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Giovanna Tornabuoni, un magnífico retrato de Doménico Ghirlandaio. Museo Thyssen (Madrid).

Aquella a la que las Gracias otorgaron belleza interior y Venus belleza externa Aquella a quien la diosa Diana concedió un casto corazón. Yace aquí Giovanna, honor de su tierra, descendiente de los Albizzi, Pero casada, todavía joven doncella, con un Tornabuoni. Así como en vida fue muy amada por la gente Que sea ahora querida por el Altísimo Dios.


(Elegia que Lorenzo Tornabuoni, dedicó a su esposa Giovanna tras su muerte).


Uno de mis museos favoritos de Madrid es el “Thyssen”. Siempre que puedo me acerco para descubrir detalles y matices en obras que me mueven el espíritu.


Hoy os voy a hablar de un retrato que me produce una gran ternura, no sólo por la imagen que en él vemos, sino por la historia trágica de la retratada. Fue realizado por Doménico Ghirlandaio, pintor que está dentro del llamado Quattrocento florentino. La obra está situada en la sala nº 5 del “Retrato del Renacimiento”; en ella podemos contemplar cómo era parte de la vida de una joven noble florentina en el siglo XV, a través de sus vestidos, joyas y enseres.


Esta pintura es uno de los pocos retratos femeninos del Quatrocento del qué se conoce su historia completa.


Vemos a una joven de la “alta sociedad” florentina: Giovanna degli Albizzi Tornabuoni, octava hija de Maso di Luca degli Albizzi y de Caterina Soderini; la cual, en 1486, a la edad de diecisiete años, se casó con otro joven noble florentino: Lorenzo Tornabuoni, emparentado con los poderosos Médicis. De esta unión nació un hijo llamado Giovannino; embarazada nuevamente, y con diecinueve años, murió en el parto de este segundo embarazo (1489).


La familia Tornabuoni había encargado al pintor Ghirlandaio, entre los años 1489-90, la decoración mural de su capilla en Santa María Novella de Florencia. En la escena de la Visitación retrató a la joven, en la que aparece, a la derecha, de cuerpo entero pero con el mismo vestido, peinado y joyas que la podemos ver en este retrato del Thyssen.


Fotografía: Wikipedia. Escena de la Visitación en el presbiterio de la capilla de los Tornabuoni en la iglesia de Santa María Novella de Florencia.

Su identificación fue posible gracias a una medalla, con su efigie y su nombre, realizada por el grabador Niccòlo Florentino, y que hoy en día se conserva en la National Gallery de Arte de Washington.


Fotografía: Wikipedia.


Al morir Giovanna, dos años después de su boda, su apenado esposo encargó al retratista más famoso del momento, Ghirlandaio, un óleo de su esposa fallecida. Gracias a esta pintura la joven fue inmortalizada para siempre. La obra constituye la “imagen icónica de la colección de pintura de Maestros Antiguos del Museo Tyssen-Bornemisza de Madrid”.


A pesar de su juventud Lorenzo Tornabuoni no olvidó a Giovanna; muestra de ello fue que, a pesar de casarse de nuevo, mantuvo este retrato muy cerca de su dormitorio. Este hecho lo conocemos, porque en el año 1498, diez años después de haber sido pintado el cuadro, en un inventario de los bienes de la familia, se constata que el retrato de Giovanna aún estaba situado cerca de la alcoba de su esposo. En el siglo XVII la obra era propiedad de la familia Pandolfini. Posteriormente, y tras pasar por varios coleccionistas de arte, entre ellos la Morgan Library de Nueva York, se integró, en 1935, en la colección Thyssen-Bormemisza.


Giovanna aparece de perfil, erguida, portando entre sus manos un pañuelo de seda. Su figura, iluminada desde la izquierda, se recorta sobre un fondo neutro que resalta la pureza de sus rasgos. Al fondo vemos una alacena, en la que están colocados objetos personales de la retratada, todos con una clara simbología que iremos comentando en cada fotografía. Entre ellos podemos observar: una joya en el lado izquierdo, en la parte superior, a la derecha, un rosario o cuentas de coral; y en la parte inferior, a la derecha, un libro de oraciones con el canto y cierres metálicos dorados.


