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San Pedro de Lárrede y las iglesias "Círculo Larredense", en el Alto Gállego- Serrablo (Huesca).


"De ahí huyó la vida y quedaron campos despoblados e incultos muchas veces: acaso paredones carcomidos, vestigios de un pasado que contribuyó a elaborar el alma de la raza" (Ricardo del Arco, 1952).


Rutas del Serrablo.


En la comarca oscense del Alto Gállego, en la margen izquierda del río, en una zona muy específica del Alto Aragón, entre Biescas (al norte), y las primeras estribaciones de la Sierra de Guara (al sur), nos encontramos una serie de pequeños templos conocidos como "iglesias del Serrablo" o "iglesias del Círculo Larredense", que están diseminadas en un espacio de unos 40 kilómetros cuadrados, conocido como Serrablo.


La comarca histórica de Serrablo era ya conocida en la Edad Media. La primera referencia documental sobre ella, la encontramos el 16 de marzo de 1054, momento en el que el matrimonio formado por Gimeno Cordello y Blasquita de Belarra, vecinos del valle de Gorga, donaron al monasterio de san Andrés de Fanlo una heredad en Allué, un casal y sus montes. En este acto estuvieron presentes el rey Ramiro I de Aragón, el rey García Sánchez de Navarra y el Obispo don García "in Sarraulo". Siglos más tarde, en 1455 también se le nombraba en un documento en el que la villa de Biescas se enfrentaba judicialmente con varios lugares del valle de Tena: "los vezinos e habitantes del val de Thena....et los vezinos e habitantes en las senyorias de Gavin et en los valles de Broto, Bassa, Sarraulo e Cortilas..."


En la Edad Media no se sabe a ciencia cierta el ámbito geográfico que tenía el "Sarraulo". Según la opinión del investigador Antonio Durán Gudiol, el territorio de Serrablo "abarcaba la Tierra de Biescas, Valle de Basa, Las Bellostas, Valle de Guarga, Valle de Cuarnas, Valle de Aquilué y Valle de Nocito, con límite Oeste en el río Gállego". Esta comarca histórica comprendía numerosos núcleos; actualmente encontramos unos 105 pueblos de los que quedan algunos restos, a los que habría que añadir por lo menos 67 más, desaparecidos, y unos 15 monasterios, que en la Edad Media poblaban esta amplia zona que se conoce como Serrablo. Actualmente, aunque está incluida dentro de la comarca del Alto Gállego, se conoce con ese nombre a un territorio "histórico cuya capitalidad la ostenta Sabiñánigo y que viene delimitado por los términos municipales de Biescas, Caldearenas, Sabiñánigo, Yebra y Yésero".


Partiendo del periodo visigodo, de este momento no se conservan apenas restos. Con los musulmanes el territorio comenzó a mostrar una personalidad única, siendo repoblado por numerosos cristianos mozárabes procedentes del waliato musulmán de Huesca que trajeron sus conocimientos en arte y arquitectura, y pobladores cristianos de tradición constructiva visigótica y carolingia. También es el momento en el que se recuperaron antiguos eremitorios y se fundaron nuevos cenobios: san Martín de Cecito, san Pedro de Rada, san Úrbez de Nocito y san Andrés de Fanlo, esto trajo consigo el impulso en la colonización de toda la zona, y la construcción de pequeñas iglesias que se situaron en la margen izquierda del río Gállego, y que se conocen con el nombre de "iglesias del Serrablo" o "iglesias del Círculo Larredense", por ser la iglesia de san Pedro de Lárrede la que parece, a su vez, fue el ejemplo para todas.


Fotografía: Copia del plano del libro: DURÁN GUDIOL, A. y BUESA CONDE, D.: Guía monumental de Serrablo, Amigos de Serrablo, Zaragoza, 1981.


San Pedro de Lárrede.


