CHUSCO. HISTORIAS DE MI JARDÍN ENCANTADO.
Observaba con amplia sonrisa a su perro, él no quería más que jugar con la pelota verde, una pelota de goma llena de cariño y fidelidad. Ella le tiraba la bola con toda su fuerza hacia el fondo del jardín. Él corría, saltaba, y moviendo el largo rabo, volvía a su lado, para empezar una y otra vez, era incansable. Las tardes eran apacibles, en un maravilloso jardín, lleno de tonalidades, olores y fragancias; los árboles echaban ya sus primeros frutos; las rosas desplegaban sus pétalos, impregnándolo todo de una bella sinfonía de aroma y color. En ese precioso jardín no se podía volver al ayer, ni tampoco pensar en el mañana, sólo se podía vivir el “ahora”, lleno de duendes y hadas.