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Casa-Museo Joaquín Sorolla. Madrid.

La misión del museo está definida en el testamento de su fundadora, Clotilde García del Castillo, en estos términos:


La conservación y exposición al público de las obras auténticas ejecutadas por D. Joaquín Sorolla y cuantos cuadros, objetos artísticos, muebles, etc., existan en la casa 37 del Paseo del General Martínez Campos y de cuantas obras se adquieran en el futuro con destino a dicho museo”.



Joaquín Sorolla Bastida, nació en Valencia en el año 1863, fue un pintor que tuvo gran trascendencia en España y fuera de ella. Incorporó al arte español de finales del siglo XIX la gran corriente de naturalismo que se estaba dando en Europa, pero con una gran personalidad. Manejaba el color magníficamente y era un enamorado de la luz, se le conoce como el “maestro de la luz”; la convirtió en su identidad y en su legado a futuras generaciones. Su gusto por el aire libre, los efectos de luz que podemos admirar en sus obras dan a su pintura un toque muy personal. No voy a realizar una extensa biografía del insigne pintor solo un atisbo a su vida personal; sin olvidar comentar la importancia que supuso en su obra su paso por Paris (donde conoció de cerca el impresionismo), Roma (estuvo pensionado en 1885 en la Academia española de la ciudad); sus viajes a Estados Unidos, a Europa, y por España. Andanzas que forjaron un gran artista.


Autorretrato de Joaquín Sorolla realizado en el año 1909, cuando el pintor contaba con 46 años. Se ha representado en la orilla de la playa, vestido con una camisa blanca entreabierta, portando en su mano derecha un atisbo de la paleta de su oficio. Clava su mirada hacia el espectador, mientras tras él, en su Mediterráneo tan querido, un niño se baña en una superficie de reflejos malvas, verdes, azules y ocres.


Fue un pintor polifacético, en su obra podemos encontrar cuadros de historia, paisajes, retratos, escenas costumbristas, de denuncia social, pero las más conocidas son las referentes al mar, el alma de su pintura. En su vida artística podemos ver tres etapas: la primera fechada hasta 1904, se caracteriza por el costumbrismo marinero; en la segunda entre 1906-1911, aparece el pintor internacional, realizando numerosas exposiciones fuera de España, en cuyas obras vemos una combinación entre el impresionismo y el postimpresionismo; y la tercera, tras el encargo por parte de Archer Milton Huntington de decorar las salas de la Hispanic Society de Nueva York.


Autorretrato del pintor en su taller, realizado en 1910. El pintor también dirige su mirada hacia el espectador, como si descansara un momento en su trabajo. Vestido de gris y con un sombrero de ala ancha, sujeta entre sus manos la paleta y los pinceles de su oficio. Está dedicado a su querida esposa Clotilde, en la parte derecha del lienzo podemos leer: “A mi Clotilde, su Joaquín”. Es una obra en la que conjuga una pincelada casi líquida con trazos muy empastados.

Joaquín Sorolla en 1878, con 15 años, entró en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, allí se hizo amigo de Juan Antonio García del Castillo (Tono), hijo del famoso fotógrafo valenciano Antonio García. La casa de esta familia se convirtió en su segundo hogar, donde conoció a Clotilde García del Castillo, de 14 años, su futura mujer. Sorolla va a Madrid y conoce la obra de Velázquez, Goya y Ribera. En 1885 consigue una pensión para estudiar en Roma, viajando también a Paris y por Italia. En el año 1888 regresa a Valencia donde se casa con su querida Clotilde, con la que tuvo tres hijos: Elena, Joaquín y María Clotilde. Clotilde fue un apoyo en su vida importantísimo, a la cual amó hasta el día de su muerte. Se conservan 1.174 cartas dirigidas a ella (en los diferentes momentos en que él viajaba y ella se quedaba con los niños). En 1889 pasaron por Paris visitando la Exposición Universal, donde descubrió el naturalismo. Finalmente se establecen en Madrid, donde comenzó a ser muy conocido tanto en España como fuera de ella. En 1900 ganó la medalla de honor de la Exposición Universal de Paris; su fama le permitió exponer en salones de Europa, ganando poco a poco un gran prestigio internacional.


