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Iglesia de Santo Domingo y San Martín (Huesca)


Una de las iglesias que uno no se puede perder si visita Huesca es la iglesia del antiguo monasterio de Santo Domingo, situada en la confluencia del Coso Bajo y la plaza de Santo Domingo, llamada desde el siglo XX "iglesia de Santo Domingo y San Martín".


La historia de este edificio comienza en el año 1254, fecha en la que el infante Alfonso de Aragón y Castilla, primogénito de Jaime I el Conquistador, adquirió un solar en la parte oriental de Huesca con la intención de levantar un monasterio dominico para construir en él su panteón familiar. Pero el deseo del príncipe Alfonso nunca se pudo llevar a cabo, ya que murió poco después, en 1260; siendo enterrado en el monasterio de Veruela.


Fotografía: Zarateman


En 1362, durante la contienda conocida como “Guerra de los Pedros” (Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y Pedro I el Cruel de Castilla), el rey aragonés mandó destruir el monasterio, ya que, al estar tan cerca de la muralla, si el rey castellano conquistaba el conjunto monacal podría ser peligroso para la defensa de la ciudad. Una vez finalizado el litigio entre los dos Pedros, a finales del siglo XIV, fue reconstruido.


En 1687 el monasterio estaba tan deteriorado que se vio la necesidad de derribarlo y construir uno nuevo. El proyecto del mismo lo llevo a cabo el dominico valenciano Fray Antonio Falcón; oficiándose la primera misa en el nuevo templo el 4 de agosto de 1695.


En el año 1836 debido a la Desamortización de Mendizabal los monjes tuvieron que abandonarlo. En ese momento se planificó la apertura de la actual calle de Santiago Ramón y Cajal, motivo por el cual se derribó todo el conjunto monacal, respetando únicamente el templo, convirtiéndose desde ese momento en iglesia parroquial.


Durante los siglos XX y XXI se llevaron cabo diversas restauraciones que le han devuelto el esplendor que tuvo en épocas pasadas.


El 13 de abril de 2005 fue declarado Bien de Interés Cultural, por el Gobierno de Aragón.


El exterior es de tapial enlucido, y ladrillo sobre zócalo de piedra. La portada está situada en la parte occidental. Presenta tres calles separadas por pilastras de orden gigante. En la central se abre la Puerta de entrada a la iglesia, decorada con placas de ladrillo aplantillado. Por encima de ella se abre una hornacina con la imagen de Santo Domingo (hoy vacía), remata el conjunto un frontón triangular que enlaza con las calles laterales a través de dos aletones.


La torre campanario, situada a los pies de la iglesia, se realizó hacia 1835.

Linterna de la cúpula de la capilla de Nuestra Señora del Rosario.

Ante la sobriedad exterior, el interior sorprende por su decoración. Es una iglesia barroca de planta y escultura jesuítica. La planta es de cruz latina inscrita en un rectángulo, con una sola nave de cinco tramos; crucero no marcado en planta; cabecera recta; capillas laterales entre los contrafuertes y comunicadas entre sí. Fue decorada en el año 1744 con yeserías barrocas y pinturas murales. Toda la decoración de la iglesia es una alabanza a la Virgen y a la orden dominica. Forma un conjunto unitario donde armonizan todos los elementos estructurales y decorativos barrocos.


Fotografía cedida por José Antonio Almería.

El coro está situado a los pies de la iglesia, elevándose sobre un arco carpanel. A la derecha, y también en alto, el órgano. En el coro se conserva una sillería labrada, con escenas religiosas, por el escultor bearnés Fray Pedro Nolivos.


Fotografía: Zaraterman.

En los laterales de la nave se abren las embocaduras de las capillas, las cuales se hallan delimitadas por pilastras de orden gigante. Sobre las capillas, un segundo piso, en el que se abren las ventanas de las tribunas, a las cuales se accede a través del coro.


Vista de las capillas laterales del lado izquierdo, la primera (a la derecha) es la capilla Lastanosa, en donde se venera la Virgen de la Piedad (copia del original realizado por José Ribera). Son interesantes sus pinturas murales con escenas de la vida de San Juan Evangelista. La siguiente capilla es la de Santa Rosa; y la última, antes del arco del coro, la del Cristo del Perdón; las esculturas que encontramos en estas dos últimas capillas son obra de Fray Pedro Nolivos.

