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QUE TENGÁIS SUERTECITA

Durante la espera ya conocía que los días pasarían deprisa, deprisa…; que la estancia sería corta, tan… corta; que cada jubilosa bienvenida llevaba implícita la consiguiente triste despedida; y a pesar de asumir cada partida, le era imposible ahogar la tristeza que le producía la separación. Con el paso de los días, sabía que el dolor se suavizaría, pero el vacío, ese vacío, sería muy difícil de llenar. Muy pronto volvería a experimentar ese mismo sentimiento, y eso también le producía cierto desasosiego. Y hoy, sentada delante del ordenador, ensimismada en sus pensamientos, pensaba..., el tiempo no se detiene, aunque tengas la necesidad de que el reloj de la vida se congele en el cálido abrazo de la bienvenida.


El reloj de la vida posee alas, alas que llevan muy lejos, siempre con la incertidumbre como mochila.

¡¡¡ Que tengáis suertecita, que os conceda la vida cada día lo que os merecéis. Que no os falte de nada, que no os dé la espalda la esperanza, que encontréis el buen camino, que sea el vuestro y no el mío!!!…, y aunque equivocadamente os hiera, sabed que estoy siempre ahí, al pie del camino, siempre.


Fotografía de Estixu Carton. Filckr.

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