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Cripta de la basílica menor de Santa Engracia. Zaragoza. Sarcófagos paleocristianos.


Pozo donde se guardan los restos de los "Innumerables mártires de Zaragoza", descubierto el 5 de julio de 1814.


La ciudad de Caesaraugusta a finales del siglo III y comienzos del IV, era una ciudad importante, perfectamente amurallada y con una serie de edificios civiles y religiosos que lo demuestran. En un primer momento la comunidad cristiana tuvo graves problemas, ya que no eran libres en lo que a religión se refiere, por el contrario, las autoridades exigían la realización de sacrificios públicos a los dioses oficiales y muchos cristianos tuvieron que apostatar o exponerse a graves sanciones que podían llevarlos a la muerte. Entre las persecuciones más terribles contra los cristianos estuvo la de Valeriano (257-258), quien condenó el cristianismo abiertamente. Posteriormente, en el año 284, accedió al trono Diocleciano, dictando cuatro edictos en 303 y 304, en los que, siguiendo con la tónica de Valeriano, hizo cumplir con rigor las leyes romanas, desencadenando la más sangrienta de las persecuciones cristianas.


La implantación del cristianismo, legalizado por el emperador Constantino en el 313 por el Edicto de Milán, tuvo gran importancia, ya que se permitió la libertad de religión. El paso definitivo para la consolidación del cristianismo fue en el año 380, cuando Teodosio impuso el cristianismo como religión oficial.


La documentación sobre el cristianismo en Caesaraugusta es casi inexistente, exceptuando el conocimiento de la celebración del I Concilio de Zaragoza, en 378-379, con la presencia de doce obispos, entre ellos el de Caesaraugusta, Valerio; y algunas fuentes antiguas que hablan del culto a los mártires, como lo vemos recogido en el IV himno del Peristéfano, dedicado a Caesaraugusta, obra del escritor Aurelio Prudencio Clemente (hacia 348-410), y que constituye el primer documento escrito que se conserva sobre el tema, ya que hasta el siglo VII no encontramos más textos relatando este hecho: “las coronas martiriales a Caesaraugusta, Encratis (Engracia) y los demás mártires” (a sus dieciocho sacrificados, a san Vicente, a Encratis y a otros mártires). Traducido del latín podemos leer: “Nuestro pueblo guarda en un solo sepulcro las cenizas de dieciocho mártires. Cesaraugusta llamamos a la ciudad que posee tan gran cosa.…” “Aquí también reposan los huesos de Engracia con todas sus virtudes”… (y continúa relatando los suplicios que padeció la santa, nombrando a los que también fueron martirizados).


La fecha de la muerte de los mártires no se conoce con certeza, pero sí que en el caso de san Vicente, ya conocía éste la muerte de dieciocho ciudadanos que antes de él habían sido martirizados. Este dato puede dar idea de que la muerte de Santa Engracia y los dieciocho mártires sucedió en un momento anterior a 303, lo más probable en la persecución de Valeriano (256-260).


Pila de la flagelación de Santa Engracia.


Pero sepamos quien era esta joven a la que Zaragoza nombró su primera patrona: Encratis era una joven noble cristiana nacida en Bracara Augusta (actual ciudad portuguesa de Braga), quien camino de las Galias para contraer matrimonio con un jefe militar de la Galia Narbonense, pasó por Caesaraugusta. La joven enterada de las persecuciones que estaban sucediendo en la ciudad, intentó ayudar a los cristianos perseguidos, pero fue apresada y martirizada. Según cuenta la tradición, Engracia fue atada a una columna donde fue azotada, le cortaron un pecho y rasgaron su cuerpo con garfios. Posteriormente fue arrastrada por caballos por toda la ciudad. Al no morir, a pesar de tales tormentos, le clavaron un clavo en la frente que fue lo que finalmente le causó la muerte, con el que iconográficamente se le representa.


Los Innumerables Mártires es una de las tradiciones más arraigadas en nuestra ciudad. Según los últimos descubrimientos en las excavaciones llevadas a cabo en la cripta de la basílica de Santa Engracia bajo la dirección de Antonio Mostalac entre 2008-2010, este recinto fue testigo del "primer cristianismo" en Zaragoza. Fue en época de Valeriano, en la segunda mitad del siglo III d. C. (hacia 256-260), cuando aconteció el martirio de santa Engracia y dieciocho "compañeros", siendo enterrados en las afueras de la ciudad, en el lugar que los romanos llamaban "suburbium".


Tal y como afirma el arqueólogo Antonio Mostalac, este es el momento en el que comienza la historia de esta iglesia subterránea zaragozana, y la sucesión de una serie de peregrinaciones para visitar la iglesia en la que se guardaban las reliquias santas.


Plano de la ciudad de Caesaraugusta cristiana (Según M. P. Galve y A. Mostalac).


En el sector meridional de la ciudad, en la zona conocida posteriormente como "Huerta de Santa Engracia", situada entre la plaza de los Sitios, la actual calle Joaquín Costa, la calle Hernando de Aragón y la plaza de santa Engracia, como bien podemos ver en el plano que os pongo de M. P. Galve y A. Mostalac, existió un importantísimo centro de culto a los mártires desde el siglo IV.


El conjunto estaba formado por una basílica paleocristiana subterránea dedicada a Santa Engracia y Mártires; un baptisterio, quizás construido tras la celebración del II Concilio de Zaragoza en el año 592; una necrópolis romano-cristiana, utilizada entre los siglos IV-X-XI, en la que también fueron hallados alguno de los sarcófagos que hoy se guardan en la cripta de la Basílica de Santa Engracia; y un martyrium (pequeña construcción paleocristiana erigida en honor de un mártir, quizás dedicada al obispo Félix de Caesaraugusta). Esta última edificación funeraria fue encontrada en la esquina de la calle Costa con la plaza de los Sitios durante los trabajos realizados para la Exposición Hispano-francesa de 1908; hallándose un magnífico mosaico del siglo IV d. C (hoy en el Museo de Zaragoza), y tres sarcófagos, que bien pudieran ser alguno de los que se conservan en la cripta y de los que vamos a tratar en este pequeño artículo.


Plano y fotografía tomadas de la obra: https://books.openedition.org/pumi/30621

Os señalo con una estrella roja la ubicación de la primitiva basílica de Santa Engracia; con otras verdes, las necrópolis cercanas a la basílica; y con azul el martyrium.


Plano Vista de Zaragoza de 1734.


En 472 Eurico conquistó Caesaraugusta, convirtiéndose durante la dominación visigoda en una ciudad también importante, cabeza del valle Medio del Ebro. La ciudad, conocida desde entonces con el nombre de Cesaracosta, fue, en la Hispania visígoda, un lugar destacado como centro político y religioso, junto con las ciudades de Sevilla (Hispalis) y Toledo (Toletum).


Un hecho va a sacudir a la sociedad cesaracostana de la época; el rey Leovigildo, a finales del siglo VI, convenció al obispo de la ciudad, Vicente II (572-586), para que se convirtiera al arrianismo, movimiento herético que sacudía en ese momento a la iglesia. Este hecho motivó que Cesaracosta se convirtiera en la única sede episcopal importante de Hispania en ser arriana, y en consecuencia la basílica de Santa Engracia se convirtió, por un corto espacio de tiempo, en iglesia arriana. En el año 589, en el III Concilio de Toledo, convocado por el rey Recadero (sucesor de Leovigildo y convertido al catolicismo en 587), se volvió a "cristianizar" y a unir a la iglesia, abjurando los que habían abrazado el arrianismo y volviendo a la disciplina eclesiástica. A consecuencia de ello, según opina Mostalac, en la basílica se realizaron algunas obras, entre ellas la ampliación del baptisterio; y quizás fue el momento en que se trasladaron los restos de Santa Engracia y san Lupercio desde el sarcófago de brocatel de Tortosa al llamado de "La Trilogía Petrina".


