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La iglesia de Santiago el Mayor, uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca en Zaragoza.


Don Alonso de Villalpando, mercader e infanzón aragonés, buen amigo del notario zaragozano Don Diego Fecet (fundador a su vez del convento de Las Fecetas) realizó en 1603 su testamento en el que dejaba patente su deseo de la “erectión e institución del Convento de la orden de Santo Domingo baxo la invocación del glorioso San Ildefonso”, nombrando al mencionado notario, junto a don Martín Francés y a varios dominicos administradores y "executores" de su deseo.


El 23 de septiembre de 1604 murió don Alonso, siendo colocado su cadáver en su casa situada en la calle de Santa Cruz, siendo amortajado con el hábito dominico y enterrado en el claustro del convento de Santo Domingo de la calle Predicadores, con el deseo de que una vez construido el monasterio anhelado se le depositara en él. El traslado de sus restos se llevó a cabo el 27 de julio de 1694, siendo enterrado en el presbiterio de la nueva iglesia, tal y como puede leerse en una lápida existente en el presbiterio (debajo de una alfombra): “Aquí están los huesos del /M.J.S.D. Alonso de Villalpando /patrón de este convento/aquí A 27 de lulio de 1694".


En la fotografía de M. Coyne (A.H.P.Z), vemos la antigua calle de San Ildefonso, hoy avenida de César Augusto.


La dotación para fundar el monasterio fue muy sustanciosa (Cuarenta mil Sueldos Jaqueses de renta anual con ochocientos mil de propiedades), despertando la admiración de la sociedad zaragozana. Según afirmaba V. Blasco de Lanuza “es una de las mayores limosnas, que yo sé que persona particular aya dado en estos días”.


En el año 1605 llegó a Zaragoza fray Jerónimo Javierre, maestro general de la orden de Santo Domingo, para inspeccionar la fundación del convento y dar el visto bueno al testamento del noble; tomando posesión de las viviendas que estaban situadas en la plaza de Meliz, barrio de San Pablo, donde se ubicaba el convento de carmelitas descalzas, en donde quedaron alojados los monjes dominicos. El 24 de febrero de ese mismo año los religiosos compraban una huerta en el mismo sitio para ampliar la propiedad.


El monasterio tuvo la primera biblioteca pública Zaragozana que se sepa, y una de las primeras bibliotecas públicas españolas. Fue fundada en 1740 por José Rodrigo de Villalpando, marqués de la Compuesta, al donar su biblioteca al monasterio, llegó a tener unos veinte mil volúmenes, entre libros y manuscritos. La biblioteca fue dañada seriamente en la Guerra de la Independencia, sus salas fueron usadas como hospital, cerrando la biblioteca en 1838, y siendo sus fondos trasladados a la Universidad Literaria zaragozana.


En la fotografía de Coyne (A.H.P.Z.), vemos la calle de San Ildefonso (hacia 1940), a la derecha la calle de la Biblioteca, a la izquierda el antiguo convento, en esos años hospital militar.


Vista de la iglesia hoy en día. La calle de san Ildefonso ha desaparecido, en los años 70 del siglo XX se abrió la Avenida de César Augusto, en su tramo sur, desde la Puerta del Carmen al Coso.

La construcción del nuevo monasterio aún tardó años en comenzarse. Ya que no se inició hasta 1651, contratando al maestro de obras Juan de Hiberte. Iniciada la obra, los monjes no conformes con la forma de trabajar de Hiberte lo sustituyeron en 1661 por Felipe Busiñac y Borbón(maestro de obras que había reparado el Puente de Piedra tras la crecida de 1643). Busiñac realizó la obra desde 1662 a 1665. En un primer momento se construyó el convento, y años más tarde se amplió la edificación, realizándose el claustro y la iglesia.