En la fotografía el retrato de Clotilde, realizado en Valencia en el año 1904. Representa a su mujer en la orilla del mar Mediterráneo, vestida con un traje blanco con reflejos malva, azules y verdes, producidos por la luz del atardecer. Clotilde está sentada mirando hacia el espectador, cubriéndose con una coqueta sombrilla, a través de la cual se filtran los rayos del sol que suavizan su rostro. El estudio de la luz es magnífico, llevando la tradición de la pintura al aire libre a su punto máximo, con una paleta inconfundible.

Gracias a su mejor posición económica, en 1905, compró un solar en el entonces llamado Paseo del Obelisco (hoy Paseo General Martínez Campos nº 37), junto a la residencia de la actriz María Guerrero. Una zona tranquila, donde el artista vivirá con su familia.


Fue un pintor muy prolífero, hasta que en el año 1920 tras sufrir una hemiplejia pintando en el jardín de su casa el retrato de la señora Pérez de Ayala, tuvo que abandonar la pintura. Murió el 10 de agosto de 1923 en su casa de Cercedilla, en la Sierra de Madrid, donde se había retirado para recuperarse de su enfermedad.


Fotografía: Google Earth.


Tras la muerte de Sorolla, Clotilde otorgó testamento dos años más tarde, donando todos sus bienes al Estado Español. Su deseo era fundar un Museo en honor a su marido. Un museo que recogiera los objetos personales del pintor y la obra que guardaba la familia en su domicilio. El Museo comenzó su andadura el 11 de junio de 1932.


En la fotografía vemos el Sello de Sorolla y Clotilde, realizado en 1932 por el escultor José Capuz, para la inauguración del Museo Sorolla.

En el año 1951 el Museo aumentó al donar el hijo del matrimonio Sorolla, Joaquín Sorolla García (primer director del museo), todos sus bienes. Desde entonces la colección ha ido incrementándose. En el Museo podemos contemplar destacadas obras de escultura, pintura, cerámica, fotografía, cartas personales del pintor y joyería. La colección de pintura realizada por Sorolla son unas 1294 obras, de temas variados, especialmente escenas de la vida cotidiana, pero sobre todo escenas de playa. También se pueden contemplar pinturas de otros autores de la época, obras de la colección privada de la familia Sorolla.


En la fotografía vemos la entrada a la casa-museo. A la que se accede por un jardín con arrayanes. En la casa se pueden distinguir tres jardines que rodean el edificio, diseñados por el propio artista, inspirándose en jardines de Sevilla, Granada e Italia.

Durante la Guerra Civil el Museo se cerró, tras una serie de reformas para mejorar su aspecto se reabrió en el año 1941. La última remodelación fue realizada en el año 2002. Hoy en día la antigua vivienda de la familia Sorolla se encuentra embutida en medio de altos edificios que la han ido rodeando, y situada en una avenida donde el ruido de la ciudad es más que evidente. Pero una vez traspasada la puerta del jardín te olvidas del exterior, te envuelve una sensación de paz, una vuelta a un pasado tranquilo y relajado, que se acentúa cuando tus pasos te conducen al interior del jardín y el ruido del agua al caer en las fuentes y el aroma de las plantas te embarga. Tengo que deciros que fue una verdadera delicia la visita.

Pero continuemos con la vida del gran maestro. Su éxito desde 1905 fue evidente, pudiendo comprar en 1906 un solar para construir su hogar en Madrid. La realización del sueño de construir en ese solar su casa fue posible gracias también al éxito alcanzado en 1909 en Nueva York con la obra realizada hasta ese momento (por uno de los encargos realizados en Estados Unidos le pagaron 150.000 dólares). Este éxito trajo consigo el encargo de la Hispanic Society of America (sociedad dedicada al estudio de la cultura hispana), para realizar 14 murales sobre las costumbres de diversas regiones españolas; obras realizadas entre 1913 y 1919.


Hay que decir que en Estados Unidos se conserva mucha obra del pintor, de las 350 obras que llevó a la Exposición de 1909, vendió unas 200. En su viaje a Nueva York entabló amistades muy importantes, como la que mantuvo con Louis Comfort Tiffany.


En la fotografía, el segundo jardín, recuerdo de la Alhambra de Granada, al fondo un precioso banco de cerámica, rodeado de vegetación.

El edificio lo proyectó el arquitecto Enrique María de Repullés y Vargas, teniendo en cuenta los gustos del pintor: hogar, trabajo y naturaleza. Posteriormente Sorolla adquirió un solar contiguo para ampliar el jardín. Formando tres espacios naturales que rodeaban la vivienda. Éstos fueron diseñados por el mismo pintor, eligiendo las diferentes especies que en él se plantaron. La vivienda fue inaugurada en 1911.


