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LAS ESPERAS.



En estos días algo fríos, lluviosos y a veces oscuros, empieza a aflorar una sensación de vacío que poco a poco se irá llenando con el discurrir del invierno, ahora toca ESPERAR el calorcito tan ansiado que no tardará en llegar.


Y ESPERANDO y ESPERANDO, caes en la cuenta que la vida está llena de ESPERAS. Pero no siempre esa ESPERA significa lo mismo para todos.


Para el que ESPERA, su felicidad es incompleta, para el que no... ESPERA, la infelicidad del que ESPERA es una nimiedad, una exageración. La ESPERA de una llamada, de una visita, de un abrazo, de un hola, de un siempre, de un antes no un después, de una mirada fija en tus palabras, de un reconocimiento de que existes. En fin, de todo aquello que ESPERAS y en tu opinión nunca llega a suceder.


Pero sigues ESPERANDO y ESPERANDO, mirando el teléfono, el reloj, la puerta. De oír palabras y palabras que no responden a tus preguntas. te das cuenta de que a ti nadie te ESPERA, porque siempre estás ahí. Poco a poco, sin apenas darte cuenta, comienza un cambio en tu mundo interior, empiezas a olvidar esa eterna ESPERA.


Tu mirada ya no se dirige hacia el teléfono, ni a esa puerta cerrada, ni te importa ese reloj.


La ESPERA es sustituida en cierto modo por un conformismo, un dejar pasar las cosas.


Y descubres que a la única persona a la que tienes que ESPERAR es a TI MISMA. Que no es poco.

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