Algunas de estas iglesias que conforman el "Círculo Larredense" son: la ermita de san Bartolomé y la antigua parroquial de santa María de Gavín; San Miguel de Basarán (hoy en Formigal); san Miguel de Otal; santa Eulalia de Susín, san Martín de Oliván; san Juan de Busa; san Andrés de Satué, santa Eulalia de Orós Bajo, santa María de Ysún de Basa; san Juan Bautista de Rasal; y san Pedro de Lárrede. Todas ellas influyeron en el resto de las iglesias que se edificaron en esa extensa zona, y que son numerosas.


Han sido datadas entre los siglos X-XI, y tienen características comunes entre sí; con personalidad propia y singulares en el panorama artístico español medieval. Son templos de pequeñas dimensiones, construidos con piedra caliza, cuyo color las ocultaba, en algún caso, en el entorno donde se erigieron, motivo por el cual no fueron conocidas hasta el año 1922, cuando un "ingeniero de energías", aficionado a la caza, comentó al investigador Rafael Sánchez Ventura que conocía una serie de pequeños templos diseminados por la zona en la que el cazaba, y que estaban en muy mal estado de conservación. El investigador acompañado por el fotógrafo Joaquín Gil Marraco y varios amigos, entre los que se encontraba Emilio Gastón Murillo, se acercó a la zona descubriendo una serie de templos medievales desperdigados en la antigua comarca histórica del Serrablo.


Fotografía: Amigos del Serrablo. AHPZ.


San Pedro de Lárrede.


Sánchez Ventura realizó su investigación, publicando en 1933, junto con el arquitecto, historiador y conservador de monumentos, Francisco Íñiguez, sus conclusiones. Trabajo que titularon: "Un grupo de iglesias del Alto Aragón"; publicado en la revista "Archivo Español de Arte y Arqueología". Ambos investigadores afirmaban: "parecen traducir estas iglesias un mozárabe mal interpretado y peor conocido, de principios perdidos y lejanos, algo así como un sentido tradicional sin modelos directos", sentando la opinión de que estos pequeños templos eran iglesias de estilo mozárabe.


Según la opinión de algunos autores estas iglesias fueron construidas por canteros itinerantes, conocedores del arte musulmán, y del arte románico. Pero la adscripción estilística de estos templos sigue siendo un tema de gran controversia, ya que existen dos opiniones confrontadas: la primera defiende (Durán Gudiol) la adscripción de estas iglesias al arte mozárabe, basándose en las características andalusíes que se muestran en los templos; y la segunda (los profesores J.F. Esteban, F. Galtier y M. García Guatas) rebate la denominación de iglesias mozárabes, defendiendo un estilo románico-lombardo, fechado en la segunda mitad del siglo XI (1050-1070), proponiendo la denominación iglesias “del círculo larredense“ a un grupo determinado de iglesias que tomaron como ejemplo la iglesia de san Pedro de Lárrede, "hito y elemento definitorio del mismo". No se puede asegurar ni una ni otra, ya que se carece de noticias documentales que puedan sentar una base sólida para ello, pero la segunda opinión es la más defendida por los estudiosos.


Fotografía: Amigos del Serrablo. AHPZ.


San Pedro de Lárrede.


Lo seguro es que todos estos templos presentan rasgos comunes, tanto en su estructura como en su decoración: todos son de pequeño tamaño, orientados al Este, realizados en sillarejo trabajado a maza. Presentan una sola nave rectangular con cabecera semicircular, excepto la de Basarán y Lasieso (con una segunda nave adosada a la nave principal); y la de Lárrede, que tiene planta de cruz latina.


También su decoración es uniforme, destacando los ábsides, (semicirculares, ultrasemicirculares y rectangulares, los más antiguos), con dos partes diferenciadas, la inferior con lesenas y arcos ciegos; y la superior, con baquetones verticales (ambas características dan el carácter diferenciador a las iglesias del Serrablo). Otra singularidad de estas iglesias son las torres-campanario (tienen todas torre menos la de san Juan de Busa), de planta cuadrangular que se va reduciendo a medida que toma altura, influencia de los minaretes islámicos. La mayoría de estas iglesias se cubrieron con techumbres de madera a dos vertientes, excepto en san Pedro de Lárrede, como luego veremos. En las iglesias de ábside semicircular, éste se cubre con bóveda de horno (excepto Busa). Generalmente estas iglesias tenían dos entradas, una situada en el muro sur (el principal), y otra en la zona occidental.