Desde el año 1767 los religiosos del convento dedicaron su vida al cuidado de presos y de enfermos. Durante la Guerra de la Independencia el monasterio sirvió para cobijar a las tropas, convirtiéndose en Hospital de la Sangre. Como cuenta Faustino Casamayor en su diario de los Sitios de Zaragoza, el convento acogió a muchos heridos tras los bombardeos del 5 de febrero de 1809: "... También cayeron otras (bombas) en el Hospital de Misericordia y convento de San Ildefonso, de donde fue preciso trasladar los Voluntarios de Aragón que estaban allí enfermos, de los claustros a la iglesia, advirtiéndose que así éste, como todos los conventos de la ciudad, estaban inundados de enfermos..." Cuando entró el ejército francés, en él instaló su cuartel el general François Joseph Léfébvre. Con la llegada de los franceses los escasos monjes que sobrevivieron a la defensa de la ciudad abandonaron el convento; al que regresaron en 1815. Dos años más tarde, parte del convento se utilizó como hospital militar.


Debido a la Desamortización de Mendizabal, en el año 1835 los monjes abandonaron definitivamente el monasterio. Al quedar en desuso, el conjunto se fue deteriorando. En el año 1837 la iglesia se utilizaba como granero para la empresa del Canal Imperial de Aragón. En 1848 el edificio pasó a manos del ejército, gracias al Capitán General Fernando Norzagaray, instalando en su iglesia la parroquia castrense y ampliando el hospital militar, en el convento. Es en este momento cuando se realizó una reforma del edificio. En lo que respecta a la huerta de San Ildefonso fue vendida en 1853, permitiendo posteriormente la apertura de lo que hoy en día es la Avenida de César Augusto.


En la fotografía de L. Roisin (A.H.P.Z.), podemos ver, a la izquierda, el convento convertido en hospital militar; y a la derecha, la iglesia, aún con las torres desmochadas.

En 1884 la Asociación del Apostolado y de la Pía Unión del Sagrado Corazón de Jesús pidió al cabildo de la ciudad el uso de la iglesia, a cambio de restaurar el edificio a conveniencia del arzobispado. En 1887 se cedió la iglesia a la Compañía de Jesús, hasta que en 1896 se convirtió en parroquia, bajo la advocación de Santiago Apóstol (la parroquial de Santiago había sido derribada en 1863). Los jesuitas abandonaron sin demasiada prisa esta iglesia a cambio de la cesión de la iglesia de San Pedro Nolasco, en la plaza del mismo nombre.


En 1975 la iglesia de Santiago el Mayor se nombró Monumento Nacional. Entre los años 1984-1994 se restauró la iglesia. En 2002 se declaró Bien de Interés Cultural y se realizó una nueva remodelación, llevada a cabo por la arquitecta Úrsula Heredia, en la cual aparecieron una serie de pinturas murales que hoy podemos contemplar.


El convento funcionó como hospital desde 1816 hasta 1958, en que se inauguró el del paseo de Isabel La Católica. El edificio fue derribado en el año 1963, abriéndose posteriormente la actual calle de Camón Aznar.


En la fotografía de Gerardo Sancho (A.H.P.Z), podemos ver el convento, en ese momento Hospital Militar, derribado. También podemos observar los restos del claustro.

La iglesia de Santiago el Mayor constituye el templo barroco con mayores proporciones de Zaragoza. La fachada, al igual que todo el edificio, está construida en ladrillo, es muy sobria, al estilo barroco. Presenta un cuerpo central adelantado, con dos muros laterales retranqueados; a ambos lados se sitúan dos torres que sobresalen de la fachada.

La portada, en piedra, se articula en dos niveles, en el inferior se sitúa la puerta principal que abre en arco de medio punto sobre pilastras toscanas. A ambos lados de la portada podemos decoración en ladrillo resaltado, a base de motivos geométricos. Sobre el gran arco se abre una hornacina avenerada en la que se dispone, en la parte central, el santo titular. El cuerpo superior está decorado con pilastras toscanas y en el centro un vano de medio punto que ilumina el coro de la iglesia. Remata este cuerpo un gran frontón curvo.

Detalle del santo titular, Santiago, escultura realizada por Ángel Poz Poderós en 1986.