El siglo VII fue para Zaragoza un periodo de gran esplendor cultural, desarrollado en torno al monasterio de Santa Engracia, fundado por el hermano mayor de san Braulio, el obispo Juan II, quien fue abad del cenobio, y el que realmente sentó las bases para convertir a este monasterio en uno de los centros más importantes en la formación religiosa y humanística de la época, siendo famosa su biblioteca y su prestigioso taller de copistas. En él se formaron figuras como el obispo san Braulio, el obispo Tajón, etc., y tuvieron contactos con él, grandes personajes de la cultura, como es el caso de san Eugenio, primer arzobispo de Toledo, al que se le atribuye el poema: "De basílica sanctorum decem et octo" (sobre la basílica de los dieciocho santos); o san Isidoro de Sevilla, con el que san Braulio mantuvo una estrecha amistad. San Isidoro, en sus célebres Etimologías comenta: "Zaragoza es una ciudad de Ia Hispania tarraconense erigida por César Augusto, quien también le dio el nombre. Por el encanto de su paisaje y sus delicias es Ia mas insigne de todas las ciudades de Hispania, y Ia mas preclara e ilustre por las sepulturas de sus santos mártires".


Fotografía: En este plano vemos una ciudad no muy diferente a la configurada en la Baja Edad Media. Fue grabado por Carlos Casanova (Ejea de los Caballeros 1709-Madrid 1771). Archivo municipal del ayuntamiento de Zaragoza: http://www.zaragoza.es/nuba/app/attachment/?a0=Ficha&c0=Imagen+Vista&a=04%2F04-02%2FAMZ_4-2_0458%2F_index.djvu&l0=djvu


Detalle del plano Vista de Zaragoza de 1734.


En el año 714 Cesaracosta fue tomada por las tropas musulmanas. Durante la dominación hubo libertad de religión, con lo cual el culto a los mártires se mantuvo. En el año 1063 en el reinado del rey Ramiro I, el obispo de Zaragoza Paterno donó la jurisdicción de la iglesia de las Santas Masas al obispo de Jaca, hecho certificado nuevamente por Sancho Ramírez en 1089, pero ya en este caso con todas las pertenencias que había en la iglesia. En el año 1100 ante el peligro de una invasión almorávide, cambiaron las reliquias de Santa Engracia y san Lupercio a un sarcófago compartimentado (urna), y lo escondieron en lo que hoy es sacristía de la cripta, y allí permaneció hasta que fue descubierto en el año 1320. ¿Por qué no aparecieron en casi doscientos años? Pues seguramente por el miedo que los zaragozanos tenían a que la diócesis de Huesca, propietaria jurisdiccional de la basílica, se quisiera llevar los venerados restos.


Mientras las reliquias estuvieron escondidas la fama de este templo no se apagó, incluso se afianzó su transcendencia tras la conquista en 1118 de Zaragoza por Alfonso I (quien volvió a ratificar la donación del templo al obispado de Huesca, en gratitud por la ayuda que le había proporcionado en su lucha contra los musulmanes). Esta donación fue fuente de conflictos entre las dos diócesis durante largo tiempo, hasta que en 1145 se estableció que, la ya parroquia de las Santas Masas, perteneciera al Obispo de Huesca, con todas sus pertenencias, continuando en esa situación hasta 1956, año en el que el obispo de Huesca Lino Rodrigo devolvió Santa Engracia al arzobispo de Zaragoza Casimiro Morcillo (obligado por el Concordato entre la Santa Sede y España por el que todos los enclaves diocesanos que estaban fuera de sus provincias debían revertir a sus diócesis).


Fotografía: Plano Vista de Zaragoza de 1734 por el Septentrión. Zaragoza: Carlos Casanova. (Original, litografía Vda. de Casanova y ed. facsimil realizada en Zaragoza: Octavio y Félez.). Plano levantado por D. Carlos Casanova en 1734; litografiado en 1769 y reeditado en el siglo XIX. Archivo municipal del ayuntamiento de Zaragoza: http://www.zaragoza.es/nuba/app/attachment/?a0=Ficha&c0=Imagen+Vista&a=04%2F04-02%2FAMZ_4-2_0458%2F_index.djvu&l0=djvu


Antiguo monasterio Jerónimo de santa Engracia.


Durante el siglo XIV el templo adquirió cada vez más relevancia, sobre todo al descubrirse en 1320 las reliquias de Santa Engracia y los sarcófagos de mármol y de piedra, que también podemos contemplar en esta cripta. Este hecho trajo consigo la construcción a finales del siglo XIV o principios del siglo XV de una iglesia en estilo gótico-mudéjar sobre el antiguo templo subterráneo. En esta época la iglesia de las Santas Masas, como se conocía, se convierte en una de las iglesias más sobresalientes de la ciudad, a la que acudían los zaragozanos en procesión desde La Seo. Hasta tal punto llego la veneración a la santa que fue declarada patrona de Zaragoza por acuerdo municipal el 26 de abril de 1480 (junto a san Valero, ya nombrado patrón por la nueva iglesia Cesaraugustana tras la conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador en 1118). No será hasta el año 1642 cuando fue nombrada, junto con Santa Engracia, la Virgen del Pilar, copatrona de la ciudad.


Y llegamos a la época de oro de esta iglesia. En 1459 el rey Juan II de Aragón estaba casi ciego. Su pérdida de visión se debía a unas simples cataratas, enfermedad que en aquellos tiempos era grave. Fue operado por el médico judío Rabí de Lérida, don Abiatar Aben-Crexcas. El rey, gran devoto de Santa Engracia, se encomendó a ella, prometiendo que si se curaba construiría un monasterio en Zaragoza junto a la iglesia que ya existía dedicada a la santa. La Hermandad elegida para ocupar el monasterio fue la de los Jerónimos; Orden muy extendida por la península y con mucha influencia, siendo apoyada desde siempre por la monarquía.


Fotografía: Voyage pinttoresque et historique de l’Espagne. Tomo II, imagen que nos presenta el monasterio jerónimo desde la ribera derecha del río Huerva.


Plano del Real Monasterio de Santa Engracia.


Juan II no pudo ver su deseo cumplido, ya que murió el 20 de enero de 1479. Fue su hijo, Fernando el Católico, el que en 1493 comenzó la obra que había prometido su padre. Tampoco la vio terminada el rey Católico; será el nieto de éste, el emperador Carlos V, quien la finalizó. Ya hemos comentado que la Orden elegida fue la de los Jerónimos, quienes se hicieron cargo de las reliquias de los santos mártires. Y como describe la profesora Carmen Morte: "Cuando se llevó a cabo la fundación monástica, existía la iglesia alta que después funcionaría a la vez como templo monacal y como parroquia de Zaragoza, debajo se situaba la iglesia subterránea o santuario de las Santas Masas, donde reposaban los restos de Santa Engracia y de otros mártires cesaraugustanos...y pegado a la iglesia alta se hallaba el claustrillo con sus capillas. Estos tres edificios no se derribaron en el momento de la fundación para levantar otros de nueva planta, únicamente se hicieron algunas reformas como así lo indicaba Fernando el Católico en 1493".


Fotografía, en la que os he puesto una estrella, del lugar donde se ubicaba la iglesia: Descarga nº 10 del siguiente enlace: http://www.bivizar.es/i18n/consulta/registro.do?id=1838


Destrucción del monasterio de Santa Engracia durante los Sitios de Zaragoza en 1808.


