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Palacio de los Condes de Morata. Zaragoza.


Nos encaminamos por el Coso, una de las calles más antiguas de la ciudad de Zaragoza, cuyo trazado se corresponde con el Cursus romano, que iba desde la esquina de lo que hoy conocemos como Avenida César Augusto hasta el puente de Hierro o de Nuestra Señora del Pilar; vía que rodeaba la muralla en época romana.


Justo en donde comienza el Coso (conocido como Coso Alto), don Pedro Martínez de Luna y Urrea, primer conde de Morata y virrey de Aragón (nombrado por Carlos V en 1539) poseía unas casas. Como ya hemos visto en otros trabajos sobre palacios renacentistas, estamos en una etapa en la que Zaragoza estaba despegando como una gran ciudad. Una clase adinerada y noble había decidido dejar sus casonas del campo y erigir en Zaragoza sus vistosos palacios. A finales del siglo XVI el zaragozano fray Diego Murillo visitó Zaragoza y en su obra sobre Zaragoza (ver bibliografía) describía la calle del Coso en estos términos: “…es hermosísima una que llaman el Coso, tan ancha, que pueden pasar por ella seis coches juntos, y las casas que tiene a un lado y a otro tan grandes y levantadas, que hacen proporción con la anchura y extensión de la calle”.


Uno de los edificios que adornaban el Coso era el que hoy os presento, conocido con el nombre de palacio de los Condes de Morata, palacio de los Luna, palacio de los Gigantes, palacio Real o palacio de la Audiencia. Declarado Monumento Nacional el 3 de junio de 1931 y Bien de Interés cultural en el año 2002.


El 7 de diciembre de 1551 don Pedro Martínez de Luna y su esposa doña Inés de Mendoza conseguían la licencia para poder edificar un edificio de nueva planta en los “seis portales de casas” que poseían en el Coso “en la muralla vieja de la ciudad”. Al mes siguiente contrataron a los canteros Juan de Albistur y Juan de Amézqueta para realizar el zócalo de la fachada. La piedra para este zócalo fue proporcionada por el cantero de Épila Juan de Vidaina, utilizándose también restos de la antigua muralla.


La obra se comenzó por la fachada, trabajando en la portada el piedrapiquero francés Guillaume Brimbez, quien contrató la obra el 11 de febrero de 1552. Un año más tarde se estaban realizando las columnas del patio. El resto del edificio, aunque no se tiene constancia documental, fue atribuido por el historiador Manuel Abizanda al prestigioso maestro Martín de Gaztelu, alias de Tudela (aunque no se sabe con certeza su procedencia, ya que algunos lo identifican como vizcaíno), ya que aparecía como testigo en la contratación de los canteros y del escultor de la portada.


El palacio se concluyó en 1560, siendo inaugurado en 1570 (ya fallecido don Pedro), por su hijo Miguel, segundo conde de Morata.


Fotografía: Archivo Histórico Provincial de Zaragoza.


El palacio en el siglo XVII-XVIII pasó por herencia a doña María Antonia Ximénez de Urrea y Fernández de Heredia, marquesa de Vilueña, de la casa de Aranda y Luna, casada con don Guillén Manuel de Rocafull, V conde de Peralada; quien, al morir su esposa en 1715, lo heredó. Tras fallecer éste en 1725, sin descendencia, lo cedió en testamento al rey Felipe V: "a quien, por haberse alojado en mi casa de la calle del Coso, llamada comúnmente de los Gigantes, le ofrece esta residencia para él y sus sucesores cuando estuvieran en Zaragoza". Pasando a ser desde entonces residencia real; así como de los Capitanes Generales que también ejercían de presidentes de la Real Audiencia de Aragón y eran representantes del monarca.


En este palacio fue proclamado el 25 de mayo de 1808 Gobernador de Zaragoza y Capitán General de Aragón don José Rebolledo de Palafox y Melcí, integrante de una de las familias más importantes de Aragón, los marqueses de Lazán y Cañizar.


En lo que respecta a la Audiencia hasta los Sitios de Zaragoza (1808-1809) se encontraba en el antiguo Palacio de la Diputación del Reino (hoy Casa de la Iglesia), en la Plaza de La Seo. Pero al ser destruido el edificio por un incendio en 1809, se buscó un nuevo lugar, trasladándola a la antigua sede del Tribunal de la Inquisición, en el palacio de los duques de Villahermosa, en la calle Predicadores.