El templo más representativo de este magnífico conjunto es san Pedro de Lárrede, fechable hacia 1050-1060. Fue declarado Monumento Nacional en 1931, siendo restaurado por vez primera en 1933 (por Francisco Íñiguez); posteriormente, en los años sesenta; y últimamente en el año 2007, como luego comentaremos.


Lado meridional de san Pedro de Lárrede.


Documentalmente Lárrede aparece por primera vez en el año 920, en la carta que delimitaba la zona de influencia del monasterio de san Martín de Cercito, nombrando el "Cuellu de Larede". Posteriormente, en 1153, se menciona el lugar como "villa de Larret". En esa época el lugar estaba poblado por gentes sometidas a los monjes de san Genaro de Gállego (monasterio que se cree estaba situado en la confluencia del río Basa con el Gállego); y a una familia noble que vivía en él: los "herederos de Dato". Siglos más tarde, a principios del siglo XVII, su señorío era propiedad del noble Francisco Abarca, señor de la baronía y honor de Gavín.


El constructor de este magnífico edificio fue el mismo que levantó el de san Andrés de Satué, y de su diseño partieron otros maestros de obras que trabajaron en san Juan de Busa y en santa Eulalia de Susín.


Lado oriental de la iglesia.


La cabecera se sitúa orientada hacia el Este, presenta ábside semicircular. A la izquierda la capilla lateral adosada en el siglo XVII, y a la derecha la torre que se alza sobre la segunda capilla lateral, situada en el lado norte de la iglesia.


Ábside de la iglesia.


El ábside es semicircular y se eleva sobre un pronunciado basamento, presentando dos partes diferenciadas y que es el distintivo de estas iglesias serrablesas: en la parte inferior se abren siete arcos ciegos de medio punto, que apoyan en lesenas (que recuerdan la estructura lombarda); y sobre ellos, separados por una cornisa, un friso de treinta y siete baquetones verticales, sobre los que corren una doble cornisa.


En el vano central se abre un vano aspillerado abocinado.


Detalle de las arquerías ciegas.


En su decoración exterior presenta siete arquerías de medio punto que se apoyan en impostas muy finas sobre seis lesenas "mediales" y dos "marginales", aparejadas a soga y tizón vertical; mientras que los espacios que delimitan, que están retranqueados, fueron solamente aparejados a soga, respondiendo al arquetipo constructivo de la zona. Los arcos son de medio punto de gran tamaño y escasa profundidad.


Detalle del friso de baquetones más las dos hiladas que ejercen de cornisa en la que apoya el tejado.


El conjunto de iglesias del Serrablo son muy originales en cuanto a su decoración, sobre todo en lo que respecta a la utilizada en sus ábsides exteriores, ya hemos comentado que se usaron arquerías ciegas en la parte inferior del tambor del ábside, y en su parte superior vemos otro elemento que las diferencia: "el friso de baquetones", flanqueado por la cornisa y "una moldura tórica".


Según la opinión de García Omedes, el friso de baquetones, "santo y seña del arte del románico del Gállego", provienen del antiguo entablamento de la arquitectura griega, del que se ha desprovisto del arquitrabe y de las metopas que alternaban con los triglifos.


Torre iglesia san Pedro de Lárrede.


Típicas de estos templos serrableses son sus airosas torres (exceptuando san Juan de Busa que carece de ella). Representativa de este grupo es la torre de san Pedro de Lárrede. Una torre campanario, en cuya parte inferior se abrió en el siglo XVII una capilla lateral, en la que vemos arcos de medio punto en los que se abre una aspillera.


La torre tiene planta cuadrada, que disminuye su tamaño conforme se eleva. Se considera que el maestro que construyó esta torre se basó en la torre de la mezquita siria de El-Omaria en Bosra (antigua ciudad romana situada en el sur de Siria).


En un primer momento se accedía a ella por un vano que se sitúa en la parte superior de la capilla lateral izquierda (lado norte), actualmente se hace por una escalera de madera que está situada en el muro septentrional de la nave.