Retomando el hilo de nuestra historia: la iglesia fue terminada hacia 1520, en un estilo gótico tardío y mudéjar, constaba de una nave cubierta con bóvedas de crucería estrellada, y capillas entre los contrafuertes; pero en 1746 presentaba un aspecto deplorable, así como la cripta; ya el abad del monasterio León Benito Martón comentaba en su obra sobre la basílica el estado de la cripta en el año 1737: "De tres naves hizieron nuestra Suberrénea Basilica, a màs del corredorcillo de cinco claros que tiene, y tres arcos en las capillas à un extremo, àzia donde està oy Santa Engracia... aunque cerca de los cinco claros dexaron el Santo Pozo, en que descansan los Santos Innumerables Martyres: todavia tuvieron otras Urnas y Sarcofagos con efigies, que llenaron los huecos de este Subterraneo Sitio. Tan olvidadas antiguedades se evidencian..."


Entre 1788-89 se rehabilitó la iglesia subterránea en un estilo clasicista, según proyecto del maestro de obras y monje del Monasterio de Santa Engracia, Fray Vicente Bazán. Desgraciadamente en la noche del 13 al 14 de agosto de 1808, los franceses que hacía dos meses estaban sitiando la ciudad, al tener que replegarse hacia el norte, levantaron el Sitio, pero antes, para preparar el terreno para volver a tomar la ciudad tiempo después, volaron el monasterio de Santa Engracia, situado en las afueras y que suponía una defensa para los zaragozanos. Con la explosión se destruyó gran parte del conjunto monástico, su impresionante claustro se perdió para siempre, sobre la cripta se derrumbó el piso superior de la iglesia, llenándola de cascotes; perdiéndose no solo la magnífica arquitectura, y sus obras de arte (obras de Bayeu, de Luzán, Jusepe Martínez...), sino también los restos de personalidades como los de Jerónimo Zurita, Jerónimo Blancas, la de Jean Sauvage (obra de Alonso de Berruguete) y la del canciller Antonio Agustín (tallada por el escultor Felipe Bigarny), entre otros muchos, que estaban enterrados en el monasterio.


Según podemos leer en el interesante trabajo de Manuel Lagüens sobre la destrucción de la cripta de santa Engracia: "La fábrica del Real Monasterio de Monges Gerónimos é Iglesia de estos cuyos grupos cayeron con estallido sobre la bóbeda de la Subterranea de los Mártires y sobre el Santo Pozo, sus respetables y antiquísimas catacumbas, y sepulcros en la noche del trece al catorce del Agosto de mil ochocientos ocho a virtud de los barrenos y hornillos que aplicaron las tropas del impío Napoleón Bonaparte... en la mañana del siguiente día un promontorio incalculable de ruinas, despojos y escombros, que su visita desconsoló sobremanera a sus fieles devotos". En 1814 el arquitecto José de Yarza redactó el proyecto de reconstrucción de la cripta.


Fotografía: Fernando Bambrila (1763-1832) Grabado: Juan Gálvez (1774-1846)


Estado de la Basílica antes de la restauración de 1814.


La destrucción del monasterio fue un gran golpe para la ciudad, no olvidemos que Santa Engracia seguía siendo patrona de Zaragoza, y la basílica era una de las iglesias zaragozanas más importantes y veneradas. Al quedar las reliquias sin protección fueron llevadas a la catedral del Salvador, donde permanecieron hasta la restauración de la cripta.


El 14 de noviembre de 1813 se realizó un llamamiento por parte del alcalde de la ciudad don Vicente del Campo para que todos los zaragozanos participaran en la reconstrucción del monasterio: "¿Qué cosa más agradable a vuestros ojos que el restablecimiento del... subterráneo de los Santos Mártires en que siempre habéis hallado vuestro consuelo? No duda pues el Ayuntamiento que contribuireis a porfia con vuestros brazos, carros, espuertas y herramientas y con vuestros intereses a tan dignos objetos, y en esta confianza dará principio a descubrir aquel precioso relicario el Domingo 21 de los corrientes, y se abrirá una suscripción..."


El arquitecto José de Yarza hizo lo imposible para devolver al edificio su esplendor, logrando la colaboración de todos los zaragozanos, tanto económica como trabajando desescombrando la cripta. La reacción del pueblo fue tan positiva que el 24 de mayo de 1819 se bendijo la iglesia, celebrándose en ella la primera misa.


fotografía del Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, realizada por Coyne.


Exterior Basílica Menor de Santa Engracia.


Actualmente solo se conserva del vasto conjunto que formaba el magnífico monasterio: la portada que daba acceso a la iglesia superior (en gran parte restaurada) y que comentamos en un anterior artículo (ver bibliografía); un fragmento con decoración mudéjar que podemos ver en el lateral de la calle Hernando de Aragón; los sarcófagos paleocristianos y restos arqueológicos que se conservan en la cripta; y el conjunto de esculturas del retablo mayor de la cripta, obra que ya tratamos en otro trabajo (ver bibliografía). El edificio es Monumento nacional desde 1882, y bien cultural desde 1999.


Interior Basílica Menor de Santa Engracia.


La iglesia, nombrada basílica menor el 27 de octubre de 1991, y que hoy podemos contemplar, fue construida entre 1891 y 1899 por el arquitecto Mariano López Altaoja. Tiene planta basilical, de una sola nave, con cabecera plana, y pequeñas capillas entre los contrafuertes, cubriéndose con bóveda de cañón de lunetos.


Su retablo mayor representa el martirio de santa Engracia, a la que está dedicada el templo, proyectado por el arquitecto Ricardo Magdalena, y realizado por Eusebio Arnau y Josep Llimona, escultores modernistas catalanes. El tramo de la bóveda del presbiterio está pintado por el zaragozano Joaquín Pallarés, representando el martirio de la santa.


La iglesia superior fue inaugurada el 16 de abril de 1899.


Capilla que da acceso a la escalera de la cripta de Santa Engracia.


A la derecha, en el segundo tramo de la nave, está la entrada a la gran escalera que nos conduce a la cripta.


Escalera de bajada a la cripta de Santa Engracia.


En la parte inferior y en el centro podemos ver la gran escultura de Santa Engracia del escultor Carlos Palao, que es la que se ubicaba en lo alto de la fachada, siendo sustituida en 1992 por una copia. La original fue reparada en 1993. Bajo ella los hallazgos arqueológicos del baptisterio de planta hexagonal (superficie de color azulado) y la pila bautismal del siglo IV descubiertos en el año 2008. A la derecha la capilla de las Santas Masas que cobija a la Virgen con el Niño de José Llimona; y a la izquierda la cripta, en donde se conservan los restos de los Mártires y las esculturas, obra de Hans de Suabia (autor del retablo de La Seo), y Damián Forment (atribución), que ocupan el altar de la cripta.


Baptisterio de Santa Engracia.


En las excavaciones llevadas a cabo en el año 2008 en la cripta, el primer propósito era encontrar el primitivo pozo martirial, desgraciadamente no se consiguió (el que podemos ver en el centro de la cripta es del siglo XIX), pero se descubrió el pavimento original de la cripta (formada por una nave central y dos laterales); y, en la entrada a la cripta, el baptisterio (situado en el lado occidental).


Durante las excavaciones salió a la luz un tercio de la superficie que ocupaba este baptisterio. Tenía planta hexagonal (único conocido en España con esa estructura) a la que se accedía a través de una rampa, en vez de escalones, por la que bajaban los que iban a ser bautizados por inmersión, en él fueron bautizados todos los neófitos de Caesaraugusta desde el siglo IV al VII. Una vez que eran bautizados, vestidos de blanco accedían al templo, ubicado al este, donde recibían la comunión y la confirmación, ya que en aquella época los tres sacramentos se recibían a la vez.