En 1809 la ciudad fue ocupada por el ejército francés, siendo utilizado el palacio de Morata por el mariscal Jean Lannes como residencia y Jefatura Militar. En 1813 el ejército francés abandonó Zaragoza, y poco a poco la ciudad fue volviendo a normalizar la vida de la ciudad. En 1814 Fernando VII restauró el Tribunal de la Inquisición, lo que motivó que la Audiencia, que ocupaba la antigua sede del Tribunal, tuviera que buscar nuevo acomodo. Estableciéndose en ese mismo año en el palacio de los condes de Morata. Desde entonces se convirtió en la sede de la Audiencia del Territorio de Aragón, trasladándose la Capitanía General a otro lugar, con la desaprobación de los sucesivos capitanes generales que entendían que tenían derecho a habitar en dicho palacio.


El 23 de mayo de 1989 al constituirse el Tribunal Superior de Justicia de Aragón, la Audiencia Territorial dejó de existir, pasando el palacio de Morata a ser la sede del Tribunal Superior de Justicia de Aragón. Hoy en día lo es del Tribunal Superior de Justicia de Aragón y de la Fiscalía Superior, ya que en el año 2013 se trasladaron tres secciones, que antes se ubicaban en el palacio, a un nuevo edificio situado en la parte posterior del mismo (proyectado por los arquitectos Luis Faci, Alejandro Rincón, Sergio Sebastián, IDOM y TYPSA entre 2008-2012).


El edificio ha sido objeto de numerosas remodelaciones a lo largo de los años [entre ellas las de José de Yarza Miñana(1846), Félix Navarro (1881-85), Ricardo Magdalena (1887-1902), José de Yarza Echenique (1911-20)]. Pero la más importante fue la llevada a cabo en el año entre 1921 y 1929 por el arquitecto Regino Borobio Ojeda. En esta restauración se reformó el patio central, la escalera principal. Los salones, y la fachada principal, suprimiendo los miradores que vemos en la fotografía de Anselmo Coyne.


Aspecto del edificio en el año 1890, antes de la reforma de Regino Borobio. Al fondo, los edificios de la calle Escuelas Pías y calle Cerdán, derribados en el año 1977.


Fotografía: Anselmo Coyne. A.H.P.Z.


El edificio tras la restauración de Regino Borobio. Ya hemos comentado que exteriormente se quitaron los miradores de los balcones de los extremos. Entre 1982-1994 el arquitecto José Manuel González Valcárcel realizó diferentes intervenciones para consolidar el edificio. La última reforma fue llevada a cabo desde 1995 a 2007 por Vicente Ramírez Carretero.


A la derecha la calle de Galo Ponte, donde encontramos la fachada lateral, y tras ella, el edificio blanco que es el nuevo edificio construido en 2012. Al fondo del Coso vemos la Avenida de César Augusto, donde se vislumbran las torres de la iglesia de Santo Tomás de Aquino o Escolapios.


El edificio ocupa una gran superficie de terreno. Es un inmueble casi exento, teniendo fachada al mismo Coso, fachada lateral a la calle Galo Ponte, y fachada trasera a la plaza del Ecce Homo (hoy calleja que se abrió al ampliar la Audiencia). En la parte oeste está en línea con los edificios de la actual Avenida de Césaraugusto (antigua calle Cerdán). El motivo por el cual el palacio no fue del todo exento lo encontramos en la misma licencia de obras que el conde de Morata solicitó al ayuntamiento. En ella se obligaba a seguir el trazado de los edificios anejos a él.


Estamos ante un edificio colosal, de planta rectangular y tres alturas. La inferior realizada en piedra sillar (con algunos restos de la muralla romana) con zócalo y dos niveles de ventanas rectangulares. Las dos superiores construidas en ladrillo. En la planta noble se abren cinco balcones rectangulares, entre los que se disponen tres arcos ciegos. En el piso superior se abre la típica galería de arquillos de medio punto doblados, decorados con óculos. Remata el conjunto un alero de madera clásico. La imponente fachada está flanqueada por dos torres, ligeramente adelantadas a la línea de fachada.


Fotografía anterior a los años 70 del siglo XX, realizada desde el mismo punto que la que os he puesto anteriormente. El primer edificio de la izquierda pertenece a la manzana que separaba la calle Cerdán y la calle Escuelas Pías que aún no había sido derribada (realizada en 1977).


Fotografía: Ediciones Arribas. A. H.P.Z.


Las torres fueron realizadas en ladrillo, rompiendo totalmente la monotonía del conjunto. Presentan decoración a base de esquinillas, arcos de medio punto y óculos con cerámica. En origen su terminación no era a cuatro aguas como hoy en día podemos contemplar. Si nos fijamos en la vista de la ciudad de Zaragoza de 1563 de Wyngaerde “estas torres terminaban con un cuerpo más pequeño coronado con un cupulín”.


