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Auschwitz no hace mucho. No muy lejos. La historia del horror.

Este fin de semana visité Madrid, me acerqué al Centro de Exposiciones del Canal, donde en dos ocasiones anteriores había intentado ver la exposición de "Auschwitz no hace mucho. No muy lejos". Finalmente lo conseguí. El silencio dentro del recinto era sepulcral. El respeto, el asombro por lo que un ser humano, por llamarlos de alguna forma, puede ser capaz de hacer por creerse superior era tremendo. Todos recorríamos las distintas salas con dolor e indignación.


Auschwitz es una llamada de atención desde el pasado, un grito de horror que aún retumba entre los antiguos barracones y nos recuerda cuán inhumanos podemos llegar a ser.


Lo que allí pasó no tiene explicación ni tampoco lo que está pasando ahora en nuestro mundo. No creáis que la maldad ha desaparecido, sigue entre nosotros, solo tenemos que fijarnos un poquito en nuestro alrededor. Lo terrorífico es que Auschwitz sigue existiendo, con otro nombre, pero no ha desaparecido.


Auschwitz, situado en Polonia, fue en realidad un conjunto formado por tres campos de concentración, cerca de la ciudad de Oświęcim, que finalmente tomó el nombre del campo de exterminio. Hacia este tétrico lugar, que fue el mayor campo de concentración y de exterminio nazi, fueron llevados 1.300.000 judíos, polacos, romaníes, jóvenes y viejos, pobres y ricos, poetas y mendigos, profesores y estudiantes, doctores y rabinos, hombres, mujeres y niños: seres humanos. Con sus recuerdos y pertenencias, de las que también fueron despojados en el mismo andén donde se paraban los trenes de la muerte y en donde fueron separadas las familias. Muchos ya no se volverían a ver nunca más.

Miles de zapatos huérfanos de sus dueños se acumulaban cerca de los lugares donde eran asesinados.


"Somos los zapatos, los últimos testigos. Somos zapatos de nietos y abuelos, de Praga, Paris y de Ámsterdam, y, como somos de tela y de cuero -y no de carne y hueso-, nos hemos salvado de arder en el infierno". Fragmento de la obra de Moshe Schulstein, "Vi una montaña" (1947).


Tuvieron más compasión por unos zapatos que por personas que sufrieron lo indecible. Eran inhumanos y la maldad, no la locura, anidaba en sus corazones. Se calcula que en Auschwitz fueron asesinados 1.500.000 de seres humanos.

"Cuando vinieron a apresar a los comunistas, yo no dije nada, porque no era comunista. Cuando vinieron a apresar a los socialdemócratas, yo no dije nada, porque no era socialdemócrata. Cuando vinieron a apresar a los sindicalistas, yo no dije nada, porque no era sindicalista. Cuando vinieron a apresar a los judíos, yo no dije nada, porque no era judío. Cuando, al fin, vinieron a apresarme a mí, ya no quedaba nadie que pudiera alzar la voz en mi defensa" (Martín Niemöller).


Patio del barracón nº 11 del campo de concentración, en 1942 se convirtió en uno de los centros de exterminio.


"Hay una única cosa que no puede arrebatarse a un hombre: la última de las libertades humanas, la de elegir cuál será su actitud en un conjunto dado de circunstancias; la de elegir su camino" (Viktor Frankl).


"Sin Palabras", Ilustración realizada por Zinovii Tolkatchev en 1945. El artista, por esa época combatiente del ejército Rojo, realizó este dibujo plasmando el horror que contempló al entrar en el campo para liberar a los supervivientes.


En el verano de 1947 el Parlamento de Polonia aprobó una ley para el mantenimiento “eterno” del campo e inauguró el museo hoy conocido como “Museo Estatal de Auschwitz – Birkenau en Oświęcim”, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979.


Os recomiendo, si vais a Madrid, visitar esta exposición, te hace recapacitar hacia dónde nos estamos encaminando, sin darnos cuenta de que "LAS HISTORIAS SE REPITEN". Pero historias cómo ésta no puede tener cabida en nuestras vidas ni en las de nadie, aunque desgraciadamente los signos nos dicen que el terror vuelve a triunfar.

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