidos; otros arcos entrecruzados, secantes en sus arranques; y otro tipo de arco, en este caso también entrecruzado, pero tangente.
Christian Ewert, arqueólogo e historiador alemán, señaló los paralelismos musulmanes de estas arquerías cruzadas, apuntando a la mezquita de Córdoba, la Alcazaba de Málaga, la Aljafería de Zaragoza, y la ermita del Cristo de la Luz (Toledo), antigua mezquita, construcciones de los siglos X y XI. Otros autores lo relacionan con obras del arte sículo-normando que se dio en la isla de Sicilia (Amalfi). Y para el historiador Gaya Nuño se trata de una construcción mudéjar con leves influencias sicilianas.

El claustro comenzó a levantarse por el lado noroccidental, ya que en la parte norte se abría la puerta de la iglesia, y en la zona occidental está la puerta de acceso a todo el conjunto. La arquería es de estilo románico, con basamento corrido a poca altura, y arcos de medio punto sobre columnas dobles, con capiteles historiados, con motivos vegetales y animalísticos, de excelente talla, en los que se advierte la influencia silense (de santo Domingo de Silos en Burgos). Se remata la arquería con una cornisa de poco vuelo soportada por canecillos esculpidos (lo que parece indicar que estuvo cubierto este tramo).
En la parte septentrional se abren cinco arcos (reconstruidos en el siglo XX), y en la occidental cuatro.
El claustro comenzó a levantarse por esta zona, la adosada a la iglesia, al mismo tiempo se realizaba el primer tramo de la arquería oeste, por estar ahí el acceso al recinto, en vez de continuar por el lado este, que era donde se situaban la sala capitular y otras dependencias importantes para la vida monástica.
Parece que fue construida esta parte por los mismos que realizaron la concatedral de san Pedro.

Es la única esquina que no está achaflanada y abierta con un arco que da acceso al jardín del claustro. Está formada por un machón, en el que concurren las dos arquerías de estilo románico.

En la parte interna del machón, se disponen tres columnas acodilladas (una ha desaparecido y otra ha perdido el fuste). Los capiteles son historiados, pero muy deteriorados.

Se considera que los capiteles están decorados en la mejor tradición silense. En el que os presento en la fotografía se puede observar, con fondo de árboles de ramas entrelazadas, a cuatro cuadrúpedos de largas melenas, debajo de los cuales se vislumbran otros animales más pequeños, que pudieran ser jabalíes.

En este capitel, sobre fondo de hojas de acanto, aparecen dos seres fantásticos con cuerpo y cola de dragón, alas de pájaro y pezuñas.

En todo el recorrido veremos dos clases de arcos por panda, separados por un pilar grueso, en este caso a la izquierda encontramos arcos románicos de medio punto; a la derecha, arcos túmidos.

En este sector se sitúan una serie de arcos túmidos o de herradura apuntada sobre haces de cuatro columnas, dispuesto en forma de cruz, que apoya en basas individuales, prescindiendo del podio corrido, como veíamos en la anterior galería. El tramo correspondiente a la zona norte consta de seis arcos y el del este, de cuatro. La decoración se centra en los capiteles de factura tardorrománica, la mayor parte con motivos vegetales, y algunos con animales fantásticos.

En el chaflán se abre un arco apuntado de herradura, típico de la arquitectura musulmana, igual que los de la última fase de construcción de la mezquita de Córdoba, de finales del siglo X. El dovelaje exterior y las bases de las jambas están labrados imitando el ladrillo.

En esta zona se abren cuatro arcos túmidos, al igual que en la panda norte. Son arcos de herradura apuntados sostenidos por fustes gemelos y tallados en el mismo bloque pétreo, algunos adornados con estrías helicoidales. Los arcos túmidos, tanto los de la zona norte, como los de la zona este, apoyan directamente en el suelo y los capiteles se decoran con grandes hojas, seres fantásticos y entrelazos.

Es el capitel más sencillo de este tramo, con hojas lisas en las esquinas y ramas con dos hojas con piña.

Es uno de los capiteles más originales, decorado con un entrelazado de hilos de doble filamento, como si se tratara de una cesta de mimbre.

En primer término vemos cuatro arcos túmidos, a los que siguen seis arcos entrecruzados, separados por un grueso pilar.