En la imagen, la parte posterior del edificio vista desde la calle Felipe Perena. La trasera del palacio es muy sobria, con arcos de medio punto, esquinillas y óculos. Lo único que da relevancia al conjunto es la decoración cerámica que también nos vamos a encontrar en el interior del patio: la clásica cerámica aragonesa de cartabón verde y blanco.


Lo más conocido de este palacio es sin duda la portada en arco de medio punto, flanqueada por los llamados comúnmente "gigantes", esculpidos por el escultor y cantero de origen francés Guillaume Brimbez en 1552. En la parte superior discurre un friso con relieve figurado rematado en frontón. Todo el conjunto es extremadamente interesante desde el punto de vista iconológico.


En el edificio, como buena construcción renacentista, encontramos puntos de referencia a las virtudes, los vicios, héroes, etc., pero no podemos olvidar que ha sufrido muchas remodelaciones que han podido cambiar su aspecto original, con lo que el sentido iconográfico que en un principio se quiso plasmar, hoy en día puede no ser el mismo.


Estamos ante una portada que se abre en arco de medio punto que descansa sobre pilastras con altos pedestales sobre los que se han colocado dos esculturas con personajes barbados conocidos como los “Gigantes de la Audiencia”, que enarbolan sobre sus cabezas unas grandes mazas. En el contrato se hacía constar que debían representar dos figuras “desnudas a modos de salvajes”. Finalmente fueron representados como los podemos ver y se identifican con Hércules, a la derecha; y Teseo, a la izquierda (según Santiago Sebastián); o Hércules y Gerión, monstruo con el que luchó Hércules (según Urdáñez).


Hay que tener en cuenta que en realidad estas esculturas, antes de la reforma de 1863, estaban tocados con plumas (fijaros en la fotografía de Charles Clifford, realizada en 1860). Ese detalle cambiaría totalmente el “sentido iconográfico de las figuras”, como bien dice Sergio Sebastián Franco. Ya que en realidad no representarían a héroes griegos sino a simples salvajes con tocados de plumas (que hoy en día han desaparecido).


La representación del “salvaje” se extendió a lo largo del siglo XV, XVI e incluso en el XVII en todas las artes figurativas. También custodiando las puertas de iglesias, colegios, y palacios cumpliendo quizás un papel protector del propio edificio.


Fotografía: Charles Clifford, 1860.Biblioteca Digital Hispánica. Biblioteca Nacional de España, signatura: 17/LF/33 (49).

PID: http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000025012.

Sobre las cabezas de ambos gigantes dos capiteles sostienen un entablamento, decorado con un friso corrido en el que se representa el Triunfo de César. Remata el conjunto un frontón triangular, en cuyo tímpano aparece Helios, el Sol, con su corona de rayos solares; a su derecha e izquierda, la Aurora y el Ocaso. Este coronamiento no fue el que tuvo originalmente, como bien dice Carmen Urdáñez, ya que sobre los pilares de los extremos se ubicaban dos niños que sostenían escudos nobiliarios de los Luna y los Mendoza, que fueron eliminados por el escultor Antonio López en 1863, os lo señalo con un punto rojo (mirar la anterior fotografía de Clifford y podréis contemplarlos, tal y como estaban antes de eliminarlos).


Las cabezas que vemos en las enjutas pueden ser personajes de la Antigüedad (según Urdáñez se trata de Julio César o Tiberio Claudio Pompeiano, a la izquierda; y el emperador Cómodo, a la derecha), os lo señalo con un punto rojo; y sobre las pilastras amorcillos.


Las esculturas de los Gigantes son de factura algo tosca, lo que denota que el escultor no era de primera fila. Si los identificamos tal y como Santiago Sebastián ha afirmado, la imagen de la izquierda representa a Teseo, vestido con coraza y malla (no aparece desnudo como ponía en el contrato).


Teseo era hijo de Egeo, rey de Atenas, y de Etra. Egeo había matado al hijo de Minos, rey de Creta, por ese motivo Minos sitió Atenas y al resultar vencedor en la guerra, exigió a la ciudad un alto tributo, cada año Atenas debía entregar 14 jóvenes nobles que eran entregados al Minotauro que vivía en el laberinto de Creta. Teseo decidió acabar con ese castigo y fue a Creta para enfrentarse al monstruo. A su padre le dijo que si triunfaba regresaría con velas blancas en sus barcos. Llegado a Creta, Ariadna, hija de Minos, se enamoró de él y se brindó a ayudarlo para vencer al Minotauro. Teseo entró en el laberinto con un ovillo de hilo de oro que Ariadna le había entregado para conseguir salir de él. Nuestro héroe logró matar al monstruo y salir del temible laberinto gracias al hilo que le había dado Ariadna. Ambos pusieron rumbo a Atenas, desembarcando de la isla de Naxos, donde se quedó Ariadna (unos dicen que por error, otros porque fue abandonada). Teseo continuó viaje a Atenas sin acordarse de cambiar las velas negras de sus barcos por blancas y así hacer saber a su padre que había triunfado en la tarea. Cuando Egeo vio las velas negras creyó que su hijo había muerto y se tiró al mar, ahogándose. Tras la muerte de su padre, Teseo fue coronado rey de Atenas.


