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La Lonja de Mercaderes. Zaragoza.


Fotografía: Vista de Zaragoza en 1563. Anton van den Wyngaerde. Wikipedia.


Vamos a situarnos en la época en la que este gran edificio se va a construir. Estamos en el reinado de Carlos I, que abarca desde 1518 hasta su abdicación el 16 de enero de 1556. El poder de los señores era aún muy fuerte La agricultura era la actividad económica más importante en Aragón. La vida en la ciudad de Zaragoza contrastaba fuertemente con la que vivían los campesinos. Muchos de ellos dejaron la tierra e inmigraron a la ciudad, en donde se formaron los diferentes gremios: carpinteros, herreros, albañiles. La industria textil también alcanzó gran relevancia, pero todo se relacionaba con la tierra. Los productos agrícolas movían todo el comercio interior y exterior del reino.


Ya hemos comentado en otros trabajos la importancia que tuvo Zaragoza en el siglo XVI. Su situación geográfica la convirtió en una ciudad clave para las comunicaciones entre el Mediterráneo y el Cantábrico. Y no olvidemos que por ella discurría el llamado “Camino Real” que unía la Corte con Barcelona. Zaragoza era conocida como “La Harta”, por su gran prosperidad económica y por su extraordinaria huerta. El paso de viajeros era constante, y muchos de ellos dejaron sus impresiones sobre ella: En 1542 el viajero portugués Gaspar de Barreiros comentaba: “Es un país fértil en tierras de labor, viñedo y praderías” “…tiene las mejores casas de España, salvo Barcelona, que las tiene tan buenas, pero no mejores…” O como Antonio de Lalaing, miembro del séquito de Felipe el Hermoso en su primer viaje por España en 1501, quien escribió sus andanzas por tierras aragonesas de la siguiente forma: “se recogen “higos, vino, aceite y eso que solo se labra cerca de las poblaciones”. La tierra junto al río es fértil y con árboles. En la ciudad abundan los comestibles y las frutas son notables”. También afirmaba que Zaragoza era una ciudad muy comercial y visitada por mercaderes de diversas naciones.

El veneciano Gaspar Contarini, embajador de Italia en la Corte de Carlos V, nos habla de Zaragoza: "me pareció una de las más nobles y mejores ciudades de España en abastecimiento de la tierra, como en el sitio y ornamentos de la ciudad, porque está abastecida de pan, vino, aceite, y frutas buenas, aunque poca carne, la cual importan de fuera fácilmente, gracias a las comunicaciones”.

Fotografía: Acuarela de Pier Maria de Baldi. Zaragoza en 1668. Biblioteca Laurenciana de Florencia, recogida en Sánchez Rivero A, Mariutti de Sánchez Rivero A. "Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal (1668-1669)", Madrid: Sucesores de Rivadeneyra; 1933.


Zaragoza era una bella y alegre ciudad, llena de palacios, de iglesias con sus altas torres, monasterios, etc. Así como de caballeros nobles e hidalgos, acomodados comerciantes y ricos labradores. También a ella acudían mercaderes de paso, y junto a ellos, artistas, constructores y numerosos extranjeros que daban a la ciudad un aire cosmopolita. El poder y la riqueza se abrían paso en una ciudad que empezaba a despegar, en la que una pujante burguesía comenzaba a hacerse fuerte.


Fotografía: Detalle de la Vista de Zaragoza de Juan Bautista Martínez del Mazo del año 1647. Museo Nacional del Prado (Madrid):


1-La Seo; 2-Antigua torre de La Seo; 3-Palacio de la Diputación del Reino; 4-La Lonja; 5-Puente de Piedra; 6-Primera puerta del Ángel; 7-Casas del Puente o ayuntamiento antiguo.


A la ciudad se accedía a través de doce puertas, la situada al lado de la Lonja se denominaba del Ángel, llamada así por la escultura que se colocó sobre ella, realizada por Gil Morlanes el Viejo. Una vez que entraban a la ciudad tenían que pagar un bagaje, al igual que al salir de ella; así mismo tenían que abonar por las mercancías que entraban en la ciudad.


Esta puerta estaba situada justo al lado de las Casas del Puente o Concejo, ubicadas al lado de donde se construyó el edificio de la Lonja.

Fotografía: Ecelan.


