La Dama de Elche la obra más perfecta de la escultura ibérica. Museo Arqueológico (Madrid).
- Guadalupe Ferrández Sancho
- hace 17 minutos
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La Dama de Elche es un icono cultural, una pieza emblemática del patrimonio histórico español rodeada de magia y de numerosos misterios. Considerada una escultura íbera, realizada en piedra caliza biocalcarenita fosilífera, procedente de la cantera local "de El Ferriol" (ubicada a 9 km de La Alcudia de Elche) entre los siglos V y IV a. C.
Su altura es de 56 cm y el perímetro de sus hombros y pecho de 115 cm, es decir es de tamaño natural. Hoy la podemos contemplar en el Museo Arqueológico Nacional (MAN), específicamente en la sala dedicada a la Protohistoria, en la sala 13.
En 2006 se cedió temporalmente la escultura a Elche, donde presidió la inauguración del Museo Arqueológico y de Historia de la ciudad, siendo devuelta al museo madrileño poco después. Desde entonces es reclamada por la Generalitat Valenciana, de la mano del ayuntamiento de Elche, para que la Dama de Elche regrese a su lugar de origen.

La Dama de Elche fue descubierta fortuitamente el 4 de agosto de 1897 en la finca de La Alcudia, sede de la antigua Ilici íbera, una de las ciudades más destacadas de la Contestania ibérica, en las afueras de Elche. "Las excavaciones arqueológicas han convertido el yacimiento de La Alcudia, de unas 10 hectáreas de superficie, en uno de los más importantes de España. Desde el Neolítico hasta el siglo X constituyó el asentamiento original de la ciudad de Ilici, que durante la época ibera ostentó la capitalidad de su territorio. Declarada Colonia por los romanos, dispuso de un amplio dominio hasta su declive, tras la fundación por los árabes de la nueva villa en su actual emplazamiento".
Fotografía: Dorieo , Wikimedia Commons (Licencia CC-BY-SA 4.0 ).

Su hallazgo, en la loma de La Alcudia, lo llevó a cabo el jornalero Manuel Campello Esclápez (para otros Antonio Maciá), realizando en labores de campo, se topó, mientras trabajaba con su azada, con una gran piedra, descubriendo que era el rostro de una escultura antigua, a la que denominaron "Reina Mora". La escultura se encontró rodeada de losas, con lo que se pone en evidencia que la ocultaron, por el motivo que fuera, para protegerla.
El dueño de la finca, el doctor Manuel Campello, ordenó trasladar el busto a su casa de Elche, colocándola en uno de sus balcones para ser vista por el público. Enterado de semejante hallazgo, el renombrado arqueólogo Pierre Paris, de la Universidad de Burdeos, inició la compra de la escultura por cuenta del Museo del Louvre, transacción que se llevó a cabo por la cantidad de 4000 francos (unos 1700 €). La Dama de Elche (en ese momento llamada la Reina Mora), llegó a Paris en agosto, y en el Louvre la renombraron desde entonces la "Dama de Elche", por el que será conocida en todo el mundo.

La Dama regresó a España gracias a un intercambio de obras entre los gobiernos francés y español (Petain y Franco). En julio de 1940 el ministro de Educación, don Pedro Sáinz Rodríguez, encargó a Juan de Contreras, marqués de Lozoya, director general de Bellas Artes; y a Francisco Íñiguez, comisario general del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, una investigación de los objetos artísticos españoles en poder de Francia (tras la guerra napoleónica).
La reunión con el vecino país se llevó a cabo en el Museo del Louvre. La comisión española quería la vuelta de la Dama de Elche, de la Inmaculada de los Venerables de Murillo, y de las coronas del tesoro visigodo de Guarrazar, entre otras obras de arte. A cambio el Estado español entregaría una copia del retrato de doña Mariana de Austria, de Velázquez; un retrato de Antonio de Covarrubias del Greco; un tapiz del siglo XVIII hecho a partir de un dibujo de Goya; y 19 dibujos del siglo XVI de Antonio Carón. El convenio fue firmado en Paris el 21 de diciembre de 1940.
El 8 de febrero de 1941 las obras llegaron a la frontera por Portbou (Girona) en un tren francés, pasando a un tren español. Al día siguiente llegaron a Madrid, trasladándose al Museo del Prado; y desde 1972 se expuso definitivamente en el Museo Arqueológico Nacional, como un verdadero icono de la cultura ibérica y un destacado tesoro del museo en el que se conserva.

Desde el principio el busto de La Alcudia suscitaba muchas dudas. ¿Representaba a una diosa, o era una sacerdotisa, o quizás una dama de alto rango?, incluso en un primer momento se la identificó con el dios Apolo. Actualmente se considera que es el retrato de una dama de la aristocracia ibera, cuyos descendientes la habrían divinizado. Tantos interrogantes han llevado a algún historiador, entre ellos a John Moffitt a considerarla como una falsificación del siglo XIX, hecho que hay que descartar, ya que los restos pictóricos corroboran su autenticidad como investigó, en 2005, el equipo de María Pilar Luxán, del CSIC.
Los arqueólogos e historiadores franceses fueron los primeros, junto con Pedro Ibarra Ruiz y José Ramón Mélida, en España; y Emil Hübner en Alemania, en interrogarse sobre la escultura. Ninguna de las estatuas encontradas en yacimientos ibéricos podía compararse con el busto de La Alcudía y suscitaba pues muchas dudas.