Ghirlandaio ha sabido captar los rasgos de la joven Giovanna con gran delicadeza, presentándola de perfil. Este tipo de retratos estaban muy en boga en el Quattrocento, inspirados en las antiguas monedas romanas.


En aquella época las mujeres florentinas se teñían el pelo de rubio; Giovanna lleva el típico tocado de las ricas florentinas de la época. Aparece con raya en medio, cabellos recogidos en la nuca en un gran moño trenzado, y rizos que caen en los laterales de su rostro.


Al fondo, una alacena abierta, en donde aparecen objetos personales de la retratada, todos llenos de simbología. En el estante superior, a la derecha, un collar de coral, que se usaba como amuleto para los niños recién nacidos, ya que se decía que sus cuentas estaban coloreadas por la sangre de Cristo, quizás sea la alegoría al niño que nunca llegó a nacer y que motivó la muerte tan temprana de su madre.


Ataviada con un rico vestido-capa (giornea). La giornea era una prenda sin mangas y abierta en los costados, adornada, en este caso, con ricos brocados de seda dorados (a ese color se denominaba leonado); bajo el cual podemos ver el vestido conocido como gamurra, largo hasta los pies, cuyas mangas con aberturas atadas con cordones (denominadas mangas acuchilladas), muestran algún pliegue de la camisa blanca que lleva debajo. La manga, de color rojizo, está adornada por cordones y bordados de hijo de oro y flores, siguiendo la moda del Quattrocento; moda elegante, sobria y luminosa en los colores. No podemos olvidar que en aquella época Florencia era el principal centro textil de la Toscana.


En sus manos sujeta un pañuelo, y anudado en el cuello un cordón del que pende un colgante de oro con tres perlas y un rubí; colgante similar al broche que podemos ver en la hornacina del fondo.


La joyas fueron muy frecuentes en los retratos de esta época, ya que tenían un significado de estatus social en el mundo florentino. En el caso de Giovanna Tornabuoni lleva un colgante al cuello con tres perlas y piedras preciosas, entre ellas un enorme rubí; en sus manos podemos vislumbrar dos anillos, y al fondo, en la alacena, se puede ver un gran broche de oro, muy parecido al colgante que lleva la joven, con forma de dragón, perlas y piedras preciosas (tres berilos y un gran rubí en el centro). No podemos olvidar el pasado de Ghirlandaio como aprendiz de orfebre, seguramente en el taller de su padre Tommaso di Currado que era un afamado joyero.


Las dos joyas mencionadas y el rosario de coral, no sólo dan elegancia a la retratada, sino que también la enlazan con su pureza espiritual.

Al fondo de la alacena, en su parte derecha podemos ver un “cartellino” con una inscripción; se trata del fragmento de un epigrama del poeta del siglo I d. C., Marco Valerio Marcial:


ARS VTINAM MORES

ANIMVM QVE EFFINGERE

POSSES PVLCHRIOR IN TER-

RIS NVLLATABELLA FORET

MCCCCLXXXVIII


“Oh arte, si pudieras pintar las costumbres y el alma, no habría una pintura más bella sobre la tierra” fechado en 1488 año que corresponde al de la muerte de Giovanna Tornabuoni. El texto alude a la belleza del alma de la joven.


Hasta aquí la lectura de este precioso retrato, espero que hayáis pasado un rato agradable en compañía de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni, una mujer que aunque vivió muy pocos años, perdurará a través de los siglos.



BIBLIOGRAFÍA:


-Estudio de la obra en el Museo Thyssen:

http://www.museothyssen.org/microsites/exposiciones/2010/Ghirlandaio/museo5.html


-La moda en el siglo XV:

https://www.aparences.net/es/arte-y-mecenazgo/renacimiento-y-vida-privada/la-moda-en-el-siglo-xv/


-http://www.elcuadrodeldia.com/post/103538247659/domenico-ghirlandaio-giovanna-tornabuoni


-Educa Thyssen:

http://www.educathyssen.org/capitulo_4_domenico_ghirlandaio

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