El militar y artista inglés Edward Hawke Locker visitó dos veces España, en 1811 y 1823. Posteriormente escribió el libro “Views in Spain”, donde recogió 60 dibujos de los lugares que había visitado. Entre ellos Zaragoza, de la que realizó en 1813 un dibujo en el que podemos observar una imagen muy idealizada del Paseo del Ebro (actual Echegaray y Caballero) y de la zona de la Puerta del Ángel. Al fondo se contempla la basílica del Pilar y el torreón de La Zuda. La Lonja se construyó detrás de esta puerta, donde os pongo la flecha roja.


Fotografía antigua: Galiay. A.H.P.Z.


La antigua puerta del Ángel resultó muy dañada durante los Sitios de Zaragoza (1808-1809), posteriormente se erigió una nueva en 1860, siendo derribada definitivamente en 1867. En la fotografía podemos ver la posición que ocupaba la Lonja, al lado de las Casas del Puente (entre la Lonja y la Portada del Ángel) y al fondo la Puerta antes de ser derribada.

En la fotografía, a la izquierda la Lonja, al fondo el palacio arzobispal y La Seo o catedral del Salvador. En primer término, a la derecha, el monumento a Goya, proyecto de José Beltrán Navarro y del escultor Federico Marés (1960).


Pero volvamos a la época en la que se erigió la Lonja. Una época en la que los mercaderes se reunían para realizar sus negocios en La Seo o en otras iglesias. Al aumentar en gran manera la actividad mercantil de la ciudad, los comerciantes vieron la necesidad de construir un edificio específico para efectuar sus transacciones. Uno de los más interesados fue el nieto de Fernando el Católico, el arzobispo don Hernando de Aragón (quien gobernó la diócesis entre 1539 y 1575), uno de los grandes comerciantes del momento y gran mecenas del reino, impulsor del “nuevo arte a lo romano”.


Reunidos en un capitulo municipal un 18 de febrero de 1541 se decidió la construcción de una lonja, siguiendo la pauta de las ya existentes en otras ciudades pertenecientes a la Corona de Aragón. Ordenadas cronológicamente eran las de: Tortosa, Barcelona, Perpiñán, Palma de Mallorca y Valencia. Las cercanas a la costa tenían un carácter marítimo en sus transacciones; las ubicadas en el interior en la compraventa de productos de la tierra, sobre todo de grano en particular. La lonja zaragozana fue el último edificio de estas características (grandes lonjas) que se construyó en el Reino de Aragón.

Grabado realizado en 1806 por Robert Daudet a partir de un dibujo de Louis François Léjeune. Colección Alejandro Rincón. Ecelan.


El edificio se construyó en un punto neurálgico de la ciudad, al lado de la Catedral del Salvador (1); de la iglesia de Santa María La Mayor (futura basílica de Nuestra Señora del Pilar(2); y de las casas del Concejo (3). La Lonja fue el símbolo de la riqueza económica que gozaba la ciudad en esos momentos.


Fotografía: Taula de canvis de Valencia. Depositada en el Palau de Cervelló, sede del Archivo Histórico Municipal. (Foto: Wikimedia: Felivet~commonswiki).


Una vez construido el magno edificio, el rey Carlos I, en las Cortes de Monzón de 1542, concedió el permiso para instalar en ella una Tabla de depósitos. Estas Tablas o Taulas fueron una institución financiera (precedente de los bancos actuales), que aparecieron en varias ciudades de la Corona de Aragón (Valencia, Barcelona, Gerona). En el año 1549 las autoridades zaragozanas estudiaron el funcionamiento de las Tablas de depósitos o de cambios (Taula de canvis) de Barcelona y Valencia. Todo estaba ya reglamentado un año más tarde, y mientras se terminaba el edificio, ocuparon provisionalmente una sala en una de las Casas de la Ciudad (ayuntamiento).


El 1 de noviembre de 1551 se abrió el primitivo banco en su nueva ubicación. Esta Tabla admitía depósitos de mercaderes y particulares. Incluso llegó a ayudar al propio ayuntamiento tras la epidemia de peste que asoló la ciudad en 1652. En el año 1612 el viajero portugués Juan Bautista Labaña describe el interior de la Lonja y la Tabla de depósitos: “En el lado derecho del retablo frontal a la puerta principal estaba la Tabla de la Ciudad, que es el Erario o depósito del dinero de los particulares, que con grande seguridad se guarda y con fidelidad se restituye a sus dueños sin escusa alguna”. Esta Tabla era regida por un contador, un mayordomo que cobraba las rentas de la ciudad; un oficial a cargo del libro mayor y de la contabilidad; y un cajero. Las llaves eran custodiadas por dos “llaveros”.