En la zona oriental, vemos arcos calados entrecruzados de desarrollo secante (los arcos no se cortan), que sostienen pilastras acanaladas sin capitel, son seis por zona (este y sur). Sobre un pedestal y basa se elevan los pilares rectangulares acanalados, sobre ellos, los arcos voltean, con efecto de lacería, no tienen capiteles, por lo que la línea de asiento del arco es más baja que en el resto de las arquerías.

El arco sigue el estilo del situado en el sector Nororiental.

En la zona meridional se hallan también seis arcos entrelazados secantes, como en el sector oriental; separados por un arco apuntado (en este tramos se ha sustituido el grueso pilar de separación de los arcos por otro arco), vemos otros cinco arcos calados entrecruzados tangentes (que se cortan), pero en esta ocasión descansan sobre capiteles vegetales y columnas dobles. Los arcos de la zona suroriental, junto con los de la zona suroccidental son la parte más excepcional del claustro.

En el centro del lado sur, la maciza pilastra que separa a los diferentes arcos no existe, se ha sustituido por un hueco formado por un arco apuntado, algo túmido, y dos semiarcos, faltando el soporte central, alarde arquitectónico ya visto en el tímpano de san Miguel de Caltojar (Soria), o en el de Santiago del Burgo, en Zamora. El arco apoya en columnas de doble fuste adosadas a las jambas, con capiteles de decoración vegetal.

Son arcos apuntados entrecruzados tangentes, su aspecto es el más oriental y esbelto del claustro. Los arcos son de ligera herradura apuntada, con un entrelazado rítmico. Están decorados con pequeños boceles y hendiduras longitudinales, siguiendo el trasdós e intradós.
Los capiteles están decorados con hojas de acanto y frutos.

Estos arcos, junto con los del sector suroriental son los más vistosos del claustro, como ya hemos comentado. Son arcos túmidos de herradura que se entrecruzan doblemente y descansan sobre columnas de doble fuste con capiteles con decoración vegetal de hojas de palmeras y frutos.

Es parecido a los ya vistos en los demás tramos del claustro, aunque en su parte inferior se apoya en columnas adosadas a las jambas, y en su parte exterior en columnas acodilladas. Los capiteles se decoran con cordones entrelazados.

En resumen podemos decir que sobre el claustro de san Juan de Duero hay muchas teorías, no se puede negar el aire orientalizante del conjunto, que lo acerca a las formas islámicas de la vecina Al-Andalus, que hace pensar en que en él trabajaron mudéjares, pero tampoco se puede olvidar que la Orden de san Juan provenía de Jerusalén, y tenía contactos con el Mediterráneo Oriental, que quizás influiría en la forma de las arquerías.
En definitiva, este claustro es un conjunto único, y el motivo de su arquitectura tan peculiar, sigue siendo un misterio.
Hasta aquí nuestro vuelo por este maravilloso claustro, espero qué os haya gustado. Hasta el próximo vuelo.
BIBLIOGRAFÍA:
- TERÉS NAVARRO, Elías; y JIMÉNEZ GIL, Carmen: Monasterio de san Juan de Duero. Soria. arquitectura e iconografía. Soria, Ochoa editores, 2008.
-ENRÍQUEZ DE SALAMANCA, Cayetano: Rutas del románico en la provincia de Soria. Madrid, Cayetano Enríquez de Salamanca, 1986.
-GAYA NUÑO, Antonio: El románico en la provincia de Soria, Madrid, CSIC. Centro de Estudios Sorianos, 2003.
-MERELLO DE MIGUEL, Teresa: San Juan de Duero, análisis de un claustro único: https://www.academia.edu/88419917/San_Juan_de_Duero_an%C3%A1lisis_de_un_claustro_%C3%BAnico#loswp-work-container
- MARTÍNEZ DE AGUIRRE, Javier: San Juan de Duero y el Sepulcrum Domini de Jerusalén: https://webs.ucm.es/centros/cont/descargas/documento17148.pdf
-GARCÍA OMEDES, A.: Soria. Monasterio de san Juan de Duero: https://www.arquivoltas.com/13-Soria/01-SJuanDuero01.htm
- San Juan de Duero: https://sancholovesarts.es/escultura/san-juan-duero/
- San Juan de Duero. Románico digital: https://www.romanicodigital.com/sites/default/files/pdfs/files/soria_SORIA.pdf
- EWERT, Christian: Sistemas hispano-islámicos de arcos entrecruzados de san Juan de Duero en Soria...: https://cuadernosdelaalhambra.alhambra-patronato.es/index.php/cdalhambra/issue/view/12/15





















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