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La Villa de Almazán (Soria)

Ni cortos ni perezosos, a pesar del catarro y con un frío que pelaba, nos embarcamos en el coche rumbo a Soria con la intención de comprar, en un vivero cerca de Almazán, dos robles para plantarlos en el jardín de casa. El tener un par de robles de esa bendita tierra es un verdadero privilegio, esperemos que echen raíces y se queden con nosotros.

El día, desde luego, no acompañaba, llovía y el frío era intenso. Fuimos por la autopista de Madrid (A-2), hasta el desvío hacia Monteagudo de las Vicarías, y por la CL-116 a Baniel, pueblecito donde se encontraba el mencionado vivero. El paisaje fue cambiando conforme nos adentrábamos en la provincia de Soria. La belleza de esta zona radica en el silencio, en la sensación de soledad y en sus amplios campos rojizos salpicados de verdes prados y de pueblos de tradición agrícola y ganadera.


Llegamos al vivero, que está muy cerca de Baniel, pueblecito casi deshabitado como muchos otros pueblos de la provincia. El sencillo paisaje nos envolvía, las encinas, los campos y praderas formaban un conjunto que tranquilizaba el espíritu. Una vez “adoptados” los robles, nos encaminamos hacia Almazán, pues a pesar del mal tiempo queríamos visitar la localidad.


Almazán está situada en la orilla izquierda del río Duero en una posición privilegiada. Fue fundada por Abderramán III, que le puso el nombre de al-mahsan, el “fortificado”; la ciudad fue frontera entre el mundo árabe y el cristiano y, más tarde, objeto de litigio entre los reinos de Aragón y Castilla. Una vez en manos de la corona de Castilla, el rey Enrique III donó la villa, para formar su señorío, a Don Juan Hurtado de Mendoza.


Durante el reinado de Enrique IV Almazán se convirtió en sede de la corte castellana entre diciembre de 1462 y enero de 1463, pero su máximo esplendor llegó de las manos de los Reyes Católicos, cuya corte instalaron en la villa en diversas ocasiones. Durante el sitio de 1810 por las tropas francesas, la ciudad sufrió graves daños, las murallas se vieron muy afectadas y muchos de sus edificios fueron destruidos.



Campos de Soria, camino a Almazán por la CL-116.


Otra vista de la carretera en dirección a Almazán.


La lluvia intensa en algún tramo del camino.


Encinar de Baniel, un bonito y tranquilo paraje.


Almazán. Los restos musulmanes de la muralla son escasos, tan sólo algunos lienzos en la zona que va desde el Rollo de las monjas a la puerta del Mercado. La muralla actual es de finales del siglo XII o principios del XIII. En el XIX, con la Guerra de Independencia, parte de la muralla fue destruida.


De las cuatro puertas originales, del Mercado, de Herreros, de la Villa y de Berlanga, sólo se conservan las tres primeras. También había tres postigos pero únicamente han llegado hasta nuestros días el de San Miguel y el de Santa María, además de un torreón denominado el "Rollo de las Monjas".


Torreón conocido como "Rollo de las Monjas" que se puede fechar en el siglo XII, situado en el Noroeste de la ciudad, junto al monasterio de las monjas clarisas.


Fotografía: José Luis Filpo. Panoramio.


En el Sur se encuentra la puerta del Mercado, almenada y protegida por cubos rectangulares que custodian sendos arcos apuntados, uno más elevado que el otro y matacán oculto entre ambos. Los muros son toscos, labrados en sillarejo, con hiladas alternas y cantoneras de sillería.


Fotografía: Zarateman.


Puerta de los Herreros, situada al sureste de la muralla e idéntica a la anterior, excepto por los torreones que son cilíndricos.


Arcos apuntados en la Puerta de los Herreros.


Puerta de la Villa, llamada también del Reloj, que da entrada a la plaza mayor. En la parte superior, el reloj es más tardío, pues data del año 1886.


Puerta de la Villa. Vista desde la Plaza Mayor.


Plaza Mayor. A la derecha, nos encontramos con el ayuntamiento; en el centro la iglesia de San Miguel; y a la izquierda, el Palacio de los Condes de Hurtado de Mendoza.


El Ayuntamiento es un edificio sencillo de tres plantas, clasicista, con soportal adintelado sobre pilares cuadrados, donde antaño se reunía la gente y se facilitaba el comercio. Los cuerpos superiores exhiben una composición de seis vanos por planta, coronados por cornisas clasicistas en la inferior y custodios del blasón con la encina adnamantina en la más alta.


La iglesia de San Miguel es la joya de la corona. Construida a mediados del siglo XII, a esa época pertenece su cabecera, que es uno de sus elementos más interesantes, el primer tramo de las naves y el cuerpo inferior de la torre; lo demás es posterior.


Fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1931.


Sobre el primer tramo de la nave central carga un cimborrio octogonal y turriforme, que es de estilo románico y de sillería en la parte inferior, y de ladrillo y mudéjar en la superior. El cuerpo románico, al que se accede por escalera de caracol anexa, tiene arcos apuntados de descarga, que generan arquitos polilobulados en su intradós, sobre los cuales corre un friso de arquillos ciegos y apuntados apeados sobre ménsulas.


En la cabecera destaca un ábside semicircular dividido en tres paños, por medias columnas e iluminado por ventanas abocinadas.


Ventanal del ábside, provisto de columnas acodilladas con magníficos capiteles.


Detalle de una columna del ábside, cuyo capitel está decorado con entrelazos.


Otra columna del ábside cuyo capitel está decorado con la cabeza de una fiera.


Bajo el alero del ábside encontramos una elaborada decoración, a modo de friso, con arquillos lobulados de origen lombardo tardío que apean en ménsulas decoradas con rollos de tradición islámica.


Sobre las medias columnas que dividen los paños del ábside hay capiteles decorados con temas vegetales, y sobre ellos, cimacios decorados con cruces rematadas en círculos.


Pórtico de la iglesia, posterior al conjunto, que cobija una sencilla puerta de acceso al templo.


El interior de la iglesia queda dispuesto conforme a un plan basilical de tres naves muy irregular, pues las laterales son estrechísimas y el presbiterio se halla desviado ostensiblemente de su eje. La central se inicia en una cabecera a la que se accede a través de un arco triunfal apuntado que asienta sobre columnas con capiteles decorados. El ábside, cubierto con cuarto de esfera apuntada, muestra tres vanos de medio punto, del mismo tipo que los exteriores. El segundo tramo de la nave se cubre con bóveda de crucería gótica.


Fotografía de J.L.


Las naves laterales son muy estrechas terminando en hornacinas que cobijan pequeños altares, más que naves laterales parecen capillas intercomunicadas entre sí. Están cubiertas con bóveda de cañón apuntado de eje transversal, es decir, perpendicular al de la nave principal.


Fotografía: Zaraterman.


El primer tramo de la nave principal recibe tratamiento de crucero sin serlo. Su cubierta es un espectacular cimborrio octogonal apeado sobre trompas, de clara inspiración musulmana que recuerda al del mihrab de la mezquita de Córdoba, su modelo. Como él, dispone de pares de nervios que, al entrecruzarse, forman un octógono central cuya misión originaria era cargar una pequeña linterna.


Fotografía: Zaraterman.


El postigo de San Miguel, abierto en la última restauración de la plaza mayor, está situado al lado de la iglesia del mismo nombre, y a través de su pequeño arco de medio punto se puede acceder a un gran mirador que permite una buena perspectiva del Duero y del parque limítrofe.


Parte posterior de la iglesia de San Miguel, donde se puede ver la muralla y el postigo de San Miguel.


La llamada Ronda del Duero, vista desde el mirador del postigo de San Miguel.

Otra vista del paseo ribereño de la Ronda del Duero, desde el mirador.


Ronda del Duero.


El palacio de los Hurtado de Mendoza es un edificio majestuoso, tiene dos fachadas diferentes entre sí en estilo y época. Su parte más antigua es la que se asoma al Duero, construida a finales del siglo XV.


En 1575 se realizó la fachada principal de la Plaza Mayor, claro exponente del arte clasicista que se impuso durante el reinado de Felipe II. La fachada consta de tres plantas: la inferior, formada por ventanas sencillas, molduradas y enrejadas; la planta noble dispone de balcones coronados por frontón triangular; y la parte superior que simula una entreplanta exigua. En el paño central hay una portada que encaja muy bien con la sencillez del conjunto. Tiene dos alturas y, en ambas, parejas de columnas jónicas. Está corona por un frontón curvilíneo en el que encaja el blasón de los Hurtado.


En la puerta, a la derecha, está la oficina de información y turismo y allí hay un pequeño museo en el que se exhibe desde hace poco el tríptico de Almazán, magnífica obra atribuida al pintor flamenco Hans Memling. Mi intención era poneros también este tríptico, pues es una obra que merece la pena conocer, pero no me permitieron hacer fotografías. Una vez en mi domicilio pedí permiso para hacer uso de las imágenes que tiene la Junta de Castilla y León en su página web, con una respuesta bastante contundente me contestaron que no me daban permiso para ello. Eso es ayudar a difundir la cultura.



Pero todo tiene su solución, como no he podido poneros fotografías de este magnífico tríptico, os pongo este vídeo, para quien le pueda interesar el tema.




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