Funcionó como tal, con algún problema en el XVII, hasta 1785 año en el que se cerró definitivamente. Posteriormente este magnífico edificio se utilizó como almacén municipal, salón de eventos y hoy en día es un espacio expositivo.


Fotografía: Dibujo de J.B. Waring; y litografía de T.H. Macquoid. Col. Pascual de Quinto.


El autor del proyecto de la Lonja zaragozana fue Juan de Sariñena, quien era por aquél entonces maestro de obras de la ciudad (hoy arquitecto municipal) y de la Diputación (hasta 1520). Maestro muy reconocido por sus trabajos arquitectónicos y obras hidráulicas (Torre Canal Imperial, Torre san Pedro de Pastriz, La Seo de Barbastro, Monasterio de San Agustín, iglesia de san Pablo, Santa María La Mayor, etc.). Desgraciadamente no vio su obra terminada, ya que murió en 1545. Junto a Sariñena trabajaron: Alonso de Leznes, el cantero e imaginero Gil Morlanes (hijo), quien diseñó las magníficas columnas interiores, ayudado por el cantero de Barbastro Juan de Segura, el cual extrajo de la muralla romana la piedra necesaria para trabajarlas. Juan de Segura en esa época estaba dirigiendo las obras de la catedral de Barbastro y de la iglesia parroquial de Sádaba. Fue ayudado por varios piedrapiqueros, entre ellos Martín de Legarra. Morlanes tampoco vio su obra terminada, ya que murió en 1549 y el edificio se finalizó en 1551, como lo expresa el mayordomo de la ciudad Jerónimo de Sora en los libros municipales: "se acabó de hacer la lonja en perfección, digo lo de dentro".


Como podemos observar en el plano histórico de Casañal de 1912 (A.H.P.Z.), en su origen el edificio no estaba exento del todo, como está hoy en día, sino que hasta hace unos años se encontraba adosado a otras viviendas. El lugar elegido para erigirlo fue el solar donde se ubicaban unas viejas edificaciones junto a las Casas del Concejo o Casas del Puente.


Descripción:


1-Actual Plaza del Pilar (antigua calle del Pilar). 2: Ribera del Ebro (actual Paseo Echegaray y Caballero). 3: calle de la Cuchillería o Fernando el Católico (hoy calle Don Jaime I).4: Casas del Puente o del Concejo (hoy desaparecidas). 5: Lonja. 6: Puerta que comunicaba con la capilla que existía en el siglo XVI en esa zona propiedad del Concejo. 7: Lugar donde hoy en día se sitúa el ayuntamiento de la ciudad. 8: Basílica Nuestra Señora del Pilar (antigua Iglesia Santa María La Mayor).

Fotografía de la última década del siglo XIX, realizada por Coyne (A.H.P.Z). En ella vemos la fachada lateral de la calle Don Jaime I (antigua calle de la Cuchillería). Adosadas a ella, las Casas del Puente o antiguo Concejo de la ciudad. Tras tirar estas casas el ayuntamiento se trasladó a la plaza de Santo Domingo al antiguo Convento de Predicadores (desde 1910 a 1960); y posteriormente (1946-1965) se construyó el ayuntamiento que podemos ver hoy en día, junto a la Lonja, realizado por Alberto Acha, Mariano Nasarre y Ricardo Magdalena.


El proyecto inicial de Sariñena remataba con una alta torre, la idea fue tan problemática que hizo paralizar la obra en 1546, muerto ya el arquitecto. Tres años tardaron en reanudarse los trabajos, decidiendo eliminar la torre y cubrir el edificio tal y como lo podemos ver actualmente, a cuatro vertientes.

Fachada de la plaza de las catedrales.


La Lonja es considerada el primer edificio renacentista levantado en la ciudad. Se tuvo como referentes las lonjas ya existentes de Mallorca y Valencia, que desde el siglo XV ya funcionaban (no olvidemos la importancia del comercio marítimo). Se realizó en ladrillo cara vista (rejola y aljez). Su exterior es típicamente aragonés, pero con referencias de los palacios florentinos del siglo XV. Pero su interior sigue las pautas de las lonjas levantinas como ya hemos comentado: tres naves de igual altura, separadas por columnas y cubiertas con bóvedas de crucería estrellada, como luego veremos.