También los historiadores se preguntaban si era un busto desde el origen o había sido una figura en pie, o una dama sedente, por el corte traumático de la base. No se tiene ninguna certeza, aunque la teoría más seguida es que se trata de un busto en origen.

Pudo ser concebida como un exvoto, imagen de mujer piadosa de pie, como ocurre con la Gran Dama oferente del Cerro de los Santos, Museo Arqueológico de Madrid.

O también pudo ser una efigie de diosa sedente, como la conocida Dama de Baza, que sirvió como urna cineraria en una tumba del siglo IV a. C., hoy conservada en el Museo Arqueológico de Madrid.

En cuanto al origen del autor de la escultura, también se suscitaron numerosos debates, pudiera tratarse de un íbero, un griego o un fenicio. La península ibérica mantuvo intercambios culturales y económicos con griegos y fenicios, pero algunas características de la escultura sugieren que tiene un origen griego, en particular por la nobleza y belleza del rostro.
León Heuzey, director del Departamento de Antigüedades Orientales del Louvre, afirma que la Dama de Elche, al igual que las esculturas halladas en el santuario del Cerro de los Santos (Montealegre del Castillo. Albacete, España), son debidas a un arte propiamente ibero, influido por el arte griego y fenicio; y siguiendo criterios estilísticos, técnicos y formales, realizada en el siglo V-principios del IV a. C.

Las fuentes escritas y la iconografía han aportado muchos datos sobre la indumentaria ibérica, entre las que destacan las túnicas de lino y los mantos de lana. Las fuentes clásicas afirman que los íberos eran diestros en tejer el lino, y los tejidos realizados por ellos tenían fama.
Si eso afirman las fuentes clásicas, sin duda, entre las mujeres debió de existir una moda en el vestir y un tipo de belleza, cuyos cánones se representan en las esculturas y restos conservados.
La Dama de Elche está ricamente ataviada con túnica interior (que solía ser de lino de color blanco), ajustada al cuello con una fíbula anular hispánica; toga o mantilla (de color azul); y un manto (rojo de lana) que le cubre la espalda y los hombros, y se extiende por delante, plegándose de forma escalonada, abierto para dejar ver sus fantásticas joyas.
Tanto el atuendo como la joyería que presenta, reflejos de la moda ibérica, tiene sus paralelos en el Mediterráneo, donde las joyas tenían valores estéticos y simbólicos. Ya Artemidoro de Éfeso, viajero griego, que visitó las costas de Iberia hacia el año 100 a. C., dijo de la mujer ibera: "Llevaban collares de hierro y grandes armazones en la cabeza, sobre la que se ponían un velo a manera de sombrilla..."

Sobre su pecho porta una rica joyería, a simple vista parece que son tres collares, pero en realidad son dos, el primero se une con el segundo en una zona que oculta el manojo de ínfulas; por eso deberíamos hablar de tres cordones y no tres collares, uno doble y el otro sencillo.
En la primera hilera del collar, catorce cuentas circulares alargadas, decoradas con gallones verticales y pequeños rebordes. Del centro cuelga un gran colgante en forma de ánfora con dos asitas laterales.
El segundo collar, es parecido al primero, con cuentas gallonadas, pero más grandes y seis ánforas más pequeñas, en vez de una.
El último collar, situado en la parte inferior del pecho tiene una hilera de cuentas lisas, entre ella cuelgan tres grandes colgantes en forma de ova (similares a los que lleva la Dama de Baza), tradicionalmente considerados como porta-amuletos, alguno de los cuales están semiocultos por el manto que porta la escultura, como otros dos en los extremos, que no se ven porque están debajo del manto.
Sobre su cabeza una diadema y dos grandes rodetes en las orejas, que luego veremos.
Este atuendo de la Dama, es reflejo de la moda ibérica de su época, paralela a la indumentaria femenina etrusca, caracterizada por los complejos tocados y las exuberantes joyas. Son también adornos de tipo orientalizante, aunque también se refleja una cierta influencia griega helenística. Este tipo de adorno con colgante e ínfulas se encuentran en las tres damas más características del arte ibero, la de Baza, la de Elche y la del Cerro de los Santos, todas ellas datadas en el siglo IV a. C.

El rostro es hermoso, un icono de belleza, nariz delgada y recta, boca con labios finos, ojos rasgados que debieron tener la pupila y el iris sobrepuestos (ojos rellenos de pasta vítrea), destacando su expresión abstraída. Para el historiador Ramos Fernández estamos ante el retrato de una mujer real, puesto que no se "da en ella la perfección física de la divinidad: sus dos mitades del rostro no son iguales".
Su rostro fue trabajado a cincel, del que se pueden ver claras huellas en su barbilla. El autor era conocedor del pleno periodo clásico griego, aunque con algunas reminiscencias arcaizantes y en cierto modo provinciales.

