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Santa Ana Triple. Damián Forment. Museo Provincial. Zaragoza


En el museo Provincial de Zaragoza encontramos esta deliciosa escultura, obra atribuida al escultor Damián Forment, y datada hacia 1532. Está situada en una de las dos salas dedicadas al Renacimiento que el Museo abrió en el año 2019. Es una obra inédita, perteneciente a un coleccionista particular, y que actualmente está en depósito en el Museo de Zaragoza.

Damián Forment, del que ya hemos comentado alguna obra en anteriores artículos, fue uno de los mejores escultores del siglo XVI en España. Aunque su nacimiento se sitúa en Valencia y su muerte, en 1540 en Santo Domingo de la Calzada, donde estaba realizando el retablo mayor de la Catedral; su vida personal y profesional se desarrolló en tierras aragonesas; siendo considerado el mejor escultor renacentista aragonés (otros artículos sobre este insigne escultor, podéis encontrarlos en el buscador del blog, poniendo Forment).


Esta pequeña talla, en perfecto estado de conservación, representa la genealogía directa de María, por línea materna: Santa Ana, la Virgen y el Niño, conocida también como Santa Ana Triple o Santa Generación. La iconografía de Santa Ana Triple es un modelo característico del arte del medievo. Ensalzando a la Madre, se reafirmaba la pureza de la Hija, con el tiempo la representación de Santa Ana Triple, llegó a tener un significado inmaculista.


El culto a santa Ana se desarrolló en Oriente hacia el siglo VI y de allí pasó a Occidente dos siglos más tarde, cuando se construyó en Roma el templo de Santa María Antigua para guardar las reliquias que se conservaban de la santa. A partir del siglo XIII su representación fue más frecuente, coincidiendo con la inclusión de su historia en la Leyenda Dorada de Jacopo de la Voragine.


Desarrollándose su culto, sobre todo en los siglos XIV, XV (sobre todo tras incorporar en 1480 su celebración al calendario romano por parte del Papa Sixto IV, creándose cofradías y levantándose altares en su honor); decayendo en el XVI, a raíz del Concilio de Trento (1545 y 1563), en el que se ordenó que las imágenes fueran representadas siguiendo los textos de las Sagradas Escrituras, sin caer en errores o suposiciones.


Y es que la figura de Santa Ana solo es mencionada en los textos apócrifos (Protoevangelio de Santiago, Evangelio de la Natividad de María, Evangelio del pseudo Mateo y las tradiciones medievales, cuya difusión se debieron a las visiones, en 1406, de santa Colette de Corbie abadesa y reformadora clarisa, quien vio acercarse a santa Ana con sus tres hijas, revelándole, la misma santa Ana, que se había desposado en tres ocasiones: con san Joaquín, con el que tuvo a María; con san Cleofás, hermano de san Joaquín, con el que tuvo a María de Cleofás; y con Solas (o Salom), con el que tuvo a Santa María Salomé). Estos textos no son admitidos por la iglesia, ya que solo lo son los Evangelios Canónigos y en estos no es mencionada. Por ese motivo tras el Concilio de Trento el tema de santa Ana fue menos tratado, aunque se conservan ejemplos realizados en el siglo XVII.


En lo que respecta a Aragón, la devoción a Santa Ana fue grande, sobre todo en el siglo XV; hasta el punto que en 1501 el Papa Alejandro VI expidió una bula concediendo indulgencias a todo aquel que visitase la Santa Capilla del Pilar, en la festividad de Santa Ana (26 de julio) y asistieran a la procesión que se celebraba en la ciudad, sacando el relicario de Santa Ana Triple que se conserva en la Basílica del Pilar.


Esta obra, atribuida al gran Forment, es el modelo más renacentista que el escultor realizó sobre esta iconografía, ya que se conocen hasta cuatro composiciones diferentes sobre ella. Este modelo sigue los enunciados de Andrea Sansovino para representar la "Santa Ana Triple", realizada para la iglesia de san Agustín de Roma en 1515, en la que nos representa a dos matronas romanas, madre e hija con su hijo, en un momento de intimidad.

El grupo iconográfico de Forment tiene una composición horizontal, en la que madre e hija se sitúan las dos sentadas y el Niño hace de nexo de unión de ambas, ya que se sitúa en el centro, y con sus gestos enlaza a las dos. En esta representación se nota el deseo de engrandecer a María a través de su genealogía, y remarcar la devoción a su madre, que ocupa un lugar preeminente e incluso es de tamaño mayor que María.


Estamos ante una obra de madurez del escultor, en la que podemos contemplar un magnífico trabajo en el modelado del alabastro. serenidad clásica en la talla, elegancia en la disposición de las figuras y un perfecto estudio anatómico de las esculturas, que se vislumbra a través de las vestiduras que se adaptan perfectamente a los cuerpos.