El edificio tiene cuatro fachadas iguales en estructura, aunque varía el número de vanos. En la fachada principal, vemos tres zonas diferenciadas, la inferior, en la que en su parte central se abren tres grandes vanos de medio punto enmarcados con rectángulos (a modo de alfiz) que permiten la entrada al interior del edificio. Las puertas conservan el revestimiento metálico y la “clavazón” de la época. Por encima de ellos un friso de recuadros doblados y rehundidos, enmarcados por cornisas. En la parte central se abren cinco vanos de medio punto, hoy cegados, que se corresponden con las ventanas que veremos en el interior, que por dibujos antiguos podemos ver que en su origen estaban abiertos e iluminaban el interior.


Una curiosidad de este edificio es que exteriormente nos hace pensar en un edificio de tres plantas, pero interiormente, no es así, como podemos comprobar al entrar en su interior.


El último piso lo ocupa la típica galería de arquillos de medio punto geminados, cerrados con piezas de vidrio emplomado decoradas con octógonos y cruces. Los muros de los antepechos se decoran con tondos con cabezas, en yeso pintado, de personajes de todos los estamentos aragoneses de la época. Desde reyes, reinas, obispos, militares, nobles, comerciantes, pueblo llano, etc.


Culmina con un magnífico alero muy volado de madera.



En la fachada de la plaza del Pilar, en la parte superior derecha, encontramos este tondo, en el que se ha representado al único personaje de perfil. Se le ha identificado como el autor de todos los retratos que podemos ver en el exterior de la Lonja. El motivo de esta interpretación es que en el quattrocento italiano los artistas solían firmar sus obras poniendo sus retratos, siempre de perfil.



En la misma fachada podemos identificar a este personaje con un jurado de la ciudad.


Siguiendo en la misma fachada de la plaza, podemos ver a un personaje vestido con el hábito de Santiago.


En los cuatro extremos de la cubierta se elevan cuatro torrecillas decoradas con azulejos, de sabor mudéjar. Tienen el cuerpo inferior de planta cuadrada y el superior octogonal.


El alero fue restaurado por la empresa Reataur-Arte 1997, S.L., en el año 2010. Se trata de un alero típico renacentista, sostenido por ménsulas rectas decoradas en sus frentes con mascarones, y en la parte superior el símbolo de la ciudad: el león rampante. Por encima cenefas con ovas y dardos, hojas de acanto y listones verticales.

Antes de pasar al resto de las fachadas quiero comentar una curiosidad de este edificio. Sobre la única planta existente en el interior se levanta otra que es la falsa, correspondiente a la galería de arquillos que vemos exteriormente, lugar en donde se guardaban armas. Se accedía a ella a través de una escalera de caracol, hoy desaparecida, situada en una torrecilla en el ángulo oeste de la fachada de la Ribera (en el detalle de la vista de Zaragoza de 1563 de Anton Van de Wyngaerde os la señalo con una flecha, se ve claramente la torrecilla adosada al edificio). La arquitecta Úrsula Heredia, quien realizó la restauración de la Lonja entre 1987-1990, comentó que la entrada a esta escalera de caracol se realizaba en realidad desde las Casas del Puente, que estaban adosadas al edificio.

Fotografía: Ficha del estudio histórico-artístico del edificio. Ayuntamiento de Zaragoza.


Interior de la falsa, en donde podemos observar la galería de arquillos y la estructura de las bóvedas.


Fachada oriental. Las fachadas laterales siguen la misma estructura que las principales (la septentrional y la meridional), pero son más estrechas. En la parte inferior se abren también los tres vanos para acceder al interior, sobre ellos el friso de recuadros rectangulares y rehundidos, sobre ellos, en este caso, se abren tres vanos doblados de medio punto, y por encima la galería de arquillos geminados en número de siete.


Para don Federico Torralba esta fachada era la principal del edificio, en ella se encuentran los retratos más importantes de todo el conjunto.


Galería de arquillos, decorados con tondos en yeso policromado, en los que se representan personajes de la época.



En este tondo se ha identificado al rey aragonés Ramiro II el Monje, al llevar corona y mitra de abad.

