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La Torre Nueva. Zaragoza. La historia de un "Turricidio".

Asemeja a un gigante que se inclina para mirar quién anda a sus pies. A la claridad de la luna, aquel centinela de ladrillo proyecta sobre el cielo su enjuta figura, que no puede tenerse derecha. Corren las nubes por encima de su aguja, y el espectador que mira desde abajo, se estremece de espanto, creyendo que las nubes están quietas y que la torre se le viene encima. Esta absurda fábrica bajo cuyos pies ha cedido el suelo cansado de soportarla, parece que se está siempre cayendo, y nunca acaba de caer”.


Benito Pérez Galdós en sus “Episodios nacionales” (1872-1912).


Vamos a comentar un monumento desgraciadamente desaparecido. Todo un símbolo de nuestra ciudad; hablamos de la Torre Nueva, un tema en todo tiempo controvertido.


Estamos en el año 1504, año en el que reinaba Don Fernando II el Católico; y en Zaragoza ocupaba el arzobispado un gran personaje que tanto hizo por el arte y la cultura de nuestra ciudad, el hijo ilegítimo del rey Católico y doña Aldonza Ruíz de Ivorra, Don Alonso de Aragón.


Fotografía realizada por Guadalupe Ferrández. Dibujo de E. George y litografía de T. Heawood, hacia 1837) (colección particular).

Fue el 22 o 23 de agosto de 1504 la fecha en la que los Jurados del concejo decidieron levantar una torre con un reloj para que la ciudad pudiera saber el horario oficial, ya que “siendo esta Ciudad, Cabeza y Metropoli no solamente del Reyno sino también de la Corona, parecía desestimación de ella no tener relox de toda seguridad para su Régimen” (según consta en un documento que poseía don Francisco Zapater y Gómez, académico y defensor de la Torre Nueva; y que hoy se conserva en el archivo municipal: “Noticias sobre la construcción y fábrica del la Torre Nueva y su relox”).


En la fotografía he puesto un punto rojo en donde se situaba la Torre Nueva. Este grabado es la vista más antigua que se tiene sobre ella.


Fotografía: Vista de Zaragoza de 1563 de Antoni Van der Wijngaerde. Wikipedia.


El rey Fernando el Católico aceptó el proyecto, siendo encargada su construcción al arquitecto Gabriel Gombao; y al maestro cristiano Juan de Sariñena; tomando parte también en la obra los maestros moriscos Ezmel Balladaz (Gumiel Valladar); y el maestre Monferriz; y según parece ser Juce de Gali, al cual se le anota en el documento comentado como hebreo. La torre costó 4068 libras jaquesas y 10 sueldos; y parece que se realizó en el tiempo record de unos 15 meses. Para el arquitecto Lampérez los arquitectos fueron Gombao y Sariñena; los decoradores Balladaz y Monferriz; y Galí, sería el “socio capitalista”.


Algunos autores, como José Pijoan, Javier Peña, defienden que anteriormente a la torre que se levantó en el siglo XVI, existía una torre medieval (para Peña del siglo X-XI con influencia selyucida), la cual fue reutilizada para realizar la torre en el siglo XVI (os pongo el enlace de su interesante artículo en la bibliografía).


Grabado dibujado por J. F. Lewis, grabado por Edward Francisco Finden. 1833. Wikipedia.


A Jaime Ferrer, vecino de Lérida, y artesano relojero, se le encargó la construcción del reloj de la torre con dos campanas, una para las horas y otra para los cuartos, pagandole la cantidad de ciento noventa florines de oro; siendo colocadas el 19 de noviembre de 1508. La mayor tuvo que ser refundida nuevamente en 1510 por estar defectuosa. Años más tarde, en 1680, se puso un nuevo reloj; siendo remplazado en 1712 por Andrés Asín; posteriormente en 1762 se volvió a sustituir. En 1827 se inauguró una nueva maquinaria realizada por Andrés Ester. Finalmente en 1880 se instaló el último reloj, realizado por Pedro Pitschel (que luego comentaremos).