En el siglo VII, tras el Concilio de Trento, se prohibió el bautismo por inmersión, ya que los seguidores de Arrio, también se bautizaban de esa manera y la iglesia no quería realizar ritos de igual manera que ellos, a los que rechazaban por herejes. Tras lo cual se cubrió el baptisterio, y se comenzó a realizar el bautismo por infusión o ablución, es decir, derramando agua por la cabeza del neófito.


Actualmente el baptisterio se puede contemplar, ya que tras la restauración se cubrió con suelo transitable de cristal para poder visionar los restos del mismo antes de entrar a la cripta. Sobre él se colocó una pila de agua por infusión, encontrada en las excavaciones de 2008. Se trata de la basa de una columna romana reutilizada como pila bautismal.


Al fondo la capilla de las Santas Masas, que era el antiguo coro de la cripta, construido entre 1819-1830 y rehabilitado en 1980 como capilla. En ella (que sirvió de almacén durante muchos años), fue colocada la imagen de la Virgen con el Niño, realizada por el escultor José Llimona, y restaurada por los hermanos Albareda.


Entrada a la cripta de Santa Engracia.


A la cripta se accede a través de una cancela, sobre la que podemos ver el relieve del martirio de san Lamberto, quien según cuenta la leyenda, tras su decapitación, inició un largo camino hasta la iglesia de Santa Engracia con la cabeza separada de su cuerpo para indicar dónde debía ser sepultado, y en la cripta se conservan también sus restos.


En la capilla de enfrente de la entrada a la cripta, también se puede ver el Martirio de san Esteban, ambos relieves fueron ideados para ocupar el altar en el que hoy encontramos a la Virgen con el Niño, obra de Llimona. Al fondo el altar mayor de la cripta.


Cripta de Santa Engracia.


La cripta, ya hemos comentado que fue reconstruida entre 1813-1819 por el arquitecto José Yarza Lafuente, con el apoyo de la ciudadanía, y el "beneplácito" del rey Fernando VII. Durante el desescombro aparecieron, entre los cascotes, varios sepulcros, restos de mártires y esculturas que forman hoy el retablo de la cripta.


El 24 de mayo de 1819 se bendijo la nueva iglesia y se celebró en ella la primera misa. Dos meses más tarde, el 7 de julio, se realizó la bendición de la iglesia superior y al día siguiente se trasladaron desde la catedral del Salvador las reliquias que allí fueron llevadas para su guarda.


Pero debido al cercano río Huerva, las humedades hacían mella en la basílica y sobre todo en la cripta, la cual fue nuevamente rehabilitada en el año 1991 por el arquitecto Heliodoro Dols y el restaurador José Antonio Minguell. Hoy en día es una iglesia con planta rectangular con cinco naves, con bóvedas rebajadas, separadas por pilares.


En la cripta se conservan los restos de santa Engracia, san Lupercio, san Lamberto, numerosos mártires zaragozanos y restos aparecidos en las sucesivas etapas arqueológicas llevadas a cabo en la zona. Destacando los sarcófagos paleocristianos del siglo IV, verdaderas joyas que hacen de esta cripta, un lugar sagrado desde muy antiguo.


Cabecera de la cripta de Santa Engracia.


En la cabecera vemos el grupo escultórico de los mártires, la mesa de altar, bajo la que se encuentra la urna con los restos de santa Engracia y san Lupercio; detrás del altar, el sarcófago romano de brocatel de Tortosa, y flanqueando a éste último, hoy en día podemos admirar los dos magníficos sarcófagos paleocristianos del siglo IV.


Cabecera de la cripta.


En la cabecera vemos el grupo escultórico de Encratis y sus compañeros de martirio. En el centro podemos admirar la escultura de santa Engracia, obra gótica atribuida por Mª Carmen Lacarra a Ans Piet Danso (Hans de Suabia) hacia 1470, escultor que estuvo en la ciudad entre 1467 y 1477 trabajando en el retablo mayor de La Seo. La imagen de la santa es totalmente independiente de los dos grupos que le acompañan, que son posteriores (XVI) y que la profesora Carmen Morte atribuye a Damián Forment; pudiendo realizar el insigne escultor estas tallas hacia 1529, cuando ya había terminado el retablo de Poblet y estaba finalizando el de la catedral de Huesca. Todas estas esculturas fueron restauradas por José Antonio Minguell.


Prudencio en su himno enumera a los mártires que acompañan a Engracia: Optato, Lupercio, Suceso, Marcial, Urbano, Julia, Quintiliano, Publio, Frontonio, Félix, Ceciliano, Evencio, Primitivo y Apodemio; más los llamados “Saturninos”, que algunos identifican con Casiano, Januario, Matutino y Fausto (según san Eugenio de Toledo). En los dos grupos laterales que en el altar de la cripta acompañan a Santa Engracia, aunque tradicionalmente se ha venido afirmando que se trataba de los compañeros de la santa en su martirio; en realidad se trata de diez figuras, cinco a cada lado, vestidos siguiendo la moda de la Corte de Carlos V entre 1518-1530. Cada grupo está esculpido en un único bloque de alabastro; con toda la seguridad fueron reutilizadas para acompañar a la escultura de la santa, que como hemos visto es de época anterior. (Tema ya tratado en otro artículo, ver bibliografía).


Sarcófagos en la cabecera de la cripta de santa Engracia.


En la cabecera de la cripta podemos ver tres sarcófagos y una urna (debajo del altar): el de brocatel de Tortosa, totalmente liso; el de la "Receptio animae", donde reposaron los restos de Engracia, fechado hacia el año 330; el llamado de la "Trilogía petrina" datado entre el 340 y el 350; y la urna donde fueron escondidos los restos de ambos.


En el año 1908 cuando se realizaban las obras para adecuar la antigua Huerta de Santa Engracia e instalar en ella la histórica Exposición Hispano-francesa, se encontraron una serie de restos arqueológicos que demostraban que en el solar contiguo al Gran Hotel existió un edificio (de mediados del siglo IV), que en 1737 el Padre Martón lo identificaba como el "Palacio de la Galiana", siendo en realidad un monumento funerario, tal y como nos lo demuestra la excavación que se llevó a cabo en esa zona. Encontrando un mosaico teselado romano, del siglo IV d. C., hoy conservado en el Museo de Zaragoza, que parece estaba flanqueado por dos sepulcros.


Estos dos sepulcros, para Mostalac pudieran ser los dos sarcófagos que con el nombre de "Triología Petrina" y "Receptio Animae", se conservan hoy en día en la cripta de Santa Engracia. Fueron llevados a la misma, a lo largo de la segunda mitad del siglo V o principios del VI, y utilizados para contener los restos de mártires que se conservaban en la mencionada iglesia subterránea de santa Engracia.


En el año 285 el emperador Diocleciano dividió Hispania en cinco provincias: Bética, Lusitania, Cartaginense, Gallaecia y Tarraconensis. Caesaraugusta dependía de esta última, así como Dertosa (Tortosa). desde donde fueron traídos estos sarcófagos, provenientes de Roma. Desde Dertosa fueron conducidos hasta Cesaraugusta por el Iberus Flumen (río Ebro), cuando el río era navegable. En esa época lo era desde Varea (Logroño) hasta su desembocadura.


Ambos sarcófagos pueden pertenecer al mismo taller, dadas sus características comunes, aunque el de la Receptio Animae se relaciona con el círculo del Sarcófago Dogmático (tallado para un eminente personaje de la Iglesia romana enterrado alrededor del año 340 en la basílica de San Pablo y conservado en los Museos Vaticanos); y el de la Trilogía Petrina, con el de los "Dos Hermanos" (realizado hacia el 350, procedente de la basílica de San Pablo, hoy en los Museos Vaticanos). Como curiosidad decir que en se encontraron restos de policromía falsa.