Parte superior de la torre.


En la parte superior se abren cuatro vanos cuadrangulares rehundidos, a modo de alfiz, en los que vemos cuatro columnillas con piezas cilíndricas superpuestas (dos de ellas adosadas al muro), sobre las que apoyan tres arquitos en falso arco de herradura.


Remate de la torre de la iglesia.


La torre se corona con un tejado a cuatro vertientes (en su interior presenta bóveda esquifada).


Fachada meridional del templo.


La portada principal se abre en el muro meridional; y otras dos, con arco de falsa herradura, en el occidental, correspondiendo a las capillas laterales.


En la parte superior de esta fachada meridional vemos un segundo cuerpo separado por una cornisa, en el que se abren a la izquierda tres ventanales con vano aspillerado con doble derrame y arco de medio punto dovelado rehundido en falso alfiz; y a la derecha otro vano geminado de mayor tamaño.


A la derecha de este vano geminado, vemos la estructura de una de las capillas laterales, que se añadieron en el siglo XVII. Estas capillas son más bajas que la nave central y presentan al exterior los muros con arcos ciegos como en el ábside principal, pero sin el friso de baquetones.


Vano geminado de la portada meridional del templo.


El vano oriental de la fachada meridional o principal, presenta un doble alfiz enmarcando un arco de medio punto dovelado que cubre dos arquillos de falsa herradura. Estos, descansan en dos pilastrillas que flanquean una columna central con capitel geométrico. Este tipo de vanos los podemos ver en otros templos serrableses, como es el caso de santa Eulalia de Susín. También guarda relación con el vano que se abre en el muro occidental de esta misma iglesia.


Portada principal.


Es muy sencilla, ligeramente rehundida en el muro. Se abre en arco de falsa herradura (el arco de medio punto dovelado apoya en dos impostas en pico) remarcado con un doble alfiz.


Sobre la clave quedan restos de pintura de color rojizo (aunque está casi borrada) de un crismón trinitario del tipo oscense (os la señalo con una flecha roja).


Interior de la iglesia.


En su origen, seguía la pauta de todas las iglesias serrablesas: nave rectangular terminada en ábside semicircular, y torre independiente, comunicada con la iglesia a través de una puerta de arco de falsa herradura. A lo largo del siglo XVII se remodeló la iglesia añadiéndole en el último tramo dos capillas laterales, formando un falso crucero. En ese momento la planta se convirtió en planta de cruz latina.


La nave es de cinco tramos, cubierta por bóveda de cañón, que se sostiene por medio de tres arcos fajones que apoyan en dobles columnas adosadas a los muros laterales. La nave está iluminada por cinco vanos, cuatro situados en el muro meridional, y el quinto en el occidental o pies de la iglesia.


En 1933, el investigador y arquitecto Francisco Íñiguez llevó a cabo una rehabilitación total de la iglesia, construyendo nuevamente una bóveda de cañón en la nave, como luego veremos al hablar de la bóveda. Posteriormente, hacia 1977-1978 también se llevó a cabo una rehabilitación; y posteriormente, en 2007, se realizaron obras de saneamiento en las cubiertas del templo.


Ábside interior.


La cabecera presenta, como es típico en estas iglesias larredenses, un presbiterio atrofiado visible solo en el interior del templo, terminando en un ábside semicircular, cubierto por bóveda de horno, en cuya parte media se abre una saetera de doble derrame.


Aspecto del ábside de la iglesia antes de su restauración.


El ábside interiormente estaba oculto por un retablo dedicado a san Pedro; y en las capillas laterales también había otros dos retablos, uno bajo la advocación de Santa María, y san Miguel. También se conoce que se conservaban en el templo, una cruz procesional, un cáliz y cuatro códices. El paradero de todas estas jocalías, es desconocido actualmente.


También podemos ver en la antigua fotografía, los muros de la iglesia encalados y decorados con pinturas murales


Fotografía: José Galiay Sarañana. AHPZ.


Interior hacia los pies de la nave.