Las tribunas están cubiertas con celosías de madera labradas con guirnaldas de flores y símbolos del sol y la luna.


Sobre la tribuna, en los medios puntos bajo los lunetos, se abren trampantojos simulando ventanas. También podemos ver la decoración de los arcos fajones, con simbología mariana.


Detalle de los arcos, pilastras y pechinas, profusamente decorados. A la derecha el púlpito, decorado con símbolos relativos a la orden.

Lateral derecho de la nave. De izquierda a derecha: la capilla de las Almas del Purgatorio, de los Santos Cosme y Damián, y del Rosario. Podemos observar la decoración de las pilastras de orden gigante; del interior; y del intradós de los arcos de medio punto de las capillas.


La nave se cubre con bóveda de cañón con lunetos. Decorada con cartelones en los que aparecen angelotes portando filacterias alusivas a la Virgen; así como los arcos fajones decorados también con angelotes y guirnaldas. Al fondo la cúpula del crucero y la bóveda que cierra el presbiterio.

En la bóveda de la nave uno de los cartelones en los que se representan ángeles con filacterias referidas a la Virgen. Los símbolos de la Letanía Lauretana aparecen por primera vez en la iconografía de la Inmaculada Concepción a finales del siglo XV, desarrollándose en el XVI. Son letanías que derivan del Antiguo Testamento. En la fotografía se representa la Torre de David (Tvris David). Esta letanía se extrae del Cantar de los Cantares: “Es tu cuello cual Torre de David adornado de trofeos…” (CC4.4).


Otra cartela de la bóveda, en la que aparecen ángeles sustentando la filacteria: Ianva celi (ianua coeli): puerta del cielo o Casa de Dios. Tomada del Libro del Génesis, concretamente de la visión de Jacob, el cual al despertar dice “¡Qué terrible es este lugar! No es sino la casa la puerta de los cielos” (Gén. 28,17).


Vista del sistema de cubrición de la iglesia. Bóveda de cañón con lunetos en la nave; y en el crucero cúpula semiesférica rematada con una linterna. En el lado derecho de la nave, en los medios puntos bajo los lunetos se abren ventanas, por donde entra la luz natural; no como en el lado opuesto, que ya hemos visto que eran simuladas.


Cúpula del crucero, sustentada por cuatro arcos torales en los que se representan símbolos marianos. Las pechinas también decoradas con los misterios gozosos. Los brazos cortos del crucero cubiertos con bóvedas de cañón con lunetos, y en los medio puntos, a la izquierda un trampantojo con una ventana simulada; a la derecha una ventana abierta por donde penetra la luz natural del exterior.

En las pechinas, que sustentan la cúpula central del crucero, se representan los misterios gozosos: la Anunciación, el Nacimiento, Epifanía y la Presentación en el templo. En la fotografía, el Nacimiento de Cristo.


En la cúpula del crucero está representada la exaltación a la Virgen del Rosario rodeada por Santos dominicos. La Virgen situada en lo alto y en el centro de la cúpula, está rodeada por ángeles músicos; en la parte inferior se representan a los principales santos dominicos, separados por emblemas marianos: Santo Domingo, a quien la Virgen le hace entrega del rosario; San Jacinto con una custodia y una imagen de María entre sus brazos; Santa Catalina de Siena; San Pedro mártir de Verona; Santa Rosa; San Luis Beltrán; San Vicente Ferrer y Santo Tomás de Aquino.


La obra está atribuida al pintor Jerónimo del Río Dieste. Fue restaurada en el año 2002.


Fotografía cedida por J.A. Almería.


En la bóveda de lunetos que cierra el presbiterio nos encontramos una representación también dedicada a la Virgen. El monograma de María rodeado por óculos ficticios en los que se representan angelotes con flores y guirnaldas. En los lunetos, las armas de dos benefactores de la iglesia.


En el presbiterio se sitúa el retablo mayor; y en los brazos cortos del Crucero dos retablos en esquina con santos dominicos (que luego comentaremos); y los retablos mayores de la iglesia de San Martín (derribada en 1868); y de la del Espíritu Santo (desaparecida en 1883).


El magnífico presbiterio, en el cual encontramos un espléndido retablo mayor, con el lienzo de Vicente Berdusán.


Fotografía cedida por J.A. Almería.