Como se puede apreciar en las esculturas, las mujeres ibéricas solían cubrir su cabeza con un velo o mantilla y con una diadema (que recuerda a algún tipo de diadema helenística), elemento fundamental de su tocado. Esta diadema está adornada con cuentas o glóbulos. Es una banda que cruza su frente y que podía ir montada sobre una tiara o peineta apuntada (más alta en la parte posterior que en la delantera).
Pero lo más destacable de su tocado son los dos rodetes, posibles estuches discoidales que enmarcan su rostro. Estos eran frecuentes en la escultura ibérica femenina, como lo podemos ver en algunas figuras del Cerro de los Santos y en todo el Mediterráneo, siendo de influencia oriental, difundidos quizá por púnicos y cartagineses.
Los grandes rodetes, que seguramente serían de oro, servirían para recoger el cabello trenzado y enrollado en espiral; sujetando la diadema por medio de un doble tirante plano que aparece por encima de la mencionada diadema, que unía a los rodetes y los sujetaba a la vez sobre la cabeza.
En la cara interna de las dos ruedas aparecen sujetos dos pendientes o colgantes, compuestos por un gran lazo o doble palmeta, de extremos enrollados en espiral. Del lazo superior cuelgan nueve cordones que llevan en sus extremos sendas cuentas o anforillas muy estilizadas.
Los rodetes están decorados en sus frentes con flores de loto plasmadas, con cuatro pétalos abiertos, flores que simbolizaban la eternidad.

1- Cofia o peineta
2- mantilla o velo
3-rodete
4-infulas o cintas colgantes
5- collares
6- manto
7-solapa del manto
8- hueco posterior

Nadie conoce a ciencia cierta que son estas estructuras, para algunos son meros adornos, para otros son símbolos, o estuches para el cabello, al no haber aparecido ningún objeto verdadero que sirva de patrón para interpretar su finalidad. Pero la mayoría de historiadores coinciden que servían para sujetar las trenzas de las mujeres, que se enrollaban a modo de adorno en estuches metálicos o de oro colocados a ambos lados de la cabeza.
Este tipo de adorno lo encontramos tanto en esculturas de piedra como en exvotos de bronce del arte ibérico, tanto en esculturas del Cerro de los Santos, como en la famosa Dama de Cabezo Lucero de Guardamar, entre otras.
Constan de un umbo central liso, y una placa de diseño radial, de una sola pieza, con tres círculos concéntricos. En su cara interna cuelgan las ínfulas. El rodete derecho tiene 27 y el izquierdo 20.

Originalmente la escultura estuvo policromada, tal como dejan entrever los restos de pigmentos que aún conserva. El manto era de color rojo, así como los labios; las joyas doradas; la mantilla, azul; y la túnica, blanca.
Reconstrucción infográfica, siguiendo los últimos estudios arqueológicos de Fernando del Pino. Fotografía de Rafael Pino.

La parte posterior tiene un acabado tosco, lo que da idea de que se colocó contra un muro. En la parte inferior presenta un hueco, de 16 cm de profundidad y 18 de diámetro, durante muchos años se desconocía su funcionalidad, se barajaba que fuera un contenedor de cenizas, un relicario, un depósito de ofrendas, o bien había servido para fijar algún elemento de suspensión.
Hoy en día se sabe, tras las investigaciones llevadas a cabo en el año 2011 por el equipo de María Pilar de Luxán (del CSlC), de los restos encontrados en dicha oquedad, que en las partículas que se encontraron en el hueco, existían fragmentos ricos en calcio y fósforo, con proporciones similares a las de cenizas óseas humanas. Este hallazgo fue clave, pues permitió comparar las muestras de la Dama de Elche, con cenizas de huesos humanos encontrados en yacimientos íberos contemporáneos a la Dama. Confirmando que la escultura de la Dama de Elche se utilizó como urna funeraria, como parte de los rituales de incineración típicos de la cultura íbera.
Hasta aquí nuestro vuelo por el Museo Arqueológico Nacional, y nuestra visita a la Dama de Elche. Espero qué os haya gustado. Hasta el próximo vuelo.
BIBLIOGRAFÍA:
-Orfebrería Ibérica: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/112588.pdf
- RAMOS FERNÁNDEZ, R.: La Dama de Elche: https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-dama-de-elche-1/html/00c96d12-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html
- RAMOS FERNÁNDEZ, R.: https://core.ac.uk/download/pdf/32327353.pdf
- GABALDÓN, Mar: vestimenta y ostentación en la escultura femenina ibérica: Dama de Elche: https://www.man.es/dam/jcr:d68075be-d0f2-4f6f-87bc-b20a7f5944f9/man-pieza-mes-2002-05-dama-elche.pdf
- VIVES BOIX, Francisco: El rodete de la Dama de Elche: https://damadeelche.me/wp-content/uploads/2020/03/El-Rodete-de-la-Dama-de-Elche.pdf
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