Muros laterales que rompen la monotonía de la fachada a base de vanos superpuestos y óculos. A la derecha la torre que da paso a la calle del Arco de San Ildefonso.

Detalle del arco de San Ildefonso, situado en la parte inferior de la torre de la izquierda, que permite el paso a la calle del Arco de San Ildefonso.

Puerta situada en la parte inferior de la torre de la derecha, que da paso al interior de la iglesia.

Torre de la izquierda y restos del antiguo claustro del convento de dominicos. Hoy calle de Camón Aznar.


Las torres presentan tres cuerpos, en el inferior se abren dos grandes arcos de medio punto, como ya hemos visto; en el segundo y tercer cuerpo vemos vanos adintelados y de medio punto. El último piso de las torres fue añadido en el siglo XX por el arquitecto Fernando Chueca Goitia (1972-1982).


La cúpula fue destruida por un rayo en 1860, el 22 de julio de 1868 el arquitecto Juan Antonio Atienza realizó un informe sobre el estado de la cúpula, realizándose un proyecto de reparación. Años más tarde, entre 1964-65, debido a su pésimo estado fue restaurada por el arquitecto Regino Borobio, recubriendo su superficie con tejas vidriadas de Manises, al estilo de las de la basílica de Nuestra Señora del Pilar.


En la actual calle Camón Aznar se conservan aún restos del antiguo claustro del monasterio, por el cual paseaban los frailes y desde el que tenían entrada directa a la iglesia (hoy tapiada). Como bien se expone en la capitulación del conjunto: ..."Es condición que el Claustro que se ha de hacer siquiere corredor para que puedan ir de la Cassa y combento a dicho Iglessia..."

Solo quedan restos en este muro exterior, huellas de los arcos y arranques de las bóvedas que cubrieron un día lo que fuera el claustro del convento.


Detalle de la decoración del claustro. Como se puede leer en el contrato: “…que el claustro quede blanqueado todo conforme y con los adornos por la parte interior que la traza enseña…”

Lateral de la iglesia con los restos del antiguo claustro. También se puede observa el lateral de la iglesia con las capillas entre los contrafuertes.

Cabecera plana, brazo izquierdo del crucero y cúpula con linterna. Calle Camón Aznar.

Entrando a la iglesia lo primero que nos encontramos es un gran atrio rectangular decorado con una tribuna cerrada, realizada cuando fue residencia de los jesuitas.


El interior es impresionante, estamos ante una iglesia de grandes dimensiones, siguiendo la tipología jesuítica realizada por Jacopo Vignola en el Gesú de Roma y difundida por la Compañía de Jesús. Presenta planta de cruz latina, con una sola nave de cuatro tramos; crucero escasamente acusado en planta y cubierto con una gran cúpula; cabecera plana; capillas laterales entre los contrafuertes, comunicadas entre sí ; y coro alto a los pies.


Nada más entrar en la iglesia la mirada se dirige hacia lo alto, hacia la gran bóveda decorada con yeserías barrocas de influencia mudéjar. Las yeserías de esta iglesia se realizaron en dos etapas: La primera llevada a cabo por Felipe de Busiñac y Borbón, quien realizó la bóveda de la nave y las cúpulas de las capillas laterales. La segunda fase corrió a cargo de Jaime Busiñac y José de Borgas entre 1692-1695, centrándose en el crucero, cabecera y cúpula.


La nave central se cubre con bóveda de cañón con lunetos, dividida en cinco tramos. A ambos lados de la nave se abren capillas entre los contrafuertes comunicadas entre sí, cuatro a cada lado. A los pies, en alto, el coro.


Lado derecho de la nave, en la que se abren cuatro capillas. Sobre ellas corre una tribuna abierta con vanos geminados (que recuerdan a la iglesia de San Carlos Borromeo de Zaragoza), cubiertos por otro arco de medio punto rebajado. Las capillas se separan por pilastras de orden gigante con capiteles compuestos. En los muros podemos observar las pinturas descubiertas en el año 2003.


