"Copla Alusiva". Juan José Gárate. Museo Provincial. Zaragoza.
Estamos ante uno de los grandes pintores de la pintura costumbrista aragonesa, reflejando en su obra las costumbres de esta bendita tierra de principios del siglo XX; pero Gárate también fue un gran retratista, miniaturista y paisajista, vendiendo numerosa obra en países como Alemania, Francia o Bélgica. Y como se dice actualmente, tenemos que “poner en valor” la figura de este gran pintor aragonés, relegado durante tantos años a un segundo plano en el panorama artístico de nuestro país.
El pintor nació en la localidad turolense de Albalate del Arzobispo el 11 de julio de 1869. Al morir su padre en 1879, la familia se trasladó a Zaragoza. Tan solo con doce años realizó un retrato del rey Alfonso XII que entregó al propio monarca con motivo de su visita a la ciudad, de paso hacia Canfranc (Huesca) para inaugurar la emblemática Estación en 1928. Este hecho motivó el que su talento artístico fuera conocido por la Junta Local de Primera Enseñanza, que propuso al ayuntamiento de la ciudad que se le concediera una pensión, otorgándole la cantidad de 450 pesetas anuales para realizar sus estudios.
Posteriormente se matriculó en la Escuela de Artes e Industrias de Zaragoza en donde recibió clases de pintura por el también pintor y profesor de la Escuela, Eduardo López del Plano. En 1885 fue becado por la Diputación Provincial de Teruel para ampliar sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en donde consiguió el título de Bellas Artes; y en 1890 la misma Diputación turolense le concedió una pensión para acudir a la Escuela Española de Bellas Artes en Roma, centro, junto con Paris, del arte contemporáneo en ese momento, en donde residió durante seis años, formando parte del grupo de pintores de la conocida como “Escuela de Roma”, todos pensionados para estudiar en la mencionada Escuela por el Ministerio de Estado por vía de las Diputaciones de Zaragoza y Teruel o el Ayuntamiento de Zaragoza. Las pensiones o subvenciones tenían una duración de tres años, los artistas subvencionados solo tenían obligación de vivir en Roma durante los primeros doce meses; posteriormente podían, informando antes al director, viajar por otros países de Europa para completar su formación. Todo pensionado tenía obligación de entregar al finalizar cada uno de los dos primeros años la obra que habían concretado, estas obras quedaban en propiedad del Estado español. En el último año, el artista era dueño de su obra, pero reservándose el Estado el derecho de tanteo en caso de venta.
Pero volvamos a la historia de nuestro pintor. En Roma fue discípulo de otro insigne aragonés: Francisco Pradilla, conociendo también a artistas aragoneses como Mariano Barbasán y Hermenegildo Esteban. También viajó por Alemania, Francia y Venecia, donde extendió sus conocimientos y comenzando a ser conocido, obteniendo varias medallas en Exposiciones Internacionales y nacionales de Berlín, Paris, Zaragoza y Panamá. Todo ello motivó que a su formación academicista se le unieran las nuevas ideas que se estaban desarrollando en Europa.
En el año 1898 regresó a Zaragoza donde ejerció como profesor en la Academia de Bellas Artes de san Luis, siendo nombrado académico numerario. En 1906 fue designado, junto al escultor Carlos Palao, conservador del futuro Museo Provincial de Zaragoza. Tras sus numerosos viajes por Alemania e Italia, se estableció en 1911, tras contraer matrimonio con Gloria López Manzanares, en Madrid. En la capital de España se labrará un nombre realizando retratos a los más importantes personajes de la época, temas goyescos, orientalistas, pero nunca olvidando su tierra. En Madrid vivió hasta su trágica muerte en julio de 1939, en un accidente de tráfico a la edad de setenta años.
Fotografía: wikipedia.
Gárate fue un pintor de cuadros costumbristas de temas aragoneses, en donde representaba personajes vestidos con trajes regionales, trabajando, bailando o cantando jotas, pero también cultivó el retrato (fue un gran retratista), el paisaje y otros temas diversos. Hoy hablaremos de una obra con sabor aragonés: “la Copla alusiva”, que puede considerarse uno de los primeros cuadros de la pintura regionalista aragonesa.
En el año 1904 Gárate se presentó en la modalidad de pintura a la Exposición de Artes e Industrias de Madrid con cinco obras, entre las que destacó “Copla alusiva”, un óleo sobre lienzo de 191 x 274 cm. El jurado compuesto entre otros por Joaquín Sorolla, Marceliano Santa María y Alejandro Ferrant, concedió a esta pintura una medalla de Segunda Clase.
La obra fue adquirida en 1913, por tres mil pesetas, al pintor, por orden del rey Alfonso XII con destino al Museo de Arte Moderno (hoy Museo del Prado). La Real Orden fue publicada el 27 de marzo de 1914 por la que se disponía la adquisición del cuadro con destino al Museo de Arte Moderno. Desde el año 1919 está en depósito en el Museo Provincial de Zaragoza, aunque es propiedad del Museo del Prado de Madrid.
Como curiosidad decir que existe un boceto que era propiedad de la viuda de don Eduardo Bozal de Zaragoza. Y también como curiosidad deciros, que en el Periódico del día 2 de marzo de 2014 informaban que se había vendido una “Copla Alusiva”, realizada al óleo sobre lienzo de 90,5 x 119.5 cm del aragonés Gárate por el precio de cinco mil euros, en una subasta celebrada en la Casa de subastas de Barcelona, Balclis; que bien pudiera tratarse del boceto que os he comentado; el original mide 191 x 274 cm.