Fotografía de J. Laurent. A.H.P.Z.


El encargado del cuidado del reloj de la Torre Nueva en 1534 era Pedro Tejedor; en 1789 Tomás Encuentra (también encargado de revisar el reloj de la iglesia de Utebo, como bien comenta Miguel Fuertes Bona en su libro "El molino de Utebo", al cual agradezco su información); a Encuentra le sustituyó Manuel Brieva. (Recomiendo que os leáis el enlace que os pongo de Anselmo Gascón de Gotor, es muy enriquecedor).


Una vez demolida la Torre las campanas fueron colocadas en una de las torres del Pilar en 1896. Operación llevada a cabo por el arquitecto Yarza.


Vista de la Torre Nueva desde la calle Torre Nueva. Fotografía de J. Laurent. A.H.P.Z.

El lugar elegido para izar la torre fue la plaza de San Felipe, próximo a la antigua iglesia del siglo XII, teniendo que derribar algunos edificios que se encontraban en el entorno. La calle Torre Nueva, entonces llamada Carrera Nueva se comunicaba desde 1456 con el mercado y continuaba por la calle Botigas Fondas, parte de la actual Torre Nueva y la calle Méndez Núñez. En la parte posterior de la Torre se ubicaban los palacios de los Cerdán de Escatrón (hoy Fortea); y la de los Clavero y Sessé.


Fotografía: Grabado antiguo. Wikipedia.

Era una torre con una base octogonal (en un principio tenía forma de estrella, pero fue reforzada por miedo a que se cayera), realizada con ladrillo a cara vista. Medía 312 pies (80 m, 24cm), y hasta diez pies del suelo la torre estaba recta, pero a partir de esa altura se inclinaba hasta la altura de 210 pies (54 m), a partir de la cual recuperaba nuevamente la verticalidad. Desde el primer día de su construcción comenzaron los problemas para esta magnífica torre. Ya en el año 1758 Bernardo Lana, “coronel e ingeniero en jefe de S. M. Católica”, daba cuenta que en un manuscrito del año 1741 ya se hablaba de la inclinación de la Torre y que había sido reconocida por maestros de obras. Según el informe que aportó Lana en 1758, la torre no tenía ningún peligro de derrumbe.


Fotografía: Yarza García, J.: “Aportación de la familia de los Yarza a la arquitectura y urbanismo en Aragón. Discurso de ingreso por el arquitecto D. José de Yarza García, electo académico de número. Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis”. Zaragoza, junio 1948. Biblioteca Municipal de Zaragoza. Sign. G980.


Pero la torre, como ya hemos comentado, tuvo problemas desde el primer momento. El chapitel tuvo que ser reparado en varias ocasiones. El primer remate (que podemos ver en la vista de Zaragoza de Juan Bautista Martínez del Mazo de 1647 del Museo del Prado), lo formaban ocho pirámides que culminaban con esferas de piedra, y en él estaba situada la campana de los cuartos. En 1680, al agrietarse, se quitaron las pirámides y se hizo otro chapitel de menos peso.


Con un punto rojo os marco dónde está situada en la fotografía la Torre.


Fotografía: http://www.revistadepatrimonio.es/revistas/numero15/estudiosgenerales/estudios/fotos/popup08.html


En el año 1749 se sustituyó el remate de la torre, colocando un triple chapitel de pizarra que remataba en su aguja con la campana que daba los cuartos, una bola, un arpón dorados y una cruz. Y, finalmente, en 1878 se colocó un sencillo tejado a cuatro vertientes y desmochado, que es el que sale en muchas de las fotografías antiguas que se conservan y que luego veremos.


Fotografía realizada hacia 1872 por Gregorio Sabaté Férriz. A.H. P.Z.


