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Virgen del Pilar. Francisco de Goya y Lucientes. Museo Provincial. Zaragoza.


Francisco de Goya siempre tuvo gran devoción a la Virgen del Pilar, ya se lo comenta a su amigo Martín Zapater en una de sus cartas, con fecha de julio de 1780, conservada en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza, Goya le dice a su amigo: “Para mi casa no necesito muchos muebles, pues me parece que con una estampa de Nuestra Señora del Pilar, una mesa, cinco sillas, una sartén, una bota y un tiple y asador y candil todo lo demás es superfluo”.


En las actas de la sesión de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, celebrada el 27 de diciembre de 1925 se plasmó que doña Francisca (algunos autores la nombran como Manuela) Lucientes, descendiente de Goya, había ofrecido la venta dos cuadros que tenía de su insigne antepasado, uno era la muerte de san Francisco Javier, y el otro una imagen de la Virgen del Pilar con ángeles.


Posteriormente el 11 de abril de 1926, en el libro de Actas del Patronato del Museo de Zaragoza se recoge un informe elaborado por los pintores Joaquín Pallarés y Luis Gracia en el que recomendaban la adquisición de los cuadros por parte de la Academia y del Museo. Tras lo cual, la Junta del Patronato del Museo, presidida por don Mariano Pano, da el visto bueno para la compra de ambos óleos por la cantidad de seis mil pesetas, pagadas en doce plazos de quinientas pesetas. Esta compra se realizó para conmemorar el primer centenario de la muerte del gran pintor aragonés.


La obra es de gran sencillez, ya que en realidad es una pintura de devoción realizada para su familia materna. Con seguridad fue pintada en la etapa juvenil del pintor, hacia 1772-75, tras regresar de su viaje a Italia (1771) y poco antes de ir a Madrid (1775). Seguramente lo pintó para su tío, Miguel Lucientes, hermano de su madre, ya que la persona que lo vendió al Museo era descendiente directo del tío del pintor. La cronología apuntada se afirma por el dibujo a lápiz negro que se conserva en la página 134 del “Cuaderno italiano” (conservado en el Museo del Prado) realizado en su estancia en Italia.


El conocido como “Cuaderno italiano” contiene una serie de dibujos, anotaciones y datos biográficos que el pintor realizó en su viaje a Italia. Este Cuaderno lo adquirió el Museo del Prado en 1993.

Estamos ante una obra muy abocetada y de vivo colorido, en cuyo centro de la composición se encuentra la Virgen sobre el sagrado pilar, rodeada de una corte de querubines, y sosteniendo al Niño en su brazo izquierdo. Los rasgos de los angelitos están realizados a punta de pincel, destacando también la fina encarnación de los mismos, muy cercanos a los que podemos ver en los realizados en el Coreto de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar.


Es una obra con influencia de la pintura de José Luzán y Francisco Bayeu, en los fondos ocres y amarillos.

Las figuras están muy difuminadas, los rostros son simples borrones, no así el manto de la Virgen que está realizado con un tratamiento más minucioso. María recoge un amplio pliegue del manto con su mano derecha cubriendo su abdomen y parte de sus piernas.


El Niño descansa sentado sobre la mano izquierda de la Virgen, sujetándolo con su brazo. Aparece desnudo, girado hacia la izquierda, con las piernas extendidas sobre el pecho de su madre. Con su mano izquierda sujeta un pajarito, símbolo de la divinidad o del alma humana, mientras con su mano derecha coge el borde del manto materno.


A la Virgen se la representa como Reina y Madre, con corona real. Luce un manto ocre que le sirve de capa y tocado, sobre el que lleva la corona.


De la Virgen surge un haz de luz que ilumina toda la composición. Está rodeada de un rompimiento de cielo en el que vemos grupos de querubines que rodean a la imagen, algunos realizados a la grisalla, y con cierta "macrocefalia", de factura muy goyesca.


Esta pintura fue restaurada en 1986, ya que se encontraba muy deteriorada, reconstruyéndose las dos cabecitas de los querubines que están situados en la parte superior; la restauración se realizó por medio de la técnica de "rigattino". "El rigattino es una técnica de reintegración que juega con la interpolación de los colores mediante trazos o líneas verticales. El color es aplicado con acuarela sobre un fondo blanco, aprovechando la transparencia de este procedimiento pictórico".

En la parte inferior del Pilar, entre oscuras nubes, revolotean tres angelitos mofletudos, portando paños o mantos de color rojo y azul, con la intención de cubrir el Pilar sobre el que está la Virgen.

Detalle de los angelotes de la parte inferior izquierda.


Hasta aquí esta pequeña, pero gran obra, de nuestro insigne pintor aragonés. Espero que os haya gustado.


Hasta el próximo vuelo.



BIBLIOGRAFÍA:


-BORRAS GUALÍS, Gonzalo: Monográfico: Goya. Nuevas visiones: https://www.unizar.es/artigrama/pdf/25/2monografico/monografico.pdf


-BELTRÁN LLORIS, Miguel: Guía del Museo de Zaragoza.


-ANSÓN NAVARRO, Arturo: Goya y Aragón. Familia, amistades y encargos artísticos. Zaragoza, CAI, 1995.


-CAMÓN AZNAR, José: Francisco de Goya, Zaragoza, CAZAR, 1980-82.


-GASSIER, Pierre; Y WILSON, Juliet: Vida y obra de Francisco de Goya. Reproducción de su obra completa: pinturas, dibujos y grabados. Barcelona, Ed. Juventud.S.A. 1974.


-GOYA, Francisco de: Diplomatario, Zaragoza, Librería General, 1986.


-“La obra pictórica completa de Francisco de Goya”. Clásicos de Arte nº 17. Barcelona, Noguer-Rizzoli editores, 1976. Zaragoza, CAZAR, 1986.


-Goya joven (1746-1776) y su entorno, Zaragoza del 21 de noviembre al 20 de diciembre de 1985, Museo e Instituto "Camón Aznar".


-MORALES Y MARÍN, J.L.; y RINCÓN GARCÍA, W.: Goya en las colecciones aragonesas, Zaragoza, Ed. Moncayo, 1995.


-MERCADO HERVÁS, Marina S. : Técnicas y procedimientos de reintegración cromática. Cuadernos de restauración, nº 7, 2009.


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