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La Tabla de la Epifanía. Paolo Scheppers. Museo Provincial. Zaragoza.


Ya os he comentado en algún otro artículo anterior alguna obras que se conservan en la recién inaugurada sala del Renacimiento del Museo Provincial de Zaragoza. La que hoy os presento es la magnífica Epifanía de Paolo Scheppers. Esta obra, que durante muchos años fue atribuida al pintor flamenco Rolan Moys; hoy se tiene la certeza de que el autor de la misma fue Paolo Scheppers (oriundo de Malinas), pintor también flamenco, muy unido al anterior. Los historiadores llegaron a esa conclusión comparando obras de Scheppers, como los murales de la iglesia de los santos Severino y Sossio de Nápoles; y la Virgen del Pilar, conservada en el Museo de Valencia, con esta obra, viendo los rasgos comunes que se aprecian en todas ellas.


De la vida y obra de Paolo Scheppers poco se sabe, la mayor parte la conocemos gracias a los comentarios que sobre él hizo en su obra “Discursos practicables” el también pintor aragonés Jusepe Martínez. Por él sabemos que tanto Paolo Scheppers (también llamado Pablo Esquert o Micer Pablo) como el bruselés Rolan Moys, ambos pintores flamencos, vinieron con el IV duque de Villahermosa, don Martín de Gurrea y Aragón, cuando éste regresó, en 1559, de Flandes, tras acompañar al rey Felipe II en su viaje por Inglaterra, Italia y Países Bajos, entre 1554-59.


En 1565 fue a Nápoles a pintar las pechinas de la cúpula de la iglesia de los santos Severino y Sossio. Pero ya en 1571 estaba instalado en Zaragoza, junto con su compatriota Rolan Moys en unas casas de la calle de Santa Cruz. Ambos pintores fueron contratados en ese año para realizar el magnífico retablo mayor de Nuestra Señora de la Oliva (hoy en el convento de Recoletas de Tafalla). La importancia de este retablo para la pintura navarra y aragonesa es indudable, como bien dice el investigador Jesús Criado: en él vemos la “introducción en la pintura del valle medio del Ebro…de la escuela flamenca unida a los nuevos modelos de la Contrarreforma.., erigiéndose el retablo de la Oliva en una obra de referencia para la pintura de Navarra y Aragón”. La carrera artística de Scheppers se vio truncada por su temprana muerte entre 1576-1577, a causa de una apoplejía, dejando inacabado el retablo mencionado de La Oliva. Esta inesperada muerte hizo que su obra no fuera numerosa y la que pintó fuera a veces confundida y atribuida a pintores de su entorno, como en el caso de esta tabla que lo fue a Rolan de Moys.

La tabla formaba parte de un retablo situado en la capilla de san Andrés de la iglesia del convento de Predicadores de la Orden de Santo Domingo de Zaragoza, fundado por Jaime I y construido en la segunda mitad del siglo XIII y principios del XIV. El retablo fue realizado hacia 1580-85. La obra entró en 1836 en el museo Provincial de Zaragoza, tras la Desamortización de Mendizabal.


La iconografía de la Epifanía tuvo mucho éxito en Aragón, como podemos ver en algunas pinturas influidas por la obra de Scheppers: la Epifanía de la catedral de Barbastro (vinculada a Moys), la del retablo del Nacimiento de La Seo, en la del Rosario de la Basílica del Pilar, la del monasterio del Santo Sepulcro y la del retablo de Santiago de la iglesia de Calcena.


Parece que Scheppers se inspiró para realizar la obra en grabados de Cornelis Cort, sobre todo para plasmar los fondos arquitectónicos. Pudo ser un grabado de la Epifanía, realizado por Cort en 1567 sobre dibujo de Giulio Clovio (conservado en la Royal Library de Windsor Castle), uno de cuyos ejemplares se encontraba en la colección de estampas del rey Felipe II.


La llegada de Scheppers y Moys a Navarra y Aragón, ya hemos comentado que cambió el panorama del arte pictórico en Aragón. Según relata el pintor Jusepe Martínez, Scheppers era pintor de historias, mientras Moys, era un excelente retratista, ambos trajeron consigo los nuevos postulados de la pintura de la Contrarreforma.


El tema de los Reyes Magos es algo controvertido, ya que según las fuentes a las que se acude hablan de tres, dos, cuatro e incluso doce. Este episodio sólo se nombra en el evangelio de san Mateo (Mt.2, 1-12): unos magos vienen desde Oriente siguiendo una estrella que les lleva hasta Belén donde se encuentran La Virgen y el Niño. Una vez allí le ofrecen oro (por su condición de rey), incienso (por su condición divina), y mirra (por su condición humana).


En otros evangelios apócrifos, el tema se trata con más detalle, sobre todo en el “Evangelio Armenio de la Infancia” (siglo VI), donde se les nombra como Melchor, Gaspar y Baltasar. También en el siglo VII-VIII en un documento, erróneamente atribuido a Beda el Venerable, se identifica a Melchor como un anciano que entrega al Niño el oro; a Gaspar, como un hombre maduro que le regala el incienso; y a Baltasar a veces de piel oscura (más en el siglo XIV, generalizándose en el siglo XVI), más joven e incluso imberbe, que le entrega la mirra. Finalmente se representarán tres reyes, relacionados con la Trinidad, las tres edades del hombre, y los tres continentes en aquella época conocidos…


En la Adoración de los Magos de Scheppers se sigue el relato del Evangelio de San Mateo: “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”. Evangelio de Mateo (2, 11), versión Reina-Valera, 1960.


