top of page

Retablo Mayor de san Miguel de los Navarros. Zaragoza. Obra de Damián Forment.


Alfonso I el Batallador. Obra de José Bueno Gimeno. 1925. Parque Grande. Zaragoza.


Nos encontramos en el año 1118 momento en el que el rey Alfonso I el Batallador consiguió del Papa Gelasio II una Bula de Santa Cruzada, por la cual todo aquel que luchara en la conquista de Saraqusta conseguiría las mismas ventajas que obtenían los cruzados en Tierra Santa. Esto motivó que muchos cristianos, sobre todo franceses y navarros, acudieran a la ciudad para ayudar al rey aragonés en su conquista. Los voluntarios navarros establecieron su campamento en la orilla del Huerva o de La Huerva en el límite del casco urbano de la ciudad, a extramuros, en donde hoy está situada la iglesia de san Miguel. Durante la contienda los musulmanes pusieron en apuros al ejército cristiano, pero, según cuenta la leyenda, acudió en su ayuda el Arcángel San Miguel, quien luchando contra las tropas musulmanas logró que éstas fueran derrotadas, permitiendo con esa victoria que el 11 de diciembre de ese mismo año la ciudad fuera conquistada por el Batallador. Años más tarde en recuerdo de este hecho se erigió en ese mismo lugar una ermita románica dedicada al arcángel y poniéndole el sobrenombre de los Navarros en honor a los que ayudaron a conquistar la ciudad.

Fotografía: Anton Van den Wyngaerde. Vista de Zaragoza en 1563. Con una flecha roja os indico donde se sitúa la iglesia de san Miguel en el siglo XVI, junto a la conocida como Puerta Quemada, junto a la muralla.


El siglo XVI constituye para Aragón una época de gran florecimiento. Importantes artistas de otros lugares llegan al reino. En lo que se refiere a la escultura podemos nombrar a Gabriel Yoly, que viene de Picardía (1514), Juan de Moreto de Florencia (entre 1518-1519) y Damián Forment, de Valencia. Los primeros atisbos renacentistas los encontramos en la obra del maestro aragonés Gil Morlanes el Viejo y posteriormente en el ya nombrado Forment.


Zaragoza es en esta época una gran ciudad, “La Harta”, la llamaban. En 1509 llegó a ella el escultor Damián Forment, marcando un punto de partida para el primer renacimiento aragonés. En la ciudad establecerá su taller, primero al lado de la iglesia de Santa María La Mayor (hoy basílica del Pilar), y posteriormente en el barrio de San Pablo.


En la fotografía de Coyne (A.H.P.Z.) podemos ver la iglesia de San Miguel de los Navarros a principios del siglo XX. En ella aparece la Puerta del Duque de la Victoria (el general Baldomero Espartero), que sustituyó en 1875 a la antigua Puerta Quemada, llamada así porque según parece al lado de ella se encendían hogueras donde eran quemados los condenados por la Inquisición. La portada del Duque de la Victoria se desmontó en 1919 para dar facilidad al tráfico creciente en la ciudad. Hoy podemos ver una réplica de la misma pintada en el edificio de enfrente a la iglesia, en la plaza de san Miguel.


Han pasado los años y la pequeña ermita ha sido ampliada. En el año 1396 se estaba realizando la torre en el lado norte de la iglesia. Posteriormente, en 1517, el templo fue remodelado por Gil Morlanes, y en el siglo XVII se adecuó a los nuevos gustos de la época. Pero vamos a centrarnos en el siglo XVI, época en la que se realizó el retablo mayor de esta iglesia, que hoy vamos a comentar.

Interior iglesia de san Miguel de los Navarros.


La iglesia es un templo mudéjar del siglo XIV, de una sola nave con ábside poligonal de cinco paños, capillas laterales entre los contrafuertes y bóvedas de cañón con lunetos en la nave, resultado de la reforma barroca realizada por Juan de Marca. En su cabecera podemos contemplar el magnífico retablo de Damián Forment, el escultor más importante de la escultura aragonesa del siglo XVI y el tema que hoy os voy a presentar.


Deciros que este retablo fue restaurado entre 2001-2002 por Patrimonio Nacional, encargando a la empresa Teckne Houzz, siendo la encargada Marta Calvo Sánchez.

Autorretrato de Damián Forment. Retablo Mayor de Huesca.