En este lado se abren la capilla de Jesús atado a la Columna, la capilla de San Ignacio de Loyola, la capilla de la Virgen de la Salud y la Capilla de la Congregación cristiana.


El lado izquierdo de la nave presenta la misma estructura que el anterior, en éste encontramos la capilla del Santo Cristo, Capilla de Santa Rita de Casia, Capilla del Carmen y la Capilla de N. Sra. De Sancho Abarca.

Por encima de los arcos geminados corre un entablamento con profusa decoración vegetal en yeso, con plafones, animales, mascarones y florones con colgantes. Por encima se abren ventanas que iluminan la parte inferior de los lunetos de la bóveda.


Detalle de los capiteles compuestos de las pilastras.

Decoración del entablamento que rodea la nave. En el que se ve abundante decoración vegetal y rostros monstruosos de gran expresividad.


Otro detalle de la decoración del entablamento en el que observamos la cabeza de un elefante.


La bóveda, como ya hemos dicho, la realizó Felipe Busiñac, decorándola con yeserías de "tradición mudéjar trasplantadas al barroco", con lazos de a seis y de a ocho. Estas yeserías confieren al templo una belleza singular. El modelo pudo tomarse de la decoración de la cúpula y bóvedas de la iglesia de las Fecetas; ya en el documento de capitulación de la obra se indica que el modelo de las yeserías o “cortados” que debían hacerse, había que buscarlos entre los ya existentes en iglesias zaragozanas. Como bien podemos leer en el documento de capitulación y concordia: “…en quanto a las bóvedas maiores del Cuerpo de la Iglessia labrándolas de yeso blanco, con los artesones o lazos que eligiere el combento de las Muestras que para Cada una de las bóvedas se le dará, siquiere tomar de las que están executadas en la Iglessias de esta Ciudad…”


La decoración de estas bellas yeserías son de estilo barroco con tradición mudéjar. En toda la superficie no se repiten los detalles. Vemos entrelazos, estrellas, puntas de diamante, máscaras, etc. En la fotografía el primer tramo de la bóveda empezando por el coro.


El segundo tramo es muy interesante, en él vemos representados dieciséis rostros grotescos.


Tercer tramo de la bóveda. Con motivos florales y con lazos de a ocho.


En el contrato realizado el 14 de diciembre de 1661 entre el Capítulo y Convento de San Ildefonso y el albañil Felipe Busiñac, los monjes le dan las pautas a seguir para realizar la decoración: "...Ittem: es condicion que los arcos y bóbedas de ellos haian de quedar mui hermosos, labrados y perfilados, con las condiciones mismas de las bobedas y si pareciere que en los espacios de los reliebes, en algunas partes donde fueren grandes se pongan flores para que se haga variedad y todo no sea pedreria, sera conforme al buen parecer..."

Cuarto tramo de la bóveda. Con ornamentación floral y motivos de lazo de a ocho.

Quinto tramo de la bóveda, en el que vemos también motivos de lazo de a ocho.


Una vez terminada la decoración de la cubierta se decidió ampliar el edificio, construyendo un crucero, y la capilla mayor cubierta con una gran cúpula. Esta parte fue encargada el 5 de noviembre de 1692 a Jaime Busiñac y Borbón y a José de Borgas, los cuales la terminaron antes de 1696. Especificándose que debían realizar los mismos esquemas de lazos y motivos florales que había realizado con anterioridad Felipe Busiñac en la bóveda de la nave.


Bóveda de cañón con lunetos de la cabecera de la iglesia.


Sobre el crucero se eleva una gran cúpula. Ya hemos comentado que la original fue destruida por un rayo en 1860, siendo rehecha posteriormente pero con una estructura mucho más sencilla. Durante los años 1964-65 fue restaurada ya que se encontraba muy deteriorada.


En la imagen la cúpula con pequeña linterna, se apoya en cuatro pechinas. A ambos lados las bóvedas de cañón sobre lunetos de los brazos del crucero. Todas decoradas con yeserías barrocas, realizadas por Jaime Busiñac y José de Bordas.