El grupo principal está cobijado entre las ruinas de un edificio de estilo clásico, en el que aparece la Virgen María con el Niño en su regazo, quien recibe al Mago, que postrado a los pies de ambos, le ofrece su respeto a la vez que le acaricia el pie izquierdo que el Niño le ofrece como un gesto de cariño y naturalismo, mientras Jesús, levanta su mano derecha en actitud de bendecir. En toda la obra podemos admirar un rico colorido a base de rosas, verdes, ocres y marrones.

El punto de luz incide en la figura de María y el Niño. María está arropando dulcemente al Niño con elegante ademán, destacando la finura de sus dedos.


Detrás de ellos aparece, la figura de san José, asomado como para contemplar la escena, pero en segundo plano, es incluso de tamaño algo menor que la Virgen. Los evangelios canónicos no mencionan la presencia de san José en el episodio de la Epifanía, en cambio en los Apócrifos si aparece.

María es una refinada mujer joven de aspecto sereno, vestida con una túnica rosada que cubre con un manto azul, bajo el que se percibe su fino cabello dorado. Sus ojos almendrados y nariz recta le dan un aspecto muy elegante. Está representada en su aspecto maternal, muy en contacto con su hijo, cogiéndole de la mano, y arropándole.


El Niño mira atentamente al Mago que le está presentando sus respetos.

San José está representado joven, con barba cuidada y cabellos rizados. Su actitud es de recogimiento y atención. La postura fue tomada de los grabados de Cornelis Cort, en la que vemos al santo apoyando su barbilla en el cayado que porta en su mano derecha.

El rey Melchor con gran porte, se arrodilla como señal de respeto y elegante ademán. Vemos en las figuras, de cuidado dibujo, un magnífico juego de luces y sombras para sugerir los volúmenes y el drapeado de las ricas vestimentas.


En un segundo plano aparecen los otros dos Reyes Magos, Gaspar y Baltasar, en pie y conversando entre ellos. Están vestidos con vistosos ropajes de la época y portan en sus manos lujosos recipientes de oro y piedras preciosas. Destaca la figura del rey Baltasar con su pendiente que ilumina el perfil de su cara. La representación de un Mago negro no comenzó hasta finales del siglo XIV, generalizándose ya en el siglo XVI.


Al fondo la comitiva en perspectiva diagonal, las figuras debajo del arco, son representadas para crear la sensación de lejanía.


Hay que destacar el escorzo del lacayo, vestido de verde, que sujeta uno de los caballos de los Reyes y la figura del paje negro que está mirando hacia el espectador (casi no se aprecia, está situado a la izquierda, detrás del rey Baltasar).

Al fondo podemos ver el séquito de los reyes, todos vestidos con ropajes del siglo XVI.

Detalle de la arquitectura que sirve de portal. A través del arco, en la lejanía se puede observar el resto del numeroso séquito real.



Como curiosidad deciros que los décimos de la lotería del Niño de 2011 se ilustraron con esta obra.


Espero que os haya gustado. La obra, como ya os he comentado, la podéis ver en el Museo Provincial de Zaragoza, un lugar recomendable para relajarse y aprender.


Hasta el próximo vuelo.





BIBLIOGRAFÍA:


-CRIADO MAINAR, Jesús: El retablo mayor del monasterio de la Oliva (1571-1587) y la renovación de la pintura zaragozana. Nuevas precisiones documentales, Zaragoza, Artigrama nº 26, 2011. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/anotaciones-al-pintor-flamenco-pablo-schepers-0/html/01452cfe-82b2-11df-acc7-002185ce6064_4.html


- MARTÍNEZ, Jusepe: Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura, 1675 (Madrid, Cátedra, 2006, págs. 253-254).


-BENITO DOMÉNECH, Fernando: Anotaciones al pintor flamenco Pablo Schepers. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando. Segundo Semestre de 1991, nº 73.


- Catálogo del Museo Provincial de Pintura y Escultura de Zaragoza. Zaragoza (m): Establecimiento Tipográfico de Calixto Ariño, 1867. p. 23, nº 8.: http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=195575


-DÍAZ PADRÓN, M; et álii. 400 años de pintura española: [catálogo de exposición], 19 de febrero -19 de abril 1981, Caracas. Caracas: 1981. nº 19. -LACARRA DUCAY, Mª Del Carmen; MORTE GARCÍA, C.; AZPEITIA BURGOS, Angel. Museo de Zaragoza : Sección de Bellas Artes. BELTRÁN LLORIS, Miguel(prol). Zaragoza (m): Ibercaja, 1990. p. 72, lam. 89-90. -VV.AA.: El esplendor del Renacimiento en Aragón. Museo de Zaragoza, febrero-mayo 2010. Catálogo. -VV.AA.. Aragón y la pintura del Renacimiento : [exposición], Zaragoza del 9 de octubre al 30 de noviembre de 1990, Museo e Instituto Camón Aznar. Ibercaja, 1990. pp. 183-185.


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