Airoso se veía su triple chapitel de pizarra bajo el cual se sitúan las campanas. Durante los momentos de peligro en la ciudad fue una gran atalaya para controlar los movimientos del enemigo, como ocurrió durante los Sitios de 1808-1809.


En 1818 se decidió repararla, eligiéndose para realizar el informe al perito don Agustín Caminero, coronel de ingenieros; el cual determinó que la inclinación de la torre era debida a que cuando la construyeron no dejaron secar bien los cimientos antes de elevar los cuerpos superiores. Aconsejó unas pequeñas reparaciones, pero sin darle la menor importancia a esa inclinación.


En 1829 se acordó la construcción de un nuevo reloj, ya que el antiguo no funcionaba bien ya.


Fotografía anterior a 1880, en la que podemos ver La Torre Nueva, a su izquierda San Felipe; a su derecha, el torreón Fortea; las torres y la cúpula de Santa Isabel de Portugal o San Cayetano. Museo del Prado. Wikipedia.


El 27 de diciembre de 1846 hubo una gran tormenta que dañó a la torre; este hecho, junto a la falta de mantenimiento y el temor de los vecinos próximos a ella a que se derrumbara, provocó numerosas protestas y peticiones para que la torre se derribara. A lo largo de varios años se estuvo vigilando el estado de la torre. La opinión del arquitecto José de Yarza y Miñana era que se restaurara (según este arquitecto el hecho de su inclinación también se debía a que no dejaron secar los cimientos antes de elevar la torre, no por ceder el terreno en el que se levantaba), pero otros muchos abogaban por la demolición del monumento por no tener “gran valor artístico” y su rehabilitación ser muy costosa. Finalmente, en el año 1858, el ayuntamiento decidió que Yarza reparara la torre, a pesar de la oposición del coronel de ingenieros Andrés Brull, el cual opinaba que había que derribarla.


Pero las protestas por el estado de la torre no cesaron. En el año 1869, debido a los nuevos deseos de derribar la torre, los arquitectos Pedro Martínez Sangrós y Juan Atienza defendieron que la torre no tenía ningún peligro de derrumbe. Pero los partidarios en hacerla desaparecer, no cejaron en defender su demolición.


En el año 1878 se procedió a su desmoche, como podemos ver en las fotografías conservadas a partir de esa época.


Fotografía: Coyne. A.H.P.Z.

La torre a través de los tiempos cambió de fisonomía, pero en el siglo XIX presentaba un zócalo octogonal sobre el cual se elevaba la torre en forma de estrella, como podemos vislumbrar en esta fantástica fotografía de J. Levy et Cie de 1889. También podemos ver en ella el escaso espacio que había entre la iglesia de San Felipe (izquierda), el palacio de los condes de Argillo, en la época de la foto colegio de San Felipe, hoy museo Pablo Gargallo (centro), y el basamento de la Torre Nueva (derecha).

Zaragoza en la Mirada Ajena / J. Lèvy et Cie 1889/ archivo Roger Viollet de París.


Sobre el zócalo se elevaba otro cuerpo octogonal dividido en tres pisos con vanos apuntados, excepto en el lugar que se ubicaba el reloj. Los ángulos que subían hasta la misma cornisa se adornaban con torrecillas.


Daban luz al interior vanos apuntados muy altos, y antes del chapitel se abría una galería de arcos de medio punto, al estilo de las que podemos ver en la arquitectura civil aragonesa del siglo XVI. Sobre ella se alzaba el chapitel, desmochado en 1878.


La torre estaba profusamente decorada con variedad de lacerías, cruces, medias estrellas, adornos en zig-zag, angrelados, arquillos, espinas de pez, de gusto árabe, junto con otros elementos de tradición gótica.


Fotografía: Coyne. A.H.P.Z.