Detalle de una de las pechinas que sostienen la cúpula central. En cada una de ellas podemos ver un escudo timbrado con un yelmo, en cuyo centro se sitúa un águila con las alas desplegadas, de frente y con las patas y plumas de la cola separadas, desconozco a quien pertenece. El escudo de los Villalpando no es, ni tampoco el de la Orden dominica.


Alrededor del presbiterio y de los brazos del crucero corre una cornisa con una exuberante decoración barroca.

Brazo derecho del crucero cubierto con bóveda de cañón sobre lunetos. En donde se ubica el retablo de San José. A la izquierda el sepulcro del cardenal Xavierre.

Brazo izquierdo del crucero, con la misma estructura que el anterior, con el retablo de la Virgen del Pilar.

En la cabecera del presbiterio se aloja el retablo contratado en 1762. La traza y esculturas son obra de Simón Ubau. La escultura del titular Santiago es obra de Ignacio Flotats.

En la parte superior podemos contemplar la Imposición de la casulla a San Ildefonso, gran relieve policromado. La arquitectura y decoraciones en bajorrelieve son de Lorenzo y Francisco Miranda.


En el brazo derecho del crucero se ubica el sepulcro del cardenal Jerónimo Xavierre, personaje importante en este monasterio, ya que fue quien dio posesión del convento a la primera comunidad. Obra realizada entre 1610-11 por el escultor Juan de Acurio (en su origen estaba situada en el claustro, hoy presenta el sepulcro vacío, ya que la escultura del cardenal se ha perdido).

Detalle del púlpito, realizado a finales del siglo XVII, decorado con lacerías en estuco.


En el año 2000 se realizó una reforma del edificio, y durante estos trabajos debajo del encalado de los muros de las capillas laterales se descubrieron una serie de pinturas murales que fueron tapadas en 1860 y 1916. Los motivos decorativos son ángeles, niños, motivos vegetales y santos.


En el año 2004 se realizó una restauración interior del edificio proyectada por la arquitecta Úrsula Heredia. Hoy podemos ver el resultado de esa restauración.


Representación de un personaje bíblico, en la parte derecha del intradós del arco de la capilla del Santo Cristo.


Enfrente al personaje anterior, en la capilla del Santo Cristo, vemos representado al rey David tañendo el arpa.

Todas las capillas laterales se cubren con cúpulas sobre pechinas, con bellas labores de yesería con motivos geométricos entrelazados (excepto la del Santo Cristo). Esta que vemos es la de la Virgen de Sancho Abarca. Vemos una vistosa decoración con vistosos colores (ocres y azules) en el intradós del arco de acceso al interior.

Cúpula de la capilla donde hoy se sitúa la cofradía de Jesús atado a la columna.

Jesús atado a la columna, escultura encargada por la Real, Pontificia, Antiquísima, Ilustre y Penitencial Hermandad y Cofradía del Señor Atado a la Columna y de Nuestra Señora de la Fraternidad en el Mayor Dolor en el año 1945 al escultor José Bueno.


(si queréis conocer esta obra os pongo el trabajo que realicé sobre ella: https://www.elviajedelalibelula.com/single-post/2017/04/07/Ecce-Homo-de-Jos%C3%A9-Bueno-Gimeno-Iglesia-de-Santiago-Mayor-Zaragoza.


Hacia el año 1755 comenzó a trabajar para el convento de San Ildefonso uno de los pintores aragoneses más importantes en la historia del arte en España: Francisco Bayeu y Subías, a él le fueron encargadas diversas obras en este monasterio (en la escalera, en el claustro y en la sacristía).


En la sala contigua a la sacristía podemos contemplar una preciosa estancia rococó, decorada entre 1755-1758. Actualmente está en obras, ya que se va a abrir una puerta hacia el exterior para darle entrada sin pasar por la iglesia.