Estamos ante una obra figurativa, en la que destacan el vigoroso dibujo y los fuertes empastes de colores brillantes y luminosos, recordando la pintura de Muñoz Degrain. La acción sucede en el puente del río Martín, teniendo como telón de fondo los montes de su pueblo, Albalate. Tres personajes están sentados sobre el pretil del puente pasando alegremente la tarde, bebiendo y cantando, en sus caras se refleja la alegría que sienten por el vino que han bebido de la jarra que podemos contemplar a sus pies. El pintor ha captado el momento en el cual pasan por delante del trío, una pareja de novios, y uno de ellos tocando la guitarra de seis cuerdas les canta la siguiente Copla, alusiva a la vida amorosa de la muchacha:
“Sé que te estás alabando,
de haberme dao calabazas
yo también puedo alabarme
de otras cosas que te callas”.
Los personajes visten trajes regionales aragoneses, como símbolo de identidad. En el caso del novio, viste calcillas blancas, zaragüelles o calzoncillos blancos que asoman por debajo del calzón de cordellate negro que lleva ajustado a la pierna hasta debajo de la rodilla, y amplia camisa blanca con mangas muy anchas, sobre la que lleva una ancha faja morada enrollada a la cintura, en la que apoya sus manos. Encima de la camisa lleva la popular manta de tono oscuro. Alrededor de la cabeza el pañuelo anudado en la sien, sobre el que se ha colocado una ramita de albahaca. El pañuelo es llamado actualmente cachirulo. El primero que utilizó por primera vez esa palabra fue el médico, humanista y periodista don Demetrio Galán Bergua hacia 1953.
Ella viste una elegante saya de color naranja estampada que hace juego con la blusa, de la que vemos parte de las mangas abullonadas con los puños rizados. Sobre ella un precioso mantón verde adamascado con largos flecos que lleva cruzado en el pecho cubriendo el justillo o el corpiño.
Detalle de las expresiones de los novios.
Para realizar el rostro del novio, tomó como modelo un personaje de Albalate, conocido como “El Tío Medio” (alguno de los personajes son retratos de vecinos del mismo pueblo que posaron para el pintor). Tiene una actitud seria y altanera al escuchar la copla que con picardía les está cantando el personaje que rasguea la guitarra acompañado de sus dos amigos que le ríen la gracia.
Su expresión es de gran dignidad, conteniendo la rabia que siente al oír la Copla alusiva a su novia, mirando al frente con el rostro tenso y contenido. Podemos observar los fuertes empastes utilizados para pintar la cara.
La muchacha, peinada con el clásico pelo recogido hacia atrás y en forma de “picaporte”, moño de rosca o “pelo rodao” (no se ve claramente), baja la mirada hacia el suelo ruborizada, llevándose la mano izquierda a la cara con gesto molesto al oír la copla. Son de destacar sus elegantes “pelendengues”, que junto con la vestimenta elegante que lleva, nos muestra que lleva ropa de gala o de paseo, no de diario o de trabajo.
Según parece ser la modelo que posó fue Juana Herrero, familiar del pintor.
Podemos observar el sentimiento del novio al oír la copla, en la crispación de sus manos que se agarran en la faja para contener su rabia y no enfrentarse con los tres graciosos. La fuerza con la que se “coge” la faja, hace que las venas se le marquen ostensiblemente.
Detalle de las rosas que la muchacha lleva en su mano derecha, que con toda seguridad le ha regalado su acompañante.
En el pretil del puente sobre el río Martín están los tres protagonistas de la broma. A la izquierda, el personaje cubierto con un sombrero de ala ancha, que según parece Gárate tomó como modelo al "Tío Regular", enterrador de Albalate, que ríe a carcajadas al escuchar la copla que su compañero situado en el centro está cantando y tocando con la guitarra. Mientras el personaje de la derecha escucha la jota con cara ausente (quizás debido al efecto del vino que han tomado, cuyo recipiente podemos ver en la parte inferior de la escena).
Estos personajes también están vestidos con el traje popular aragonés, pero en este caso no se ven tan elegantes como el novio.
En la parte inferior del pretil del puente podemos ver la jarra donde guardan el vino; y podemos observar con más detalle las calcillas o “medias de estribo” que cubrían la pierna hasta la rodilla pero no tenían pie. También podemos ver el típico calzado popular, la “alpargata miñonera”, con suela y puntera de cáñamo y cintas negras cubriendo el empeine.
Hasta aquí el pequeño estudio de una de las obras más conocidas de Juan José Gárate, un pintor del que Aragón tiene que estar orgulloso, ya que forma parte del Patrimonio Aragonés. Pero, como ya he comentado anteriormente, al que aún se le tiene que poner en el lugar que le corresponde.
Nos despedimos del Museo Provincial de Zaragoza, en el que nos sentimos tan a gusto. En él siempre descubrimos obras de nuestro querido Aragón que no conocemos en profundidad. Siempre recomendando su visita.
Espero que os haya gustado. Hasta el próximo vuelo.
BIBLIOGRAFÍA:
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