Al fondo vemos el muro de los pies de la iglesia en cuya parte superior se abre un vano geminado de gran belleza. Es un vano rehundido formado por dos vanos en falso arco de herradura.


Detalle del vano geminado del muro de los pies de la iglesia, en el muro occidental. Es una ventana que nos recuerda a la trífora de san Juan de Busa, seña de la "Asociacion de Amigos del Serrablo".


Bóveda de cañón de la nave.


Este es el único templo del círculo larredense que presenta bóveda de cañón, los demás se cubren con techumbre de madera. Algunos autores piensan que quizás por falta de preparación de los demás maestros de albañiles que no se atrevieron a levantarlas. A pesar de la destreza que se puede vislumbrar en el arquitecto de Lárrede, la bóveda de piedra se vino abajo, y no se sabe cuando, se construyeron falsas bóvedas de lunetos, instaurándose nuevamente el sistema de bóvedas de cañón originales cuando el arquitecto conservador de monumentos Francisco Íñiguez Almech, reformó la iglesia en 1933.


Dobles columnas que apoyan en los muros laterales.


Detalle de las dobles columnas que apoyan en los muros laterales, sobre las que apoyan a su vez los tres arcos fajones.


Las columnas están formadas por "rodajas pétreas", apoyadas en losas rectangulares que sirven de basa y de capitel.


Capilla del lado septentrional de la iglesia.


Ya hemos comentado que la iglesia tiene planta de cruz latina con nave de cinco tramos, cuyo último tramo, antes del presbiterio, está flanqueado por dos estancias laterales que forman un falso crucero. A ellas se accede a través de arcos de medio punto dovelados de falsa herradura.


Esta capilla es la parte inferior de la torre que se utilizó como capilla, añadiendo al otro extremo una nueva capilla.


Sobre el arco de entrada a la capilla, podemos ver, en alto, la antigua entrada a la torre, que se eleva sobre esta capilla norte.


Capilla del lado meridional de la iglesia.


Sigue las mismas características que la estancia septentrional.


Detalle de la capilla meridional y la pila bautismal.


En el interior de la capilla sur se conserva una gran pila bautismal, de planta rectangular, de factura tosca.


Al fondo vemos la puerta de entrada a la capilla por el exterior.


Casa Isábal. Lárrede.


Todo el conjunto del lugar de Lárrede conserva el encanto de la arquitectura medieval, además de los restos de un antiguo castillo. En la plazoleta que encontramos enfrente de la iglesia encontramos el conjunto arquitectónico llamado Casa Isábal, vivienda particular, propiedad de la familia López.


Puede que su construcción sea anterior, pero se conserva una inscripción en la solería con la fecha de 1659. Este suelo es uno de los más bellos ejemplos de solería tradicional aragonesa de cantos rodados, formando dibujos geométricos. Estamos ante un conjunto de edificaciones de grandes proporciones distribuidas en torno a un patio abierto, y situadas al lado de la iglesia de san Pedro. En origen fue Casa Fuerte, que se fue ampliando. En ella encontramos dos escudos, el de los Isábal, primeros propietarios; y el de los López, que emparentaron con los Isábal.


Conserva su estado original y es una de las mejores muestras de la arquitectura popular serrablesa.


Torraza del Moro. Lárrede (Huesca).


Situada en lo alto de una loma a las afueras de Lárrede se contempla los restos de una fortaleza que ya existía en el año 992. El único resto que se conserva es una torre defensiva del antiguo castillo. Desde ella se dominaba el valle del Gállego y formaba parte del sistema defensivo de la zona, junto con el castillo de Larrés y las torres de Boalar y Escuer.


Se trata de una construcción en sillarejo con planta rectangular, en la que se abren aspilleras y está rematada por almenas. Tiene cinco pisos no visto en el exterior. La entrada se sitúa en el primer piso en el muro meridional.




Hasta aquí el estudio de esta preciosa iglesia serrablesa y su entorno. Tenemos que estar orgullosos de nuestra tierra y defender nuestro patrimonio, que lo conforman verdaderas joyas que no podemos perder. Espero qué os haya gustado.


Hasta el próximo vuelo.




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