Detalle de otro de los tondos, con el busto de lo que parece representa a una reina.



En este podemos ver a un rico mercader.

A la izquierda, la fachada de la calle Don Jaime, al frente la fachada de la ribera, a la derecha se vislumbra el ayuntamiento, sobre el que se divisa la torre de Nuestra Señora del Pilar.


Fachadas oriental y septentrional. Podemos ver claramente las diferencias existentes en las fachadas laterales y las principales. Como ya hemos comentado, en las primeras se abren en la segunda zona tres vanos; en la principal, cinco; y así mismo, en la galería de arquillos en la lateral, siete; y en la principal, once.


En la fachada posterior o septentrional de la Lonja que da al Paseo de Echegaray y Caballero, se encuentra el emblemático caballito de la Lonja. El famoso caballito de cartón piedra en el que tantos niños nos subimos para que nos fotografiara el minutero Ángel Cordero Gracia, famoso fotógrafo que realizó su labor en la parte posterior de la Lonja desde 1925 hasta 1978. El caballito que hoy podemos ver fue realizado en bronce por Francisco Rallo Lahoz en 1991 en homenaje a este entrañable personaje de nuestra ciudad.



En la fachada del río podemos ver a un personaje con el habito de caballero de Jerusalén.

Fachadas septentrional y occidental. En esta última, en la parte inferior, solo se abren dos puertas de entrada, la central está cegada.

Como hemos comentado esta fachada es la única en la que podemos observar que en su parte inferior el vano central está cegado. En el interior se corresponde con la portada más decorada, por esta puerta se comunicaba la Lonja con la capilla de las Casas del Puente o del Concejo.


Vista de la galería de arquillos de la fachada occidental.



Soldado con el león, emblema de la ciudad, sobre el pecho.

Al entrar nos sorprende su interior, ya que, como ya os he comentado, en el exterior da la sensación de ser un edificio de tres plantas. Pero no es así, estamos ante un espacio totalmente diáfano. Hoy no se aprecia del todo, ya que está acondicionado como espacio expositivo con una serie de paneles que no dejan ver el salón en su totalidad.


Fotografía: León y Levy. A.H.P.Z.


Os pongo esta fotografía antigua para que veáis como era sin la serie de paneles que hoy en día se distribuyen por todo el salón. Tiene planta rectangular con tres naves de idéntica anchura y altura, cada una con cinco tramos, separadas por esbeltas columnas anillladas de orden jónico, tan típicas en el renacimiento aragonés. En sus muros, en la parte superior, podemos ver una serie de ventanas, en esa época abiertas por donde penetraba la luz natural. Hoy en día están cegadas.


El muro que vemos en la fotografía es el occidental, como hemos comentado en él se abría la puerta que comunicaba con la capilla del antiguo ayuntamiento. Hoy en día totalmente tapiada.

En el centro de los cuatro muros que forman el edificio podemos ver, flanqueado por dos columnas anilladas adosadas a la pared, el escudo del Emperador Carlos I sostenido por dos leones coronados y rodeados por el Toisón de Oro del que pende el carnero de oro, referencia al Vellocino de oro de la leyenda de Jasón .


La Orden del Toisón de Oro, fue una Orden de Caballería creada en la ciudad de Brujas en 1430 por Felipe el Bueno, duque de Borgoña, con motivo de su matrimonio con Isabel de Portugal. Los monarcas o nobles que eran elegidos para pertenecer a esta Orden del Toisón, eran aquellos que se habían distinguido en la lucha contra el poder otomano y la liberación de los Santos Lugares. A través del enlace matrimonial de la Casa de Borgoña con los Habsburgo, la soberanía de la Orden, que la tuvo el mencionado Felipe de Borgoña, pasó al Emperador Maximiliano de Austria y posteriormente a su nieto Carlos I de España. Desde entonces los reyes de España son los Grandes Maestres de la Orden.


En la fotografía la portada que ya hemos comentado, realizada en yeso. El arco se decora en el intradós con casetones y florones. En las enjutas tondos en los que se tallaron los bustos de san Pablo y san Pedro, sostenidos por putti. Las pilastras formadas a la izquierda por un atlante y a la derecha por una cariatide, en una típica ornamentación renacentista.


Detalle del lado izquierdo, en el que vemos el medallón con el busto de san Pablo y su espada, y la parte superior del atlante que hace las veces de pilastra.