Del insigne escultor ya os he hablado en varias ocasiones, cuando tratamos del retablo de la catedral de Huesca y de la preciosa Epifanía del Museo Diocesano de Huesca. Vuelvo a recordaros que su origen sigue siendo una incógnita, ya que para algunos autores su nacimiento se produjo en Valencia, en cambio para otros lo hizo en Alcorisa (Teruel), lugar de donde parece ser procedía su familia. En definitiva estamos ante un magnífico escultor que aunque ni nació ni murió en Aragón (Santo Domingo de la Calzada), su vida y obra estuvieron muy ligadas a esta tierra y es considerado uno de los máximos exponentes de la escultura renacentista aragonesa.


En Valencia, en el taller de su padre Pablo Forment, recibió una formación goticista como evidencian sus primeras obras. Pero las novedades renacentistas que llegaron tempranamente a Valencia (sobre todo por grabados y artistas italianos) fueron enseguida asimiladas por el escultor. Su primera gran obra en Aragón fue en 1509, al ser contratado por el Cabildo para realizar el retablo Mayor de la Asunción de la Virgen de la iglesia de Santa María La Mayor (Basílica del Pilar) de Zaragoza. Es el momento en el que el escultor fijó su residencia en la ciudad del Ebro, primero cerca del Pilar (en las casas cedidas por el cabildo), y posteriormente en la calle de San Blas (barrio de San Pablo), en donde también abrió su taller. Un taller que fue el más importante de la época. Posteriormente abrió otro en la ciudad de Huesca, al contratar el retablo de la catedral de esta ciudad. Sus talleres eran verdaderos centros de formación, en donde acudían aprendices de diversas procedencias. El taller tuvo mucha importancia en las obras de Forment, muchos piensan que en el retablo de san Miguel la mano de sus ayudantes es muy evidente, excepto en la escultura principal que es casi unánime la idea de que fue realizada personalmente por el maestro (algunos autores la habían atribuido a Gabriel Yoly e incluso a Juan de Moreto).

El 18 de enero de 1519 se verificó la capitulación y concordia entre Pedro Magania, beneficiado de la iglesia de san Miguel, representando al arzobispo don Alonso de Aragón (hijo ilegítimo de Fernando el Católico).En su realización tuvo mucho que ver el Papa León X, miembro de la familia de los Medici (cuyo escudo podemos ver en la parte superior del retablo). Éste donó mil florines de oro, procedentes de las indulgencias de la fábrica de San Pedro de Roma, tal y como consta en un “Breve” de 1517 (un “Breve”, es un documento firmado y sellado con el anillo del Pescador (del Papa) que es mucho más corto y se promueve de forma más rápida que una Bula).

Forment en la estructura de los retablos realizados en el Pilar y en san Pablo, evidencia un estilo tardogótico, aunque ya se atisba el nuevo estilo que poco a poco se va a plasmar en sus obras posteriores. Sobre todo en el de San Miguel, que se considera el primer ejemplo claramente renacentista en la obra del maestro. Aunque el escultor utiliza aún el esquema gótico que se está realizando en Aragón en esta época: sotabanco, banco, cuerpo principal y polseras; la estructura interna es ya renacentista, con las escenas de los pisos dispuestas en cuadros horizontales y la decoración a base de pilastras y entablamentos.


El retablo es un bello ejemplar realizado en madera de pino, dorada y policromada, consta de banco de seis casas, con el cuerpo principal dividido en tres pisos, culminando con el ático.


Una vez realizada la obra aún pasarían bastantes años hasta que fue policromada. Finalmente se comenzó hacia 1534 por el Maestro Sancho y Miguel de Pina. El 2 de enero de 1538 se firmó con el pintor italiano Tomás Peliguet un contrato para continuar la labor, finalizándola en 1542 Juan Catalán y Francisco Tristán.

Os pongo la fotografía realizada por Juan de Mora Insa (archivo histórico Provincial de Zaragoza), para que veáis como era el retablo antes de su reforma en el año 1950. En esa fecha se sustituyó el sotabanco y el sagrario (muy similares a los de san Pablo), y tampoco estaba colocado el magnífico frontal de altar que hoy se puede contemplar.

Antes de comenzar a hablaros del retablo en detalle, no quiero dejar pasar por alto el frontal de altar (que os he comentado anteriormente). Una obra magnífica de estilo mudéjar del siglo XIV, con labores de lacería. En el centro podemos admirar la pintura sobre tabla, de estilo gótico, que representa a san Miguel Arcángel, relacionada con el pintor catalán Luis Borrassá.