Cabecera de la cripta de Santa Engracia antes de la rehabilitación.


Comenzamos nuestro recorrido para conocer las joyas que guarda esta querida cripta de Santa Engracia. Se desconoce en donde reposaron los restos de Encratis tras su muerte, los sarcófagos tallados que se conservan en la cripta son de época posterior, por ese motivo se ha descartado que, aunque son los más ricos en talla, no pudieron ser ninguno de los dos el original que acogió los restos de la santa. Tras las sucesivas rehabilitaciones que se han llevado a cabo en la cripta, en 1991, 1997 y 2008-2009, se ha llegado a nuevas hipótesis.


Ya el Padre Martón, en su obra sobre el monasterio en 1737, nos habla de la existencia de varios sepulcros en la cripta: ..."es un altar de S. Lamberto cuyo cuerpo esta en una urna sobre la mesa del Altar: el 14, es otro de Sª Engracia, sobre cuia mesa ademas de las estatuas de la Santa y Compañeros, se veia detrás un sepulcro de piedra con las reliquias de diez y siete compañeros, y sobre todo el mas pequeño tambien de piedra con dos nichos, en uno de los quales estaba el cuerpo de Sª Engracia, y en el el otro el de S. Lupercio. Debajo de la mesa de dicho Altar estaba otro sepulcro grande de piedra, en que se creía que habia reliquias de los Martires de la persecución de Nerón, pero parece que no havía tal, pues no se han hallado reliquias..."


En la fotografía realizada en 1920 por Juan Mora Insa podemos ver como estaba la cabecera antes de la restauración de 1991, el sepulcro de la Trilogía era utilizado como mesa-altar, encima del que podemos ver una pequeña urna, y cubriendo la cabecera, el grupo de esculturas de Encratis y compañeros a modo de retablo. En el año 1970 este "retablo" se desmontó dejando solamente las esculturas centrales, quitando la mazonería que lo adornaba. En 1991, el sarcófago fue retirado para restaurarlo, con la sorpresa de que se descubrió debajo de él, otro sarcófago, hasta ese momento desconocido, totalmente liso (el conocido como de brocatel de Tortosa, que a continuación veremos).


Años más tarde, en 1997 se abrió el muro de la cabecera, desmontando la urna que contenía, desde el siglo XIV, las reliquias de Santa Engracia y san Lupercio; esto permitió, a su vez, extraer este sarcófago liso encontrado en 1991 del muro absidial en el que estaba encajado, y visionarlo por todos los lados.

Fotografía: Mora. Archivo Histórico Provincial de Zaragoza.


Cabecera de la cripta. Sarcófago de brocatel de Tortosa.


Este sarcófago liso, se sabe que fue realizado con brocatel (mármol) de Tortosa entre el 330-340 d. C. Al estudiarlo más detenidamente se descubrió que en un lateral tenía un orificio posterior a su ejecución. Tras las investigaciones del profesor Mostalac se ha llegado a la conclusión de que estamos ante el sarcófago que contuvo los restos de Santa Engracia en época medieval. En los Anales de Jerónimo Zurita, éste nos comenta: "...En este año (1389)...se descubrió un túmulo de marmor, y cavando más hondo hallaron otro vaso de piedra muy cerrado con betumen, y abriendo aquel vaso descubrieron en el dos túmulos; y en el uno había un rótulo esculpido en la piedra que declaraba ser aquel cuerpo de Santa Engracia cuyos HUESOS ESTABAN COLORADOS..." Este hecho tiene gran interés, ya que cuando en el año 2008 los arqueólogos pudieron ver el cráneo de la santa, observaron que tenía un extraño color rojizo, al igual que el fondo del sepulcro de brocatel.


Relacionando todos estos hechos se puede llegar a la conclusión de que este sarcófago era utilizado para obtener reliquias líquidas de la santa. Las cuales se obtenían de la siguiente forma: en la parte superior del sarcófago existía una oquedad por donde se echaba un aceite perfumado (en este caso mezclado con mirra), que se ponía en contacto con los restos existentes dentro del sarcófago, y por una oquedad, en el lateral, salía el óleo santo que era metido en unos recipientes llamados ampullae (que podían ser de vidrio, cerámica o de metal, y de los que se ha encontrado un molde de fabricación en Zaragoza). Posteriormente, los peregrinos los adquirían, colgándoselos del cuello como si fueran medallas.


Los tres hechos que hemos relatado en relación con el sarcófago de brocatel: el hueco en el mismo, los restos teñidos de una materia oleaginosa rojiza del cráneo de Santa Engracia, y el hallazgo del molde para fabricar ampullae en Caesaraugusta, según plasman Mostalac y Guiral en su estudio sobre estos recipientes, nos dan la clave de que todo está relacionado con la obtención de reliquias líquidas, tan en boga durante el siglo IV, pero que se desconocía que se utilizara en nuestra ciudad. Según parece a finales del siglo V d. C., y principios del VI comenzaron las peregrinaciones a la cripta, y es el momento en el que los peregrinos comienzan a llevarse estas reliquias líquidas.


Actualmente este curioso sarcófago está colocado debajo de la escultura de Santa Engracia, de Hans de Suabia, imagen central del retablo de la cripta. Como ya hemos comentado en el siglo VII los restos de la santa fueron trasladados de este sarcófago, que se obtenían las reliquias líquidas, a otro sarcófago, el denominado de la "Receptio Animae", momento en el que comenzaron a obtener las reliquias sólidas, como luego veremos.


Urna de Santa Engracia y san Lupercio.


En el presbiterio y bajo el altar se conserva una urna romana, descubierta cuando se llevó a cabo el desescombro de la iglesia del antiguo monasterio en el año 1814. Es una arqueta de piedra con dos compartimentos, sin decoración y con la tapa realizada en época medieval. Esta tapa en el centro tiene una hendidura, que pudiera haber albergado una pieza de hierro, hoy desaparecida. El relato del hallazgo lo dio el alcalde de Zaragoza, don Vicente del Campo en ese mismo año: "El 14 de diciembre me avisó D. Manuel Ascovereta que se había descubierto una urna... de piedra de arena toscamente labrado y separada por el presbiterio D. Manuel Ascovereta una cubierta en forma de pirámide truncada, se descubrió la segunda, que es una losa de solo un dedo de grueso, que encajando en una muesca enrasaba con el borde superior de la urna, y la cubría orizontalmente. Levantada esta segunda cubierta, descubrimos, con singular placer, dos nichos iguales, divididos por una piedra colocada verticalmente, que corta el sepulcro...", y dentro dos placas de alabastro con inscripciones: "LUPERCI MARTYRIS, y en el de la izquserda otra igual, que dice, AENGRATIAE VIRGINIS".


De esta urna ya dio noticia Jerónimo Zurita, afirmando que fue descubierta en 1389, pero Domingo de Tarbar, juez de la curia del procurador general de Aragón, en un documento dirigido al rey Jaime II de Aragón le comunicaba, en 1319, la invención de los restos; es decir en 1319 ya se conocía la existencia de esta urna con las reliquias de santa Engracia y san Lupercio.


Parte posterior de la urna de Santa Engracia y san Lupercio.


En esta urna se encontraron, como ya hemos señalado, en el compartimento de la derecha una lápida de alabastro con la inscripción: LUPERCI MARTYRIS; y en el de la izquierda, otra igual en la que ponía: AENGRATIAE VIRGINIS, inscripciones que parecen fueron realizadas alrededor de los siglos XI-XII. Se desconoce el motivo por el cual estas lápidas pudieron ser introducidas en la urna de las reliquias, ya que no era frecuente abrirlas por respeto a ellas. Según la opinión de varios historiadores, parece ser que ante el peligro de una invasión almorávide, que pudiera profanar las sagradas reliquias, los "regidores de la iglesia de las Santas Masas" decidieron esconderlas. Pero antes de hacerlo abrieron la urna y colocaron unas tablillas de alabastro con las inscripciones para identificarlas en un futuro, hecho que sucedió cuando fueron encontradas.