Fotografía en la que vemos la zona de la calle Alfonso, y al fondo elevándose por encima de de los edificios del casco histórico, la Torre Nueva, poco antes de ser derribada. Era una torre muy esbelta, y fue una verdadera pena su pérdida. Tengo que decir claramente que en nuestra ciudad no supieron, ni sabemos, defender el extenso patrimonio artístico que tuvimos y tenemos. Una verdadera tristeza.


Fotografía: Coyne. A.H.P.Z.


Las voces contra la Torre Nueva no cesaron con el paso de los años. Ni los informes positivos para reformar la torre de los maestros de obras de 1741, ni el informe del señor Lana en 1758; ni la opinión de los señores Yarza, Esteban, Caminero y Berdejo en 1818; ni los técnicos que informaron en 1849, 1850, 1859, 1867, 1868; ni tampoco la defensa de la joya mudéjar por los hermanos Anselmo y Pedro Gascón de Gotor, los cuales publicaron numerosos artículos denunciando el “turricidio” de la más bella torre mudéjar, calificándolo también como “el mayor crimen artístico cometido en España“, pudieron evitar el derribo de la majestuosa Torre Nueva.


El 18 de enero de 1892 los arquitectos madrileños de la Real Academia de San Fernando: don Antonio Ruíz de Salces; y don Simón Ávalos emitieron un informe totalmente negativo, con lo cual la sentencia de muerte estaba echada. El 24 de mayo de 1892 se votó en el pleno municipal el derribo de la Torre Nueva, el conocido como “turricidio”, siendo alcalde Esteban-Alejandro Sala y Santanac (curiosamente padre de Leonor Sala, viuda de Urzaiz y mecenas de la construcción de las torres del Pilar de la Ribera del Ebro).


Fotografía realizada por Guadalupe Ferrández en el Museo de la Torre Nueva.

El derribo de la Torre Nueva fue adjudicado a Nicolás Diaus Oliva, al que pagaron 16.449 pesetas. A pesar de las protestas de la Junta de Aragoneses que defendían la Torre, y de eruditos de toda España que enviaron informes favorables para su conservación, como los ingenieros barceloneses Armenter y Batlle, y don Gregorio de Olalde, que se ofrecieron para arreglar los desperfectos y no tirarla, pero el andamio para su derribo fue colocado el 28 de julio de 1892. Durante 8 días, previo pago de 10 céntimos, los ciudadanos pudieron subir a lo alto de la torre para darle su último adiós. Un hecho insólito, ya que si tan deteriorada estaba ¿Cómo permitieron que la gente subiera a una torre que tenía tanto peligro?, pues muy fácil de comprender: “Los intereses creados”.


Fotografía realizada por Guadalupe Ferrández en el Museo de la Torre Nueva.

Para más “inri”, una vez derribada, los ciudadanos pudieron adquirir ladrillos como recuerdo. Alguien sacó “tajada” de la barbaridad cometida.


Algunos restos de la torre aún se pueden ver (es un decir porque en el Museo Provincial no me fue posible verlos). En el ayuntamiento se conserva la última llave de la puerta de la torre. En el vivero municipal de la Torre de Santa Engracia, en el camino de Movera a Pastriz, se colocaron algunas rejas que se encontraban en la torre. La esfera y la maquinaria del último reloj; así como algún azulejo se conservan en “La Despensa de Casa Montal”. En el Museo Provincial guarda el escudo de Zaragoza que coronaba la puerta de entrada; y una lápida conmemorativa que fue colocada en la torre en 1680. E incluso se dijo que los ladrillos de la torre fueron usados para la construcción de las casas del Paseo de la Independencia (esto último no lo he podido constatar).


Tras su derribo muchos de los que fueron los causantes de tal aberración, así como sus defensores iniciaron una campaña para alzar una nueva torre. No se ha realizado hasta la fecha; aunque en el año 2015 Xavier de Pedro, candidato del PAR a la alcaldía de Zaragoza, incluía en sus propuestas el volver a levantar una nueva torre en recuerdo de aquella que tan injustamente se derribó.