Centrándonos ya en el retablo del que vamos a hablar hoy, empezaremos comentando el banco; compuesto por seis escenas que nos relatan la Pasión de Cristo, desde la Oración en el Huerto a la Piedad. Las escenas se ubican en hornacinas aveneradas con decoración a base de guirnaldas, frutos y cabezas de serafines. Cada una de ellas está separada por pilastras. Tres a cada lado del sagrario. El original fue sustituido por un expositor en el siglo XVIII, que también fue reemplazado en la década de los cincuenta del siglo XX por el que hoy podemos contemplar.

Según el Nuevo testamento, Jesús, antes de ser apresado, se retiró acompañado por sus discípulos al conocido como Monte de los Olivos. En la primera escena del banco, de izquierda a derecha, se representa este pasaje. En él podemos ver en la parte inferior a tres apóstoles durmiendo, mientras en la parte central Jesús orando es visitado por el ángel; a la izquierda otros apóstoles, de menor tamaño, duermen; y en la parte superior izquierda, bajo un pórtico con frontón triangular, se ve la escena de la flagelación.


Detalle de Jesús y el ángel, y en el ángulo izquierdo la escena de la Flagelación.

En la siguiente tabla nos muestra el Prendimiento de Cristo. En el que también se han representado tres episodios dentro de la misma escena: a la izquierda el beso de Judas; a la izquierda el corte de la oreja de San Pedro al soldado Malco; y en la parte superior la huida de los discípulos.

En este detalle del cuadro anterior vemos el pasaje en donde san Pedro le corta la oreja al soldado Malco. Como podemos leerlo en Juan 18:10-11: “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le corto la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco”. Posteriormente Jesús milagrosamente le sanó la herida.

Otro detalle, el beso que Judas da a Jesús al entregarlo a los romanos, y en la parte superior la huida de los apóstoles, representada por una puerta, una de las puertas de la ciudad, por la que huyen temerosos.


En el siguiente cuadro podemos ver la Flagelación. En este caso no estamos ante la obra de Forment o de su taller, puesto que el original se perdió. El que podemos ver actualmente es una réplica realizada en el siglo XX por los hermanos Albareda, para ello tomaron como ejemplo la que aún se conserva en el retablo mayor de la iglesia de san Pablo, también realizado por Forment. En este caso vemos dos escenas, los cuatro personajes que están infringiendo a Jesús el castigo, que le han impuesto Poncio Pilato, Quinto Prefecto de la provincia de Judea; y el sumo sacerdote judío Caifás, los cuales aparecen en la parte superior izquierda conversando mientras observan cómo los soldados obedecen sus órdenes.

A la derecha del sagrario tenemos otros tres episodios de la Pasión de Cristo. El primero nos muestra a Jesús subido en una tarima junto a un grupo de romanos y judíos, que, tras sufrir la flagelación, le han atado las manos y burlándose de él le han colocado una capa dorada. Lo muestran al pueblo que se sitúa en la parte inferior de la tarima, personificado por los dos niños regordetes que contemplan la escena.

Detalle de la escena anterior, los niños pueden haber sido tomados de grabados de Durero, que representa a Cristo en un nivel superior, y en el inferior el pueblo contemplándolo, y entre la multitud figuras de niños (Grabado del Ecce Homo de 1509; Ecce Homo 1496-1512 del Metropolitan Museum).

El siguiente grupo muestra a Jesús camino del Calvario, en la calle de la Amargura. Jesús ha caído al suelo por el peso de la cruz, y en ese momento se encuentra con su madre, María, a la que consuela san Juan y la Magdalena, situados a su espalda. Este pasaje no aparece en los evangelios, solo hay una cita en san Lucas: 23,27, en el que nos dice: “le seguían a Cristo una gran muchedumbre de mujeres, que se golpeaban el pecho y hacían duelo por Él”. La única referencia a una escena en la que se nombra a la Virgen la encontramos en los Evangelios Apócrifos. Este relato tuvo tal acogida, que a pesar de no formar parte de los Evangelios Canónicos, si forma parte del Vía Crucis, en su IV Estación.


En la tabla también aparecen otros personajes que presencian el encuentro. Curioso es la figura que aparece en el ángulo superior derecho, que hincha sus carrillos tocando una especie de flauta o chirimía, como anunciando el encuentro de la Madre y del Hijo.