Sarcófago de la Triología Petrina.


En el lado izquierdo del altar mayor, encontramos el conocido como "Trilogía Petrina", llamado así por la iconografía representada en él. Está realizado en mármol griego de Paros (mármol muy fino que se extraía del monte Parpessa en la isla griega de Paros), y se data entre 340-350. La obra se ha relacionado con los mismos artífices que tallaron el sarcófago conocido como "De los dos hermanos" (340-350), conservado en el Museo Pío Clementino del Vaticano de Roma.


Antes de su restauración, llevada a cabo en 1991, era utilizado como mesa altar, carecía de tapa, la cual había sido sustituida por una capa de ladrillos y yeso. Estaba encastrado en la pared, y al extraerlo apareció el sarcófago de brocatel de Tortosa, que anteriormente hemos comentado.


No hay que olvidar que los sarcófagos cristianos, no se limitaban a la narración figurada de los hechos que representaban, sino que encerraban en su conjunto un simbolismo místico. Tanto este sarcófago, como el que veremos después, pertenecen al tipo de "sarcófagos de friso continuo". En el de la Trilogía Petrina, vemos diversas escenas de la vida de san Pedro, pero solo en su parte frontal. De izquierda a derecha podemos ver: el milagro de la fuente, el arresto de san Pedro, la escena del canto del gallo, una orante, la curación del ciego, el banquete de Caná y la resurrección de Lázaro. Todas las escenas se narran seguidas, sin ningún tipo de separación, representando el poder espiritual del Señor y el misterio de la Eucaristía.


Podemos dividir el sepulcro en dos partes iconológicamente, la parte izquierda que pone en evidencia el poder de apóstol san Pedro, frente al de la derecha, en el que relata tres milagros de Jesús, dos relacionados con la Eucaristía, y el último con la resurrección.


Escenas de la vida de san Pedro. Triología Petrina.


En la primera escena se puede ver el milagro de la fuente, en la que san Pedro, una vez en prisión, hizo manar agua de una roca para bautizar a dos soldados que lo custodiaban, que aparecen arrodillados a sus pies. Durante mucho tiempo esta escena, en los sarcófagos de la primera mitad del siglo IV, se interpretaba como el milagro de Moisés; pero la nueva lectura fue gracias a los gorros que portan los soldados que custodian a san Pedro. Estos, se cubren con los "pileus pannonicus", típicos gorros que llevaban los "apparitores romanos" o ayudantes de los magistrados, hacia el 330 d. C., y que nunca fueron utilizados por los judíos, por ese motivo el personaje representado tiene que ser san Pedro.


La siguiente escena es el arresto del santo, en la que aparece Pedro vuelto de espaldas, llevando una vara taumaturga en la mano izquierda, mientras es sujetado por un soldado por el antebrazo derecho. Desgraciadamente a todo el grupo les falta la cabeza. En cuanto al pasaje del canto del gallo, apenas se distingue, ya que están muy deterioradas las escenas; se vislumbra la figura de san Pedro, a la izquierda, que señalaría al gallo, que ha desaparecido; y la de Jesús, de frente, contemplando el suceso.


La Orante. Triología Petrina.


En el centro se sitúa la Orante, vestida con stola, palla, calceus cerrado y con la cabeza velada; en la parte inferior izquierda, a sus pies, aparece "la piedra angular de la iglesia", representando a Pedro; a la derecha de la Orante un acompañante, que puede ser un ángel. En el arte cristiano es muy frecuente la representación de acompañantes, las figuras principales rara vez se presentan solas, bien son personajes sagrados, o ángeles.


En la iconografía de los sarcófagos cristianos también aparece con frecuencia una figura femenina, de pie, en posición frontal, con los brazos alzados y las manos extendidas, y a veces con los ojos elevados hacia el cielo, se le ha identificado como la imagen de la Orante. Muchos autores ven en esta imagen la representación de la difunta, o del alma de la misma, una imagen de adoración o de acción de gracias.


Milagros de Cristo. Triología Petrina.


En la parte derecha, la curación del ciego, muy deteriorada, en la que vemos a Jesús tocando lo que presumiblemente eran los ojos del ciego (ya que no se conserva apenas ningún resto); a continuación las bodas de Caná, el primer milagro significativo y público de Jesús, en la que aparece el mismo, al que le falta la cabeza, con la vara taumaturga, y a sus pies tres hydras donde se guardaba el agua que milagrosamente convirtió en vino, al fondo un acompañante contempla la escena. Siguiendo hacia la derecha, una figura barbada lleva en un cesto unos peces, y, dando la espalda al espectador, Jesús pone su mano sobre ellos, se trata del milagro de la multiplicación de panes y peces, que simboliza la Eucaristía. La última escena representa la resurrección de Lázaro, en la que vemos a Jesús, descabezado, flanqueado a la izquierda por un acompañante barbado, y a la derecha por un pequeño templo funerario con su frontón sobre dos columnas, que simboliza la tumba de Lázaro; en la parte inferior, junto a las escalinatas que ascienden hacia la puerta de entrada al sepulcro, aparece Marta, la hermana de Lázaro, arrodillada y vestida con túnica y palla, cubriéndose con un velo, y juntando sus manos, a modo de súplica, hacia la figura de Jesús (la escena es una prefiguración de la resurrección del propio Jesucristo).


Sarcófago conocido como “de la Receptio Anime”.


Este magnífico sarcófago está labrado en mármol del Proconeso (Mar de Mármara en Turquía), por tres de sus cuatro lados, y fechado entre 330-340 d. C. En cuanto al taller en el que se confeccionó, por paralelismo iconográfico, está muy próximo a los conocidos como "sarcófago de Martos" (Museo de Jaén), "sarcófago Dogmático" de Letrán o de los "Dos Testamentos" (Museos Vaticanos), y al artífice que realizó el arco de Constantino en Roma. Las similitudes se fundamentan en la estructura de algunas de las escenas, la forma de los pliegues, etc.


En ambos sarcófagos el sentido de la lectura de las escenas representadas son de derecha a izquierda, tanto en los dos laterales, como en el friso central (cuando lo más común es de izquierda a derecha). La lectura iconológica, siguiendo las teorías del profesor Antonio Mostalac, sería la siguiente: en los laterales se representan escenas de la Antigua Alianza, con el Viejo y Nuevo Adán, y la redención del Pecado Original por el sacrificio de Jesús. En el friso principal, entre el cielo y la tierra, la representación de diversas escenas que en el fondo conectan con la fe, la esperanza, y la caridad.


Hasta el año 1997, que se reformó la cripta y se restauraron los restos en ella conservados, este sarcófago estaba situado en uno de los arcosolios del muro de la Epístola, y una vez rehabilitado se trasladó al lugar que hoy en día podemos admirar, por los cuatro lados.


Este sarcófago no fue labrado para contener los restos de santa Engracia, ya hemos comentado que fue encontrado, entre los siglos V-VI y trasladado a la cripta de las Santas Masas. En donde se le realizó una abertura en la parte posterior para "obtener reliquias de contacto o brandea" (que luego explicaremos).


Sarcófago “de la Receptio Anime”, lateral derecho.


Este sarcófago es único en su género, en el que se representan dos atlantes pisando la parte inferior de la caja, símbolo de la tierra; mientras sostienen la parte superior del sarcófago, que en realidad representa la bóveda celeste, iconografía inusual en la época.