La fachada principal del edificio presenta un semisótano y tres alturas. Se accede por medio de una escalera situada a la derecha de un pórtico de tres vanos de medio punto. Por encima de éste una balconada corrida en donde se abren una serie de ventanas enmarcadas, sobre las que una cornisa separa esta planta noble del tercer nivel en el que se abre una galería de arquillos de medio punto.


Parte posterior del jardín, desde el cual podemos ver, a la izquierda, uno de los edificios modernos que rodean el Museo, así como la pérgola de estilo italiano que decora esta parte del jardín. En esta parte del jardín era donde se encontraba Sorolla pintando el retrato de la señora de Pérez de Ayala cuando le dio el ataque de hemiplejia.

En la planta semisótano se dispone el llamado patio andaluz y la antigua cocina (a la derecha), repleta de piezas de cerámica. El zócalo de este patio es obra de su amigo Juan Ruiz de Luna (que también decoró la casa-estudio del escultor Benlliure. Sorolla era un gran coleccionista, ya que la cerámica le encantaba. Su colección consta con más de 800 piezas, todas compradas por él mismo. Vemos en este patio la decoración con cerámica popular. En el centro del patio una fuente revestida de azulejos de Triana.

El hall o entrada a la casa, al cual se accede a través de la galería porticada que hemos visto anteriormente en el jardín. Es el típico salón burgués decimonónico, con una decoración ecléctica y obras de arte de gran valor artístico. Esta planta baja era la zona donde la familia vivía; en ella se ubican las tres salas que eran estudios del pintor, el salón y el comedor.


La casa de Sorolla se dividía en cinco zonas principales: el jardín, que es una creación más del pintor; la planta baja, antigua zona de cocinas, organizada en torno al llamado Patio Andaluz; su zona de trabajo, compuesta por tres estudios sucesivos (la sala I donde preparaba las obras; la sala II antigua sala de Exposición que hoy cobija importantes lienzos; y la sala III, que luego veremos). En este mismo nivel encontramos el salón y el comedor; y las plantas superiores, que eran los antiguos dormitorios, actualmente sirven como salas de exposición.


Hay que resaltar la lámpara que ilumina este salón (a la izquierda se atisba un poco), fue encargada por el pintor a su amigo Louis Comfort Tiffany, dueño de la fábrica de lámparas: Tiffany Glass Furnaces, al igual que la del comedor.


Estamos en el salón, decorado con muebles de la época y otros enseres de gran valor, tal y como el magnífico bargueño de la izquierda. A la derecha se abre un gran ventanal en donde podemos atisbar parte de la bella escultura de una mujer desnuda, realizada por la hija del pintor: Helena Sorolla.


El comedor de la casa de Sorolla es una sala estrecha, en cuyo centro encontramos la mesa y sillas modernas pero siguiendo el diseño del siglo XVI. Los muros de la habitación están decorados con una franja pintada al óleo por el propio Sorolla, con guirnaldas de flores y frutas y los retratos de su mujer y sus hijas. Para pintarlo se inspiró en su tierra, Levante A la izquierda vemos el pasillo donde hay una colección de benditeras de cerámica; y a la derecha la sala con la colección de cerámica que veremos a continuación.


La lámpara adquirida también en la fábrica neoyorquina Tiffany Glass Furnaces.


La pequeña sala antes de entrar en el comedor se decora con un arrimadero de cerámica de la fábrica de Ruíz de Luna de Talavera de la Reina, reproducción de un zócalo del siglo XVI que se puede ver en basílica de Nuestra Señora del Prado en la misma Talavera. El gusto de Sorolla por la cerámica popular se evidencia en su colección, la cual podemos contemplar por todo el Museo. En esta sala vemos una magnífica muestra de cerámica de Manises. Así como ejemplos de Teruel, Alcora, Paterna, etc., cerámica desde el siglo XV hasta principios del siglo XX.

La Sala I, al igual que el resto de las salas de esta zona, conformaban los estudios del pintor. Ésta servía como taller y almacén de los marcos y lienzos que luego utilizaría. Hoy es la sala que introduce en la visita al museo, en cuyos muros encontramos importantes obras de Sorolla. Tiene muy parecida disposición que las demás salas. De ella he elegido dos obras que me encantan: “Después del baño”, y “el niño y el caballo”.