En la Piedad, última escena del banco, se representa a María y a la Magdalena que sostienen el cuerpo de Jesús y están acompañadas por otras dos mujeres, en la parte superior la cruz de la que han bajado el cuerpo de Cristo; a la derecha san Juan conversa con Nicodemo; y a la izquierda otra de las santas mujeres conversa con un soldado.

El cuerpo principal del retablo se divide en tres pisos, en el centro la imagen de San Miguel Arcángel, rodeada de historias en las que el arcángel es protagonista. Son pasajes basados en la Leyenda Dorada de Jacopo de Vorágine y en grabados de Alberto Durero: la tierra prometida, disputa por el cuerpo de san Miguel, la Unción de los elegidos y los Cuatro Vientos, expulsión del Paraíso, san Miguel presentando a las ánimas, adoración de los veinticuatro ancianos del Apocalipsis y la Visión de la Jerusalén Celestial.


“Todo el retablo se caracteriza por la elegancia de formas, las flexibles actitudes de los personajes, el gusto por los detalles y la precisión de los plegados”. Son pasajes realizados en alto relieve, alojados en rectángulos separados por pilastras y rematados por veneras. Cada escena está flanqueada por dos esculturas de bulto redondo que representan a los apóstoles, excepto en el ático, como veremos.


En el centro del retablo, ocupando dos pisos, destaca la magnífica escultura del arcángel San Miguel, dentro de una hornacina avenerada y flanqueada por pilastras decoradas con candelieri (igual que en el retablo mayor de la Basílica del Pilar). En la parte superior de la hornacina, en las enjutas, podemos ver dos pequeños tondos, en los que se representa a la izquierda un rostro masculino, y a la derecha uno femenino.


Su presentación está tomada del Apocalipsis (12-7-12), en donde nos relata la lucha entre el arcángel y el demonio; el triunfo del Bien sobre el Mal. La gran hornacina que acoge al grupo principal del retablo está decorada en su interior a base de brocados de alegre colorido (os recomiendo la lectura de la restauración del retablo, interesantísimo:


file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Dialnet-RestauracionDelRetabloMayorDeLaIglesiaDeSanMiguelD-1183359.pdf.)

El arcángel San Miguel es considerado como el ángel más venerado en las Sagradas Escrituras. Su importancia fue tal que es considerado el jefe de los ejércitos celestiales tanto en la religión judía, islámica y cristiana. Es el “Ángel del Señor”, su representante y el defensor, el “jefe de la milicia celestial”, por ese motivo es representado con armadura.


El arcángel aparece como un soldado romano, erguido y triunfante, con sus bellas alas pegadas a la espalda, alzando su brazo derecho para clavar su lanza, terminada en cruz, en la boca del maligno que está derrotado a sus pies. En su mano izquierda porta un singular escudo.


El rostro del ángel es hermoso, sus rubios cabellos se arremolinan alrededor de su cabeza, coronada por un nimbo plateado y decorado con motivos florales. En su esfuerzo para matar al maligno, entreabre su boca mostrando sus dientes.

El demonio está representado totalmente desnudo. La imagen está deteriorada, le falta parte del brazo izquierdo y de sus miembros inferiores que en vez de pies son pezuñas. El arcángel aparece subido sobre el demonio en el momento de clavar su lanza rematada en una cruz, en la boca de satán.

Curiosas son las representaciones de las rodilleras de la armadura de San Miguel, con cabezas de león, alegoría de fuerza, valor y fortaleza.


Comenzaremos el estudio del cuerpo del retablo por la escena situada en el primer piso a la izquierda. Se puede ver la escena identificada como Camino hacia la Tierra Prometida.


Según podemos leer en el libro de Josué (5.13.15), él fue el que se apareció a Josué mientras éste se preparaba para conducir a los israelitas en la batalla de Jericó. Este es el momento que narra Forment, en la parte superior el Padre Eterno le está indicando al arcángel lo que tiene que hacer. San Miguel vestido con una túnica dorada porta un estandarte y se dirige hacia Josué que eleva sus brazos hacia lo alto, a sus espaldas el pueblo de Israel.


Todas las escenas del cuerpo del retablo están flanqueadas por esculturitas representando a apóstoles, en este caso de izquierda a derecha: san Bernabé y san Pedro.