Esperaremos como el joven que mira hacia lo alto el desenlace de los acontecimientos. Lo único cierto y claro es que, como bien decía Gascón de Gotor, en el año 1892 se cometió un “turricidio”, y nadie pagó por ello.


En la fotografía de Juan Mora Insa del A.H.P.Z., podemos ver la Casa Fortea y la Casa Montal. De la Casa Montal no se tienen muchos datos. Es una casa construida en el siglo XVI. En 1877 era su propietario Diego Muñoz y Hernández, en la cual tenía una tienda de licores. Desde 1919 la familia Montal tiene comercio de alimentación especializada. Fue reformada en 1988-89 por el arquitecto José Mª Valero; y hace sólo unos días la tienda ha sido nuevamente reformada, como veremos posteriormente.


Nos encontramos en la Zaragoza del siglo XXI, en el mismo lugar donde se situaba nuestra querida Torre Nueva. De ella sólo quedan los pivotes que señalan su ubicación; y un joven, de bronce, sentado en el suelo que mira hacia el espacio vacío que dejó uno de los monumentos más carismáticos de nuestra ciudad.

Vemos el perímetro que tenía la Torre Nueva y su ubicación, los pivotes nos lo indican. A la derecha el antiguo palacio de los Cerdán de Escatrón y de los Clavero y Sessé (Hoy Torreón Fortea). En el año 1785 en sus bajos se ubicaba la pañería de Joaquín Fortea, un negocio que siguió funcionando hasta el siglo XX. Será en el año 1981 cuando el edificio fue vendido al ayuntamiento convirtiéndolo en sede del Museo Pablo Serrano.

En los años 1988 y 1990 dirigió en el lugar la excavación arqueológica Andrés Álvarez Gracia, llegando a la conclusión que la base de la edificación era de mampostería ordinaria y que en ella se apoyaba el resto de la torre. Pero no se pudo precisar que existiera ningún resto de torre anterior.


En diciembre de 1989 los arquitectos Fernando Aguerri, Miguel Ángel Bordejé, Carlos Bressel, Javier Ibargüen y Javier Peña con la colaboración inicial de Roberto Benedicto y Joaquín Soro, redactaron un proyecto de remodelación de la plaza San Felipe y calles adyacentes. Sobre los cimientos de la derribada Torre Nueva, se erigió un memorial en ladrillo (desmantelado en el año 2002 por orden judicial, tras un largo contencioso del Ayuntamiento con el Gobierno de Aragón, sin cuyo permiso se había erigido el monumento). Sólo resta la escultura del niño que sentado mira hacia donde se alzaba la torre.


Fotografía tomada en el Museo de La Torre Nueva en la Casa Montal.

En el año 2008 la arquitecta Úrsula Heredia impulsó la decoración de pinturas murales que recreasen monumentos desaparecidos en nuestra ciudad. Entre ellos la Torre Nueva. En el edificio situado en la calle Torre Nueva, al lado del restaurante Flor, los restauradores Vicente Gómez Arbiol; y Fabiola Gil Alarés realizaron un mural en el que se representaba la antigua Torre Nueva.

Sobre el muro se ha representado, a partir de una fotografía antigua, la Torre Nueva, en la que aparece la plaza de San Felipe con los edificios característicos que se pueden ver en ella: El palacio de Argillo, el torreón y casa Fortea.

Joven que mira la Torre Nueva. Escultor Santiago Gimeno Llop, situada en la plaza de San Felipe. 1991.

Vista de la Casa Fortea y la Casa Montal, situadas en la calle Torre Nueva- Plaza de San Felipe. La Casa Montal ocupaba el nº 37 de la calle Torrenueva. No se tienen muchos datos de este edificio construido entre los siglos XV y XVII.