Después del baño, realizada en 1892, la primera época del pintor. Vemos en esta obra una impecable corrección académica en el dibujo, pero a la vez una modernidad en la textura de telas, piel y mármol. Procedente de una colección particular, ha sido depositada en el Museo por el espacio de cinco años. Presenta a una joven desnuda, sentada en el suelo de mármol, con su cabello recogido en la nuca. Acaba de bañarse y está secando sus piernas con una gran sábana blanca. Es un desnudo espléndido, su mejor desnudo académico sin duda, lleno de sensualidad, con un dibujo firme y un tratamiento del color impresionante, mostrando un dominio total del color blanco, con multitud de matices. Me parece tan bonita que en otro post hablaré de esta obra individualmente.

El niño y el caballo o el “caballo blanco” es considerada una de las obras más importantes de Sorolla, este cuadro postimpresionista pertenece a la colección de pinturas de playa realizadas por el artista en 1909.


El tema principal es el niño que conduce a un caballo blanco fuera del agua. Como los cuadros de esta misma época el horizonte queda relegado a una estrecha banda en la parte superior; en cambio en primer término vemos los reflejos de luz y sombras que se producen en la orilla del mar. Es de resaltar el cuerpo desnudo del niño, con los reflejos de su piel mojada, y la arena que semeja un espejo. Es una verdadera obra de arte.

Entramos en la Sala II, o despacho de Sorolla, en esta dependencia el pintor recibía a los clientes, además de ser también una pequeña sala de exposición. En ella podemos ver la ambientación original, con retratos familiares.

De esta sala he elegido para comentaros esta obra cuyo título es “Mi mujer y mis hijos”, la familia del pintor. Realizada en 1897, en la primera época del pintor. Éste ha representado a su mujer Clotilde cuidando a sus tres hijos: María, que mira fijamente hacia el espectador, y Joaquín con batas de color rosa, el cual vuelve su cara hacia su hermana pequeña Elena que se agarra a su bata con un gesto travieso; mientras Clotilde, cuyo rostro solo está esbozado, sujeta a la benjamina de la familia que medio desnuda está dando sus primeros pasos. Llama la atención el vestido blanco de Clotilde con grandes mangas abullonadas.

Llegamos a la sala más emblemática de la casa Sorolla, el conocido como Estudio o Sala III. Es donde trabajaba el pintor. La diseñó ayudado por el arquitecto Repullés, ya que necesitaba numerosos vanos para que entrara la luz, esa luz maravillosa que vemos en su obra. Hizo abrir una gran claraboya cenital y grandes ventanas en los muros. El ventanal que ocupaba la zona oeste tuvo que cerrarse en 1930. La decoración de la sala se ha intentado mantener tal y cómo estaba en su momento, incluso los tres grandes lienzos de playa que el artista tenía colgados en su estudio desde que los realizó.

Óleo conocido como “La hora del baño”. La escena se desarrolla en la playa de Valencia, fue realizado en 1909. Este cuadro forma parte de la serie de obras que el pintor realizó en la costa de valenciana. Se representa a una niña vestida de rosa en el momento de entrar a darse un baño bajo la atenta mirada de su cuidadora, que lleva en sus brazos a un bebé. Al fondo una niña, algo más pequeña, contempla la escena con una sonrisa traviesa. En la obra vemos los magníficos reflejos del agua en la arena mojada, las sombras, las transparencias en las telas, el agua en movimiento, la luz. En aquella época los niños pequeños se bañaban desnudos en las playas, en cambio las niñas ya algo mayorcitas lo hacían vestidas con batas rosas o blancas.


Saliendo del baño. Representa a dos niñas secándose tras tomar un baño en la playa de Valencia, vestidas con las típicas batas de baño, a la derecha dos niños juegan en la orilla del mar. Está firmado y fechado en 1909. Obras como ésta son las que le dieron mayor fama. Su manera de tratar la luz, el movimiento y el color es muy personal e inconfundible. La representación del mar con sus reflejos, sus matices de color, las transparencias, etc, es magnífica; así como la sensación de la brisa marina, que mueve la bata rosa de la niña con un movimiento ondulante.


La factura de Sorolla es fluida, se apoya en el color más que en el dibujo, las pinceladas en el mar son horizontales, amplias; en cambio en las figuras son más diifusas.