Detalle del arcángel, por encima el Padre Eterno y a la izquierda Josué.

Fragmento del Éxodo, en la que vemos a familias caminando por el desierto.

Derecha del primer piso: la disputa por el cuerpo de Moisés.


Según cuenta el Deuteronomio (34,1-7) Moisés, castigado por Dios, no pudo entrar en la Tierra Prometida a pesar de guiar al pueblo de Israel durante cuarenta años a través del desierto. Murió en lo alto del monte Nebot, teniendo a sus pies la Tierra por la que tanto había luchado. La causa fue que treinta y ocho años antes había desconfiado de la palabra de Dios de que lograría alcanzar su objetivo.


El episodio que podemos ver en esta escena está tomado del libro apócrifo de Henoc (1,9) en el que narra que una vez muerto Moisés, Dios encargó al arcángel san Miguel que escondiera el cadáver, para que los israelitas no realizaran un culto indebido al profeta. El demonio lo quiso impedir, y san Miguel luchó con él, venciéndolo.


A la izquierda del relieve san Pablo; y a la derecha santo Tomás.

En este fragmento del cuadro anterior podemos ver la escena en la que en el ángulo superior derecho aparece san Miguel, vestido como un soldado romano, luchando contra el demonio, con cuerpo humano y patas de macho cabrío, que se encuentra a sus pies, conversando con los israelitas y señalando el cadáver de Moisés que se encuentra en la parte inferior de la escena.

En el segundo piso a la izquierda: la Unción de los Elegidos y los Cuatro Vientos, en la que también vemos la influencia de los grabados de Durero. En los ángulos superiores del rectángulo se representan cuatro cabezas, símbolos de los cuatro vientos que según las profecías destruirán el mundo. En lo alto y en el centro un ángel portando la cruz ordena a los vientos contener su furia hasta que no sean marcados en la frente los ciento cuarenta y cuatro mil elegidos pertenecientes a las doce tribus de Israel, que serán los únicos supervivientes.


Tomado del pasaje del Apocalipsis 7:1-3: “Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios” (Apocalipsis 7:1-3).


Como en todas las escenas a la izquierda la escultura, en este caso, de santo Tomás; y a la derecha de san Juan.

En el segundo piso a la derecha: la expulsión del Paraíso terrenal, según narra el Génesis (3,1-24). En la que aparece, en el centro, la figura del arcángel san Miguel, encargado por Dios Padre, situado en la parte superior izquierda, de expulsar a Adán y a Eva del Paraíso. En la parte posterior el árbol del Bien y del Mal, y a la izquierda del arcángel un Ciervo, representando el Edén.


Flanqueando la escena las esculturas de san Mateo y Santiago.

Detalle del Paraíso Terrenal. Podemos fijarnos que el arcángel san Miguel, según su cometido, lo podemos ver vestido como un soldado romano, si está luchando, o con la túnica dorada, si el tema no es bélico.

En el tercer piso a la derecha: san Miguel presenta a Jesús Juez un grupo de ánimas, que semidesnudas y juntando sus manos se arrodillan ante Jesús que está sentado en un trono rodeado de angelotes. Jesús lleva en su mano izquierda la cruz y levanta la derecha en actitud de bendecir. Siguiendo la Leyenda Dorada de La Voragine, el arcángel san Miguel era el encargado de coger las almas de los muertos y llevarlas ante Jesús para decidir su salvación.


A la izquierda, flanqueando la escena la escultura de san Marcos, a la derecha san Andrés.

En el centro del tercer piso, identificamos la Adoración de los Veinticuatro Ancianos. Es una escena del Fin del Mundo, relatada en el Apocalipsis (4,1-11 y 5,1-14). En ella se representa al Padre Eterno sentado en el centro, sujetando con su mano izquierda el Libro de los Siete Sellos (sellos o catástrofes que sucederán durante el Final de los Tiempos). El libro lo abre el Cordero (representando al hijo de Dios) que se sitúa a la derecha del Padre. A ambos lados de éste último los ancianos que le rinden culto. En la parte inferior, a la izquierda la Virgen María, a la derecha san Miguel intercediendo por la humanidad en el Juicio Final.


Debajo del Padre Eterno vemos un óculo o expositor, que fue abierto en 1851-1853.


A la izquierda la escultura de San Andrés, a la derecha san Matías.


Detalle del Padre Eterno con el Libro de los Siete Sellos abierto por el Cordero.