Casa Montal fue fundada por Juan Montal Gutiérrez en 1919, posteriormente el negocio fue dirigido por sus hijos Julián y Rafael, en donde se vendía toda clase de alimentos especiales, lo que hoy llamamos "gourmet". En un principio se llamó la Madrileña vinos.

Entrada al restaurante casa Montal, en la calle Torre Nueva hoy con el nº 29.


Puerta de entrada al restaurante y bodega.

Zaguán de la Casa Montal, al fondo la bodega y trastienda; y los ricos jamones, que no dejan de ser una joya también.

Interior de actual trastienda o bodega de 1919, en donde la familia Montal guarda una buena colección de vinos y jamones (una delicia, no sólo de arte vive el hombre).

Detalle del interior de la bodega, con las dos únicas columnas que se conservan del antiguo patio que era de planta cuadrada. Son columnas toscanas de fuste liso. Las otras dos seguramente estarán embutidas en el muro.

El patio llamado de "Las Conchas", es cuadrado; y en él se abre una claraboya con el escudo de Casa Montal. El piso superior presenta la típica arquería de medio punto, de tres arquillos en cada lado, que apean sobre columnillas toscanas.


En el piso superior se sitúa el restaurante Casa Montal, abierto en 1989. No os lo perdáis.

Escalera que baja a la bodega donde se ubica el Museo de la Torre Nueva, el cual fue inaugurado el 14 de noviembre de 1986 por Santiago Marraco, presidente en aquel entonces de la Diputación General de Aragón.

Museo de la Torre Nueva. En él se conservaba (hasta hace unos días) la esfera; y la maquinaria del reloj de la Torre Nueva. También podemos ver fotografías, noticias de prensa, dibujos, grabados, todo referido a la historia de la Torre Nueva.


Al fondo el anuncio en el cual se convocaba al pueblo zaragozano el 14 de agosto de 1892 a las cuatro y media de la tarde a una reunión que se iba a celebrar en el desaparecido Teatro Goya, para oponerse a la demolición de la Torre: “Zaragozanos: La historia recuerda brillantes epopeyas con las cuales salvasteis la Independencia de la Patria. La Torre Nueva, el monumento mudéjar admiración de propios y extraños, la que nos alegra en nuestras fiestas y nos anuncia la hora del descanso, fue la atalaya de defensa en aquellos memorables hechos… ¡Que no se diga que los descendientes de los héroes ven con indiferencia la desaparición de la Torre Nueva!”.

Vista del Museo, cuando realicé las fotografías estaban reformando la parte superior (la tienda y lo que hoy es la Sala de las Cadieras). En la fotografía podemos ver el lugar donde estaba situada la esfera del reloj de la Torre Nueva (posteriormente hablaremos de él).

Maquinaria del reloj de la Torre Nueva. Al fondo vemos unas guitarras realizadas con madera de las vigas del monumento.

El reloj de la torre Nueva cuando se derribó ésta se ubicó en la torre de san Felipe. Un fuerte vendaval en el año 1951 motivó que se quitara y guardara en el trastero de la iglesia. Cuando se reformó el templo de San Felipe en los años 90 del siglo XX, los Montal lo encontraron entre los escombros, recuperándolo y guardándolo en su pequeño museo de la Torre Nueva.


Fotografía que se encuentra situada en un lateral de la maquinaria del reloj de la Torre Nueva, en la que vemos dónde estaba ubicado el reloj cuando se colocó en la torre de la iglesia barroca de San Felipe.

Fachada de la Casa Montal una vez reformada. Sus actuales propietarios Ignacio y María Montal, cuarta generación de la familia Montal, contrataron al decorador José Luis Mercadal, el cual ha realizado un cambio en la emblemática tienda. La cual ahora se denomina “La Despensa de Montal”, en la que además de tienda podemos ver una sala llamada “de las Cadieras”, donde se puede pasar un rato muy agradable tomando un buen café.