Los dos laterales narran escenas de la "Antigua Alianza", en el lateral derecho, la desobediencia de Adán y Eva en el Paraíso Terrenal; y en el izquierdo, la entrega de los símbolos del trabajo por parte de Dios Hijo (como parte del castigo por el Pecado Original). La entrega la realiza Dios Hijo, no Dios Padre, entrando en este sentido en la llamada ley de la subrogación, en la que Jesús, sustituye a Dios Padre, convirtiéndose en el redentor del pecado primigenio.


Sarcófago “de la Receptio Anime”, lateral derecho. Pecado Original.


La lectura comienza en el lateral derecho, con la representación del Pecado Original, Adán y Eva en el Paraíso. Adán aparece desnudo, sujetando con su mano izquierda una hoja de parra, mientras levanta su mano derecha con un gesto de coger la manzana; en el centro el "árbol del Bien y del Mal", del que asoma la cabeza de la serpiente mirando hacia Eva, que también desnuda, se tapa con una hoja de parra con su mano izquierda, mientras con su mano derecha se lleva a la boca la manzana del pecado original. Detrás de Eva, aparece un personaje imberbe (considerado como un personaje sagrado o un ángel), y en la parte inferior del árbol, a ambos lados, los símbolos del trabajo, un cordero, a los pies de Eva, y un haz de espigas, junto a Adán.


Siguiendo el estudio de Mostalac, en este lateral se plasma a Adán cometiendo el pecado Original, es el viejo Adán; y en el lateral izquierdo se representa la redención de ese pecado, simbolizada por el nuevo Adán, en la figura de Jesús, como luego veremos.


En el listel podemos leer la siguiente inscripción: ISAC ADAN EVVA.


Otra curiosidad de este sarcófago es el material con el que fue hecho, es mármol de Proconeso, sacado de las canteras de la isla de Mármara (Turquía), situada en el Mar del mismo nombre. Es un mármol con irisaciones grisáceas y bandas paralelas de tonos grises más oscuros a grises azulados (lo podemos ver en claramente en este lateral, en el árbol y en la figura de Adán). Este mármol es conocido también como "mármol fétido", ya que al trabajar la pieza el escultor, de ella salía un olor, como nos comenta el profesor Mostalac "a huevos podridos" (recomiendo que veáis la conferencia que el mencionado arqueólogo impartió hablando de este sarcófago, ver bibliografía).


Atlante.


A ambos extremos del sarcófago, ya hemos comentado, vemos una de las iconografías más curiosas de este sarcófago. Se trata de la representación de dos atlantes o telamones, figuras masculinas, que van desnudas y alzan sus brazos para sostener, lo que teóricamente era la tapa del sarcófago, pero lo que realmente representa es la esfera celeste. Tanto el friso central del sarcófago como estas dos figuras son lo que "convierten a esta obra en una pieza original", dentro del arte paleocristiano de la primera mitad del siglo IV d. C.


Vista lateral del lado izquierdo del sarcófago.


En este lateral también vemos claramente las irisaciones que hace el mármol del Proconeso.


La Redención de Cristo, lateral izquierdo del sarcófago.


En la parte izquierda aparece un personaje barbado (personaje de acompañamiento, o para algunos la figura de Dios Padre Juez), con túnica y palio, que toca con su mano derecha el hombro de Adán, quien dirige su mirada hacia el personaje central, que no es más que Cristo, que aparece vestido como cualquier otro personaje de la composición, con una simple túnica, palio y sandalias. Jesús porta en su mano derecha un haz de espigas; y en la izquierda, el cordero al que agarra por las patas (símbolos del pecado cometido por los protoparentes). Eva, situada a la derecha de Jesús, dirige hacia él su mirada. Estos símbolos los podemos ver repetidos en numerosos sepulcros cristianos (unos los ponen en relación con los símbolos del trabajo en conexión con el pecado cometido; el cordero y el haz de espigas con las ofrendas de Caín y Abel, o incluso con la Eucaristía). Esta escena es la primera representación escultórica de Jesús en tierras aragonesas (en palabras de Mostalac).


Ambos laterales están relacionados, ya que el izquierdo sigue la iconografía comenzada en el lateral derecho, representando a Dios Hijo ( y no al Verbo o Dios Padre). Es lo que se conoce en iconografía como la subrogación, o el reemplazo de un personaje por otro, en este caso el de Dios Padre por la de Dios Hijo. En el sarcófago de la Triología Petrina, lo hemos visto en el caso de Moisés y san Pedro.


Jesús lleva los símbolos del trabajo, el cordero y el haz de espigas. Este episodio aparece en los textos de san Pablo a los Romanos 5-12-14: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre (Adán), y por el pecado la muerte"...; Romanos 5-18-19: "Porque como por la desobediencia de un hombre (Adán) los muchos fueron constituidos pecadores, así por la obediencia de uno (Jesús) los muchos serán constituidos justos". Es la promesa de la redención del pecado original por parte del Hijo de Dios.


En los dos laterales del sarcófago se representa el "paralelismo mesiánico del Viejo (Adán) y Nuevo Adán" (Cristo). Adán y Eva pecan y se les entrega los símbolos del trabajo, consecuencia de su pecado; pero en realidad, el que recibe esos símbolos es Jesús, que será, con su sacrificio, el salvador del mundo.


Esta interpretación iconográfica la encontramos únicamente en este sarcófago zaragozano y en el Dogmático de Roma, constituyendo ambos, piezas "muy singulares" en el panorama del arte paleocristiano de mediados del siglo IV.


Vista frontal del sarcófago de la Receptio Animae:


Este sarcófago tiene una gran calidad artística en el panorama de la escultura paleocristiana. En lo que respecta al friso central, en épocas anteriores se llegó a plantear que se representaba la Asunción (por la figura femenina a la que Dios acoge), iconografía no existente en ese momento. Vemos en el frente tres figuras femeninas vestidas de igual manera, con stola, palla, calceus cerrado, cabello con raya en medio y con la cabeza velada, es decir se representa a la misma mujer en tres momentos de su vida o de su muerte. En realidad es el juicio particular del alma de una difunta.


En los listeles superiores e inferiores podemos ver una serie de inscripciones que fueron realizadas alrededor del siglo VII, no sabiendo con certeza su significado, pudiera ser "invocaciones que los fieles zaragozanos del siglo VII rezaban a modo de letanía", es decir una "commendationis animae", encomendando las almas de los difuntos, en este caso a: Job, Aarón, Engracia, Pedro, Floria, Pablo, Sixto, Zaqueo, Moisés, Marta y Jacob. Estas inscripciones fueron por vez primera publicadas en 1737, por el abad de santa Engracia fray Benito Martón en su obra sobre la basílica. La inscripción completa es:

en el listel superior del frontal: Crismón / ZO ARON INCRATIVS PETRVS FLORIA PAVLVS Crismón.

En el listel inferior del frontal: MARTA ZACO ZO.

En el lateral derecho: ADAN.

En el lateral izquierdo: EVA ADAN crismón EVVA.


Escenas de la Receptio Animae.


La primera escena que podemos ver (de izquierda a derecha) en el sarcófago de la "Receptio Animae", es la que se había interpretado como la curación de la hemorroisa, pero mirando detenidamente la figura femenina, vemos que se encuentra arrodillada, con las manos extendidas, no tocando la túnica de Jesús, como se plasma en los textos.


Poniendo en conexión las tres escenas en las que aparece la figura femenina, es más lógico pensar que lo que realmente se ha querido representar es el alma de una mujer que implora a Jesús Juez por su salvación. Éste, a su vez, coloca su mano derecha sobre la cabeza de la difunta con gesto de perdón, como nos narra san Pablo en 2 Corintios 5, 10: "Porque todos nosotros hemos de aparecer... delante del tribunal de Cristo, para que reciba cada cual el pago de lo hecho..."