En el Tercer piso a la derecha: la Vista de la Jerusalén Celestial. En el Apocalipsis (21, 1-27, y 22, 1-5) se relata que San Juan tuvo la visión de una ciudad nueva que era bajada por una mano celestial a la tierra, era la nueva Jerusalén.


En la escena, a la izquierda dos ángeles se apoyan en el símbolo de esta ciudad soñada, un arco dorado. A la derecha san Juan y un ángel se encuentran sobre un dragón, que simboliza el infierno.


Flanqueando el episodio san Matías y san Felipe.

El retablo culmina con un Calvario bajo un frontón triangular en cuyo centro se representa el rostro de Dios Padre. En lo alto de este frontón el escudo de los Medici sostenido por dos angelitos. El emblema de León X Medici era de oro con seis roeles de gules, sobre él las llaves de Pedro y la tiara Papal.

El Calvario está flanqueado por dos esculturas, a la izquierda san Agustín; y a la derecha, san Jerónimo. En el Calvario, se representa a una María doliente, a la Magdalena que arrodillada y juntando sus manos mira hacia Jesús crucificado, y a la derecha san Juan, que se lleva la mano al pecho en señal de dolor.


Para finalizar decir que el retablo de san Miguel fue modelo para otros retablos posteriores, como el de Ibdes, realizado en 1555 por Juan de Salamanca y Pedro Moreto. También la traza de este retablo pudo influir en el antiguo retablo mayor de la iglesia de la Magdalena de Zaragoza, del mismo Forment, que troceado se conservaba en dos capillas (esperamos con gran expectación la apertura de la iglesia de la Magdalena tras casi dieciséis años de espera).


Hasta aquí este pequeño estudio de uno de los retablos más importantes de Zaragoza, realizado por el máximo representante del renacimiento en nuestra ciudad: Damián Forment.



Hasta el próximo vuelo.





BIBLIOGRAFÍA:


-VV.AA.: Damián Forment escultor renacentista. Retablo mayor de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, 15 marzo-5 mayo 1996, Palacio de Sástado, Diputación de Zaragoza.


-DURAN GUDIOL, Antonio: Proceso criminal a Maestre Sebastián Ximénez, escultor (1548), Huesca, Instituto de Estudios altoaragoneses, Diputación de Huesca, 1992.


-VV.AA.: El retablo mayor de la catedral de Huesca. Restauración 1996, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1996.


-Catálogo Exposición “Damián Forment, escultor renacentista”, Zaragoza, Palacio de Sástago desde el 15 de marzo al 5 de mayo de 1996.


- CARDESA GARCÍA, Mª Teresa: La escultura del siglo XVI en Huesca 1. El ambiente histórico-artístico, Huesca, Diputación “Instituto de Estudios Altoaragoneses”, 1996.


-CARDESA GARCÍA, Mª Teresa: La escultura del siglo XVI en Huesca 2. Catálogo de obras, Huesca, Diputación “Instituto de Estudios Altoaragoneses”, 1996.


-MOLINER ESPADA, Emilio: Alcorisa. Lugar de nacimiento de la familia de Damián Forment, escultor del Renacimiento (1479/80-1540), Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, Diputación de Zaragoza, 2013.


-ALONSO ÁLVAREZ, Raquel: El camarín del Santísimo Sacramento de la catedral de Huesca (1543) y la herencia litúrgica medieval, 2016.

-MORTE GARCIA, M.C: "Damián Forment y el Renacimiento en Aragón", en Cuadernos de Arte Español, 28. Madrid, 1992.


-SOUTO SILVA, A. El retablo de San Miguel de los Navarros, Institución Fernando el Católico, Zaragoza 1983.


- MORTE GARCÍA, M.C.: “Damián Forment, escultor del Renacimiento”, col. "Monografías del Arte CAI", vol II, Zaragoza, CAI, 2010.


- MÉNDEZ DE JUAN, José Félix et al. (coord.). Aragón. Patrimonio cultural restaurado. 1984/2009: Bienes inmuebles. Zaragoza: Gobierno de Aragón, 2010.


-VV. AA.: La escultura del Renacimiento en Aragón. Zaragoza, Ibercaja, 1993.


-CANTOS MARTÍNEZ, Olga: Restauración del retablo mayor de la la iglesia de San Miguel de los Navarros. Estudio de los brocados aplicados.

Artículos recomendados
bottom of page