La figura del Niño está colocada en contrapposto en diagonal, de pie sobre un libro que se encuentra en el halda de María, símbolo de la sabiduría que será transmitida por Santa Ana a María y a Jesús. El Niño vuelve su cabeza mirando el pecho que le ofrece su madre; mientras sus brazos giran hacia santa Ana, poniendo de ese modo, con el mencionado contrapposto, en contacto a las figuras de la Virgen y de santa Ana.


Cada uno de los personajes está trabajado individualmente, inspirándose, en los rostros, en obras de Rafael y de Leonardo Da Vinci.

El niño, presentado como un pequeño gracioso y rollizo, articula la composición, incorporando a la escena gran espontaneidad al girarse hacia su madre que le presenta el seno para darle de mamar. El Niño está semidesnudo, solo cubierto por un ligero paño, presentando su cuerpo rollizo que gira en un movimiento que contrasta con la serenidad de las figuras de María y Ana. El escultor ha captado el momento de una escena íntima cotidiana.


La talla de la Virgen está dentro del estilo de Rafael, e influida por los grabados del dibujante y grabador italiano del siglo XVI, Marcoantonio Raimondi.


Representa a una joven bella, vestida con una túnica ceñida por una cinta a la cintura, y cubierta su cabeza por un ligero velo que deja entrever su ondulado cabello, peinado con raya en medio.


Ladea ligeramente su cabeza dirigiendo la mirada hacia su hijo, situado a su izquierda, mientras que con su mano derecha, de finos dedos, ofrece su pecho al Niño, que vuelve su rostro hacia ella.


Forment ha representado a Santa Ana muy en consonancia con las tallas realizadas en el retablo mayor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza y en el de santa Ana de la catedral de Huesca.

En lo que respecta a la talla de Santa Ana que hoy nos ocupa, su rostro es grave y sereno, reflexivo, como presintiendo el dramático final de su nieto, al que con ternura sostiene con sus manos. Es una mujer madura, que viste amplia túnica, ceñida a su cintura por un cíngulo, y lleva su cabeza cubierta por una toca, y sobre ésta un manto que le cubre todo el cuerpo y oculta su cabello.


El culto a santa Ana se relaciona a cualquier tema vinculado a la maternidad, siendo también abogada de la buena muerte. El grupo de la triple generación fue tomado también por los seguidores de la Inmaculada, como los franciscanos.



Hasta aquí esta deliciosa y bella escultura de Damián Forment; uno de los artistas más importantes de la Corona de Aragón y uno de los introductores del estilo renacentista en la Península. Sus grandes obras, como los retablos del Pilar, de las iglesias de san Pablo, de la Magdalena, de san Miguel, de Zaragoza; de la catedral de Huesca, por hablar de Aragón, son representativas de su buen hacer; pero también salieron de su taller y de su mano obras más pequeñas, dignas de admiración. Espero que os haya gustado.



Hasta el próximo vuelo.




BIBLIOGRAFÍA:

-VV.AA.: Aragón y la pintura del Renacimiento. Museo e Instituto “Camón Aznar”, Zaragoza 1990.

-VV.AA.: El esplendor del Renacimiento en Aragón. Museo de Zaragoza. Febrero-mayo 2010.

-MORTE GARCÍA, M.Carmen: Damián Forment. Escultor del Renacimiento, Zaragoza, CAI, 2009.


-RÉAU, Louis (1996): Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia. Nuevo testamento, T. 1, Vol. 2, Ediciones del Serbal, Madrid.

-Antonio Ponz, "Viage de España", 1788, tomo XV, carta primera, 48.

-BELTRAN LLORIS, Miguel: Museo de Zaragoza. Sección de Bellas Artes, Zaragoza, Ibercaja, 1990.

-VV.AA.: El retablo mayor de la catedral de Huesca. Restauración 1996, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1996.

-Catálogo Exposición “Damián Forment , escultor renacentista”, Zaragoza, Palacio de Sástago desde el 15 de marzo al 5 de mayo de 1996.

- CARDESA GARCÍA, Mª Teresa: La escultura del siglo XVI en Huesca 1. El ambiente histórico-artístico, Huesca, Diputación “Instituto de Estudios Altoaragoneses”, 1996.

-CARDESA GARCÍA, Mª Teresa: La escultura del siglo XVI en Huesca 2. Catálogo de obras, Huesca, Diputación “Instituto de Estudios Altoaragoneses”, 1996.

-CRIADO MAINAR, Jesús: Los bustos relicarios femeninos en Aragón 1406-1567.: https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/34/06/15criado.pdf


-RODRÍGUEZ PEINADO, Laura (2017): "Santa Ana Triple", Base de datos digital de iconografía medieval. Universidad Complutense de Madrid: https://www.ucm.es/bdiconografiamedieval/santa-ana-triple

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