Estamos, como bien dice Mostalac, ante "uno de los escasos documentos en donde por primera vez vemos representado el "juicio particular del alma", en este caso de una mujer cristiana romana. Esta escena en la que Jesús muestra su naturaleza divina tiene su significación. En el año 325 el arrianismo golpeaba al cristianismo; el emperador Constantino convocó el Concilio de Nicea para poner bien patente la naturaleza divina de Cristo y la redención (hechos que Arrio negaba rotundamente). Una vez plasmados estos temas fehacientemente en el mencionado Concilio, el emperador se preocupó de propagarlo a través de las obras de arte que mandó hacer, potenciando desde ese momento las representaciones de la Santísima Trinidad, la redención del Pecado Original por parte de Cristo, y la imagen de Cristo Juez.


El sarcófago de la "Receptio Animae" se realizó en Roma, y en él se plasmó el "Ciclo del Viejo y Nuevo Adán", y la representación de Jesús como Juez y redentor, en una auténtica propaganda antiarriana.


Detalle sarcófago Receptio Animae.


Detalle de Jesús imponiendo la mano derecha sobre la cabeza de la mujer, que como hemos comentado, se mantenía que era la curación de la hemorroisa, pero haciendo un estudio general de las tres escenas, se ha llegado a la conclusión que es el alma de una difunta acogida por Jesús para su Juicio particular.

En el borde superior del sepulcro podemos leer parte de la inscripción: ZO / ARON; en la parte inferior, y debajo de la figura femenina: MARTA.


La Orante. Receptio Animae.


En la escena central siguiente aparece la figura de una orante, acompañada por dos figuras masculinas, que la contemplan (considerados o bien apóstoles o ángeles). En algunos casos, se ha llegado a considerar que representaban a san Pedro y san Pablo, cosa muy improbable, ya que en la época en la que se hicieron los sarcófagos esta iconografía no era nada frecuente. La mujer aparece vestida con stola y palla, levantando sus brazos en actitud de orar (aunque ha perdido los antebrazos).


En la parte superior vemos la inscripción: ARON / INCRATIV / PETRV. En la parte inferior: ZAC


Detalle de la inscripción en el borde del sarcófago: ZO ARON INCRATIV.


Receptio Animae o mano de Dios Padre acogiendo el alma de la difunta.


En la fotografía podemos observar la escena que da nombre al sarcófago. El alma de la difunta extiende su mano derecha hacia la parte superior, que simboliza el cielo, del que surge la Mano de Dios, que coge la mano del ánima y le entrega el premio de la salvación por sus buenos actos. La figura femenina está flanqueada por dos figuras masculinas (son figuras de acompañamiento), la de la izquierda lleva en su mano izquierda un libro, quizás el "Libro de la Ley", algunos historiadores ven en estos acompañantes a san Pedro y san Pablo (al que le falta la cabeza), santos o ángeles.


A finales del siglo XIX se interpretó como la Asunción de María, pero esa interpretación no es la que hoy se considera.


En el sarcófago de los "Dos Hermanos", encontramos también la representación de la Mano de Dios, pero en este caso para entregar las tablas de la Ley a Moisés, y para detener a Abraham cuando iba a sacrificar a su hijo Isaac.



Detalle de la Receptio Animae.


Detalle de la Receptio Animae, en la que vemos a la figura femenina extendiendo su brazo derecho hacia lo que se representa como el cielo, del que surge la Mano de Dios.


Milagros de Jesús. Sarcófago Receptio Animae.


En estas dos escenas finales del friso central, se puede ver la curación del ciego y las bodas de Caná, primer milagro realizado por Jesús. En la primera vemos que a la figura de Jesús le falta la cabeza, pero es identificado porque con su mano derecha toca los ojos del ciego de nacimiento, representado por un niño con los brazos caídos y que es sujetado por un acompañante que se sitúa detrás de él.


A continuación, vemos el pasaje del milagro de la conversión del agua en vino, o las bodas de Caná. Es la escena que se encuentra más deteriorada, ya que a todas los personajes les falta la cabeza. La figura de la izquierda es Jesús que porta una vara en la mano derecha, y con ella está tocando las hydras llenas de agua, mientras en su mano izquierda porta el libro de la Ley, al igual que la última figura de la derecha.


Abertura para obtener reliquias solidas del sarcófago de la Receptio Animae.


Ya hemos comentado, al hablar del sarcófago de brocatel de Tortosa, que a través de él se podían obtener reliquias líquidas que se pusieron de moda a lo largo de los siglos IV-VI, pero con el tiempo se fue perdiendo esta costumbre, surgiendo la costumbre de conseguir reliquias solidas, de contacto o "brandeae". El sacerdote introducía por la oquedad que vemos en la parte posterior del sarcófago una tela de lino, con la que tocaba los restos martiriales que se conservaban dentro de la caja, convirtiéndose ese trozo de lino en una reliquia sólida que se utilizaba para consagrar las aras.


Nave del lado izquierdo de la cripta.


Adosados a los muros, podemos ver varios sarcófagos fabricados en yeso, encontrados en excavaciones por la zona. Algunos con inscripciones visigodas.


Urna con los relicarios de los santos.


También en el lado izquierdo, bajo un arcosolio, se conserva una urna con los relicarios, enfundados en urnas de plata, que cobijan los cráneos de Santa Engracia, de su tío san Lupercio y de san Lamberto, así como el clavo con el que fue martirizada santa Engracia.


A comienzos del siglo XV, el Papa Benedicto XIII (1394-1423), donó un busto relicario para contener el cráneo de Santa Engracia, esta pieza fue destruida en 1810, posteriormente se realizó otro relicario de plata en donde se conserva actualmente el resto de la mártir.


Nave lateral derecha.


Al igual que en la nave lateral izquierda, vemos varios sepulcros y restos martiriales, bajo arcosolios.



Hasta aquí este pequeño estudio de los grandes tesoros que guarda la cripta de una de las iglesias con más historia de Zaragoza, donde se conservan los restos de la primera patrona de nuestra ciudad.


No quiero despedirme sin agradecer la ayuda que me ha prestado Miguel Rodríguez, miembro de "FAETÓN, servicios educativos", que con gran desvelo nos da a conocer los secretos de esta maravillosa basílica, os pongo el enlace por si a alguno le interesa la interesante visita: https://www.educafaeton.es/?fbclid=IwAR2WShsLAj8NFyfCPqWkrd8TOCAzQ8zQXzdXxLCKqckg0eG8QRaRCqnjvHs



¡¡¡Hasta el próximo vuelo!!!




BIBLIOGRAFÍA:


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-MOSTALAC CARRILLO, A; y GUIRAL PELEGRÍN, Carmen: Un molde para la fabricación de ampullae metálicas hallado en las excavaciones del teatro de Caesaraugusta (Zaragoza): https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/35/21/46mostalacguiral.pdf


-MOSTALAC CARRILLO, A: El debate teológico de un sarcófago en Santa Engracia: https://www.youtube.com/watch?v=fRBUBualkpQ


-Planos y mapas de Aragón: http://planosymapasdearagon.blogspot.com/


-SOTOMAYOR, M.: Sarcófagos romano-cristianos en España. Estudio iconográfico, Granada, Facultad de Teología, 1975, pp. 159-169.


-VV.AA.: Las artes en Aragón durante el reinado de Fernando el Católico (1479-1516). Zaragoza, Diputación Provincial, “Instituto Fernando el Católico”, 1993.


-VV.AA.: Santa Engracia. Nuevas aportaciones para la historia del monasterio y la basílica. Zaragoza, Ayuntamiento, 2002.


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