Detalle del lado derecho, en el que se representa a San Pedro, bajo él la cariátide que sustenta por ese lado el entablamento.

Escudo imperial en la fachada septentrional. La portada carece de decoración.


En la parte superior se abren una serie de ventanales, decorados con grutescos realizados en yeso. Hoy en día, ya hemos comentado que están cegados.

En el segundo nivel se abren una serie de ventanas, hoy cegadas, decoradas con guirnaldas, putti, tondos, etc. Alrededor del perímetro del edificio se puede leer una inscripción con caracteres góticos, en donde se plasma los valores del Renacimiento: Justicia, paz y buen gobierno: “Se acabó esta Lonja. La cual y Ciudad tenga Dios de su mano, para que siempre se empleen en justicia, paz y buen gobierno de ella, anyo del Nacimiento de Nuestro Senyor Jesucristo de 1551, conregnantes Donya Joana y D. Carlos su hijo, Reyes y Emperadores nuestros Senyores y Jurado D. Felipe, hijo del dicho Emperador por Rey en este nuestro Reyno y Reynos de España, siendo Jurados de esta Ciudad, Carlos Torrellas, Jerónimo Zapata, Juan Bucle Metelón, Juan Campi y Juan de Robres”.

El gran salón está cubierto por unas magníficas bóvedas de crucería estrelladas que apoyan en esbeltas columnas anilladas. Ocho columnas exentas y dieciséis adosadas en los muros.



Grutescos Fitozoomórficos de una de las columnas.


Las columnas fueron diseñadas por Gil Morlanes el Joven, y realizadas por el cantero vizcaíno Juan de Segura. Son columnas jónicas, labradas con sillares de la antigua muralla Cesaraugustana. Sus fustes anillados, típicamente aragoneses, están apoyados en basas áticas. Sobre los capiteles se representan putti que sustentan el escudo de la ciudad. Pero lo que realmente tiene gran interés es la decoración de los grutescos que podemos contemplar en los anillos colocados a un tercio desde el suelo de las columnas.


El grutesco es un motivo fantástico que fue utilizado en el primer renacimiento inspirándose en los monumentos italianos de la antigua Roma. Muchos historiadores consideran el grutesco el motivo decorativo más representativo del Renacimiento. Tiene forma de roleo en el que un tallo vegetal termina con una representación humana o animal. Se pueden diferenciar en grutescos fitozoomórficos (vegetal y animal); fitoantropomórficos (vegetal y humanos); y fitozooantropomórficos (mezcla de vegetal, animal y humano).



Grutescos fitozoomórficos.


En estas columnas diseñadas por Morlanes podemos observar el cambio artístico que estaba aconteciendo en el mundo del arte de la época. Este cambio que llevó del Gótico al Renacimiento tuvo su raíz en los nuevos motivos decorativos que nacieron en Italia y desde allí se difundieron por toda Europa. La asimilación de este nuevo estilo fue lenta. La decoración de estas columnas realizada por el joven Morlanes se considera una de las más interesantes del primer renacimiento.


Grutesco fitozooantropomórfico, en el que vemos un tallo vegetal que en su extremo izquierdo termina con un rostro humano, y en su extremo derecho con una cabeza de animal fantástico.


Grutesco fitoantropomórfico. En el que podemos ver una figura humana cuyas extremidades inferiores son vegetales.

Una de las dieciséis columnas anilladas encajadas en los muros.

En los arranques de los nervios que sustentan las bóvedas se sitúan animales alados que sostienen los escudos de la ciudad.

Bóvedas de la nave central. Las bóvedas de crucería estrellada tienen gran cantidad de nervios que no tienen función estructural (es decir, no sujetan) sino decorativa.


Bóveda de una de las naves laterales, que sigue la misma estructura que la de la nave central.

Las columnas exentas tienen en sus capiteles decorados con ovas y dardos; también podemos ver, en los arranques de los nervios que sostienen las bóvedas, putti que sujetan el escudo de Zaragoza: un león rampante.


Las claves de madera dorada y policromada de las bóvedas también se decoran con escudos de la ciudad.

Hasta aquí este pequeño estudio sobre uno de los edificios emblemáticos en la historia del arte de Zaragoza. Espero que os haya gustado.


Hasta el próximo vuelo.



BIBLIOGRAFÍA:


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