Para ella pintó ocho lienzos sobre la Pasión de Cristo, desgraciadamente desaparecidos en la Guerra de la Independencia. La estancia se cubre con una bóveda vaída sobre pechinas, decoradas también por Bayeu representando a los cuatro evangelistas. Pechinas que tomaría como ejemplo su hermano fray Manuel Bayeu para pintar las pechinas de la capilla del Sagrario de la Cartuja de Las Fuentes, donde trabajaba y residía.


En el centro de la bóveda unos angelitos sostienen una cartela en cuyo centro vemos el escudo de los dominicos: la cruz flordelisada.


Los cuatro evangelistas, de estilo muy académico, aparecen sobre fondos neutros y vestidos con amplios ropajes, como es el caso de San Lucas, quien eleva su mano derecha, en la que porta la pluma con la que está escribiendo el Santo Evangelio, que apoya en su regazo sujetándolo con su mano izquierda. Viste una túnica amarilla cubierta con un amplio manto azul. Tras él, a la izquierda, el toro, su símbolo.


En el rostro de San Lucas refleja la concentración en su labor evangelista.

San Marcos vestido con túnica rojiza cubierta por un gran manto de color verde, apoya su mano derecha en su símbolo, el león, que descansa a su lado. El santo eleva su mirada hacia lo alto como buscando inspiración en su cometido, mientras su mano derecha porta la pluma con la que está escribiendo su Evangelio que sostiene con la izquierda.

San Mateo, representado con largas barbas blancas, viste una túnica azul y sobre ella un voluminoso manto de un vistoso color amarillo que envuelve casi toda la escena. El santo lleva en su mano derecha la pluma y en su izquierda un gran libro, que es sostenido por su símbolo, un gracioso angelito rococó. El cual observa al santo que eleva sus ojos hacia el cielo.


Detalle del rostro de San Mateo. Las figuras más logradas son las de San Marcos y San Mateo. En este último podemos observar la influencia de Corrado Giaquinto.

San Juan y el águila. San Juan pintado con túnica verde y un gran manto rojizo, levanta su brazo derecho y su mirada hacia lo alto, mientras con su mano izquierda sostiene los evangelios.



Os puedo asegurar que este vuelo ha sido muy interesante y emotivo. Hemos visitado uno de los templos más representativos del barroco zaragozano. Templo muy ligado a mi niñez, pues está muy próximo al colegio de las Escuelas Pías, en el que pasé mi tierna infancia y parte de mi adolescencia, incluso fui confirmada en esta misma iglesia.



Espero que os haya gustado. Hasta un próximo vuelo.




BIBLIOGRAFÍA:


- BLASCO DE LANUZA, Vicencio: Ültimo tomo. Historias eclesiásticas y seculares de Aragón, desde el año 1556 hasta el de 1618, Juan de Lanaja y Quartanet impresor del Reyno de Aragon y de la Universidad. : blasco de lanuza, historias eclesiasticas y seculares.


-CASAMAYOR, Faustino: Los Sitios de Zaragoza: Diario de Casamyor 8), Zaragoza, Cecilio Gasca Librero, 1908.


- GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, Vicente: El templo de San Ildefonso, una bella muestra del barroco zaragozano. Cuadernos Zaragoza nº 4, Zaragoza, Excmo Ayuntamiento de Zaragoza, 1978.


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- ALVARO ZAMORA, Mª Isabel: El retablo mayor de la iglesia de san Ildefonso (Simón Ubau, 1762): reflejo de la estancia de Ventura Rodríguez en Zaragoza y de la inauguración de la Santa Capilla, Zaragoza, Artigrama nº 10, 1993, pp. 349-368.


- ANSÓN, Arturo: Francisco Bayeu (1734-1795). Exposición, Zaragoza 18 abril-19 mayo, 1996, Zaragoza, Ibercaja.


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-LOZANO LÓPEZ, Juan Carlos: “Deshacer y rehacer un puzle: a propósito de la atribución a Goya de las pechinas de Calatayud, Muel y Remolinos (Zaragoza).


-CHIRIBAY CALVO, Rafael: La serie "Reparación de templos" del Archivo Diocesano de Zaragoza (1ª parte), Aragonia Sacra, 1996, pp. 185-220.

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