Seguimos contemplando pinturas realizadas en el año 1909, como esta obra: “Niñas en el mar”, en la que se representa a dos niñas de espaldas entrando en un mar de un intenso color azul cogidas de la mano. Van vestidas con sus batas correspondientes. Observamos el magnífico tratamiento del movimiento del mar, en los reflejos de la luz en el agua y en los cuerpos de las niñas. Lo interesante de la obra de Sorolla es que el pintor no suele utilizar el color negro para plasmar las sombrar, sino que usa los tonos azules, verdosos, ocres, de esa manera las sombras son luminosas. Su mar es una amalgama de reflejos en los que combina los colores con una gran maestría.

Otra obra relacionada con el mar y Valencia, representando a niños jugando en el Mediterráneo es este óleo conocido como “El balandrito”, que muestra a un niño jugando con un pequeño balandro en la playa valenciana de El Cabañal. Toda la composición la llena el agua, la profundidad ha desaparecido. La luz se refleja en la superficie del mar que suavemente se agita con el movimiento que el niño realiza jugando con el barquito, provocando una serie de reflejos y sensaciones cromáticas preciosas, realizados con una pincelada suelta.

Pescadora con su hijo. Estamos en el verano de 1908 en Valencia, en la obra una mujer con su hijo en brazos parece esperar a alguien, mira hacia el espectador, tapando sus ojos con la mano derecha para protegerse del reflejo del sol. La sombra sobre la arena nos pone de manifiesto que estamos en el atardecer, a su espalda el mar algo agitado. En la obra vemos fuertes contrastes de luces y sombras, recordando al expresionismo.

Vista del Estudio o sala III desde otra perspectiva. Dada la amplitud de la sala Sorolla podía tener varias obras empezadas en distintos caballetes. Los temas que podemos ver en esta sala son paisajes de playa y temas familiares. A la derecha, vemos la cama turca con dosel que utilizaba para descansar, hay que tener en cuenta que años antes de que le diera la hemiplejia Sorolla había tenido un pequeño conato de ataque, y de vez en cuando necesitaba descansar del numeroso trabajo que tenía.


Encima de la cama turca vemos una escultura, copia de la Victoria de Samotracia, realizada por el amigo de Sorolla, el escultor Pedro Gil, al cual se la encargó en el año 1894.


Uno de los cuadros que podemos ver en este lado de la sala es el conocido como “Paseo a la orilla del mar”. Este óleo sobre lienzo es una de las obras más valoradas de Joaquín Sorolla. Pintado en 1909 durante unas vacaciones en Valencia, después de cosechar grandes triunfos en Estados Unidos con su exposición. En él el artista retrata a su mujer y a su hija mayor María, mientras dan un plácido paseo por la playa, vestidas al modo que se hacía en el norte (no olvidemos sus vacaciones en la playa de Zarauz). Como en otros de sus cuadros la línea del horizonte ha desaparecido, La playa se convierte en un personaje más que envuelve a sus seres queridos, en este caso su mujer y su hija. Los tonos azules, malvas, turquesas sirven de telón de fondo a las dos figuras ataviadas con vaporosos vestidos blancos, que la brisa marina eleva con un movimiento elegante. Parece una fotografía.


Hemos realizado un paseo por la obra realizada por Sorolla en el año 1909, la cual le supuso un gran éxito en Estados Unidos, dos años más tarde recibió el encargo de decorar la Biblioteca de la Hispanic Society con obras representando las costumbres de España.


Una de las obras de esta nueva época es este lienzo llamado “Saliendo del baño”, óleo realizado en el verano de 1915 en la playa de Valencia. Observamos a una mujer que sostiene a un niño desnudo entre sus brazos, al cual protege con una tela blanca que ondea con la suave brisa del mar. Al fondo el horizonte muy alto representando un brillante y colorido mar Mediterráneo, con juegos de luz y color, reflejos del agua y del cuerpo desnudo del niño. El detalle del barco, a la izquierda, el ir y venir de las olas, y el bañista de la derecha dan un toque muy natural al cuadro.

En esta Sala III aún se conservan los utensilios de trabajo del pintor (los caballetes, pinceles, paletas, botes de cerámica, etc.). Todo nos hace sentir la presencia de este gran artista en esta sala. Es una vivencia inolvidable, para todo aquel que ama la obra de este gran pintor.