La mazonería del retablo es anterior al lienzo pintado por Vicente Berdusán en el año 1672. Fue encargado por el obispo de Albarracín Lorenzo Lay y Anzano, y acabado en 1780. Sobre el banco del retablo, el primer piso, dividido en tres calles. En la calle principal la obra de Berdusán, enmarcada por cuatro columnas salomónicas, dos a cada lado. En las calles laterales hornacinas con imágenes de santos y santas de la orden dominica. Remata el retablo un ático en el que se representa el Calvario, enmarcado a su vez por dos columnas salomónicas, pero en este caso mucho más pequeñas que las inferiores; y a ambos lados esculturas de santos dominicos. El autor de este retablo fue el bearnés Fray Pedro Nolivos.

El lienzo del retablo mayor fue pintado en 1672 por el pintor aragonés Vicente Berdusán. Representa la Asunción de la Virgen. El tema está representado como se narra en la Leyenda Dorada. Vemos dos escenas, la inferior donde se encuentran los apóstoles y las mujeres portando el sudario de la Virgen (que representa la tierra); y la superior con la Virgen en cuerpo y alma, rodeada de ángeles músicos, alza sus brazos para encontrarse con su hijo, que la espera en lo alto (el cielo).


El lienzo fue restaurado en 1997.

A ambos lados del altar mayor se ubican dos retablos en esquina dedicados a santos de la orden dominica defensores de la fe. Están pintados en azul con detalles en oro. El del lado derecho representa a Santo Tomás de Aquino pisando a los herejes Sarrio y Sabelio. En su mano derecha lleva la pluma de escritor, y en la izquierda la representación del sol, símbolo de Cristo. Sobre su cabeza el Espíritu Santo. Es obra de Fray Pedro Nolivos.

El retablo esquinero de la izquierda cobija a Santo Domingo de Guzmán, llevando en su mano derecha el báculo de fundador; y en la izquierda el libro como padre de la iglesia. Bajo sus pies los herejes albigenses contra los que tanto luchó. También realizado por Fray Pedro Nolivos.


Detalle del pasillo que comunica las diferentes capillas. Todas las capillas están decoradas con una rica decoración barroca.

Otro detalle de la decoración pictórica de los muros de la capilla de San Cosme y San Damián, al fondo arrimadero de azulejos, correspondiente a la capilla de la Virgen del Rosario.

La primera capilla a la derecha, tras pasar el arco carpanel del coro, es la del Rosario. Podemos decir que es una iglesia dentro de la propia iglesia de Santo Domingo. Se comenzó a construir poco después de consagrarse el templo en 1695 y fue profusamente decorada con yeserías en 1744. Tiene planta cruciforme, con una única nave muy corta; la entrada a la capilla se cubre con bóveda rebajada, y sobre el crucero una gran cúpula semiesférica. Tiene cabecera recta donde se encuentra el retablo principal.


Entrada a la capilla del Rosario, con bóveda elíptica rebajada. En sus muros un arrimadero de azulejería, y sobre él, la decoración escultórica. En los muros antes de entrar en la capilla, a la izquierda la representación de Santiago matamoros; a la derecha San Jorge matando al dragón. En el interior relieves alusivos al rosario y a la orden.

Cúpula de la capilla del Rosario. En ella se combina el tema mariano, de la Virgen del Rosario, con el sacramental. En las pechinas se representan episodios de la Virgen y los misterios gloriosos de Cristo: la Resurrección, la Ascensión, Pentecostés. En los arcos torales representación de religiosos dominicos.

Retablo de la capilla de Nuestra Señora del Rosario, la Virgen rodeada de angelotes y ángeles mancebos.


El órgano situado en lo alto, a la izquierda del coro. Es obra del siglo XVIII. Está decorado con pinturas representando a Santa Teresa, San José, un Papa; y a un santo dominico. La trompetería está situada en horizontal, fuera de la caja del órgano.


Fotografía cedida por J.A. Almería.




Bibliografía:


Una fantástica obra sobre el edificio en cuestión es la de: Fernando Alvira Lizano; y Mª Celia Fontana Calvo: La iglesia oscense de Santo Domingo. Poesía para contemplar. Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2006.

Tesis doctoral de Juan Carlos Lozano López, sobre el pintor Vicente Berdusán: http://zaguan.unizar.es/record/3218/files/TESIS-2009-050.pdf


Estudio sobre la escultura en la iglesia, obra del escultor bearnés Fray Pedro Nolivos: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Dialnet-UnEscultorBearnesEnEspanaEnElSigloXVII-2111001%20(1).pdf

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