Sala de las Cadieras, en cuya pared podemos contemplar la antigua esfera del reloj de La Torre Nueva. A la derecha la entrada a la bodega de 1919.

Vista del local desde otra perspectiva.

Esfera del último reloj que tuvo la Torre Nueva. El relojero que lo realizó, tal y cómo pone en la gran esfera, se llamaba Pablo Pitschel. Haciendo una pequeña investigación he encontrado el nombre de un relojero llamado Pablo Pitschel Grantz, perteneciente a la logia masónica Moncayo, en una lista de masones ejecutados en Aragón entre los años 1936-37. Concretamente Pitschel fue ejecutado en 1936 en Zaragoza. No puedo asegurar que se trate de la misma persona, pero sí que pertenecían a la misma familia.


(http://www.src35.com/memorial/MasonesEjecutadosenAragon1936y1937.pdf).

Firma de V. Viñado. Zaragoza, en la parte inferior de la esfera. Quizás fuera el encargado de realizar la esfera de esmalte del reloj.

Para finalizar quiero deciros que ayer mismo (30 de abril de 2016), comunicaban en la prensa que un grupo de investigadores del “Instituto de Investigación de Ingeniería de Aragón” (I3A), perteneciente a la Universidad de Zaragoza, ha creado una APP para poder contemplar los monumentos desaparecidos in situ. La primera experiencia la realizaron en la Plaza de San Felipe, logrando ver en su Smartphone la desaparecida Torre Nueva en el lugar que ocupaba, hacer una foto y recibir la imagen actual pero con el monumento antiguo.


Os pongo el enlace y el vídeo por si os interesa: http://www.aragondigital.es/movil/noticia.asp?notid=144269&secid=12

Este es el vídeo:


BIBLIOGRAFÍA:


Tengo que hacer constar que ha sido un tema apasionante. Recomiendo encarecidamente que leáis los enlaces que os he puesto para conocer más en profundidad la historia de este importante monumento de nuestro patrimonio, que gracias a la cortedad de mentes y a los intereses creados, las sucesivas generaciones de zaragozanos no hemos podido admirar. Un saludo a todos y espero que disfrutéis cómo yo he disfrutado.


-ANSELMO GASCÓN DE GOTOR: “Un aspecto de reglamentación en la vida zaragozana durante el reinado de Fernando el Católico: la torre del Reloj”: http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/02/59/6gascon.pdf


-JAVIER PEÑA GONZALVO: “La Torre Nueva de Zaragoza. Tipología y cronología”, Revista Aldaba, Zaragoza, 1987:

https://sites.google.com/site/zagralandalus/la-torre-nueva-de-zaragoza


-ALBERTO SERRANO DOLADER: “La Torre Nueva de Zaragoza”, Zaragoza, Excmo. Ayuntamiento, 1989.


-CARMEN GONZÁLEZ URDÁÑEZ: “La torre Nueva de Zaragoza y la documentación del siglo XVI. Historia e historiografía”, Zaragoza, Artigrama nº 18, 2003.


-ALVARO ZAMORA, Mª Isabel: Elementos arquitectónicos y decorativos nazaríes en el arte mudéjar aragonés, II: azulejería de arista procedente de la Torre Nueva de Zaragoza, Zaragoza, Artigrama nº 19, 2004.


- C.F.B., "Un mural recrea la Torre Nueva de la plaza de San Felipe", en Heraldo de Aragón, 3 de abril de 2008, p.12.


-GRAU TELLO, Mª Luisa, "Reflejos urbanos de la posmodernidad: Pinturas murales zaragozanas con vistas de la ciudad", en LORENTE LORENTE, Jesús Pedro (Ed.), Zaragoza vista por los artistas 1808-2008, Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza, 2009, p. 48-49.


-Informe histórico-artístico ayuntamiento Zaragoza:

http://www.zaragoza.es/pgou/edih/torrenueva029montal.pdf



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