La escultura de la derecha, siguiendo al mismo historiador Santiago Sebastián, se trata del popular héroe Hércules. Hércules es el resultado de la relación adúltera del dios Zeus con Alcmena. Su nacimiento motivó la ira de Hera, esposa de Zeus, la cual puso toda suerte de obstáculos en su vida. Hércules fue un luchador con valores excepcionales, un verdadero héroe. En un ataque de locura, provocado por Hera, asesinó a su esposa Megara y a sus hijos. Vuelto a la razón buscó el perfeccionamiento personal y la búsqueda de la virtud, superando los 12 trabajos que Euristeo (a las órdenes de Hera) le impuso para lograr el perdón y la perfección. En el undécimo trabajo, Hércules ganó la inmortalidad al coger las manzanas de oro que se encontraban en el jardín de las Hespérides. Finalmente se casó con Deyanira, la cual, engañada por el dragón Neseo, cubrió a Hércules con una capa impregnada en la sangre del monstruo y de la hidra de Lerna. El dolor que sintió Hércules fue tan grande que se inmoló en una pira en el monte Eta. En ese momento el cielo se abrió y el héroe fue arrebatado hacia lo alto en una nube, residiendo para siempre en el Olimpo, reconciliándose con Hera, y casándose con Hebe, diosa de la juventud. Desde entonces fue uno de los inmortales, hecho conseguido por sus hazañas en busca de la virtud.


Detalle de la coraza y cota de malla de Hércules.


Ambas esculturas llevan grebas o resguardos metálicos que protegían las piernas. En la fotografía vemos la greba que cubre la pierna derecha de Hércules. Parece un bucráneo (cabeza de buey descarnada), ornamento muy frecuente en el arte clásico.


Detalle de la greba que lleva en su pierna izquierda Teseo.


Interior del patio visto desde la puerta de entrada. La obra del patio se comenzó en 1553, encargando la piedra al cantero de Épila, Vidaina. Las 14 columnas anilladas con capiteles jónicos sostienen el piso superior formado por una galería cerrada por columnas, y decoración con una serie de medallones ornados con escudos y bustos en su parte exterior.


Alrededor del patio podemos ver un alto zócalo con la clásica cerámica aragonesa de cartabón verde y blanco.


La entrada al edificio hoy en día está prohibida, por ese motivo os pongo a partir de este momento fotografías antiguas, que aunque son anteriores a las últimas reformas, os haréis una idea de cómo es.


En primer lugar nos encontramos un pequeño zaguán que conduce al patio, al que se accede por medio de dos arcos de medio punto que apoyan en las típicas columnas anilladas aragonesas.


Fotografía: Juan Mora Insa. Archivo Histórico Provincial de Zaragoza.


El patio es de planta rectangular; consta de dos pisos sobre columnas jónicas anilladas (14 en total). Alrededor del cual vemos un zócalo de azulejería de color verde (Ya lo hemos podido ver en la fotografía que os he puesto actual). En la imagen vemos el patio aún sin reformar.


En el centro se situaba la escultura de la Justicia, obra del escultor Carlos Palao, colocada el 10 de febrero de 1885 (hoy se encuentra en un lateral, al lado de la escalera noble).


Fotografía: Juan Mora Insa. A.H.P.Z.


Aún se conservan tres techumbres renacentistas. La que estamos viendo es la bóveda de cañón que cubre la antigua capilla del palacio, situada en la torre occidental. Es un ejemplo muy peculiar dentro de la arquitectura renacentista en España, siguiendo los esquemas de Sebastián Serlio.


Fotografía: Juan de Mora Insa. A.H.P.Z.


Detalle de otra de las techumbres de estilo renacentista con casetones, que se sitúa en la planta noble del edificio.


Fotografía: Juan de Mora Insa. A.H.P.Z.


Hasta aquí este pequeño estudio de uno de los palacios más emblemáticos de Zaragoza. Un edificio que estaba en consonancia con la categoría del propietario, miembro de una de las familias más carismáticas de Aragón, los Hernández de Luna, descendientes de Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor (1328-1423), más conocido como Benedicto XIII o el “Papa Luna”.


Espero que os haya gustado. Hasta el próximo vuelo.




BIBLIOGRAFÍA:


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