En el caballete vemos el retrato de la Señora de Pérez de Ayala, representada de medio cuerpo, sentada en una mecedora, apoyando su brazo derecho en el respaldo y mirando, con una media sonrisa hacia la derecha. Es un cuadro inacabado, ya que pintándolo en su jardín le sobrevino una hemiplejía que le dejó con incapacidad para pintar. Este retrato es la última obra de Sorolla, para nuestra desgracia.


El escritor Ramón Pérez de Ayala, que se encontraba presente en el momento en el que al pintor le sucedió el terrible ataque lo relata de la siguiente manera: “Una fina y templada madrileña del mes de julio, en su jardín, Sorolla pintaba el retrato de mi mujer, observándole yo, a su lado. Éramos los tres solos, bajo una pérgola enramada. Levantóse una vez y se encaminó hacia su estudio. Subiendo los escalones, cayó. Acudimos mi mujer y yo en su ayuda, juzgando que había tropezado. Le pusimos en pie, pero no podía sostenerse. La mitad izquierda del rostro se le contenía en un gesto inmóvil, un gesto aniñado y compungido, que inspiraba dolor, piedad, ternura. Comprendimos la dramática verdad… Sorolla quiso seguir pintando. En vano procuramos disuadirle...La paleta se le caía de la mano izquierda; la diestra, con el pincel más sujeto, apenas le obedecía. Dio cuatro pinceladas, largas y vacilantes, desesperadas…”No puedo”, murmuró con lágrimas en los ojos”...

Escalera situada en frente del hall que conduce a los pisos superiores, en donde se situaba la zona íntima de la familia, los dormitorios; y en la última planta la zona del servicio. Hoy en día se ha adecuado para museo, en ellas podemos ver salas de exposiciones.

En las salas superiores encontramos varias obras realizadas por Sorolla sobre el paisaje en España, he elegido dos que me gustaron, ambos de 1906.


Sorolla también posó su mirada en Castilla, en estas dos obras que os presento, pintó paisajes de Toledo, Segovia, Ávila, Burgos, etc. Animado sobre todo por su amigo Aureliano de Beruete (pintor que plasmaba en sus obras la zona de Segovia y Toledo).


A la ciudad de la Tres Culturas realizó varios viajes, incluso acompañado por su esposa Clotilde y sus hijos. Con su caballete pintaba al aire libre rincones de Toledo. El de la izquierda “Las Covachuelas”, a la derecha Molinos en el Tajo.

Todas las obras que os he presentado se encuentran en la encantadora casa-museo del pintor en Madrid (nº 1 en la fotografía). En el año 2009 el Ministerio de Cultura adquirió dos inmuebles contiguos situados en la calle Zurbano nº 68 (nº 2 en la fotografía) para ampliarlo. El 18 de abril de 2016 se publicó en el BOE, la licitación del Servicio para la redacción de proyectos, adjudicando la obra al estudio madrileño Nieto Sobejano arquitectos. El museo verá incrementado su espacio con 1.600 metros cuadrados.


Mi deseo, como amante del arte y de la historia es que se respete el encanto que tiene hoy en día esta casa-museo. Sería una verdadera pena que se estableciera la frialdad en un espacio tan familiar y acogedor. Un lugar en el que cada objeto tiene vida propia; personalidad individualizada dentro del conjunto general que forma un todo. Cada pieza te conmueve y te hace comprender la vida y obra de las personas que en estas casas-museo residieron. Esperaremos resultados.


Fotografía de Google maps.




BIBLIOGRAFÍA:


-Página del Museo Sorolla:

http://www.mecd.gob.es/msorolla/Visita/informacion.html


-Biografía: Clotilde de Sorolla: http://www.madridvillaycorte.es/clotilde-de-sorolla.php


-Biografía y fotografía sello:

http://elcuadernodegautier.blogspot.com.es/2014/05/clotilde-garcia-del-castillo-la-mujer.html


-Red Digital de Colecciones de Museos de España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte: http://ceres.mcu.es/pages/Main


-Tesis doctoral sobre la biografía y obra de Sorolla por M. Lorente Boyer, 2015:http://dspace.umh.es/bitstream/11000/2439/3/03%202a%20Parte.pdf


-Colección de la obra de Sorolla en la Hispanic Society of America: http://arteenlared.com/espana/exposiciones/sorolla.-vision-de-espana.-coleccion-de-la-hispanic-society-of-am.html


-Ampliación del museo Sorolla:

http://www.mecd.gob.es/giec/Obras/proyectos/museos/Sorolla.html

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